Una derecha a la derecha de la derecha
El lanzamiento de Vox sacude al PP en pleno auge de los populismos La xenofobia mueve el extremismo en Europa En Espa?a lo hacen cuestiones internas como ETA y Catalu?a
Es la primera ruptura que se produce tras un largo proceso de concentraci¨®n de sectores conservadores, liberales y centristas en una misma fuerza pol¨ªtica. El lanzamiento del partido Vox por disidentes del PP y el alejamiento entre Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy sacuden la frontera derecha del partido gobernante en coincidencia con el auge espectacular en Europa de movimientos populistas y de extrema derecha. Las razones que mueven a unos y otros son distintas, pero el elemento com¨²n es el conflicto con los partidos conservadores o democristianos cl¨¢sicos.
Por eso importa hacerse una idea de cual es el potencial de la nueva derecha: es decir, cu¨¢ntas personas podr¨ªan estar interesadas en una oferta aut¨®noma a la derecha del PP. Los antecedentes son lejanos, pero si el partido de Blas Pi?ar (recientemente fallecido) alcanz¨® casi 400.000 votos en las elecciones de 1979 ¡ªsu ¨²nico momento de esplendor¡ª, esa fuerza no puede haberse volatilizado totalmente, ni siquiera por razones biol¨®gicas. De los estudios recientes del CIS y de Metroscopia sobre el posicionamiento ideol¨®gico de los espa?oles, Jos¨¦ Pablo Ferr¨¢ndiz, vicepresidente de Metroscopia, deduce un n¨²mero entre medio mill¨®n y 700.000, situado actualmente en ese extremo del abanico pol¨ªtico.
El voto populista se alimenta del sentimiento de contestaci¨®n a las ¨¦lites y se presenta como una reacci¨®n de ¡°los de abajo¡± contra el sistema pol¨ªtico de los ¡°instalados¡±. Tanto puede ocurrir que se abstenga como que vote a opciones preexistentes, ya sean grupos identificados con la mitolog¨ªa y s¨ªmbolos del falangismo o movimientos antiinmigraci¨®n, al estilo de la Plataforma per Catalunya (que ya consigui¨® 67 concejales en 2011); o a los escindidos del PP. El peligro populista es la facilidad con que puede aprovechar una crisis en los partidos centrales del sistema para convertirse en verdadera fuerza pol¨ªtica, siempre que cuente con financiaci¨®n y un intenso apoyo medi¨¢tico, como demostr¨® Silvio Berlusconi en Italia.
Por el momento, el peso de todo ese magma en Espa?a es limitado. Para que se produjera una alteraci¨®n sustancial tendr¨ªa que surgir un potente liderato. ¡°La pregunta clave aqu¨ª es si Aznar, a quien corresponde el logro de haber unificado la derecha en Espa?a, con el ¨¦xito conocido, se va a convertir ahora en su dinamitador¡±, reflexiona el soci¨®logo Fernando Vallesp¨ªn, exresponsable del CIS. ¡°Creo que no¡±, se responde a s¨ª mismo. ¡°Primero, porque no hay espacio para una derecha a la derecha del PP mientras este siga conservando la marca y mantenga un discurso ideol¨®gico que ya est¨¢, de hecho, demasiado inclinado en esa direcci¨®n¡±.
¡°Lo que est¨¢ ocurriendo parece m¨¢s bien un intento por desplazar a Rajoy del poder, m¨¢s que por crear una nueva formaci¨®n¡±, a?ade Vallesp¨ªn. ¡°En el fondo pienso que late una insatisfacci¨®n profunda de un sector del PP con los casos de Catalu?a y el fin del terrorismo, y una presi¨®n insoportable del lado de un sector de los medios de comunicaci¨®n que eran su apoyo p¨²blico tradicional¡±. Tampoco cree que el auge de los extremismos europeos favorezca las disidencias en el PP: ¡°Es una respuesta a puras cuestiones internas, en las que la cuesti¨®n europea o la xenofobia no cuentan¡±.
Lo cierto es que los asuntos que movilizan al radicalismo espa?ol de derechas est¨¢n desconectados de los extremismos antieurope¨ªstas y contra los extranjeros en Francia, Holanda, Finlandia o Reino Unido. El independentismo catal¨¢n, la gesti¨®n del final de ETA o el juego pol¨ªtico de la izquierda abertzale son algunos de los caballos de batalla de los disidentes del PP y remiten a cuestiones pol¨ªticas siempre ulceradas en la pol¨ªtica espa?ola. Otra vez aparece el tema de la unidad nacional frente a los soberanismos catal¨¢n y vasco, incluida la recentralizaci¨®n del Estado, como propone Vox, que propugna un solo Gobierno y un solo Parlamento nacionales, limit¨¢ndose a aceptar una ¡°descentralizaci¨®n administrativa¡±.
Pero ese impulso, sobre fondo de crisis econ¨®mica y de nacionalismo espa?ol, tampoco representa vuelta alguna al fascismo, ni continuidad con el ultraderechismo neofranquista de la Transici¨®n, que jug¨® las cartas de la coacci¨®n callejera y del apoyo militar a un golpe de fuerza contra la democracia ¡ªaunque no le hiciera ascos a presentarse tambi¨¦n a elecciones.
El historiador Santos Juli¨¢ afirma que ni ¨¦l ni quienes han trabajado a fondo sobre la extrema derecha en Espa?a (Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Jim¨¦nez, Ferran Gallego, Xavier Casals) han visto una continuidad entre aquella y la que pueda existir en la actualidad. ¡°La extrema derecha del final del franquismo y el principio de la Transici¨®n¡±, explica Santos Juli¨¢, ¡°disfrutaba a¨²n de fuertes apoyos institucionales ¡ªen los sindicatos verticales, en las Fuerzas Armadas¡ª que perdieron por completo tras la fracasada intentona golpista del 23-F, su canto del cisne. El lugar que dejaron vac¨ªo no fue ocupado por nada similar al MSI italiano, el partido de Le Pen en Francia o movimientos parecidos de Austria o B¨¦lgica, que eran nuevos, no vinculados org¨¢nicamente al fascismo¡±.
El partido de Blas Pi?ar obtuvo casi 400.000 votos en el a?o 1979
¡°No s¨¦ lo que saldr¨¢ de las disidencias del PP¡±, agrega Santos Juli¨¢. ¡°Pero, en todo caso, nada que pueda decirse continuaci¨®n de la extrema derecha de la Transici¨®n, que acab¨® en la fragmentaci¨®n y la irrelevancia¡±.
La situaci¨®n ha evolucionado en Espa?a de modo muy distinto al resto de Europa, precisamente porque un partido de poder ha logrado ocupar todo el espacio pol¨ªtico y electoral de derechas. El proceso de construcci¨®n de esa fuerza se inici¨® a partir del momento en que la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), instrumento creado por Adolfo Su¨¢rez y gran protagonista de la Transici¨®n, tuvo que disolverse tras sufrir una cat¨¢strofe electoral en 1982, cuando su fundador ya se hab¨ªa marchado del partido. Del 34,4% de los votos obtenidos en 1977, UCD cay¨® al 6,7% en solo cinco a?os, tras la divisi¨®n de sus dirigentes. Los electores se fugaron masivamente, bien hacia el PSOE de Felipe Gonz¨¢lez, bien hacia la Alianza Popular de Manuel Fraga. Un resto de centristas permaneci¨® fiel a Su¨¢rez bajo otras siglas, durante algunos a?os; pero a finales de los noventa, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar culmin¨® la operaci¨®n de absorber todo el voto de centro y otros restos en el PP. El proceso continu¨® en 2011, ya con Mariano Rajoy al frente, cuando ese partido atrajo a antiguos electores del PSOE.
Lo llamativo de las ¨²ltimas disidencias del Partido Popular es la ruptura de ese proceso de concentraci¨®n. Hay quien cree que no llegar¨¢ lejos, porque el sistema electoral, fuertemente bipartidista, frena a los nuevos partidos. Personas relevantes del PP se dicen convencidas de que sus votantes dubitativos o cr¨ªticos volver¨¢n a respaldar las candidaturas del partido frente al ¡°caos¡± que, a su juicio, representar¨ªa una conjunci¨®n futura de fuerzas de izquierda y nacionalistas.
Pero no conviene dejarse enga?ar: cuando los proyectos pol¨ªticos son persistentes, terminan superando las barreras levantadas por las reglas electorales. Para darse cuenta de ello es interesante el caso de Francia, un pa¨ªs cuyo sistema de escrutinio (mayoritario a dos vueltas) ha enmascarado durante decenios la verdadera potencia del Frente Nacional. Ha necesitado 38 a?os para pasar de un escaso 1% de votos en las presidenciales de 1974 (ganadas por Giscard) al 18% en las presidenciales de 2012 (ganadas por Hollande). Ahora acaricia la posibilidad de encaramarse al primer puesto en las europeas.
Vallesp¨ªn no cree que Aznar dinamite la unidad de los conservadores
El Frente Nacional franc¨¦s, conforme se han ido sucediendo los procesos electorales, ¡°ha conseguido ampliar su electorado desde la burgues¨ªa hacia las clases trabajadoras; incluso ha terminado arrebatando al Partido Comunista el papel de refugio de los desesperados¡±, seg¨²n Antonio Fern¨¢ndez Garc¨ªa y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Jim¨¦nez, especialistas acad¨¦micos en la extrema derecha. La familia Le Pen ha construido su peana electoral en las zonas urbanas en crisis econ¨®mica, donde hay mayores concentraciones de poblaci¨®n inmigrante y que sufren m¨¢s delincuencia. A esto ha a?adido recientemente la agitaci¨®n nacionalista contra la Uni¨®n Europea y contra la moneda com¨²n.
Condicionar la l¨ªnea ideol¨®gica del PP o acusar de ¡°tibio¡± al presidente del Gobierno por permitir las excarcelaciones de etarras decididas por la justicia son catalizadores de actitudes emocionales y de reflejos crispados en la pol¨ªtica espa?ola. Los que se van del PP puede que sean pol¨ªticos amortizados, pero la cuesti¨®n de inter¨¦s, cara al futuro, es la potencialidad del populismo para abrirse paso cuando se trata de recoger y agrandar el desencanto hacia las corrientes centrales de la pol¨ªtica. Esto s¨ª que es un fen¨®meno visible en muchas partes de Europa. Y no hay raz¨®n para pensar que Espa?a va a quedar al margen.
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