La escuela permeable
Una mayor implicaci¨®n de las familias mejora los resultados Algunos colegios obstaculizan la participaci¨®n externa, pero no todos los padres est¨¢n dispuestos a trabajar con el maestro
Las familias deben implicarse en la educaci¨®n de sus hijos. Eso nadie lo duda y los estudios avalan la mejora de los resultados acad¨¦micos cuando eso ocurre. Pero no todos los padres est¨¢n animados a participar de la vida escolar, ni todos los centros abren sus puertas al exterior para que la formaci¨®n de los ni?os fluya tambi¨¦n de fuera a dentro. Se trata, dicen los especialistas, de fomentar las v¨ªas de participaci¨®n y comunicaci¨®n entre escuela y familias, mejorar la predisposici¨®n a colaborar de ambas partes y favorecer la conciliaci¨®n laboral con el horario escolar, como principales medidas. Pero no es f¨¢cil, y cada vez que se menciona un problema educativo, como los malos resultados de los alumnos espa?oles en la prueba de resoluci¨®n de problemas cotidianos, se desentierran las culpas. ?Qu¨¦ responsabilidad tienen las familias y cu¨¢nta los docentes?
¡°Tras unos a?os en que las familias casi eran apartadas de las escuelas porque se pensaba que la educaci¨®n deb¨ªa quedar solo en manos de expertos, ahora se ha pasado a implicarlas m¨¢s en todo el proceso¡±, explica Ismael Palac¨ªn, director de la Fundaci¨®n Jaume Bofill, experta en temas educativos. Y a?ade que ¡°se ha pasado incluso a culpabilizarlas¡± de los malos resultados de los estudiantes.
De la importancia de la implicaci¨®n de las familias en el rendimiento de los estudiantes da cuenta el informe PISA 2009. En aquellos casos en que los padres le¨ªan a sus hijos a menudo durante el primer a?o de primaria, los adolescentes obtuvieron 25 puntos m¨¢s de media que sus compa?eros. Diferentes estudios coinciden en que los padres cada vez est¨¢n m¨¢s encima de los estudios. El 80% de los ni?os de primaria reciben ayuda y el 45% de los de secundaria, seg¨²n la Encuesta sobre los h¨¢bitos de estudio de los ni?os espa?oles de TNS Demoscopia.
Marina: ¡°De la personalidad del ni?o debe ocuparse tambi¨¦n el colegio¡±
¡°Los padres est¨¢n ah¨ª. No es verdad que deleguen la responsabilidad en la escuela¡±, afirma tajante Marta Comas, antrop¨®loga, educadora social y directora del estudio de la Fundaci¨®n Jaume Bofill ?C¨®mo participan madres y padres en la escuela?, realizado a partir de una encuesta a 1.500 familias catalanas con hijos de hasta 16 a?os. El informe revela que a m¨¢s nivel formativo y m¨¢s poder adquisitivo, las familias se implican m¨¢s en todos los ¨¢mbitos. Mientras el 73% los padres con estudios primarios asisten a actividades de la escuela (fiestas o charlas) y el 23% participa activamente en las AMPA, los porcentajes se elevan al 85% y 30% respectivamente cuando se poseen t¨ªtulos universitarios.
La implicaci¨®n en el caso de familias monoparentales (por problemas de conciliaci¨®n) y de inmigrantes es m¨¢s reducida. En cuanto a este ¨²ltimo colectivo, los expertos de la Bofill descartan el argumento de ¡°choque cultural¡± para explicar su menor participaci¨®n y lo justifican en la confluencia de elementos como el bajo nivel econ¨®mico y formativo con una mayor probabilidad de movilidad o cambio de escuelas debido al trabajo de los padres. ¡°Pero a iguales condiciones econ¨®micas y de movilidad entre inmigrantes y aut¨®ctonos, se igualan tambi¨¦n los niveles de participaci¨®n. El echar ra¨ªces y establecer lazos con la comunidad es clave para superar las barreras de participaci¨®n¡±, apunta el informe.
El auge de la ¡®educaci¨®n en la sombra¡¯
Cuanto mayor es el ni?o, m¨¢s temen los padres tener que ayudarle con las tareas al volver del trabajo. Por ello acudir a clases de refuerzo en una academia o recibir clases particulares en casa se ha convertido en algo habitual en muchos hogares. Es lo que los brit¨¢nicos llaman Shadow Education (educaci¨®n en la sombra). En 2011 se contabilizaban hasta 18.000 peque?as empresas dedicadas a ello en Espa?a.
Los datos de PISA 2009 indican que el 60% de los chicos de 15 a?os espa?oles hab¨ªan recibido clases particulares. Es una proporci¨®n que se puede considerar alta si la comparamos con la media de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos OCDE (51%). Y coloca a Espa?a como el segundo pa¨ªs de Europa que m¨¢s utiliza este recurso, por detr¨¢s solo de Grecia.
"Al ser una actividad privada, es utilizada prioritariamente por las familias de m¨¢s alto rango social, econ¨®mico y educativo, hecho que afectar¨ªa profundamente la equidad y la cohesi¨®n", denuncia Ariadne Runte-Geidel, profesora de Teor¨ªa e Historia de la Educaci¨®n de la Universidad de Ja¨¦n, en su estudio La incidencia de las clases particulares en Espa?a en los datos de PISA.
En Asia, los altos resultados en esta evaluaci¨®n internacional no solo se relacionan con la metodolog¨ªa en las aulas, sino con las horas pasadas en clases extraescolares. Sus familias se gastan verdaderas fortunas en garantizar que sus hijos reciben una educaci¨®n exquisita que les permita ascender socialmente. En China, por ejemplo, la educaci¨®n supone un 20% de los gastos de las familias. Y recoger los frutos de estos esfuerzos se convierte casi en una obsesi¨®n que acaba por martirizar a los alumnos. El pasado a?o, en un caso extremo, dos adolescentes se quitaron la vida al no ser capaces de terminar a tiempo sus deberes.
Si tenemos en cuenta todas las edades desde la infancia a la adolescencia, el 44% de los chicos en Espa?a toman clases de una actividad no deportiva, un porcentaje en la media mundial. Del f¨²tbol o el yudo se ha pasado al Kumon para mejorar en Matem¨¢ticas, o a aprender chino. Crece el porcentaje incluso en pa¨ªses en los que las familias eran reacias a los complementos, como Alemania, Noruega o Francia, donde acuden el 20%.
Hay otros motivos, m¨¢s relacionados con costumbres y h¨¢bitos. ¡°Algunos padres desconocen hasta qu¨¦ punto es correcto implicarse, hay miedo a invadir el terreno del profesorado. Y por parte de los maestros, hay miedo a que no sea respetado su criterio profesional¡±, se?ala Jordi Garreta, profesor de Sociolog¨ªa de la Educaci¨®n en la Universidad de Lleida.
¡°Si el ni?o tiene problemas en la escuela y no se siente bien, no va a hacer nada por atraer a sus padres a ese entorno¡±, a?ade Maria Jes¨²s Comellas, profesora del Departamento de Pedagog¨ªa Aplicada de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona. Para esta experta, a veces las propias escuelas levantan muros con actos tan visibles como no dejar que los padres pasen de la puerta principal, excepto en preescolar o para las fiestas. ¡°Es una barrera simb¨®lica y afectiva. Esto no ayuda para que los padres establezcan un v¨ªnculo con la escuela. A veces tambi¨¦n falla la actitud, porque los profesores est¨¢n a la defensiva¡±, tercia Comellas, que apuesta por abrir nuevas v¨ªas de participaci¨®n a las familias. Una actitud que choca si se compara con Finlandia, por ejemplo, donde un contribuyente puede sentarse en una silla y seguir una clase para comprobar si su dinero se invierte bien.
Una experta cree que las tareas de la vida cotidiana son cosa del hogar
¡°La relaci¨®n con la escuela parece m¨¢s cercana en primaria porque te acercas a buscarles, pero en realidad es tan opaca y cerrada como en secundaria. No sabes nada de la movilidad de la plantilla, del fracaso escolar...¡±, sostiene Isabel Ordaz, de la asociaci¨®n Otra escuela es posible, que crearon hace seis a?os un grupo de padres en Madrid. ¡°La educaci¨®n de mis hijos es la misma que recib¨ª yo. Memorizar y memorizar. Algo tiene que cambiar¡±, a?ade.
Muchos centros est¨¢n rompiendo estos muros. En la escuela Els Encants de Barcelona realizan la que llaman entrada relajada. A las 9 de la ma?ana y durante media hora los padres pueden entrar en la clase. Durante este tiempo los profesores aprovechan para contactar individualmente con los padres y el alumno y mantienen una charla, por ejemplo, sobre c¨®mo han pasado la noche. Tambi¨¦n se hace participar a los padres, invit¨¢ndoles a que hagan alguna actividad relacionada con su profesi¨®n. ¡°Si el padre es economista, puede llevar las cuentas. Si es jardinero, puede ocuparse de las plantas. Si es cocinero, que se encargue de la comida. Todos los padres deben aportar sus habilidades y capacidades, sean cual sea su nivel formativo. Y la escuela deber saber darles valor y aprovecharlas¡±, apunta Comas.
¡°Los padres se desvinculan cuando los ni?os crecen y hay que decirles: ¡®Oiga, que su hijo no es tan mayor, que est¨¢ en una edad muy fastidiada y hay que estar pendiente de ¨¦l¡¯. Y lo que pasa es que al final, quien viene a hablar con el tutor es el padre del ni?o que va bien¡±, defiende al gremio Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez, director de la federaci¨®n de directores de centros p¨²blicos. ¡°Existen mecanismos en los centros para que los padres se informen. Por ejemplo, el programa educativo est¨¢ en la web. Lo que no podemos es enfrentarnos profesores y padres¡±, a?ade.
El apoyo en casa disminuye a medida que el estudiante se hace mayor
Pero la crisis est¨¢ demoliendo muchas de estas barreras mentales y costumbristas, dejando paso a una actitud m¨¢s pr¨¢ctica y de convivencia ante las dificultades econ¨®micas. Se empez¨® por peque?os actos, como aunar esfuerzos para limpiar el colegio, darle una mano de pintura o arreglar desperfectos. Pero con el enquistamiento de la crisis y el empobrecimiento de muchas familias, las AMPA, a pesar de haber perdido la mayor¨ªa de las subvenciones p¨²blicas, est¨¢n organiz¨¢ndose para facilitar libros de texto, becas de comedor o incluso ropa de abrigo para las m¨¢s necesitadas.
¡°De apartar a los progenitores se ha pasado a culparles¡±, opina otro analista
A la hora de hacer los deberes, la implicaci¨®n de los padres var¨ªa. Se vuelcan al comienzo; lo hacen un 88% de padres con hijos en los dos primeros cursos de primaria. Este porcentaje retrocede hasta el 60% al final de este ciclo. En cambio, al acabar la ESO solo un 26% ayuda siempre a su hijo. ¡°A lo mejor piensan que ya son m¨¢s aut¨®nomos, pero posiblemente har¨ªa falta una mayor supervisi¨®n¡±, apuesta Comas. ¡°La ayuda no tiene que centrarse en los contenidos, sino en la gesti¨®n del tiempo, en el inter¨¦s por lo que sucede en la escuela, en la supervisi¨®n de la realizaci¨®n de los deberes¡¡±, remacha el fil¨®sofo Jos¨¦ Antonio Marina, presidente de la fundaci¨®n Universidad de Padres.
Pero, ?qu¨¦ papel educativo juega la escuela y cu¨¢l la familia? Comellas define los cometidos: ¡°Los maestros son los especialistas del aprendizaje, tienen unos conocimientos que muchas familias no poseen. La escuela tambi¨¦n es el n¨²cleo de desarrollo social y afectivo. La familia debe aportar estos v¨ªnculos afectivos y ense?ar los quehaceres de la vida cotidiana. Ense?ar a poner una lavadora o coger un metro es trabajo de los padres, no de la escuela¡±. Pero esta experta destaca un ¡°espacio com¨²n¡± entre ambos lugares, en el que ¡°se ayude al ni?o a madurar, a hacerlo aut¨®nomo y ense?arlo a espabilarse¡±.
¡°La educaci¨®n camina sobre dos patas: la instrucci¨®n y la formaci¨®n de la personalidad. De la instrucci¨®n se ocupa la escuela, de la formaci¨®n de la personalidad, los dos¡±, opina Marina. ¡°Y cuando los padres se retiran de estas funciones, los docentes deben compensarlo. Somos los grandes cuidadores de la infancia y de la adolescencia¡±.
Este alejamiento durante la secundaria de los padres se produce tambi¨¦n en las actividades escolares. Si la asistencia a estos actos llega al 90% de las familias en infantil, en la ESO se queda en el 53%, seg¨²n la Bofill. Los expertos aclaran que influye el que los institutos p¨²blicos no acostumbran a organizar muchos festejos abiertos a las familias ¡ªsolo lo hace el 44%¡ª, mientras que abren el 82% en la privada y concertada.
Para Comas, los institutos p¨²blicos ¡°suspenden¡± en muchos de los indicadores de relaciones con las familias y apuesta por reforzarlos. ¡°Las familias deber¨ªan estar m¨¢s presentes en la secundaria en el ¨¢mbito l¨²dico y educativo. Como en la orientaci¨®n profesional para los a?os futuros¡±, apunta la profesora.
En cuanto a la relaci¨®n directa entre familias y escuela, el informe asegura que el 89% han asistido, al menos, a una entrevista con el tutor. ¡°Hay padres, sobretodo en secundaria, que explican que solo van a ver al tutor si se produce alg¨²n incidente, pero defienden que sus hijos no dan problemas y no ven necesario entrevistarse con el profesor¡±, explica Sandra Escapa, investigadora de la Fundaci¨®n Bofill. Con el fin de acabar con esta desconexi¨®n entre los centros y los hogares, hace unas semanas el sector de la concertada lanz¨® un manifiesto para que se reconozca por ley una flexibilidad laboral para hacer un seguimiento educativo.
Estas barreras en la conciliaci¨®n aumentan la brecha entre los centros escolares y los hogares pese a marchar juntos en las mareas verdes contra los recortes educativos. ¡°Hay una falta de comunicaci¨®n, un recelo destructivo entre escuela y familia¡±, subraya Marina. Y lo achaca a dos factores importantes. ¡°El actual predominio de la cultura de los derechos sobre una cultura de los deberes. Todos somos muy r¨¢pidos en exigir a los dem¨¢s, y muy lentos en exigirnos a nosotros mismos¡±, reflexiona, ¡°y muchos padres piensan que una cr¨ªtica a sus hijos es una cr¨ªtica hacia ellos, y responden violentamente¡±. El trato al maestro ha dejado de ser reverencial como anta?o y ahora es de t¨² a t¨².
Una de las v¨ªas m¨¢s habituales que tienen las familias para implicarse en la escuela es inscribirse en las asociaciones de padres y madres de alumnos, las AMPA. Seg¨²n la encuesta catalana, un 84,4% de familias est¨¢n asociadas a una de ellas y un 27% participa activamente. El resto aduce desinter¨¦s por la tarea que realizan o porque no pueden pagar la cuota. Pero a pesar de las dificultades, las familias no renuncian del todo y apuestan por la educaci¨®n de sus hijos. Un bot¨®n: el porcentaje de escolares espa?oles que cursan todo un a?o en el extranjero ha crecido un 23% en dos a?os.
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