Muebles que conservan bosques
Elegir productos con maderas obtenidas de forma sostenible permite proteger el rol del sector forestal en el medio ambiente
La deforestaci¨®n es uno de los grandes problemas medioambientales globales. Seg¨²n la organizaci¨®n ecologista WWF, si no se toman medidas, desde hoy hasta 2050 se perder¨¢n 2,3 millones de kil¨®metros cuadrados de bosque, una superficie superior a la de M¨¦xico. Pero cada vez hay m¨¢s iniciativas que abogan por un uso sostenible de los bosques, capaz de reducir e incluso revertir esta tendencia. Y cada vez m¨¢s consumidores tienen en cuenta estas iniciativas a la hora de comprar muebles y suelos de madera.
Un bosque vivo es un recurso natural de valor incalculable. Su principal importancia medioambiental es su capacidad de retener di¨®xido de carbono ¡ªel principal gas de efecto invernadero¡ª y expulsar ox¨ªgeno. Seg¨²n la NASA, un 45% del carbono de la superficie terrestre est¨¢ contenido en los bosques del mundo. Adem¨¢s, los bosques contribuyen a evitar la desertizaci¨®n ¡ªun problema en ascenso, especialmente en Espa?a¡ª y son puntos calientes de biodiversidad.
Pero para mantener un bosque vivo, en la mayor parte del mundo, hace falta la ayuda de los que viven en y de ¨¦l. ¡°Si el bosque no le sirve a sus propietarios para poder vivir, acabar¨¢n deforest¨¢ndolo para otros usos¡±, advierte Gustavo Anguita, director ejecutivo del Consejo de Gesti¨®n Forestal (FSC, en sus siglas en ingl¨¦s), una de las dos grandes organizaciones de certificaci¨®n forestal. La crisis, afirma, ha hecho caer la importaci¨®n de maderas tropicales en Europa, por lo que entre las comunidades madereras aumenta la tentaci¨®n de talar el bosque y dedicarlo a cultivos. ¡°Hay que consumir madera¡±, apunta, ¡°pero hay que hacerlo de forma responsable¡±.
¡°En principio cualquier mueble de madera es de origen sostenible por s¨ª mismo, pues de lo contrario no podr¨ªa estar en el mercado europeo¡±, apunta Manuel Carrillo, director del Instituto T¨¦cnico del Mueble y la Madera (Aidima). En 2013, entr¨® en vigor el Reglamento Europeo de la Madera, que proh¨ªbe la venta de madera ¡°aprovechada ilegalmente¡± y obliga a los fabricantes y vendedores a ser ¡°debidamente diligentes¡± para asegurarse de que lo que compran no procede de explotaciones ilegales. Pero alerta: ¡°a¨²n falta legislaci¨®n que sancione a los que incumplan la ley¡±.
D¨¦calogo de un bosque sostenible, seg¨²n el FSC
1. Que su gesti¨®n se haga de acuerdo a las leyes en vigor.
2. Que la propiedad del bosque est¨¦ conforme a derecho.
3. Que los derechos de los pueblos ind¨ªgenas de la zona, si los hubiera, sean considerados y respetados.
4. Que la gesti¨®n del bosque tenga en cuenta los derechos y el bienestar de los trabajadores de la explotaci¨®n.
5. Que la gesti¨®n forestal ha de ser integral, de forma a aprovechar todos los recursos del bosque y reducir al m¨ªnimo la producci¨®n de residuos.
6. El impacto de la explotaci¨®n del bosque sobre el paisaje, la biodiversidad y los recursos h¨ªdricos de la zona deben ser los menores posibles.
7. El bosque debe ser gestionado con un plan a largo plazo.
8. Todo este proceso debe ser controlado de principio a fin.
9. Los bosques que tengan un especial valor de conservaci¨®n deben ser considerados como tal a la hora de su explotaci¨®n econ¨®mica.
10. Los bosques cultivados deben ser gestionados de la misma forma que los silvestres.
Que no sea ilegal no significa que sea ecol¨®gica. Pero el consumidor no est¨¢ desamparado. ¡°Existen mecanismos de certificaci¨®n que acreditan ese origen sostenible de la madera¡±, se?ala Carrillo. ¡°Es decir, que la madera procede de bosques en los que los ¨¢rboles se talan, plantan y cuidan adecuadamente para optimizar el impacto ambiental¡±.
El problema para el consumidor es que tiene varias etiquetas donde elegir. Las dos principales entidades certificadoras, el FSC y el Programa para el Aval de Certificaciones Forestales (PEFC, en sus siglas en ingl¨¦s), compiten entre s¨ª. ¡°El FSC tiene el respaldo de las asociaciones ambientalistas¡±, apunta Alberto Romero, secretario general de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Industria y Comercio de la Madera (AEIM), ¡°mientras que el PEFC fue desarrollado por la propia industria maderera. Desde el principio FSC se ha querido erigir como el ¨²nico sistema fiable, pero yo observo un poco m¨¢s de di¨¢logo entre ambas asociaciones¡±. La competici¨®n tambi¨¦n tiene un componente econ¨®mico: certificar un bosque en FSC, por ejemplo, cuesta anualmente, de media, entre 15 y 45 euros por hect¨¢rea.
Ambas organizaciones controlan tanto que el bosque de donde se saca la madera est¨¦ controlado ¡ªde forma que la producci¨®n de madera se haga conforme a principios que respeten el ecosistema, el suelo, el agua y el papel de los bosques en el cambio clim¨¢tico¡ª como que el proceso de conversi¨®n en un producto acabado (como muebles o suelos) solo utilice maderas certificadas ¡ªla llamada cadena de custodia. Los criterios de FSC son m¨¢s exigentes que los de PEFC, pero la primera organizaci¨®n tiene una etiqueta intermedia, la llamada madera controlada, que permite usar productos de fuentes ¡°aceptables¡±.
Seg¨²n Alberto Romero, el sector del mueble espa?ol, ¡°como el del resto del sur de Europa¡±, todav¨ªa va muy ¡°a remolque¡± comparado con el norte del continente, m¨¢s concienciado ecol¨®gicamente. ¡°De hecho, muchas empresas espa?olas han decidido certificar su producci¨®n para poder exportar¡±.
La trazabilidad de la madera, es decir, saber la procedencia de cada pieza de cada mueble, sigue siendo lo m¨¢s complicado de controlar. Especialmente con las maderas tropicales, como la teca, que no se producen en la UE y, se utilizan, sobre todo, para mobiliario de exterior. ¡°El principal foco de riesgo son los muebles de jard¨ªn¡±, apunta Romero. ¡°El problema es que en la etiqueta viene el lugar de la fabricaci¨®n, no el del origen de la madera. Una mesa de madera noble puede estar etiquetada como fabricada en Vietnam, por ejemplo, pero no sabes de d¨®nde se han talado los ¨¢rboles. Ah¨ª a¨²n queda mucho por recorrer¡±.
Ya existen bosques tropicales certificados, pero eso, afirma Romero, se nota en el coste. ¡°Entre un 20 y un 25% m¨¢s que el precio normal¡±, calcula. Para las maderas normales, la diferencia es much¨ªsimo menor. ¡°Los costes de certificaci¨®n y de implantaci¨®n de la cadena de custodia no suponen un plus gravoso para el distribuidor¡±, se?ala Carrillo. ¡°No tiene por qu¨¦ ser m¨¢s caro¡±. Pero el consumidor se lleva algo m¨¢s que un mueble. En palabras de Gonzalo Anguita, ¡°hay que valorar el servicio al ecosistema de ese bosque. El 20% de la huella de carbono viene de la deforestaci¨®n. Los bosques tienen una importancia decisiva en el ciclo del agua y para mantener la biodiversidad. Es un valor que, en definitiva, se pierde si los destruimos¡±.
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