Queda prohibido el robo en esta calle
Los jueces cercan a los carteristas con ¨®rdenes de alejamiento de la v¨ªa p¨²blica y transportes No hay consenso sobre la legalidad y eficacia de esta medida Solo es aplicable a delitos, no a faltas
Llegan en grupo. Provocan un tap¨®n, se chocan, arman un peque?o esc¨¢ndalo y, como el que no quiere la cosa, acaban rob¨¢ndole la cartera a la v¨ªctima aprovechando la confusi¨®n. A estas carteristas se las conoce como el clan de las bosnias y llevan m¨¢s de una d¨¦cada robando en el centro de Madrid, en el metro o en las estaciones de autobuses, utilizando esa t¨¦cnica (se llama del tap¨®n) y combin¨¢ndola con la de la muletilla: se tapan el brazo con un peri¨®dico o una chaqueta para que no se note que est¨¢n metiendo la mano en un bolso que no es el suyo. Estas mujeres, que tambi¨¦n han delinquido en Barcelona, han sido detenidas en numerosas ocasiones, pero enseguida han vuelto a estar en la calle, ya que lo que cometen son peque?os hurtos (lo sustra¨ªdo no supera los 400 euros, barrera entre falta y delito) sin violencia. Pero ahora, despu¨¦s de pillarlas robando a un turista una cartera que conten¨ªa 700 euros, un juzgado de Madrid ha dictado contra cuatro de ellas una orden cautelar de alejamiento que les impide acercarse al centro de la capital; en concreto, las calles que no podr¨¢n pisar, so pena de c¨¢rcel, son Bail¨¦n, Mayor, las plazas Mayor y de Cibeles, el paseo del Prado y la carrera de San Jer¨®nimo.
¡°A nadie le gusta, pero un hurto no es como para meter a alguien en la c¨¢rcel¡±
La presencia de los carteristas en las zonas m¨¢s concurridas y tur¨ªsticas es un viejo problema ¡ªlas autoridades de varios pa¨ªses han llegado a advertir a sus viajeros que tengan mucho cuidado en sus viajes a Espa?a¡ª y las ¨®rdenes de alejamiento a determinados espacios, una de las medidas que se utilizan desde hace a?os ¡ªen ocasiones, a petici¨®n de polic¨ªas y fiscales¡ª para intentar frenarlo. Sin embargo, la cuesti¨®n plantea dudas desde el punto de vista legal ¡ª?cu¨¢l es el encaje de una medida que afecta a la libertad de circulaci¨®n de las personas?¡ª, desde el ¨¦tico y, finalmente, sobre su eficacia.
En cuanto a la primera cuesti¨®n, ¡°la redacci¨®n [de la ley] es demasiado amplia, de tal manera que la legalidad queda en manos del juez¡±, dice V¨ªctor Moreno Catena, catedr¨¢tico de Derecho Procesal de la Universidad Carlos III. ¡°En realidad, estas medidas nacieron pensando en casos como los de violencia de g¨¦nero¡±.
Trucos habituales
El tap¨®n. Un grupo de cacos forman una aglomeraci¨®n para, en la confusi¨®n, robar alg¨²n objeto. Por ejemplo, una parte del grupo se coloca delante de la v¨ªctima y otra, detr¨¢s, en unas escaleras mec¨¢nicas o en la boca del metro. Los primeros, al llegar al final de las escaleras, simulan que se les cae algo al suelo y, al detenerse a recogerlo, forman el tap¨®n que aprovecha la persona que viene detr¨¢s para meter la mano en bolso o bolsillo ajeno. Normalmente, lo sustra¨ªdo se pasa a una persona distinta.
La mancha. Una persona mancha a la v¨ªctima con tinta, tomate... Una segunda le advierte del lampar¨®n y otra tercera, el buen samaritano, se ofrece a limpiarlo con un pa?uelo y aprovecha ese momento para robar.
La muletilla. Consiste en llevar el brazo cubierto con un peri¨®dico o un abrigo para que, por ejemplo, cuando el vag¨®n va muy lleno y los viajeros van muy apretados, no se note que est¨¢n metiendo la mano en el bolso de alguien.
La petici¨®n de firmas. La persona se acerca a la v¨ªctima solicit¨¢ndole la firma para alguna causa solidaria. Si lo hace, el caco se despide con un abrazo, momento en el que roba. En otras ocasiones, los ladrones-peticionarios de firmas inician una discusi¨®n con alguien que est¨¦ sentado en una terraza y, en alg¨²n momento, dejan la carpeta sobre el m¨®vil que est¨¢ sobre la mesa; cuando la situaci¨®n se calma, se lleva el aparato junto a la carpeta.
Los falsos polic¨ªas. Un grupo de cinco o seis cacos disfrazados de polic¨ªas hacen registro a la desavisada v¨ªctima, normalmente, a un turista poco familiarizado con la indumentaria de los agentes espa?oles.
De hecho, al propio clan de las bosnias se le prohibi¨® el a?o pasado pisar el metro y, poco despu¨¦s, la Audiencia Provincial de Madrid tir¨® abajo esta decisi¨®n, entre otras razones, por desproporcionada y porque no hab¨ªa una v¨ªctima concreta a la que proteger. Sin embargo, aquel auto de la audiencia no conten¨ªa la clave de por qu¨¦ no era v¨¢lida esa medida, seg¨²n Manuel Cancio, catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. ¡°Los art¨ªculos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y del C¨®digo Penal que permiten estas medidas hablan literalmente de delitos, no de faltas, como es el caso de la mayor¨ªa de estos hurtos¡±, explica. Una diferencia que distingue aquella orden de alejamiento del metro para las bosnias de esta de ahora, porque el hurto superaba los 400 euros, convirti¨¦ndolo en delito.
Y una diferencia que tienen muy en cuenta a la hora de pedir alejamientos para carteristas en la Fiscal¨ªa de Barcelona, seg¨²n un portavoz, que a?ade que en muy pocos casos se supera esa cantidad. Luego, en cualquiera de los casos, quedar¨ªan abiertas las cuestiones de la proporcionalidad, las v¨ªctimas a proteger, etc¨¦tera.
A pesar de las dudas, como m¨ªnimo, que existen al respecto, estas decisiones ¡ªque se pueden aplicar como medida cautelar mientras se instruye una causa o, despu¨¦s, como parte de la pena¡ª no solo se han aplicado y se est¨¢n dictando, sino que cada vez se est¨¢ ampliando m¨¢s el ¨¢rea del veto. Hace unos cinco a?os, las primeras ¨®rdenes de alejamiento ¡ªlas hubo en Ja¨¦n, Valencia o Badajoz¡ª se refer¨ªan a comercios o grandes superficies. A partir de ese momento, y tras la petici¨®n de los Mossos d¡¯Escuadra y la fiscal¨ªa de Barcelona de que se aplicaran m¨¢s resoluciones similares, se empezaron a dictar para prohibir que los cacos entrasen en medios de transporte como el metro; de hecho, hace apenas unos meses, en octubre de 2013, un juzgado de M¨¢laga conden¨® a dos carteristas a no acercarse a menos de 500 metros del aeropuerto de la ciudad (el bolso robado conten¨ªa 2.000 euros).
Y, al final, el veto ha llegado a la v¨ªa p¨²blica: aparte de la decisi¨®n del mes pasado del juzgado madrile?o, hace poco menos de un a?o, un juez balear prohibi¨® a siete mujeres conocidas como las claveleras acercarse al centro de Palma de Mallorca, a la playa o al paseo mar¨ªtimo: utilizaban un m¨¦todo muy parecido al del clan de las bosnias, pero en este caso la venta de flores era el m¨¦todo elegido para distraer la atenci¨®n de la v¨ªctima.
Llegados a este punto, el debate va un paso m¨¢s all¨¢ de la letra y la interpretaci¨®n de la ley para entrar en el terreno de la ¨¦tica, ya que se trata de una medida de restricci¨®n de libertad. Desde este punto de vista, Cancio se detiene en la idea de proporcionalidad entre la infracci¨®n y la pena. ¡°Yo entiendo que son reincidentes, pero, al final, de lo que se trata es de la posibilidad de meter a estos carteristas en la c¨¢rcel [lo cual se producir¨¢ si quebrantan la orden de alejamiento]. A nadie le gusta que le quiten la cartera, ni que se la quiten a tu pareja, a tus hijos, pero un hurto, una falta, tiene la gravedad que tiene y yo creo que no es para encerrar a una persona durante a?os en prisi¨®n¡±.
¡°Desde luego, algo hay que hacer; no es recibo que personas que acumulan 400 detenciones sigan en la calle delinquiendo, pero hay que tener mucho cuidado con estas medidas que afectan a la libertad de circulaci¨®n¡±, dice Moreno Catena, que coincide asimismo con Cancio en la falta de eficacia de estas medidas de alejamiento, ¡°por la dificultad pr¨¢ctica de hacer cumplir esa pena¡±, m¨¢s a¨²n si la restricci¨®n se refiere a la v¨ªa p¨²blica. ¡°No sirve absolutamente de nada. El hurto ya est¨¢ prohibido y no pueden impedirlo, pues esto tampoco¡±, a?ade Cancio.
No del todo de acuerdo est¨¢n los polic¨ªas y fiscales que reclaman este tipo de medidas. En Madrid, la Brigada M¨®vil del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa asegur¨® el a?o pasado que los delitos en el metro se hab¨ªan reducido un 40% tras la orden de alejamiento dictada contra el clan de las Bosnias, aunque poco despu¨¦s el veto fuera revocado por la Audiencia Provincial.
¡°Resulta un elemento disuasorio¡±, dice el jefe de investigaci¨®n de Barcelona, el inspector Pere Pau Guill¨¦n. Explica que se trata de un recurso m¨¢s dentro de los que han puesto en marcha desde que se cre¨® hace casi una d¨¦cada una unidad espec¨ªfica contra las personas reincidentes en esta clase de hurtos. ¡°Espa?a es un pa¨ªs muy seguro en general, pero el turista al que le roban la cartera se lleva una impresi¨®n de inseguridad brutal¡±, a?ade.
En su caso, afirma que la unidad especializada ha logrado reducir los hurtos en Barcelona un 18,3% en los ¨²ltimos cinco a?os con trabajo de investigaci¨®n para reunir pruebas contra grupos organizados o, en el caso de los que act¨²an solos, para demostrar que el robo es su medio de vida. De ese modo, la fiscal¨ªa ¡ª¡°la clave es que polic¨ªas, fiscales y jueces trabajemos juntos¡±, dice Guill¨¦n¡ª puede solicitar penas de c¨¢rcel (por ejemplo, de 15 d¨ªas) en lugar de multa, explica un portavoz de la Fiscal¨ªa Provincial de Barcelona.
Las ¨®rdenes de alejamiento funcionan en el caso del metro ¡ªlos cacos especializados en robar en los transportes ¡°se trasladan¡±¡ª, pero tanto agentes como fiscales tienen claro que solo las pueden usar cuando se trate de delitos, es decir, cuando los sustra¨ªdo supere los 400 euros de valor, algo que sucede en muy pocas ocasiones. Tambi¨¦n recelan de llevar la prohibici¨®n a las calles, pues en este caso se ve mucho m¨¢s claramente afectada la libertad deambulatoria; aunque alguien no pueda viajar en metro, tiene otras alternativas para llegar a alg¨²n lugar. Eso s¨ª, Guill¨¦n cree que, aunque no sean las calles, vetar espacios p¨²blicos como parques es un camino ¡°que quiz¨¢ s¨ª coviene explorar¡±. ¡°?Ser¨ªa positivo? Pues claro¡±, a?ade.
Espa?a es un pa¨ªs seguro, pero estas sutracciones alejan al turismo
El n¨²mero de hurtos creci¨® en Espa?a entre 2009 y 2012 un 18,5%, desde los 8.413 a los 9.975, seg¨²n los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, que a¨²na los de varios tipos ¡ªde los carteristas a particulares a las sustracciones en tiendas¡ª y no distingue entre delitos y faltas. Lo cierto es que las estad¨ªsticas sobre delincuencia han sido fuertemente criticadas por los acad¨¦micos ¡ªel profesor de Criminolog¨ªa de la UNED Alfonso Serrano titulaba un trabajo, en 2011, Dudosa fiabilidad de las estad¨ªsticas policiales sobre criminalidad en Espa?a¡ª, pero los hurtos comunes tienen un fuerte impacto en la percepci¨®n social, muchas veces con independencia de la realidad num¨¦rica.
El de la delincuencia patrimonial com¨²n (hurtos, robos...) ¡°incide de forma especialmente importante en los sentimientos de seguridad ciudadana, condicionando una pol¨ªtica criminal que, en atenci¨®n a la alarma social generada, ha optado por un progresivo endurecimiento de la respuesta punitiva¡±, escribe Marina Sanz-D¨ªez, profesora de Derecho Penal de La Universidad Rey Juan Carlos. Lo hace en un art¨ªculo publicado el a?o pasado sobre el tratamiento de la reincidencia en este tipo de faltas y delitos en el que acaba advirtiendo contra ¡°el desmedido endurecimiento de la respuesta penal¡±, llevados por esa alarma, frente a unos hechos de escasa lesividad. Adem¨¢s, sostiene que el origen de esta delincuencia ¡°est¨¢ en la marginalidad, es decir, en las deficiencias en la educaci¨®n; en la pobreza; en el paro; o, en el consumo de drogas [...]. Por ello, una pol¨ªtica criminal que responda con el ¨²nico instrumento del incremento de la pena, implica, cuando menos, un reparto poco equitativo del coste social¡±.
El catedr¨¢tico Cancio, volviendo a las ¨®rdenes de alejamiento de ciertas calles, recuerda con temor que en algunos pa¨ªses latinoamericanos ¡ªen C¨®rdoba (Argentina) o en algunos Estados de EE?UU¡ª existe una sanci¨®n administrativa contra el merodeo, que permite a las autoridades seleccionar qui¨¦n pasa por qu¨¦ sitios. ¡°?Es eso lo que quieren aqu¨ª?¡±.
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