Clases para aprender a no hablar al cuello de la camisa
Los directivos improvisan y arrastran un agudo sentido del rid¨ªculo Los expertos recomiendan personalizar los mensajes
¡°La gente ya pone cara de terror desde que empezamos a quitar las mesas de la sala para los ejercicios de voz. Me preguntan: ¡®?Pero c¨®mo, que vamos a hablar y estamos caminando?¡±. La observaci¨®n es del actor y pedagogo Luis Sampedro, dedicado, cuando no act¨²a, a ense?ar c¨®mo hablar en p¨²blico a ejecutivos. Para este argentino, ¡°el principal problema en Espa?a sigue siendo un sentido del rid¨ªculo muy exacerbado. Se nos educa el pensamiento l¨®gico, pero el creativo es muy escaso¡±. Creatividad es lo que necesitan ahora las empresas. Ya no valen ¨²nicamente discursos bien aprendidos, sino poner de uno mismo para que el mensaje cale en un momento de desafecci¨®n generalizada hacia las empresas y la pol¨ªtica
¡°Se necesita recuperar la confianza, ahora se busca naturalidad y los gestos planificados ya no sirven¡±, comenta Gemma Lligadas, formadora y directora de argumentaci¨®n y oratoria en la escuela de negocios ESADE. Lo primero que observa esta experta es que los futuros abogados y directivos llegan al aula con tics. En ESADE, hablar para otros es parte de la formaci¨®n reglada desde hace una d¨¦cada, uno de los escasos centros que sit¨²a saber hablar en p¨²blico en sus grados al mismo nivel que asignaturas m¨¢s sesudas. Pero en Espa?a en general esta sigue siendo la gran asignatura pendiente de directivos y pol¨ªticos que, bien improvisan, bien encorsetan sus discursos para vencer el p¨¢nico esc¨¦nico y mantener la sensaci¨®n de control.
Fran?ois Hollande ha entregado recientemente la pluma de sus discursos a uno de sus consejeros pol¨ªticos experto en m¨²sica negra y rap
Muy por delante se colocan Reino Unido y Estados Unidos, reyes del dominio de la palabra en p¨²blico. ¡°Estos pa¨ªses entendieron hace mucho tiempo que la comunicaci¨®n es estrat¨¦gica, de ella depende en gran medida la reputaci¨®n de la compa?¨ªa¡±, indica Jorge Peidri¨®, formador de portavoces en IE Business School. Por sus clases pasan alcaldes, consejeros delegados de grandes compa?¨ªas o de diputaciones, donde se les asesora sobre c¨®mo dirigirse a los medios de comunicaci¨®n. Peidri¨® es contundente sobre la falta de habilidades comunicativas. ¡°Incluso dentro de las compa?¨ªas del Ibex 35 hablan sin ninguna preparaci¨®n, no miden sus palabras, dicen lo primero que les pasa por la cabeza¡±. Saber lo que se dice repercute no solo en la imagen de la empresa, sino en su valor, aunque resulta dif¨ªcil hacerlo tangible. ¡°?C¨®mo se valora si la buena gesti¨®n de una crisis tiene impacto en el negocio?¡±, se pregunta.
Desconexi¨®n e incapacidad de llegar al p¨²blico son las principales carencias de ejecutivos y pol¨ªticos. El ant¨ªdoto: soltarse, personalizar lo que se va a decir y tener capacidad de empat¨ªa. ¡°?Digo esto porque lo dice el jefe o porque lo digo yo?¡±, matiza Sampedro. Gemma Lligadas, de ESADE, reconduce el gesto planificado de sus aspirantes a abogados y empresarios y les ense?a a hacerlo suyo. ¡°Los mensajes que triunfan, los que se te quedan, son los m¨¢s personales y eso se consigue con trabajo¡±.
El ¡°ya saldr¨¢¡± habitual entre ejecutivos no sirve en un mundo globalizado y en ingl¨¦s. ¡°Alguna vez alg¨²n directivo dice: ¡®Tengo a gente muy buena, tanto como en otros pa¨ªses, pero a los m¨ªos les da miedo y no saben transmitir lo que saben¡±, comenta M¨®nica de las Heras, cofundadora de la Escuela Europea de Oratoria en Madrid. Para esta especialista, autora del ensayo El secreto de Obama, donde desgrana el talento del presidente estadounidense para emocionar en sus discursos, lo que a¨²n les falta a dirigentes pol¨ªticos y empresarios es saber gestionar las propias emociones. En un pa¨ªs chill¨®n como es Espa?a, ¡°a Obama se le ha copiado el marketing pero no su tranquilidad. Aqu¨ª los pol¨ªticos siguen crispados¡±. En sus clases, cuando pregunta a sus alumnos si alg¨²n pol¨ªtico les ha emocionado por sus intervenciones, salen los viejos nombres: Julio Anguita, Felipe Gonz¨¢lez, Adolfo Su¨¢rez. ?Y ahora? ¡°Ninguno. No se muestran como personas, se ponen una m¨¢scara. Lo suyo ser¨ªa que cuando hablan de desahucios realmente lo sintieran¡±, remacha.
Incluso en Francia, un pa¨ªs que sabe expresarse, el presidente galo, Fran?ois Hollande, considerado brillante pero sin gancho, ha entregado recientemente la pluma de sus discursos a uno de sus consejeros pol¨ªticos experto en m¨²sica negra y rap. En La Escuela Europea de Oratoria se ense?a a escribir discursos, ¡°una profesi¨®n muy poco conocida que se encarga normalmente a quien pueda hacerlo, pero no a quien mejor sabe¡±, concluye De las Heras. Todos coinciden en que internet ha espoleado la necesidad de empresarios y pol¨ªticos de saber hablar en p¨²blico. ¡°Interesa hacerlo bien porque se va a ver de forma masiva¡±.
Evitar ser agresivos, empat¨ªa, ser flexibles y estructurar bien el discurso son algunas de las ense?anzas. Porque muchos de los que llegan a sus aulas no saben ni d¨®nde colocar las manos. ¡°Si las metes en los bolsillos, ya est¨¢s delatando que est¨¢s nervios¨ªsimo¡±, concluye Gemma Lligadas, de ESADE. Y luego, re¨ªrse de uno mismo, algo que tampoco abunda aqu¨ª.
Ni chillar, ni callar
Hablar en p¨²blico es b¨¢sicamente seducir, matizan los expertos. Para conseguirlo, hay que prepararse, al no valer las recetas enlatadas y homog¨¦neas. Lo primero es dominar el propio cuerpo. Si se est¨¢ en un auditorio grande, se impone saber proyectar la voz. Si, al contrario, la exposici¨®n se realiza en un espacio peque?o, habr¨¢ que tener cuidado de no acabar chillando entre extra?os. Si se es bajito, lo mejor ser¨¢ prescindir del atril, y si se es muy alto, colocarse de forma que la propia presencia no imponga. Y por supuesto, cuidar el aspecto. ¡°Si al sentarse el orador deja ense?ar los pelos de las piernas, se acab¨®, a partir de ah¨ª da igual lo que diga, no tendr¨¢ ninguna credibilidad¡±. Un despiste que ser¨¢ dif¨ªcil que ocurra, por ejemplo, a los altos directivos, ¡°quienes se exponen muy poco¡±.
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