Denuncias sin nombre propio en Colombia
Las figuras p¨²blicas que declararon haber sido v¨ªctimas de abusos sexuales se reservaron la identidad de sus agresores
El Me Too aterriz¨® en Colombia mientras el pa¨ªs batallaba por dejar atr¨¢s un conflicto armado de m¨¢s de medio siglo. La resonancia del movimiento mundial para denunciar los acosos y abusos sexuales contra las mujeres se dej¨® sentir cuando varias periodistas y figuras p¨²blicas declararon haber sido v¨ªctimas -principalmente en entornos laborales-, pero sin llegar a mencionar por nombre a sus agresores, lo que de alguna manera diluy¨® su impacto.
De lejos, el caso m¨¢s notorio fue el de Claudia Morales, quien relat¨® en su columna del peri¨®dico El Espectador c¨®mo hab¨ªa sido violada por ¡°un hombre relevante en la vida nacional¡±, con ¡°otras evidencias que ampl¨ªan su margen de peligrosidad¡±. Sin embargo, la misma columna reivindicaba su derecho al silencio. Pese al enorme revuelo que provoc¨®, Morales, con un extenso recorrido en los principales medios colombianos y en la oficina de prensa de la Presidencia de la Rep¨²blica durante el gobierno de ?lvaro Uribe, reafirm¨® en sendas entrevistas que prefer¨ªa mantener en secreto la identidad de su violador.
¡°Todav¨ªa no hay garant¨ªas para las mujeres que se decidan a contar sus historias con todos los nombres, me parece que en ese sentido la repercusi¨®n en Colombia es modesta¡±, valora la escritora Pilar Quintana. Cobijada por esta nueva ola feminista, e inspirada por los relatos de otras mujeres, la autora de La Perra se anim¨® a escribir en un comentado art¨ªculo sobre su propia historia de maltrato f¨ªsico a manos de su exmarido, quien la ahorc¨® hasta casi asfixiarla.
Cuando Me Too estall¨® con toda su fuerza, Colombia, donde el cuerpo de la mujer muchas veces se convirti¨® en bot¨ªn de guerra, ya se hab¨ªa visto sacudida por debates relacionados con el g¨¦nero y la violencia sexual que ejercieron los distintos actores armados. El gobierno sell¨® un acuerdo de paz con la exguerrilla FARC a finales de 2016. En el marco del conflicto armado, m¨¢s de 15.000 personas fueron v¨ªctimas de violencia sexual, seg¨²n el informe La guerra inscrita en el cuerpo, del Centro Nacional de Memoria Hist¨®rica. De ellas, el 91,6 % fueron mujeres.
En el pa¨ªs andino, al Me Too y todas sus derivaciones lo precede tambi¨¦n la campa?a No es hora de callar, que promueve desde hace ocho a?os la periodista Jineth Bedoya con el prop¨®sito de que las v¨ªctimas de violencia sexual alcen la voz y denuncien las agresiones. Despu¨¦s de haber sido secuestrada, torturada y violada por paramilitares cuando realizaba una investigaci¨®n en una c¨¢rcel en las afueras de Bogot¨¢, en el 2000, Bedoya se ha convertido en una de las principales voces de las v¨ªctimas en Am¨¦rica Latina. ¡°Estamos en un momento definitivo. Si las mujeres no nos subimos a esta ola, vamos a tener que asumir la responsabilidad frente a la historia de lo que no fuimos capaces de hacer¡±, le dijo el pasado septiembre a este diario.