El feminismo hace historia
El Me Too ha permitido que se convierta en pol¨ªtico un malestar que se viv¨ªa en silencio,
Hace ahora un a?o que se inici¨® en EE UU el movimiento Me too. Nadie imagin¨® que se pudiera hacer caer a uno de los productores m¨¢s poderosos de la industria cinematogr¨¢fica estadounidense, pero tampoco nadie crey¨® que la denuncia de las agresiones sexuales de Weinstein pudiera encender la mecha de un movimiento que ha ido creciendo a medida que pasaban los d¨ªas. El yo te creo se ha ido extendiendo y ha dado nombre a situaciones de abuso en el que muchas mujeres se han sentido reconocidas.
El?Me Too ha permitido que se convierta en pol¨ªtico un malestar que se viv¨ªa en silencio, con verg¨¹enza y culpa. Este movimiento ha espoleado a sociedades patriarcales que miraban hacia otro lado y pensaban que la violencia sexual no formaba parte de la biograf¨ªa de las mujeres, pero tambi¨¦n ha hecho tambalear la impunidad en la que han crecido los agresores sexuales.
Sin embargo, este fen¨®meno solo puede ser entendido en el marco de un poderoso renacer del movimiento feminista. El Me Too ha acelerado un proceso que se estaba gestando desde hace a?os y que ha adquirido sentido pol¨ªtico gracias al movimiento feminista. Las organizaciones feministas de la sociedad civil, la formaci¨®n feminista impartida en las universidades y en otros espacios y las pol¨ªticas de igualdad aplicadas desde distintas administraciones han creado una atm¨®sfera pol¨ªtica que ha facilitado el ¨¦xito de este movimiento y han contribuido a crear un clima de legitimidad para la vindicaci¨®n feminista.
Despu¨¦s de tres siglos de luchas hemos iniciado una nueva ola feminista. Y el coraz¨®n de esa ola es la lucha contra la violencia sexual. Las agresiones sexuales son una enfermedad de nuestra cultura que el movimiento feminista ha denunciado sin interrupci¨®n desde los a?os setenta. A esas violencias que conoc¨ªamos se han a?adido otras, esta vez articuladas por el capitalismo. La prostituci¨®n se ha convertido en el n¨²cleo de una industria que incluso funciona como estrategia de desarrollo para algunos pa¨ªses. La pornograf¨ªa, parte fundamental de la industria del sexo, y mecanismo principal de socializaci¨®n masculina, difunde brutales mensajes de violencia contra las mujeres. Y el fen¨®meno de los vientres de alquiler se est¨¢ configurando como una nueva forma de violencia que hace de la explotaci¨®n reproductiva el eje de un nuevo negocio.
Sabemos que las sociedades patriarcales se han edificado sobre la apropiaci¨®n masculina de las capacidades sexuales y reproductivas de las mujeres y este mensaje es el que ha calado poderosamente este ¨²ltimo a?o: las mujeres no aceptamos ser propiedad masculina ni mercanc¨ªa sexual para fines patriarcales y neoliberales.
Rosa Cobo es profesora de Sociolog¨ªa y directora del Centro de Estudios de G¨¦nero y Feministas de la Universidad de A Coru?a.
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