Condenados a no tener hijos
La actual estructura social pone muchas dificultades a los j¨®venes para establecerse y optar por la paternidad deseada
De mantenerse la tendencia se?alada recientemente por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, este a?o Espa?a habr¨¢ perdido 93.180 habitantes, lo que equivale casi a la poblaci¨®n entera de una ciudad como C¨¢ceres. ?Tenemos un problema demogr¨¢fico que requiera pol¨ªticas natalistas y/o atraer a m¨¢s inmigrantes?
El tirano Nicolae Ceausescu, obsesionado con repoblar Rumania y reforzar su econom¨ªa, impuso a la poblaci¨®n la obligaci¨®n de engendrar hijos. Prohibi¨® los m¨¦todos anticonceptivos y el aborto en cualquier circunstancia. La polic¨ªa del r¨¦gimen incluso somet¨ªa a las mujeres a un estrecho control de su fertilidad y las delaciones y encarcelaciones eran moneda corriente contra las que se resist¨ªan. Los resultados, entre otros, fueron 100.000 ni?os abandonados en orfanatos en condiciones deplorables y 10.000 muertes en abortos clandestinos.
Franco, una vez diezmada y empobrecida la poblaci¨®n por la Guerra Civil, opt¨® tambi¨¦n por una dura pol¨ªtica natalista. Restringi¨® el derecho de las mujeres a un empleo remunerado para que se dedicaran al cuidado de la prole. Las casadas eran expulsadas de las empresas p¨²blicas. Los m¨¦todos anticonceptivos y el aborto legal no estaban al alcance de casi nadie.
Hoy, las familias espa?olas, como las rumanas, disfrutan, en teor¨ªa, de plena autonom¨ªa para decidir cu¨¢ntos hijos quieren traer al mudo. Las mujeres incluso pueden proclamar sin esc¨¢ndalo que no los desean porque nunca recibieron la llamada de la maternidad. Esta libertad conquistada con la democracia queda, en la pr¨¢ctica, muy cercenada en sentido contrario al que impusieron las dictaduras. Es un asunto no resuelto no solo en Espa?a, sino en todo el sur europeo. Los ¨ªndices de natalidad y de fecundidad han ca¨ªdo hasta el extremo de no garantizar la reposici¨®n generacional y nuestros pa¨ªses est¨¢n abocados a perder poblaci¨®n.
Solo la inmigraci¨®n frenar¨¢ la merma poblacional que se avecina. Comportar¨¢ escollos econ¨®micos a corto plazo. Pero no creo que nos enfrentemos a un desaf¨ªo demogr¨¢fico en un mundo ya superpoblado. No se trata de lanzar pol¨ªticas natalistas, sino de buscar la equidad social. El problema reside en una estructura social que dificulta enormemente a los j¨®venes establecerse y optar por la paternidad deseada. El sistema impone a la mayor¨ªa una sutil e invisible tiran¨ªa y frente a esa realidad marcada por la precariedad y las reglas del mercado, los poderes p¨²blicos se ven impotentes, bien por falta de presupuesto, bien por ausencia de herramientas para conseguirlo, bien por escasez de visi¨®n.
Se demoniza injustamente a la inmigraci¨®n y somos incapaces de hallar las v¨ªas para evitar la frustraci¨®n de decenas de miles de familias que deber¨ªan tener todo el derecho a concebir hijos.
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