¡®Marley¡¯ y ¡®Athor¡¯, dos ¡®sabuesos¡¯ para desentra?ar un crimen

Son casi siempre los primeros en llegar al lugar del crimen. Marley, un perro de aguas marr¨®n, amigable y tranquilo. Athor, un pastor belga color canela, un poco m¨¢s arisco e inquieto. Son, a sus tres a?os, los sabuesos del Equipo de Detecci¨®n y Localizaci¨®n de Restos Biol¨®gicos de la Guardia Civil. Los sustitutos de Elton, el pastor belga que marc¨® el lugar exacto en el que estaba Diana Quer despu¨¦s de la confesi¨®n de Jos¨¦ Enrique Abuin, El Chicle. "A sus casi 13 a?os y m¨¢s de 400 servicios (desapariciones, asesinatos, homicidios), tuvimos que jubilarlo", dice nost¨¢lgico Juanma, el agente que fue su entrenador, compa?ero y ahora due?o, porque se lo llev¨® a su casa finalmente. Pero antes de jubilarse, "Elton estuvo un tiempo ense?ando todo lo que hab¨ªa aprendido a sus disc¨ªpulos y sucesores", comenta.

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El asesino de Laura Luelmo limpi¨® la casa para eliminar los restos de su brutal ataque

Hallados ¡°muchos restos de sangre¡± en la casa del asesino de Huelva

?ltima hora sobre Laura Luelmo | Bernardo Montoya pasa a disposici¨®n del juez

La relaci¨®n entre los perros y los agentes a su cargo, Juanma e Israel, es la de un equipo muy unido, aunque trabajen por parejas: Juanma con Marley e Israel con Athor. Todo lo hacen juntos. Se cuidan mutuamente. Se ayudan mutuamente. Entrenan juntos. Viajan juntos. Y hasta duermen junto a sus respectivos perros en cualquier hotel que se precie. Su trabajo es fundamental. Lo fue en el caso del peque?o Gabriel: "Fue Marley quien se?al¨® el punto en el que Ana Julia Quezada hab¨ªa enterrado al ni?o", recuerdan. Y lo est¨¢ siendo tambi¨¦n estos d¨ªas para desentra?ar el asesinato de Laura Luelmo, la profesora zamorana de 26 a?os violada y asesinada por el exrecluso de 50 a?os Bernardo Montoya en El Campillo (Huelva).

Tremendamente especializados entre los 500 canes que pueden conformar la unidad canina de la Guardia Civil, no hay un resto de sangre humana que se les escape, aunque hayan intentado limpiarla concienzudamente con lej¨ªa, como hizo Montoya. Incluso pueden marcar lugares en los que haya restos de sangre pero que hayan sido tapados con muebles u otros elementos, como en este caso, en el que el asesino movi¨®, por ejemplo, una cama para cubrir una de las zonas manchadas.

Los primeros en llegar

Marley y Athor fueron los primeros en llegar a Las Mimbreras, el paraje de eucaliptos y matorrales de jara en el que un voluntario que participaba en la b¨²squeda hall¨® el cuerpo de Laura Luelmo el pasado lunes 17 de diciembre, cinco d¨ªas despu¨¦s de su desaparici¨®n. Desde entonces su trabajo ha sido incansable. Ma?ana, tarde y noche. Entran y salen de su coche guiados por sus entrenadores. Rastrean campos, fincas, la casa del asesino confeso, su coche, el coche de la v¨ªctima, la calle, el lugar en el que Montoya dijo que hab¨ªa dejado las pertenencias de la mujer (cerca del cementerio de El Campillo), el margen de la carretera N-435 donde asegur¨® haber arrojado la manta en la que envolvi¨® el cuerpo de la chica, la propia manta... Todo. Y se detienen en seco, se clavan como aut¨¦nticas estatuas ante cualquier resto de sangre, para eso est¨¢n entrenados. Ahora siguen buscando el m¨®vil de Laura, que contin¨²a sin aparecer y cuya ¨²ltima se?al lo posicionaba a nueve kil¨®metros de donde se encontr¨® su cuerpo.

Ya estuvieron en los casos de Diana Quer, Gabriel y las desaparecidas de Asturias. Athor va a cumplir tres a?os y viene de trabajar en otro crimen en Ibiza. Y tambi¨¦n ayud¨® a resolver el crimen de una de las mujeres desaparecidas en Asturias, a la que su novio hab¨ªa matado en su casa. Cada d¨ªa realizan su entrenamiento. Les someten a pruebas de rastreo m¨¢s complicadas cada vez, de manera que llegan en plena forma a los casos.

Estos ¨²ltimos d¨ªas, Marley y Athor han pasado largas y pacientes horas en El Campillo, el peque?o pueblo de 2.000 habitantes en el que Montoya asesin¨® a Luelmo, su vecina de la casa de enfrente, reci¨¦n llegada. Entrando y saliendo de la vivienda del detenido, que esta misma ma?ana pasar¨¢ a disposici¨®n judicial. Subiendo y bajando de su coche cada vez que los equipos de inspecci¨®n ocular, los que arrojan luces en la oscuridad y ven lo que nadie ve, los requieren. Y tienen una sola y crucial misi¨®n: marcar pruebas que puedan servir a los agentes para incriminar a su detenido.