Los muchos lugares de Laura Luelmo
Los amigos de la profesora, a ambos lados del Atl¨¢ntico, recuerdan sobre todo su inquietud por viajar y conocer gente y sitios nuevos
Recordar a Laura Luelmo es trazar l¨ªneas sobre un globo terr¨¢queo, su maleta rara vez cogi¨® polvo. La primera, la m¨¢s marcada, tiene 38 kil¨®metros, es la que va de Zamora a Villabuena del Puente, el pueblo de 700 habitantes de donde procede la familia de su madre. All¨ª la profesora es la bisnieta de Plasen, ¡°El Banco¡±, apostilla Maximiano, un hombre de 82 a?os y manos gruesas que ara cuando sale el sol: ¡°Cuando yo era chico nadie iba al Espa?ol [se refiere al Banco Espa?ol de Cr¨¦dito, Banesto] sin una firma de Plasen en alg¨²n papel. El Banco lo llamaban a ¨¦l¡±. Est¨¢ seguro de que era ¡°el hombre con m¨¢s dinero del pueblo¡±. Y el ¨²nico con un ultramarinos donde comprar abastos a principios del siglo XX. Una familia que trabajaba ¡°como una mula¡± y que ¡°se gan¨® lo que tuvo¡±.
Maximiano se ajusta la boina mientras parpadea con los ojos brillantes tras unas gafas salpicadas de gotitas por el sirimiri. Vivi¨® sus primeros 26 a?os en la casa que linda con la de la familia de la profesora, en el n¨²mero 7 de la calle Abogados, donde todav¨ªa se mantiene la reja met¨¢lica de acorde¨®n que cerr¨® durante a?os aquella tienda, luego traspasada: "Habl¨¦ con Laura el domingo del puente, sentada estaba con su novio y sus amigos en el bar de los jubilados, tan maja como siempre, como su bisabuela y como su abuela. Y le gustaba much¨ªsimo ir de aqu¨ª para all¨ª". Se mira las zapatillas, de pa?o con motas de barro despu¨¦s de su jornada en el campo: "Yo perd¨ª un hijo con 43 a?os, por esclerosis. Ese dolor no se puede contar. No se puede explicar c¨®mo es perder a un hijo, y menos como han perdido a esta muchacha. Yo no encerrar¨ªa a esta gente, les dar¨ªa una semana de vacaciones con la familia de ella. Cabrones, esta gente que hace esto no tiene otro nombre. Qu¨¦ dolor¡±.
Del relato de ese hombre menudo salen los or¨ªgenes maternos de Luelmo. Su abuela Chencha, ahora en una residencia en el cercano pueblo de Benavente; sus dos hermanas, una monja que falleci¨® y una boticaria que abri¨® farmacia en Zamora; y el hombre con el que se cas¨® Chencha, un psic¨®logo que muri¨® hace a?os. Despu¨¦s su madre, Maite Hern¨¢ndez, funcionaria del servicio de Empleo de Zamora; su padre, ?ngel Luelmo, ingeniero agr¨®nomo en Agricultura de la Junta de Castilla y Le¨®n, ya jubilado; y sus dos hermanos, Violeta y ?ngel. Una larga familia de Luelmo y Hern¨¢ndez, t¨ªas y t¨ªos y primas y primos que quieren silencio, intimidad. ¡°Con todo el derecho a pasar su pena y su dolor¡±, dec¨ªa un vecino apoyado sobre un pilar de la plaza Castilla y Le¨®n, donde est¨¢ el Ayuntamiento de Villabuena. ¡°Con todo el derecho, s¨ª¡±, apostillaba otro a su lado.
Los amigos de Te¨®filo Jim¨¦nez, la pareja de Luelmo, reci¨¦n llegados desde El Campillo, en Huelva, donde todav¨ªa permanece ¨¦l junto a sus padres y la familia de Luelmo, ni siquiera pronuncian un ¡°no¡±. Piden no responder con un gesto. Igual en Zamora. De vuelta a la ciudad donde Luelmo naci¨® y creci¨®, el silencio se mantiene. En su barrio, alrededor de la Avenida de las Tres Cruces, donde alguna bandera de Espa?a y alg¨²n Ni?o Jes¨²s adorna alg¨²n balc¨®n, los vecinos respetan ese silencio que la familia ha pedido a trav¨¦s de mensajes de WhatsApps en algunos grupos y un post en el Facebook de la hermana de Luelmo.
Solo la directora del Colegio Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, Rosa Oviedo, donde Luelmo estudi¨®, y Jos¨¦ Feliciano Garc¨ªa, el director de Nuestra Se?ora del Roc¨ªo, donde hizo el pasado noviembre una sustituci¨®n por maternidad, hablan, de forma ¡°oficial¡±. Oviedo apenas lo consigue, respira hondo varias veces en la entrada del centro para explicar que, adem¨¢s de ser la directora, le une a la familia un v¨ªnculo muy estrecho, y no cree conveniente ni importante decir nada: ¡°Lo que ten¨ªamos que decir lo hicimos ya con el minuto de silencio y el in memoriam que le dedicamos. Ah¨ª est¨¢ todo lo que este colegio siente¡±. Un texto que habla de la incertidumbre, de la libertad y de la vida de la que disfrut¨® Luelmo, de lo temprano de la despedida, de c¨®mo a veces se detiene el tiempo: ¡°A pesar de los miedos, a pesar de las inseguridades que le pudieran surgir en esa nueva etapa de su vida, Laura quiso ser valiente, ?y ser libre!, aunque no todo el mundo estuviera de acuerdo con ello¡±.
Hacia el noroeste de la ciudad, tras la Parroquia de San Jos¨¦ Obrero, un enorme cresp¨®n negro se levanta en el hall del Nuestra Se?ora del Roc¨ªo. Jos¨¦ Garc¨ªa, su director, explica que Luelmo apenas estuvo all¨ª un mes, seis horas a la semana: ¡°No da tiempo a crear un v¨ªnculo fuerte, sin embargo, a los estudiantes esto les afecta, sobre todo a los que dio clase [de 1? y 3? de ESO] y a los m¨¢s peque?os. Laura ten¨ªa un compromiso absoluto con su trabajo, vino con muchas ganas, era muy responsable y siempre muy amable. Se notaba que era esto lo que quer¨ªa hacer. Cuando la avisaron desde Huelva, pudo irse enseguida, pero quiso quedarse hasta el ¨²ltimo d¨ªa, a aprovechar todo el tiempo posible y despedirse de sus alumnos y sus compa?eros¡±.
Garc¨ªa explica que, seg¨²n las edades, han hablado con los estudiantes sobre lo ocurrido y ahora est¨¢n alerta a las se?ales que puedan mostrar que est¨¢n tristes, preocupados o que sienten miedo. ¡°A veces no lo dicen claramente, pero es inevitable que est¨¦n pensando y sintiendo algo. Les daremos todo el apoyo y la escucha posible, lo que necesiten¡±. Garc¨ªa, que apenas la conoci¨® durante un mes, apunta a lo dif¨ªcil que, sin embargo, resulta aceptar este asesinato: ¡°Lo que ha ocurrido es¡ Terrible, de verdad, terrible¡±. Cuando se despidi¨® de ella, dice el director, lo hizo con la convicci¨®n de que ella iba hacia su futuro, ¡°valiente¡±.
El mismo adjetivo que usan varios de sus amigos al otro lado del Atl¨¢ntico. Valent¨ªa y m¨²sica. Mucha m¨²sica de fondo. Try to be, de Blue Hawaii, fue la ¨²ltima canci¨®n que Erick J. Tello comparti¨® con ella desde San Andr¨¦s Cholula, en M¨¦xico; tambi¨¦n la ¨²ltima vez que hablaron. ?l le dec¨ªa que si pasaba un a?o m¨¢s, no se iban a reconocer. ¡°Jajajajajaja, ?yo sigo igual Tello! Con el pelito un poco m¨¢s corto, pero igual, jajaja. Quiero viajar a veros, pero no encuentro hueco y necesito ahorrar¡±, contest¨® ella. ¡°Laurita Pim¡±, cuenta Tello, ¡°como la conoc¨ªamos sus amigos. La persona m¨¢s so?adora que he conocido, su forma de pensar era arte por s¨ª sola¡±. Dice que le cambi¨® la vida, que siempre ten¨ªa una nueva experiencia que contar, que amaba M¨¦xico. Que amaba vivir. Que era feliz.
En Latinoam¨¦rica, Luelmo form¨® algo parecido a una familia hace ya cuatro a?os, un grupo de amigos con los que siempre sigui¨® en contacto. ¡°Skype, notas de voz¡ Yo viv¨ª el a?o pasado en Madrid y pudimos vernos un par de veces. Me encant¨® darme cuenta de que, a pesar del tiempo y la distancia, lo nuestro segu¨ªa igual¡±, narra Roc¨ªo Herrero. Se conocieron en el Colegio Ignacio Bernal, una residencia de estudiantes mixta cerca de la facultad de Humanidades en San Andr¨¦s Cholula, donde Luelmo estudi¨® Artes Pl¨¢sticas durante un curso. ¡°Ella era dos a?os mayor que yo y me presentaba a much¨ªsima gente. Por aquel entonces yo viv¨ªa a¨²n con miedo e inexperiencia de vivir sola, ella me ayud¨® a salir y divertirme, a no tenerle miedo a la vida. Viv¨ªa muy fugaz ante todo, le encantaba cada fin de semana que pod¨ªa salir de viaje, visit¨® muchos lugares de M¨¦xico y siempre llegaba alegre a contarme sus traves¨ªas¡±.
Cuando regresaba de cada excursi¨®n, tambi¨¦n la esperaba Lidia G. Zapata, su otra ¡°rommie¡± [compa?eras de habitaci¨®n], explica ella; preparaban juntas la cena, se hac¨ªan fotos e iban a nadar a menudo: ¡°Los domingos ¨ªbamos al mercado a hacer nuestra despensa y luego nos qued¨¢bamos por ah¨ª desayunando quesadillas¡±. Al acabar el primer semestre, Luelmo y Herrero decidieron irse a vivir a un apartamento, Zapata pens¨® en mudarse con ellas, pero tuvo que irse con su familia a otro Estado. A partir de entonces se mantuvieron en contacto a trav¨¦s del m¨®vil: ¡°Me cont¨® que quer¨ªa ser profesora de ni?os, de alguna de sus mudanzas y despu¨¦s de su vida en Espa?a¡±. Para Zapata, Afterglow de Wilkinson y I Follow Rivers de Lykke Li son las dos canciones que la acercan a ella: ¡°Ella me las ense?¨® y, cada vez que las escucho, la recuerdo¡±. Cuando se enter¨® de la noticia, no tiene claro si sinti¨® m¨¢s tristeza o m¨¢s rabia: ¡°No puedo creer que mi amiga, feliz y animosa todo el tiempo, a la que le encantaba hacer arte y salir a bailar, ya no est¨¦. Aunque yo no viva en Espa?a, el miedo se transmite hasta ac¨¢¡±. Hasta cualquier parte.
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