Fracasa el primer burdel gestionado por prostitutas en ?msterdam
El Ayuntamiento proporcion¨® un inmueble a la cooperativa, pero tienen deudas y han registrado cuatro posibles casos de tr¨¢fico de personas
My Red Light (Mi Luz Roja), el primer burdel holand¨¦s gestionado por las prostitutas, abri¨® en 2017 en el Barrio Rojo de ?msterdam, y no sale a flote. El Ayuntamiento proporcion¨® un inmueble a la cooperativa formada al efecto, pero el local debe cumplir las normas del resto del sector, y tiene deudas, ha registrado cuatro posibles episodios de tr¨¢fico de personas -uno de los delitos que se pensaba combatir- y no est¨¢ bien gestionado. As¨ª lo dice un informe encargado por la alcaldesa, Femke Halsema, del partido ecologista.
Corinne Dettmeijer, experta en comercio ilegal de seres humanos y violencia sexual, y autora del estudio, llega a afirmar que el Consistorio ¡°nunca debi¨® haberse embarcado en esta aventura¡±. Sin embargo, ¡°ahora que est¨¢ en marcha, tiene que involucrarse m¨¢s en la gesti¨®n de My Red Light, si se quiere reforzar la posici¨®n de los trabajadores del sexo. Aunque ello suponga que el Ayuntamiento pueda parecer el due?o de un burdel; la otra opci¨®n es el cierre¡±, indica. Por otro lado, alaba ¡°la atenci¨®n personalizada y el excelente estado de las instalaciones, adem¨¢s de la presencia de una antigua prostituta capacitada para la gerencia¡±.
Eberhard van der Laan, el alcalde anterior, pens¨® que dejar en manos de las prostitutas el burdel donde trabajan reforzar¨ªa su seguridad y evitar¨ªa la presencia de proxenetas. Sin embargo, ¡°las ambiciones eran demasiado grandes, y la idea no fue realista desde el principio¡±, se?ala Dettmeijer. ¡°Por otro lado, no puedes cambiar este mundo en un a?o y medio. Tal vez poco a poco. Hay que rebajar las expectativas y recurrir a apoyos estatales. No digo que haya m¨¢s control, sino mayor presencia municipal. Quiz¨¢s en dos a?os mi recomendaci¨®n tampoco funcione, pero hay que intentarlo¡±, a?ade.
Justine le Clercq, artista, escritora y portavoz de My Red Light, asegur¨® poco despu¨¦s de la apertura que esperaban que sirviera ¡°para emancipar y empoderar a las mujeres (tambi¨¦n transexuales y varones) que ejercen voluntariamente la prostituci¨®n¡±. Y ah¨ª radica, en parte, el aparente descalabro del proyecto. El propio informe indica que el Consistorio deseaba que la cooperativa se convirtiera en un modelo de gesti¨®n, abierto a las mejoras en un sector conflictivo. ¡°Pero es un experimento y necesitamos ayuda. El informe nos parece bien, porque recomienda una colaboraci¨®n mejor entre la organizaci¨®n y el Ayuntamiento. Los consejeros ejecutivos hacen ahora un buen trabajo en la gesti¨®n financiera, y la investigadora tambi¨¦n indica que hay buen contacto con el banco [Rabobank, uno de los colaboradores]. Las expectativas de ambos lados no eran realistas¡±, dice Lyle Muns, trabajador del sexo y miembro de la junta supervisora del burdel.
My Red Light tiene ahora entre 14 y 20 trabajadores, y se presenta en su p¨¢gina de web como ¡°el primer colectivo donde se han unido para alquilar las habitaciones de forma independiente¡±. Cuando chocaron con la normativa municipal, que impide buscar clientes a trav¨¦s de Internet o Facebook [puesto que el edificio est¨¢ en la calle y sus 14 ventanas son visibles] se llenaron de deudas. Las habitaciones permanec¨ªan vac¨ªas durante el d¨ªa, y solo hab¨ªa visitantes nocturnos, de modo que los costes de mantenimiento superaron los ingresos. ¡°Eso fue un golpe nada m¨¢s empezar. Por la ma?ana hay poca demanda debido a los turistas, en el Barrio Rojo¡±, subraya Muns. Aunque el Ayuntamiento quer¨ªa evitar la explotaci¨®n del inmueble por parte de empresarios ajenos, no cambi¨® las reglas. En 2018, Le Clercq lament¨® que les trataban como si fueran un negocio del sexo similar al resto de los ubicados en el Barrio Rojo.
La b¨²squeda de prostitutas fue otro problema. Al menos cuatro de los ocho primeros candidatos no pasaron la criba de la polic¨ªa porque ten¨ªan antecedentes penales. Y los agentes se quejaron de las frecuentes llamadas de auxilio desde la cooperativa, que carece de vigilantes particulares en la puerta. Pero el mayor peligro ha sido el tr¨¢fico de personas. Seg¨²n fuentes policiales, al menos cuatro de las personas que ofrecieron all¨ª sus servicios pudieron ser v¨ªctimas, y no se les inform¨® a tiempo. Dicha demora le cost¨® una multa de 25.000 euros al colectivo. ¡°Cuando somos de los pocos que hemos denunciado. Nadie quiere sanciones, pero nuestra prioridad es la seguridad de las prostitutas y la relaci¨®n con la polic¨ªa ha mejorado¡±, asegura Lyle Muns. La alcaldesa Halsema tomar¨¢ en los pr¨®ximos meses una decisi¨®n sobre el futuro de la cooperativa sexual.
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