La revuelta escolar calienta el debate ambiental en el coraz¨®n de Europa
Las huelgas de estudiantes llevan el cambio clim¨¢tico a la agenda del Gobierno belga
B¨¦lgica est¨¢ sorprendida. Sus adolescentes se han lanzado a la huelga en los institutos y en esta ocasi¨®n no piden tasas educativas m¨¢s bajas ni oportunidades de empleo al salir de las aulas. Desde hace tres semanas, miles de estudiantes de secundaria y bachillerato han dejado de asistir a clase los jueves y desfilan por las calles de Bruselas escoltados por la polic¨ªa con un objetivo altruista: reclamar medidas efectivas contra el cambio clim¨¢tico. El crecimiento de la protesta es exponencial. El 10 de enero fueron 3.000 manifestantes, luego 12.500 y la pasada semana 35.000.
En la ma?ana de este jueves alumnos de todo el pa¨ªs han vuelto a reunirse para una nueva demostraci¨®n de fuerza que ha congregado a 12.500 de ellos en Bruselas y 10.000 en Lieja. La cuesti¨®n clim¨¢tica ha aglutinado en B¨¦lgica un descontento generacional tan poderoso como inesperado. Su potencia en la calle se ha vuelto imposible de ignorar. Y ha llevado la ecolog¨ªa a la agenda del primer ministro, Charles Michel, obligado a explicar en qu¨¦ ha contribuido su Gobierno a frenar el deterioro del planeta. ¡°Hemos hecho mucho, pero quiz¨¢ no lo hemos sabido explicar demasiado bien¡±, justific¨® en el diario Le Soir.
Como en tantos otros movimientos, las redes sociales han sido claves en la organizaci¨®n de las marchas. ?Por qu¨¦ ahora? Una joven sueca tiene parte de culpa. A sus 16 a?os, Greta Thunberg inici¨® en su pa¨ªs una protesta para apelar a los pol¨ªticos a actuar contra los efectos del cambio clim¨¢tico. Decidi¨® dejar de ir a clase los viernes y dedicar ese tiempo a sentarse ante el Parlamento con un cartel que rezaba ¡°huelga escolar por el clima¡±. Su gesto no pas¨® inadvertido. Fue invitada a intervenir en la cumbre del clima de Katowice, y luego en el Foro Econ¨®mico de Davos. Una frase demoledora lanzada a la cara de los l¨ªderes mundiales en la ciudad polaca termin¨® por convertirla en un icono para los defensores del planeta: ¡°Est¨¢is robando el futuro a vuestros hijos¡±.
Esa l¨²gubre advertencia impregna el movimiento en B¨¦lgica. La flamenca Anuna de Wever, de 17 a?os, vio a Thunberg abochornar a los mayores y se propuso imitarla. Grab¨® un v¨ªdeo llamando a la huelga escolar por el clima y pronto se hizo viral en Facebook. Tras su llamamiento en redes sociales, su vida ha adquirido un ritmo fren¨¦tico. El domingo intervino al t¨¦rmino de una marcha contra el cambio clim¨¢tico en Bruselas en la que participaron 70.000 personas. Se ha reunido con ministros. Aparece en televisi¨®n. Est¨¢ escribiendo un libro. Y ayer viajaba en tren a Bruselas desde su Flandes natal para acudir a una reuni¨®n en el Parlamento belga. Desde su asiento en el vag¨®n, explicaba por tel¨¦fono el sentir de su generaci¨®n sobre el deterioro del planeta. ¡°Los j¨®venes est¨¢n muy asustados. Por eso, cuando conoc¨ª el movimiento de Greta Thunberg, me inspir¨® y me dije que ten¨ªa que hacer lo mismo en B¨¦lgica. Pens¨¦ que pod¨ªa ser una revoluci¨®n que nuestra generaci¨®n luchara en cada pa¨ªs¡±. ?Cu¨¢ndo parar¨¢n las huelgas? ¡°Cuando el Gobierno consens¨²e un plan de acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico con expertos¡±, contesta De Wever.
Para el soci¨®logo Johan Tirtiaux, de la Universidad de Namur, si el Ejecutivo quiere contentar a los escolares debe evitar la autocomplacencia y dar una respuesta ambiciosa y concreta, perceptible en el d¨ªa a d¨ªa. ¡°El sentimiento general es que se hace poco¡±, alerta. Tirtiaux dirigi¨® en 2016 un macroestudio sobre las inquietudes de los j¨®venes de entre 18 y 34 a?os basado en 30.000 entrevistas. El medio ambiente apareci¨® como la primera preocupaci¨®n por delante del acceso al empleo y la calidad del sistema educativo. Un s¨ªntoma del malestar que hoy empuja a las calles a los hijos, sobrinos o hermanos peque?os de los que respondieron.
Descolocados ante la corta edad de los manifestantes, hay quien ve en el movimiento una mera excusa para perder clase. "No creo en la caricatura de que sean vagos que no quieren ir al colegio", rebate Tirtiaux. El soci¨®logo ve muy ambicioso que puedan mantener el poder de convocatoria actual cada jueves, aunque una protesta muy diferente, la de los chalecos amarillos, suma 11 s¨¢bados seguidos en las calles de Par¨ªs. A¨²n as¨ª, Tirtiaux cree que no hay que subestimar el aviso de los adolescentes. "Hay que tomar en serio ese sentimiento de declive. Esta generaci¨®n ha crecido en medio de un discurso de crisis muy fuerte. Un relato de que todo se deteriora e incluso ser¨¢ peor para sus hijos y nietos".
Habitualmente desconectados del debate pol¨ªtico, la fuerza con que el mensaje de la joven Greta ha conectado con adolescentes de todo el mundo tiene pocos precedentes. Sin llegar a las altas cifras de asistentes de B¨¦lgica, ha habido marchas similares en Alemania, Australia, Canad¨¢ o Suiza. De Wever conf¨ªa en que el fen¨®meno se vuelva global: ¡°Quiero animar a todos los estudiantes a sumarse. Es importante que hagamos esto juntos¡±.
Tres mujeres al frente del movimiento
El despertar contra el cambio clim¨¢tico en los institutos est¨¢ liderado en B¨¦lgica por tres mujeres. En Flandes, Anuna de Wever (17) y Kyra Gantois (19). En Valonia, Ad¨¦la?de Charlier (18). Ellas coordinan la estrategia en redes sociales, negocian el recorrido con la polic¨ªa, preparan la log¨ªstica y lanzan los discursos. ¡°Hay una enorme brecha entre lo que debemos hacer contra el cambio clim¨¢tico y lo que se hace¡±, lamenta Charlier, quien cree que las movilizaciones no son una moda pasajera. ¡°Los j¨®venes est¨¢n muy sensibilizados con la causa del clima¡±.
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