El asesino que inspir¨® ¡®El Adversario¡¯ seguir¨¢ en prisi¨®n
Un tribunal niega la libertad a Jean-Claude Romand, que mat¨® a su familia tras 18 a?os de doble vida
El falso doctor Romand seguir¨¢ entre rejas. El tribunal de aplicaci¨®n de penas de Ch?teauroux, en el centro de Francia, rechaz¨® la demanda de libertad de Jean-Claude Romand, condenado a cadena perpetua por el asesinato de sus cinco familiares m¨¢s pr¨®ximos en 1993.
Durante 18 a?os, Romand hizo creer a todo el mundo que era un alto funcionario de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Se fabric¨® una vida ficticia que sufrag¨® estafando, y arruinando, a su c¨ªrculo cercano. Cuando vio que la mentira se desmoronaba, mat¨® a su mujer, a sus dos hijos y a sus padres.
Jean-Claude Romand, de 64 a?os, es una persona bien real y a la vez un personaje casi de novela, protagonista de un cl¨¢sico contempor¨¢neo de la literatura francesa, El Adversario, de Emmanuel Carr¨¨re. Su posible salida en libertad, tras pasar 26 a?os encerrado, era una noticia que desbordaba la cr¨®nica de sucesos.
En septiembre se supo que hab¨ªa pedido la libertad condicional. Los informes psiqui¨¢tricos se?alaban que estaba en condiciones de reintegrarse en la sociedad, seg¨²n informaron entonces varios medios de comunicaci¨®n. Incluso ten¨ªa un posible empleo que le ayudar¨ªa en la reinserci¨®n.
¡°El tribunal de aplicaci¨®n de penas de Ch?teauroux ha considerado que, pese a un recorrido de ejecuci¨®n de pena satisfactorio, los elementos del proyecto presentado y de su personalidad no permiten, en el actual estado de las cosas, garantizar un justo equilibrio entre el respeto de los intereses de la sociedad, los derechos de las v¨ªctimas y la reinserci¨®n del condenado¡±, declar¨® la fiscal de la Rep¨²blica en Ch?teauroux, St¨¦phanie Aouine, en un comunicado citado por la agencia France Presse.
La t¨¦trica fascinaci¨®n que el caso Romand despierta se explica por la capacidad de un hombre de mantener en pie un inmenso enga?o durante toda su edad adulta. Romand se hizo pasar por m¨¦dico y no lo era. Hizo creer a todos ¡ªincluidos su familia, amigos y amantes¡ª que trabajaba en la OMS, donde desempe?aba un cargo destacado, cuando en realidad abandonaba cada ma?ana la casa familiar, cerca de la frontera franco-suiza, y pasaba el d¨ªa sin rumbo, conduciendo por autopistas o esperando en aparcamientos a que acabase la jornada laboral. El fingimiento lo llev¨® hasta lo m¨¢s ¨ªntimo. Nadie sab¨ªa que todo era un invento.
C¨®mo pudo mantener tanto tiempo el castillo de naipes es uno de los enigmas del caso. Romand promet¨ªa a sus familiares y conocidos inversiones en Suiza. El dinero le serv¨ªa para financiar su tren de vida. Cuando algunos empezaron a reclamarle los fondos y a sospechar, estall¨®.
Detr¨¢s de la pantalla de falsedades no hab¨ªa nada, ni nadie m¨¢s que ¨¦l. El vac¨ªo. ¡°Una mentira, normalmente, sirve para tapar una verdad, algo quiz¨¢ vergonzoso, pero real. La suya no tapaba nada. Bajo el falso doctor Romand no hab¨ªa un verdadero Jean-Claude Romand¡±, escribi¨® Carr¨¨re en El Adversario.
En prisi¨®n, Romand se acerc¨® a la religi¨®n. Era ¡°un detenido mod¨¦lico, solitario y rodeado de im¨¢genes piadosas¡±, escribe el diario Lib¨¦ration. El art¨ªculo cita a uno de los psiquiatras que lo trataron antes de su juicio en 1996: ¡°Pareci¨® haber encontrado una cierta redenci¨®n m¨ªstica que le ayuda a asumir su culpabilidad y la realidad del proceso¡±. Ahora no ha logrado persuadir al tribunal de que estaba preparado para salir. Tiene diez d¨ªas para recurrir la decisi¨®n.
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