¡°Denunci¨¦, me dijeron que no pasar¨ªa nada y mis hijas ya no est¨¢n¡±
Nerea y Martina, de seis y dos a?os, fueron asesinadas por su padre. La madre, Itziar Prats, denuncia por primera vez p¨²blicamente el abandono de las instituciones a las que pidi¨® protecci¨®n
El 25 de septiembre del a?o pasado, dos ni?as de dos y seis a?os fueron asesinadas en Castell¨®n por su padre, Ricardo Carrascosa. Despu¨¦s de matarlas, se tir¨® por la ventana.
Itziar Prats es la madre de las peque?as. Aquel d¨ªa empez¨® para ella con una llamada a las seis de la ma?ana. Era la polic¨ªa. Cre¨ªan que su exmarido se hab¨ªa suicidado y le pidieron que bajara a la calle. Ella pregunt¨® por sus hijas, que estaban con ¨¦l, pero los agentes en ese momento no sab¨ªan nada de ellas. Itziar Prats sali¨® a la calle acompa?ada de su madre, en pijama. ¡°Me llevaron a donde estaba para confirmar que era ¨¦l. Nadie m¨¢s pod¨ªa hacerlo. No ten¨ªa all¨ª familia ni nada. Subimos a la casa porque no pod¨ªan abrir la puerta. Nadie ten¨ªa llaves, y hubo que llamar a los bomberos para abrir. Estuvieron llamando, a ver si abr¨ªan las ni?as. Me dec¨ªan que las llamara yo porque me conoc¨ªan la voz y as¨ª contestar¨ªan. Los bomberos abrieron la puerta a golpes y entramos. Un bombero, una sanitaria, un polic¨ªa y yo despu¨¦s. No me dejaron pasar. Me qued¨¦ en el pasillo. Dijo la sanitaria: ¡®?Que no pase, que no pase!¡¯. Y ah¨ª fue cuando ya me di cuenta de que mis hijas no estaban. No s¨¦ si me desmay¨¦ o qu¨¦ pas¨®, pero lo siguiente que recuerdo es que estaba en el suelo, abrazada por el polic¨ªa que me sac¨® de all¨ª¡±.
Han pasado seis meses desde ese d¨ªa. Itziar Prats, psic¨®loga nacida en Getxo hace 43 a?os, est¨¢ sentada en el banco de un parque del centro de Madrid. A¨²n no sabe todo lo que ocurri¨® en ese piso ni c¨®mo ocurri¨®. Ahora vive en la capital. Sigue una terapia con una psic¨®loga y la ve tambi¨¦n un psiquiatra. Ha vuelto a la casa de sus padres. A la habitaci¨®n de su infancia. Es la peque?a de tres hermanos, la ¨²nica chica. Se mud¨® tras incinerar a sus hijas, Nerea y Martina, y repartir la mayor¨ªa de sus cosas. Se qued¨® con algunas prendas de beb¨¦ que la abuela hizo para ellas: ¡°He dado todo. No quer¨ªa tener nada delante porque a m¨ª no me serv¨ªa nada m¨¢s que para sufrir¡±.
Guarda en su tel¨¦fono im¨¢genes y v¨ªdeos de las dos ni?as. La mayor, muy espigada y guapa. La peque?a, tambi¨¦n muy linda, aparece gesticulando y bailando llena de vida. Los revisa a menudo para no olvidar sus caras.
?l hab¨ªa amenazado con matarlas. Ella acudi¨® al sistema, que le fall¨®
Ricardo Carrascosa hab¨ªa amenazado con matarlas. Lo repiti¨® varias veces y ella pidi¨® protecci¨®n. Acudi¨® al sistema y el sistema le fall¨® estrepitosamente. Las instituciones que deb¨ªan velar por ella no creyeron su llamada de auxilio. Pero ¨¦l cumpli¨® su amenaza.
Se casaron en 2009 tras mudarse a Castell¨®n dos a?os antes. All¨ª ¨¦l trabajaba como azulejero y ella como educadora de un centro de menores. Viv¨ªan lejos de sus respectivas familias. La de ella, en Madrid. La de ¨¦l, en Villanueva del Arzobispo (Ja¨¦n), el pueblo donde naci¨®. Itziar Prats decidi¨® divorciarse en 2017. Asegura que ¨¦l se hab¨ªa vuelto demasiado ego¨ªsta: ¡°Era como si no tuviera una familia. Se dedicaba a ¨¦l y a quejarse de que no le prestaba atenci¨®n y de que les dedicaba mucho tiempo a las ni?as¡±, dice.
La primera denuncia la puso en febrero de 2018, meses despu¨¦s de iniciar los tr¨¢mites de divorcio. Aquel viernes 23 de febrero, horas antes de que Prats fuera a comisar¨ªa, ambos estaban en la mesa de una cafeter¨ªa de su barrio, intentando cuadrar los horarios de visita de Carrascosa a las ni?as. Decidirlo siempre era una pesadilla. Y la cosa se hab¨ªa complicado a¨²n m¨¢s. El juzgado acababa de establecer un r¨¦gimen de visitas que ¨¦l rechazaba.
Itziar Prats ten¨ªa la custodia y Ricardo Carrascosa, acceso restringido a las ni?as. Protest¨® tambi¨¦n por la manutenci¨®n que deb¨ªa abonar: 200 euros mensuales por cada una. ¡°Me has arruinado vivo¡±, le reproch¨®. Y le advirti¨® de que ella tambi¨¦n lo iba a perder todo. No era la primera vez que lo dec¨ªa: ¡°Puedo acabar en la c¨¢rcel y todos muertos¡±.
Discutieron. ?l se llev¨® a las ni?as, que le tocaban ese fin de semana. El due?o de la cafeter¨ªa se acerc¨® a Itziar Prats y le ofreci¨® su ayuda tras o¨ªr la discusi¨®n. Ella recordar¨ªa despu¨¦s que podr¨ªa haber declarado como testigo de la ira de su exmarido, tal como dej¨® recogido en la denuncia. Pero ni la polic¨ªa, ni la juez ni el fiscal pidieron su declaraci¨®n. Ni la de la vecina que hab¨ªa visto tantas cosas, ni la del m¨¦dico que hab¨ªa alertado al Juzgado de Violencia de la Mujer de un posible caso de maltrato antes incluso de que Prats se decidiera a denunciarlo.
¡°Consideraron que no hab¨ªa un riesgo grave como para poner una medida¡±
Ella se qued¨® muy nerviosa en la cafeter¨ªa de Castell¨®n porque las ni?as iban a estar todo el fin de semana con el padre. Se acerc¨® al Centro de la Mujer, donde la estaban atendiendo desde que empez¨® el proceso de divorcio. ¡°Me dijeron que no pasar¨ªa nada, que los hombres dec¨ªan mucho pero que no hac¨ªan nada. Y a¨²n as¨ª fui a comisar¨ªa a denunciarlo¡±. Habl¨® de los ¡°momentos de violencia¡± de Carrascosa, ¡°los enfados cuando beb¨ªa o cuando rompi¨® cosas en casa¡±.
Tras horas de declaraci¨®n, en la que ella detall¨® las amenazas a las ni?as, clasificaron su situaci¨®n de ¡°riesgo bajo¡±, el segundo de menor intensidad despu¨¦s de ¡°no apreciado¡±. Por encima hay otros tres: ¡°medio, alto y extremo¡±. ¡°Las amenazas contra mis hijas no se contemplaban en el cuestionario. Y claro, ?c¨®mo vas a medir una cosa que no est¨¢ registrada?¡±.
El cuestionario policial que determina el riesgo de las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero, en uso desde 2007, ha sufrido cuatro modificaciones. La ¨²ltima, en vigor desde el pasado 13 de marzo, incluye instrucciones espec¨ªficas para evaluar el riesgo de asesinato de las mujeres ¡ªque hasta ahora no se contemplaba¡ª y el de los menores. Los hijos se contabilizan como v¨ªctimas de violencia machista desde 2013. Han sido asesinados 27 desde entonces, incluidas Nerea y Martina, para quienes el cambio del protocolo policial llega demasiado tarde.
Aquel 23 de febrero, en la comisar¨ªa, no hubo preguntas para evaluar el riesgo de que Carrascosa asesinara a sus propias hijas como la madre hab¨ªa denunciado. Y eso marcar¨ªa el resto del procedimiento. Itziar Prats sali¨® de all¨ª de madrugada, con el aviso de que lo iban a detener: ¡°Me pidieron que estuviera pendiente porque sacar¨ªan a las ni?as primero de casa y me llamar¨ªan a m¨ª¡±.
No la llamaron en todo el fin de semana. A ¨¦l no lo detuvieron hasta el lunes por la tarde. Ella acudi¨® a declarar al juzgado de guardia ese mismo s¨¢bado. Tampoco hicieron nada: ¡°Me dijeron que como juzgado de guardia no ten¨ªan capacidad sobre esta situaci¨®n. Volv¨ª a casa y estuve esperando. El domingo mi madre, que hab¨ªa venido de Madrid, recogi¨® a las ni?as¡±.
Cuando detuvieron a Carrascosa, tres d¨ªas despu¨¦s de su denuncia, tampoco la avisaron. Se lo coment¨® su abogado de oficio, al que se lo dijeron cuando fue al juzgado por otro asunto. Le tomaron declaraci¨®n y le dejaron salir.
¡°Que se escuche a los ni?os. Los ni?os tienen mucho que decir¡±
Junto con las fotos de sus hijas, Itziar Prats ha guardado en su tel¨¦fono conversaciones grabadas con su exmarido. Remiti¨® al juzgado esos audios, que ella misma transcribi¨®, en los que ¨¦l la insulta y le advierte de que se va a quedar sola. Tambi¨¦n las fotos del carrito de Martina que Carrascosa rompi¨®. El juzgado no lo vio relevante. Todo ten¨ªa aspecto de un divorcio complicado cuando hab¨ªa detr¨¢s mucho m¨¢s. "Denunci¨¦, me dijeron que no pasar¨ªa nada y mis hijas ya no est¨¢n", a?ade Prats. ¡°Consideraron que no hab¨ªa un riesgo tan grave como para que tuvieran que poner ninguna medida y que era incongruente lo que hac¨ªa con lo que ped¨ªa¡±, dice ella.
¡ª?Por qu¨¦?
¡ªLa juez entendi¨® que no hab¨ªa explicado suficientemente mi temor. Y que me hab¨ªa ido a vivir a 200 metros de ¨¦l. No me pregunt¨® por qu¨¦ lo hab¨ªa hecho ni qu¨¦ era lo que yo tem¨ªa. No me pregunt¨® nada. Solo si me ratificaba en la denuncia.
¡ª?Por qu¨¦ se fue a vivir al lado?
¡ªPorque no encontr¨¦ otro piso, porque trabajaba al lado y la guarder¨ªa y el colegio estaban all¨ª. Sus amenazas no eran contra m¨ª, eran hacia ellas y ten¨ªa derecho a visita.
¡ª?Alguien examin¨® a sus hijas?
¡ªNo, ni a mis hijas ni a Ricardo ni a m¨ª. No me creyeron.
¡ª?Alguna vez la revisaron desde la Unidad de Valoraci¨®n Forense? [un servicio integrado en los juzgados con especialistas para ayudar en los casos].
¡ªNo. No pidieron informe al Centro de la Mujer al que acud¨ªa aunque sab¨ªan que estaba en tratamiento. No pidieron nada.
El caso qued¨® sobrese¨ªdo en mayo. El fiscal se sum¨® a la juez y tambi¨¦n consider¨® que no hab¨ªa ning¨²n incumplimiento. El abogado recomend¨® a Itziar Prats que desistiera: ¡°Pens¨¦ que no hab¨ªan considerado muchas cosas, no se valor¨® lo que yo aport¨¦. No tienen en cuenta que est¨¢n trabajando con personas. Eres una m¨¢s y ya est¨¢. Les da igual¡±.
Peque?os gestos
Y lleg¨® el 25 de septiembre, ese d¨ªa que empez¨® temprano para Itziar y cuyas im¨¢genes se le han repetido cada noche sin que pudiera evitarlo hasta hace muy poquito. Vive la vida como si no fuera la suya, intenta seguir adelante. ¡°Voy mejor. Procuro no quedarme en casa. Levantarme, vestirme, salir. Es necesario¡±, dice ahora dando un paseo hacia una cafeter¨ªa en Madrid. Hace fr¨ªo.
Va al gimnasio y est¨¢ estudiando, aunque le cuesta mucho concentrarse. Le gusta caminar y el campo. Queda a menudo con la familia y los amigos. Agradece mucho el respaldo que recibe de gente corriente de Castell¨®n. Compa?eros de trabajo, del colegio, amigos y vecinos. ¡°He tenido el apoyo incluso de personas que no me conoc¨ªan, les ha llegado esto y se han puesto en contacto conmigo. Intentan aportar cada uno su granito de arena para que yo est¨¦ mejor y esto sea visible¡±. Le reconforta el apoyo de la gente pero prefiere seguir siendo an¨®nima. Por eso pide no salir en la fotograf¨ªa. Por eso ilustran este reportaje sus manos con una mariposa que, en noviembre, le envi¨® una de esas desconocidas en recuerdo de las v¨ªctimas de la violencia machista. ¡°Todos somos capaces de hacer un peque?o gesto que impulse el cambio¡±, dec¨ªa. Quiere que lleguen al mayor n¨²mero de sitios posibles para abrir una reflexi¨®n. As¨ª que la madre de Prats no ha dejado de tejer mariposas desde entonces. Su padre est¨¢ ¡°en lucha¡±, explica ella: ¡°Quiere hacer algo para que no vuelva a pasar esto, que no se repita¡±.
¡ªY usted, ?qu¨¦ quiere?
¡ªQue esto no se normalice porque no es normal. Y que termine. O al menos que se tenga m¨¢s en cuenta lo que pasa de forma individual, porque cada caso es un mundo. Que las personas que lo tratan est¨¦n formadas, eso es esencial. Muchas, al menos desde mi experiencia, no te entienden. Y que se escuche a los ni?os. Los ni?os tienen mucho que decir.
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