El encanto decadente que sit¨²a a Montevideo en la cima de las ciudades latinoamericanas
La consultora Mercer considera a la capital uruguaya la urbe con mejor calidad de vida de la regi¨®n para empleados de multinacionales
Dos estudios han considerado estos d¨ªas a la capital uruguaya como la mejor de Am¨¦rica Latina para establecer a los empleados de las multinacionales y como la segunda m¨¢s cara, despu¨¦s de Ciudad de M¨¦xico, para vivir. Entre esas dos clasificaciones transcurre la verdadera vida montevideana, con sus miserias y su loco encanto decadente, sutileza que los rankings de Mercer (la mayor consultora del mundo de recursos humanos) y The Economist no pueden ni quieren captar. La piedra angular de la clasificaci¨®n de Mercer es la seguridad y la estabilidad pol¨ªtica y jur¨ªdica de la ciudad (y de Uruguay), adem¨¢s de la accesibilidad a los servicios bancarios, el estado de las libertades, los servicios m¨¦dicos, la oferta educativa y los servicios p¨²blicos. A todo lo anterior se a?ade la oferta gastron¨®mica y cultural, lo que convierte a la capital uruguaya en la urbe con mejor calidad de vida de la regi¨®n.
La mejor ciudad del mundo para vivir es Viena y 78 puestos m¨¢s abajo en la clasificaci¨®n de?Mercer?(sobre un total de 180) aparece Montevideo. ?Qu¨¦ representan esos 78 puestos de diferencia? Para resumir, todo lo que separa un pa¨ªs rico de uno de renta media como Uruguay, que adem¨¢s est¨¢ rodeado de gigantes como Brasil y Argentina, con altas tasas de criminalidad, debilidad institucional y crisis econ¨®mica. Uruguay ¡ªy su capital, resaltan por sus propias cualidades, como la calidad de su democracia, pero tambi¨¦n por la comparaci¨®n con el entorno.
Mercer advierte en cada informe de que su clasificaci¨®n est¨¢ enfocada a los empleados de las multinacionales. Gracias a otro estudio, elaborado por The Economist, se puede conocer la otra cara de la moneda: all¨ª Montevideo aparece como la segunda ciudad m¨¢s costosa de la regi¨®n para vivir, solo superada por Ciudad de M¨¦xico. Una vez m¨¢s, entre los dos puestos de la clasificaci¨®n hay un mundo: Uruguay, el pa¨ªs con menos desigualdades y mayor renta per c¨¢pita de Latinoam¨¦rica, dispone de sistemas gratuitos de salud y educaci¨®n, y lo realmente caro son los bienes de consumo ¡ªcoches, ropa, ocio y ciertos tipos de art¨ªculos de la canasta b¨¢sica¡ª.
Sufridos y austeros, los montevideanos soportan la falta de glamour de una sociedad de consumo prohibitiva, como soportan tambi¨¦n los rigores de vivir en la capital m¨¢s austral de Am¨¦rica, con inviernos cortos y crueles, azotados por el viento helado que sube desde el sur directamente de la Ant¨¢rtida, y porcentajes de humedad del 95% que calan los huesos.
Sin embargo, como muestran las crecientes cifras de entradas migratorias, cada vez llegan m¨¢s extranjeros a Uruguay. Los que se quedan aprecian y disfrutan una ciudad extensa y poco poblada (1,4 millones), llena de barrios-jard¨ªn, con m¨¢s casas que edificios y un patrimonio hist¨®rico mal conservado, pero de una irresistible belleza decadente. Tambi¨¦n valoran la amabilidad y tranquilidad de la gente, esos camareros que tardan 20 minutos en traerte un caf¨¦ y otros 20 en cobr¨¢rtelo, oblig¨¢ndote a no hacer nada 40 minutos al d¨ªa. Y, sobre todo, Montevideo te ense?a a comprar menos cosas y a disfrutar de lugares como la rambla, un paseo mar¨ªtimo de 24 kil¨®metros a lo largo de las aguas cambiantes del r¨ªo de la Plata, donde se hacen reuniones, se improvisan partidos de f¨²tbol o se pueden instalar sillas de pl¨¢stico para mirar pasar los barcos que llegan al puerto.
La rambla fue una obra colosal y muy costosa, construida en la primera mitad del siglo XX, cuando la bonanza econ¨®mica era tal (producto de la exportaci¨®n de carne) que los habitantes de la ciudad pudieron darse el lujo de tirar la casa por la ventana para vivir con el privilegio de mirar todos los d¨ªas el r¨ªo de la Plata (que ellos llaman mar). Desde entonces, los montevideanos han hecho todo lo posible para quedarse en la primera mitad del siglo XX, con un instinto natural para frenar la modernidad y su estr¨¦s. Ahora resulta que por eso su ciudad es la mejor. Tambi¨¦n una de las m¨¢s caras.
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