El colegio p¨²blico que ha desterrado la pelota
El Martinet, un centro p¨²blico de Ripollet, tiene un proyecto pedag¨®gico innovador sin asignaturas ni balones y lucha contra la Administraci¨®n para eliminar la cancha de su patio
¡°Hemos colonizado la pista¡±, dice Isabel Tr¨ªas, directora del colegio p¨²blico El Martinet, en el pueblo de Ripollet (Barcelona), que ha desterrado el uso de la pelota. All¨ª los alumnos no juegan al f¨²tbol ni al baloncesto. En ning¨²n momento de la jornada escolar. La pista es una explanada en desuso sin porter¨ªas ni canastas en la que los trazos de colores son casi imperceptibles. Rodeada de mont¨ªculos de tierra con peque?as construcciones hechas con troncos y con caba?as de madera, ese trozo de cemento es uno de los s¨ªmbolos de la lucha de este colegio por implantar su propio modelo de escuela, en el que no hay asignaturas y los ni?os no almuerzan bocadillos, sino fruta y frutos secos.
Cuando se levant¨® el colegio, en el a?o 2004, comenz¨® la pugna de este centro con la Administraci¨®n. Pidieron al Departament d'Ensenyament (la consejer¨ªa de Educaci¨®n catalana) que no instalara ninguna pista. El proyecto educativo que present¨® el equipo directivo era revolucionario: los alumnos no tendr¨ªan asignaturas y, por tanto, la materia de educaci¨®n f¨ªsica se dilu¨ªa.?¡°No es que no hagan deporte, sino que no consideramos necesario que practiquen los deportes tradicionales con pelota¡±, explica Isabel Tr¨ªas, la directora del colegio, con 480 alumnos, que no tienen permitido llevar balones al centro.
Hay dos grandes razones. ¡°Ya sabemos qu¨¦ tipo de actitudes generan los deportes como el f¨²tbol, los ni?os juegan por un lado e invaden gran parte del espacio y las ni?as, por otro¡±, cuenta Montserrat Navarro, la primera directora que tuvo el centro y la impulsora del proyecto. ¡°La pelota est¨¢ asociada a juegos competitivos que, adem¨¢s, generan un consumismo en los ni?os [por la compra de camisetas de los equipos y balones oficiales]. Es como las pantallas, tapan otras realidades¡±, argumenta Isabel Tr¨ªas.
A diferencia de las escuelas tradicionales, en El Martinet los alumnos no pasan seis horas sentados en el pupitre porque se mueven constantemente de los espacios interiores a los exteriores. ¡°No hay sedentarismo¡±, a?ade la directora. Les ense?an juegos cooperativos en los que el fin ¨²ltimo no es ganar, practican deportes al aire libre, hacen salidas en bicicleta y suben monta?as. A los seis a?os empiezan y a los 11 suben el Puigmal, de casi 3.000 metros de altura.
El Departament y la Inspecci¨®n Educativa dieron su visto bueno al proyecto, previamente aprobado por el consejo escolar con las familias, pero colocaron la pista deportiva reglamentaria en el patio. A?os despu¨¦s, la madre de uno de los alumnos se ofreci¨® a llevar al colegio una cantidad suficiente de tierra para tapar la pista y crear encima el entorno que hab¨ªan dise?ado: 100% natural y sin pavimentos de cemento. Lo hicieron y pocos meses despu¨¦s la historia volvi¨® a empezar; el Ayuntamiento de Ripollet y el Departament ¡ªen ese momento liderado por CIU¡ª urgieron al colegio a volver a despejar la pista. ¡°T¨² misma lo puedes ver, los alumnos ocupan los espacios con naturaleza y la cancha se queda siempre vac¨ªa. Es un sinsentido¡±, indica la directora, que ha vuelto a solicitar a la Administraci¨®n auton¨®mica ¡ªque tiene las competencias en materia de Educaci¨®n¡ª que les d¨¦ permiso para volver a cubrir el pavimento.
?Qu¨¦ hacen los ni?os en esos espacios de tierra? Unos construyen un canal de agua con piezas de madera y poleas, otros revisan las hortalizas que est¨¢n creciendo en el huerto, otros usan una lupa binocular para mirar de cerca unas hojas que han recolectado y otros, simplemente, deambulan. Actividades no faltan.?"Nuestro argumento es claro: ya hay polideportivos y zonas p¨²blicas con pistas que los ni?os pueden usar en su tiempo libre¡±, aclara la antigua directora Montserrat Navarro.
Desde el Departament aseguran que ya son cerca de una decena los colegios p¨²blicos catalanes que quieren transformar sus patios para que las pistas no ocupen la mayor parte del espacio, pero ninguno de ellos quiere, por el momento, eliminar las canchas. El real decreto de 2010 ¡ªaprobado por el Gobierno central¡ª que regula los requisitos m¨ªnimos de los centros educativos habla de ¡°un patio de recreo, parcialmente cubierto, susceptible de ser utilizado como pista polideportiva¡±. Eso quiere decir que la decisi¨®n ¨²ltima sobre las canchas corresponde a la comunidad aut¨®noma, aseguran fuentes del Ministerio de Educaci¨®n.
El cambio en la forma de interpretar la educaci¨®n f¨ªsica no es exclusivo de El Martinet. ¡°La disciplina, el orden y el esfuerzo ya no son las premisas, la gente sigue teniendo esa idea de la asignatura pero es un prejuicio anticuado¡±, explica Albert Batalla, profesor de Did¨¢cticas de la Educaci¨®n F¨ªsica de la Universidad de Barcelona. La superaci¨®n f¨ªsica ya no es el objetivo, no se trata de aprender a botar bien el bal¨®n, sino de cooperar y respetar las normas sin la mirada puesta en ser el ganador. ¡°Es un cambio radical que lleva a?os instal¨¢ndose en los colegios, ya no se ve el cuerpo como una m¨¢quina que hay que mantener en forma. Ahora se practica la expresi¨®n corporal mediante la danza o los malabares¡±, a?ade. Aunque reconoce que la pelota suele colonizar los recreos, obligando a los alumnos a sortear los balonazos y a refugiarse en las zonas perif¨¦ricas, cree que es ¡°muy radical¡± eliminar los balones. ¡°Supone darle la espalda a la realidad, la competitividad est¨¢ ah¨ª y hay que educar a los ni?os a gestionar el ansia por ganar¡±.
Implicar a los maestros en el dise?o arquitect¨®nico del centro
"La arquitectura y la docencia tienen que ir de la mano", asegur¨® el pasado marzo Josep Gonz¨¤lez-Cambray, el director general de centros p¨²blicos de Catalu?a, donde el Gobierno regional ha lanzado un plan para que docentes y miembros del Colegio de Arquitectos trabajen conjuntamente para identificar las nuevas necesidades de los colegios en funci¨®n de los proyectos pedag¨®gicos. La idea es involucrar a los maestros en el proceso previo a la construcci¨®n de nuevos centros para adaptar los espacios interiores y exteriores a los criterios pedag¨®gicos. "Ya hemos empezado a implicar a los equipos directivos en la fase inicial de dise?o de las escuelas, es la v¨ªa para crear las aulas del futuro", dijo el conseller Josep Bargall¨®.
Para Mar¨ªa Jos¨¦ Camacho, profesora de Educaci¨®n F¨ªsica en la Facultad de Educaci¨®n de la Complutense, el problema es que los deportes tradicionales llevan a los colegios a aplicar la ¡°jerarqu¨ªa de resultados¡±: salen mejor parados los alumnos con mayor rendimiento f¨ªsico. ¡°Siempre lo har¨¢n mejor los que practican esos deportes en su tiempo libre y eso genera mucha frustraci¨®n. Los juegos cooperativos, en los que el rendimiento es m¨¢s parecido, son m¨¢s inclusivos¡±, explica.
Es lo que las nuevas hornadas de maestros de Educaci¨®n F¨ªsica llaman gamificaci¨®n. ¡°Todo el grupo tiene que superar el reto, no vale con que uno sea buen¨ªsimo¡±, dice Trist¨¢n Gonz¨¢lez, profesor de la materia que ha dado clase en primaria durante 12 a?os. Pone un ejemplo: un torneo de combas a modo de juego de rol; cada movimiento tiene un nombre y lleva asociado unos puntos. Los ni?os saltan a la cuerda solos y en grupo. ¡°En los colegios p¨²blicos en los que he trabajado, nunca he centrado la asignatura en jugar al f¨²tbol o al baloncesto¡±. Coincide con los investigadores en que la ¨¦poca del "ch¨¢ndal, sudor y esfuerzo" ya pas¨®. Ahora importa m¨¢s la inclusi¨®n.
Lectura aut¨®noma
En El Martinet, que el a?o que viene tendr¨¢ tambi¨¦n secundaria, los espacios exteriores est¨¢n cubiertos de tierra y ¨¢rboles y se usan, igual que los interiores, como ¨¢reas de aprendizaje. ¡°Salir fuera equivale a acercarse a lo imprevisible, a lo que no se sabe, a lo que es sorpresa¡±, se puede leer en un libro autoeditado por el colegio en el que se explica su filosof¨ªa. En cada una de las puertas de entrada al edificio hay estructuras de madera con botas de agua de colores de diferentes tama?os. Porque los d¨ªas de lluvia tambi¨¦n se sale. En el interior las aulas no tienen pizarras porque quieren que los ni?os trabajen a su ritmo, que no realicen las mismas actividades todos a la vez. Salvo en la comida.
Tampoco hay ex¨¢menes y los ni?os lideran su propio aprendizaje con los maestros como gu¨ªa. Es casi la una del mediod¨ªa y los alumnos hacen tiempo hasta que llegue su turno del comedor. En una de las aulas, un grupo de alumnos de ocho a?os de tercero de primaria construye estructuras con figuras de madera o conversan entre ellos. M¨¢s de la mitad est¨¢n concentrados en su lectura. Pol Garc¨ªa, de 19 a?os, fue alumno del colegio. ¡°Para nada ech¨¦ de menos la pelota. La llegada al instituto s¨ª fue un poco heavy, por el cambio de modelo. Llevaba muy mal estar sentado tantas horas sin poder hablar, pero ten¨ªa muchas ganas de que me mandaran deberes y de hacer ex¨¢menes¡±, cuenta. Estudi¨® un grado de formaci¨®n profesional superior en Gesti¨®n Forestal y ahora est¨¢ haciendo pr¨¢cticas en un vi?edo cerca de Oporto. Lo que m¨¢s valora es que le ense?aran a interesarse por los temas y a buscar ¨¦l mismo informaci¨®n. ¡°Eso nunca se olvida, la curiosidad por aprender se te queda¡±.
Los patios se transforman para incluir a las ni?as
Hora del recreo en un colegio cualquiera. Desde fuera, un observador no ve nada especial en el patio. Un tumulto infantil, ni?os que juegan al f¨²tbol, otros que corren y ni?as sentadas en corros por la periferia del espacio. Parece que cada uno est¨¢ a su aire, donde le apetece. ?Hay sexismo en ese escenario? Este planteamiento inicial de la soci¨®loga Marina Subirats en su libro Balones fuera (Octaedro) ha inspirado a algunas escuelas a transformar sus recreos para evitar que los roles de g¨¦nero se reproduzcan desde la infancia. El colegio p¨²blico La Paloma, en el barrio madrile?o de La Latina, es uno de ellos. "Desde que son peque?os les ense?amos a estar de una manera en el mundo. El hecho de que los chicos ocupen la mayor parte del espacio con una actividad m¨¢s agresiva y las ni?as se resignen a los alrededores es el comienzo de la desigualdad", explica Irene Mart¨ªnez, profesora de la Complutense.
¡°A partir de segundo de primaria empieza a notarse la separaci¨®n de chicos y chicas en la hora del recreo, por eso el uso de la pista va rotando entre diferentes cursos y hemos habilitado nuevos espacios para hacer m¨²sica, escalar, plantar o comer tranquilo y solo prohibimos los juegos con bal¨®n los viernes¡±, cuenta Mar¨ªa Bel¨¦n Gonz¨¢lez, directora del centro. Hay tres tipos de zonas: activas, semiactivas y tranquilas. ¡°Hemos conseguido que los alumnos se relacionen m¨¢s con ni?os que tienen otros intereses¡±.
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