La loca de los t¨¢peres
Una sencilla compra del d¨ªa se convierte en un peregrinaje entre supermercados saturados de envoltorios. La soluci¨®n, algo aparatosa, ir con tarteras y al mercado de toda la vida
Mis madres del WhatsApp me han dicho que lo m¨¢s importante para hacer una compra con conciencia es pararse a pensar un momentito antes. As¨ª que escribo una lista de la compra para mi primer d¨ªa sin pl¨¢sticos de un solo uso: leche, zumo, carne, jam¨®n york, queso, ensalada. Facilito, empecemos suave.
Salgo de casa tan contenta con mi lista. He olvidado la bolsa de tela. Subo y cojo tres de las tote bags que se reproducen en el perchero de mi entrada (no recuerdo haberlas comprado). Bajo otra vez. Pienso que sin algo pl¨¢stico rode¨¢ndola, la carne me va a mojar la bolsa de tela. As¨ª que subo otra vez y cojo tres t¨¢peres. La idea se la he copiado a mi compa?ero Pablo Cant¨® que hizo un experimento parecido en Verne. Pero yo soy una se?ora y me da mucha verg¨¹enza parecer la loca de los t¨¢peres. Pienso: no puede ser peor que cuando llevo a los ni?os al cole en pijama, as¨ª que bajo otra vez en ascensor. Menos mal que no va a gasolina, la huella ambiental de esta comprita ser¨ªa hist¨®rica.
Mi intenci¨®n es comprar donde lo hago casi siempre. Carrefour Express debajo de casa. En mi hogar casi toda la comida la compra y la cocina mi novio (un cari?oso saludo). Yo pillo lo que falta de noche, cuando vuelvo de trabajar. Por no pedir bolsa, me suelo meter las cosas en el bolso. Y a veces se me olvidan ah¨ª.
Pero como esto es un "trabajo de investigaci¨®n" hoy son las diez de la ma?ana. Hay menos gente que a las diez de la noche y ninguno parecemos agotados. De d¨ªa se compra de otra manera, con m¨¢s alegr¨ªa y concentraci¨®n. Aun as¨ª no encuentro leche en botella de cristal (consumo diario del hogar, litro y medio). El embutido y la carne est¨¢n enfundados en pl¨¢stico. Alguna fruta va suelta, pero la pegatina t¨¦rmica fijo que lo lleva. Veo obscenas bolsas pre?adas a su vez de bolsitas monodosis de k¨¦tchup y me agobio.
Me voy a la cercana versi¨®n Market de la cadena. La entrada es otra cosa. Amplia, como sanota. Hay un estante con fruta divinamente colocada en cestitas de mimbre. Y hasta un se?or que hace sushi. Quiero media pi?a, pero est¨¢ envuelta en film. Entonces me fijo en que el precio por kilo no coincide con el que pone en el cartel (0,99 euros/kilo en el cartel, 1,29 euros/kilo en la media la pi?a). Un amable dependiente me explica que como est¨¢ cortada POR LA MITAD es m¨¢s cara. Tambi¨¦n pasa con la sand¨ªa (de 1,15 euros/kilo a 1,29 euros/kilo si es media). Imagino que la diferencia es menor porque es m¨¢s f¨¢cil cortar una sand¨ªa POR LA MITAD que una pi?a.
La loca de los t¨¢peres est¨¢ perdiendo la paciencia.
Tras la entrada como de mercado guay, hay un s¨²per normal, con lineales de cosas empaquetadas. Algunas exageradamente: jam¨®n con pl¨¢stico entre las lonchas, tortas de arroz envueltas por parejas y luego en grupo (el envoltorio tiene que pesar m¨¢s que la nada que rodea). Tampoco encuentro una botella de leche de cristal. Abandono.
Lidl est¨¢ al lado. Son famosos porque hace un a?o fueron los primeros en eliminar las bolsas de pl¨¢stico. En las cajas registradoras las venden de papel y de rafia. Sin embargo, aparte de algunas frutas y verduras, todo est¨¢ plastificado. Los chorizos, el pan (bolsa de papel con ventana), el br¨®coli¡ Las napolitanas de su marca blanca vienen en bolsas individuales dentro de otra bolsa.
La ¨²ltima oportunidad que le doy a un s¨²per es al Dia&Go. Adem¨¢s de frutas a granel, tienen alg¨²n fruto seco. Algunas barquetas son de cart¨®n. Y hay pescader¨ªa y charcuter¨ªa con personas humanas tras el mostrador. Pido 200 gramos de york y saco, resuelta, el t¨¢per. ?Soy la primera que lo hace? Soy la primera.
El charcutero no me juzga, le hago gracia. Mete amablemente el york y el queso fresco en mis dos t¨¢peres, me pega el recibo con celo en las tapas, y me dice que si tengo alg¨²n problema en caja, que le llamen. Las cajas son de autopago y no entienden que el peso que pone en el c¨®digo de barras no coincida con el del producto. ¡°Es por sus tarteritas¡±, me explica una sonriente supervisora sin sorna, arreglando expeditivamente el problema con una llave m¨¢gica. ¡°Es que como es la semana de no usar pl¨¢sticos¡¡±, farfullo. ¡°Claro, claro, fenomenal se?ora¡±. La loca de las tarteritas, me gusta como suena.
Llevo una hora danzando y tengo jam¨®n de york y queso. Enfilo para el mercado del barrio que es por donde ten¨ªa que haber empezado. Antes, en la Plaza de Tirso de Molina, me topo con un puesto callejero de una cooperativa de Fuenlabrada que vende producto de una asociaci¨®n de agricultores. El tenderete tiene impreso el lema ¡°Cultivando otro modelo¡±. Puri Lara me explica que tiene muchos clientes fijos (est¨¢n aqu¨ª todos los martes) por ¡°el rollo ideol¨®gico, pero sobre todo por los buenos precios y por el producto¡±. Sus lechugas y acelgas han sido cortadas esta misma ma?ana. Compro un kilo de patatas por un euro (?ganga!) y me regala otra bolsa de tela.
El cercano mercado de la Cebada, un hist¨®rico madrile?o, se gentrifica los fines de semana con bares y ferias de dise?o, pero entre semana bastantes puestos siguen vivos con nuevos y viejos vecinos. A los carniceros Cipriano y Antonio no les sorprenden mis t¨¢peres, que llenan de filetes. ¡°Muchos j¨®venes los traen desde hace meses¡±. JOVEN. Cuentan que hubo un momento en que dejaron de usar papel encerado y serv¨ªan todo el g¨¦nero en barquetas de poliesp¨¢n con film encima. Sin embargo, hace un a?o las sustituyeron, a petici¨®n del p¨²blico, por otras biodegradables (¡°el doble de caras¡±) y han vuelto a envolver en papel. Si haces una buena compra, te regalan ellos tambi¨¦n una tote bag.
El frutero Pedro D¨ªaz tiene el g¨¦nero en cajas de madera y lo sirve todo en papel. ¡°Salvo algunas cosas delicadas que pierden humedad y vienen envueltas en pl¨¢stico, como las setas o las moras¡±. Un pl¨¢tano en barqueta con film le parece un sinsentido: ¡°Madura m¨¢s deprisa y contamina much¨ªsimo¡±. El problema, dice, son los ¡°h¨¢bitos de compra¡±. ¡°Aqu¨ª tambi¨¦n viene la gente con prisas, a ¨²ltima hora, directos del trabajo, con pereza, sin pensar si lo que les apetece es o no de temporada¡±. Por la tarde le piden m¨¢s bolsas (que se cobran por ley desde hace un a?o), por la ma?ana abundan m¨¢s entre el p¨²blico las de tela, los carritos, alg¨²n capazo de mimbre de joven madre vintage. Le confieso con una punzada que hace a?os que no lavo una lechuga porque solo compro ensalada embolsada. Me recomienda la batavia y la trocadero. Y tomates cherry Divino Imperial en rama que vienen sin el t¨ªpico vasito.
Al final, para la leche en cristal tengo que ir a la tiendita eco que dej¨¦ de visitar cuando se me pas¨® el furor de que el primer hijo solo pod¨ªa comer pur¨¦s caseros de verduras bio. La due?a se acuerda del nombre del ni?o. Me siento tan culpable que compro un yogur de cuatro euros. Y se me olvida el zumo.
Lecciones del d¨ªa:
- Pasada la verg¨¹enza, resulta comod¨ªsimo llegar a casa con los t¨¢peres y meterlos directamente en la nevera. Sobre todo, el queso de Burgos, sin papeles h¨²medos ni bolsitas que chorrean.
- Es muy complicado hacer la comprita del d¨ªa sin pl¨¢sticos en un supermercado. Aunque hay opciones, tarros de cristal y as¨ª, bastantes de sus envoltorios son obscenos e innecesarios. Se lo tendr¨ªan que mirar.
- A las ocho o nueve de la noche solo est¨¢n abiertos los supermercados.
- A la larga, para que esto saliese bien, mi familia tendr¨ªa que planificarse mucho mejor. Investigar opciones online, buscar una soluci¨®n m¨¢s razonable para lo de la leche...
- Hay gente a quien le relaja ir al mercado. A m¨ª me relaja tumbarme.
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