Un mu?eco contra el alzh¨¦imer
Una terapia no farmacol¨®gica se abre paso en Espa?a para estimular a pacientes con demencia y dolencias similares
A Vicente P¨¦rez se le ilumina el rostro al verlo. Estira los brazos para alcanzar el mu?eco que le ofrecen. "?Qu¨¦ bonito eres!", le dice sonriendo. Este hombre alto y corpulento, que un d¨ªa fue alba?il, tiene hoy 90 a?os y padece alzh¨¦imer. Cuentan en la residencia en la que vive desde hace casi dos a?os que ya interacciona poco con el entorno y que sus hijos se emocionan al escucharlo cantar nanas a quien cree que es un beb¨¦. ?l, que cuando era joven no fue muy ni?ero, ahora da besos a lo que puede parecer un juguete, pero en este caso es parte de una terapia. Le ayuda a reducir la agitaci¨®n, a mantener la atenci¨®n, a pasar de ser cuidado a convertirse por un rato en cuidador.
Vicente recibi¨® el diagn¨®stico hace 12 a?os. Desde entonces se le han ido borrando recuerdos, caras, nombres. En 2017 lleg¨® a Los Llanos Vital, una residencia privada en Alpedrete (Madrid). Este enero pusieron en pr¨¢ctica una terapia no farmacol¨®gica consistente en tratar a los pacientes con mu?ecos. Los reciben por espacios cortos de tiempo, supervisados por la terapeuta ocupacional. Todo el centro est¨¢ entrenado, desde auxiliares al personal de cocina. Saben c¨®mo entregarlos y c¨®mo retirarlos, tienen que tratarlos como si fueran beb¨¦s: la decena de internos que participan en la actividad piensa que lo son.
"En 2018 pas¨® una etapa muy alterado", recuerda Elvira, una de los siete hijos de Vicente. "Ahora est¨¢ m¨¢s calmado. Y los d¨ªas de m¨¢s desgana y aislamiento, en cuanto lo ve no para de sonre¨ªrle y hablarle. La memoria emocional es la ¨²ltima que pierden", a?ade. Esta familia autoriz¨® la terapia sin dudar. "Todo lo que le ayude nos parece bien", prosigue. Tanto, que el d¨ªa del padre le regalaron un mu?eco que le dan solo con autorizaci¨®n del personal.
Un estudio piloto
Esta terapia se abre paso en Espa?a, donde entre 800.000 y 1.200.000 personas sufren alzh¨¦imer y otras demencias. "Cada vez m¨¢s residencias nos consultan", apunta Maribel Gonz¨¢lez, directora del Centro de Referencia Estatal de Atenci¨®n a Personas con Alzh¨¦imer y otras Demencias, que depende del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso). En esta instituci¨®n p¨²blica, ubicada en Salamanca, est¨¢n realizando un proyecto piloto para probar su evidencia cient¨ªfica. All¨ª aplican terapias no farmacol¨®gicas desde que abri¨® sus puertas, en 2008, siempre de forma complementaria a los medicamentos.
Ya llevan unos a?os trabajando con mu?ecos con algunos de los 75 residentes y han observado sus beneficios. Adem¨¢s de la mejora de las relaciones personales, perciben la reducci¨®n de s¨ªntomas como la apat¨ªa, la agitaci¨®n o la deambulaci¨®n. Tambi¨¦n sirve para motivarles a realizar actividades como dar un paseo o dormir. "Queremos probarlo cient¨ªficamente, aislando la terapia. Hay investigaciones que demuestran sus efectos positivos, ninguna aqu¨ª. Una de las m¨¢s importantes, en el Reino Unido, prob¨® que mejoraban la comunicaci¨®n y aumentaban la actividad", explica Gonz¨¢lez. "La terapia tiene m¨¢s implantaci¨®n en los pa¨ªses anglosajones. En los ochenta ya se usaba en Estados Unidos y Australia", indica. "Cuando tengamos conclusiones, publicaremos una gu¨ªa para profesionales y familias. Estamos en la fase inicial, hemos estudiado la bibliograf¨ªa y tenemos que terminar de perfilar la hip¨®tesis y la metodolog¨ªa", apunta. Fuentes de la Confederaci¨®n Espa?ola de Alzh¨¦imer, que agrupa a m¨¢s de 300 asociaciones de familiares, recalcan que las terapias deben sustentarse en un estudio y estar dirigidas por expertos.
El centro de referencia estatal est¨¢ realizando un estudio piloto que mejora la comunicaci¨®n de los pacientes y se reduce la agitaci¨®n
En el centro de referencia ven insuficientes los protocolos sobre terapias no farmacol¨®gicas y creen necesario establecer pautas conjuntas con el Ministerio de Sanidad. Nuria Carcavilla, psic¨®loga experta en demencias que imparte cursos sobre esta t¨¦cnica, coincide. "Hay pautas generales a nivel internacional", afirma. "Aunque debe aplicarse individualmente a cada paciente", contin¨²a. "Se basa en la teor¨ªa del apego", prosigue. Las personas con demencia encuentran referentes perdidos, como la relaci¨®n con sus padres o hijos, en los mu?ecos. "Introducimos una herramienta cultural asociada a los ni?os, pero no es un juego", se?ala. "El desconocimiento conlleva prejuicios".
En Los Llanos Vital, la residencia de Vicente, hay familiares que no autorizan la terapia. "Piensan que los infantiliza. Otros nos han dicho que solo nos dan permiso si dejamos claro que no es un beb¨¦, sino un mu?eco. Pero no funciona as¨ª", sostiene Esther Garc¨ªa, directora de esta residencia, donde una plaza cuesta entre 1.800 y 2.150 euros mensuales, m¨¢s IVA.
Respetar su percepci¨®n
"No especificamos si es un mu?eco o un beb¨¦, decimos 'mira qui¨¦n ha venido' y respetamos su percepci¨®n. No lo hacemos por entretener, sino por el v¨ªnculo que se crea, no solo con los mu?ecos, sino con el resto de residentes", cuenta Ana Sanz, terapeuta ocupacional de la residencia. All¨ª viven 93 personas y unas 30 van al centro de d¨ªa. Aproximadamente la mitad padece alguna demencia. La terapia se aplica sobre todo en una fase moderada avanzada, cuando hay mayor deterioro cognitivo que en la etapa inicial.
En la sala donde trabaja Sanz descansan estos beb¨¦s de pl¨¢stico. Visten ropa de verano, dada la ¨¦poca del a?o. Los mu?ecos deben tener apariencia de ni?os, pero no pueden ser hiperrealistas, pesar¨ªan demasiado. Deben tener el cuerpo blando. No pueden emitir sonidos. Lo ideal es que midan de 35 a 55 cent¨ªmetros, en funci¨®n de las necesidades del paciente y lo avanzado de su enfermedad (a mayor deterioro, normalmente, menor tama?o).
En el cuarto, sobre varias estanter¨ªas, hay mantas, pa?ales de juguete, incluso una sillita. Hay ropa doblada y varias prendas colgadas con pinzas. "Los residentes los visten, los lavan", cuenta Sanz. "En algunos casos, como el de Vicente, nos sirve para que coman, aunque nunca como chantaje. Les pedimos que nos ayuden", contin¨²a. "En otros casos son un aliciente para ba?arse o dormir", sigue Sanz, que acompa?a cada ejemplo con un caso concreto.
Como el de Esther Alonso, que tiene 89 a?os y padece alzh¨¦imer. Lleg¨® a la residencia en 2017. Ella, que fue funcionaria en la Seguridad Social, ha creado un fuerte v¨ªnculo con los mu?ecos. "Deambula mucho. La vemos de un lado a otro, nerviosa. Al darle uno se calma", cuenta la directora.
Al poco, esta anciana de ojos expresivos entra en acci¨®n. Le ofrecen visitar la sala. Se alegra. "Me voy con alguno de los ni?os", exclama al verlos. Pide permiso y elige uno. "Yo s¨ª lo quiero", dice, mientras levanta al aire a uno de los beb¨¦s, haci¨¦ndole caranto?as. Habla de la casa de su padre.
"Su discurso no es coherente, pero en este instante conecta con el entorno. Se preocupa por los mu?ecos", explica la terapeuta. "El momento de la retirada es importante. Hay que saber hacerlo. Que conf¨ªen en que se quedan bien", a?ade. Una auxiliar sujeta al mu?eco en brazos mientras lo mece. Convence a Esther de que ella lo cuidar¨¢ un rato. "?S¨ª? ?Segura?", pregunta. La trabajadora asiente. Solo entonces, aunque emocionada, se queda conforme. El beb¨¦ est¨¢ en buenas manos.
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