Ana L¨²cia da Silva, la v¨ªctima 1.000 de la violencia machista, la segunda de Salvador Ram¨ªrez
Madre de cinco hijos, la mujer lleg¨® de Brasil hace dos primaveras. Su familia pide ayuda para repatriar el cad¨¢ver. Su presunto asesino mat¨® a su primera mujer en 2002
Ana L¨²cia da Silva es la v¨ªctima mortal n¨²mero 1.000 de la violencia machista. La Delegaci¨®n del Gobierno en Andaluc¨ªa acaba de confirmar que la mujer, asesinada el pasado viernes, ocupa ese puesto en la larga y triste lista de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003, cuando arranc¨® la cuenta oficial. Su cad¨¢ver fue encontrado el pasado d¨ªa 14? junto al de su pareja, Salvador Ram¨ªrez, por los bomberos que acudieron a una vivienda en el barrio cordob¨¦s de Valdeolleros tras un aviso de incendio. El equipo de Polic¨ªa Judicial que se dirigi¨® hasta el lugar minutos m¨¢s tarde encontr¨® un escenario ¡°poco habitual¡± para un incendio, seg¨²n fuentes policiales. Desde entonces, la hip¨®tesis de que ¨¦l hab¨ªa asesinado a la que era su pareja cobr¨® peso. Finalmente, ha sido confirmada este mi¨¦rcoles despu¨¦s de que el juzgado de instrucci¨®n que empez¨® el caso se inhiba en un juzgado de violencia sobre la mujer.
Da Silva es la segunda mujer asesinada por el malague?o Ram¨ªrez, de 45 a?os. En 2002, confes¨® haber matado en Algeciras a su entonces esposa, Amanda del Carmen Cabeza, cuando ¨¦l ten¨ªa 27 a?os y ella 22. Eran padres de tres hijos peque?os y los malos tratos eran habituales, seg¨²n recogen informaciones de aquel hecho. Estaban separ¨¢ndose. El cad¨¢ver de ella apareci¨® en la ba?era con signos de estrangulamiento. Fue condenado a 17 a?os de prisi¨®n en 2004. La pena extingu¨ªa en 2020, pero seg¨²n fuentes de la Subdelegaci¨®n del Gobierno obtuvo el tercer grado en octubre de 2017 y la libertad condicional en febrero de 2018. En prisi¨®n se comport¨® tan bien que disfrut¨® de muchos permisos. Se apunt¨®, incluso, a un programa contra la violencia de g¨¦nero.
El 21 de diciembre de 2017, la Junta de Tratamiento propuso? al juez la libertad condicional por un periodo de dos a?os, adjuntando un informe con pron¨®stico favorable a su reinserci¨®n social. El 23 de enero de 2018, el juez de Vigilancia Penitenciaria de C¨®rdoba acord¨® la libertad condicional y le impuso reglas de conducta, como la obligaci¨®n de residir en la Casa de Acogida de C¨¢ritas y ¡°mantener hasta el final de la condena la buena conducta y comportamiento que han determinado el pron¨®stico individualizado y favorable a la reinserci¨®n, emitido en el informe final base de la concesi¨®n de la libertad condicional¡±.
Ana L¨²cia da Silva lleg¨® a C¨®rdoba desde Brasil en la primavera del a?o pasado, seg¨²n explica su hermana, Priscila da Silva. Dej¨® cuatro hijos en su pa¨ªs, pero lleg¨® a Espa?a con una hija, Raquel, de 16 a?os. En el momento del asesinato de su madre estaba en el instituto, donde recuerdan como ¡°un drama¡± el momento en el que le dieron la noticia a la joven. Poco despu¨¦s se acerc¨® hasta la vivienda en compa?¨ªa de su t¨ªa.
La fallecida manten¨ªa una relaci¨®n con Ram¨ªrez desde finales del a?o pasado y viv¨ªan en el humilde barrio cordob¨¦s de Valdeolleros. El humo que sal¨ªa por la ventana fue lo que llev¨® a varios vecinos a llamar a los bomberos sobre las 11.00 de la ma?ana del viernes. Por la tarde, el balc¨®n mostraba a¨²n manchas por el humo, aunque el incendio solo afect¨® a una habitaci¨®n. Su puerta permanece precintada por la polic¨ªa.
La mujer hab¨ªa dado pasos para rehacer su vida en C¨®rdoba. En su proceso de adaptaci¨®n a su nuevo pa¨ªs, Da Silva empez¨® a principios de este a?o a acudir a clases de espa?ol. El primer d¨ªa la acompa?¨® su pareja. ¡°Era reservada, pero siempre manten¨ªa una sonrisa¡±, asegura una compa?era. Acud¨ªa a clases dos veces a la semana. Nunca faltaba. Pero dos meses despu¨¦s debi¨® dejarlas porque hab¨ªa encontrado trabajo como empleada dom¨¦stica. Una ONG local la hab¨ªa ayudado en ese tiempo a crear un itinerario de inserci¨®n sociolaboral, aunque lo hall¨® sola. El viernes la esperaban para trabajar.
¡°Unas veces trabajaba en hosteler¨ªa, otras limpiando casas o cuidando a personas mayores¡±, cuentan algunos miembros de la iglesia evangelista del barrio de Santa Rosa, conocida popularmente como El Laurel. La v¨ªctima mortal n¨²mero mil del machismo se reun¨ªa all¨ª cada domingo por la ma?ana con un grupo de creyentes. ?l tambi¨¦n la acompa?¨® varias veces. ¡°Nos lo hab¨ªa presentado. Quer¨ªa que siguiera tambi¨¦n su religi¨®n, pero ¨¦l hablaba poco¡±, a?aden las mismas fuentes, que destacan que Da Silva ¡°era muy buena y confiada¡±. Por eso, a pesar de conocer los antecedentes de Salvador, no tuvo reparos en que fuera a vivir con ella y su hija. Su entorno le recomend¨® que no lo hiciera. ¡°Era una superviviente, luchaba para salir adelante desde unas circunstancias complicadas¡±, a?aden sus compa?eros de la iglesia evangelista, que subrayan que el hecho de compartir piso con el hombre tambi¨¦n estaba relacionado con compartir gastos, ya que la situaci¨®n econ¨®mica de ambos no era buena.
Al salir de prisi¨®n el juez? impuso a Ram¨ªrez la obligaci¨®n de residir en la Casa de Acogida de C¨¢ritas y posteriormente ¨¦l solicit¨® la autotutela y la Fiscal¨ªa mostr¨® su conformidad. Hab¨ªa empezado a trabajar como friegaplatos en un restaurante hace un a?o gracias a una ONG local que ayuda a personas en riesgo de exclusi¨®n social. Sus compa?eros explican que su comportamiento ¡°era ideal¡±. El viernes se extra?aron de que Salvador no acudiera a su puesto de trabajo a las 10 de la ma?ana. Poco despu¨¦s conoc¨ªan lo que hab¨ªa pasado. Es lo que cuentan quienes tuvieron trato con ¨¦l. En el barrio donde ambos resid¨ªan apenas eran conocidos. ¡°Les hemos visto alguna vez, pero poco m¨¢s¡±, cuentan en los establecimientos junto al piso en el que resid¨ªan.
La familia quiere lanzar una campa?a en Gofundme para recoger dinero para repatriar el cad¨¢ver de Ana L¨²cia da Silva hasta Brasil. Necesitan unos 5.700 euros.