La justicia brit¨¢nica otorga el derecho a tener sexo a un hombre con autismo
Un tribunal levanta las restricciones que las autoridades locales hab¨ªan impuesto al hombre, que seg¨²n un informe psicol¨®gico no entiende el concepto de consentimiento
La justicia brit¨¢nica ha reconocido a un hombre con autismo el derecho a tener sexo, pese a que un informe psicol¨®gico asegura que no entiende el concepto de consentimiento. El Tribunal de Protecci¨®n de los Juzgados Centrales de Familia de Londres ha determinado que J. B. ¡ªsiglas con las que se ha protegido su identidad¡ª tiene el ¡°derecho a cometer los mismos errores¡± que el resto de seres humanos ¡°pueden cometer y cometen a lo largo de su vida¡±. Por ello, entiende que no debe limitarse el deseo de este hombre de 36 a?os, con deterioro cognitivo, a mantener relaciones ¨ªntimas. La decisi¨®n ha puesto de manifiesto los tab¨²es que rodean la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual. Para el colectivo, en muchas ocasiones sobreprotegido, la revoluci¨®n sexual sigue pendiente.
J. B., que vive en una residencia, no ha cometido nunca un delito contra la libertad sexual, pero su comportamiento en el pasado hacia las mujeres llev¨® a las autoridades locales a someterle a un plan especial desde 2014, y a limitar en algunos aspectos su libertad personal. Las autoridades quer¨ªan mantener las restricciones.
En el juicio se ley¨® el informe pericial de un psic¨®logo que aseguraba que J. B. representaba un ¡°riesgo moderado¡± de acoso sexual a las mujeres. En concreto, hacia aquellas en situaci¨®n de vulnerabilidad. El hombre, seg¨²n ese dictamen m¨¦dico, no est¨¢ en condiciones de entender por qu¨¦ es necesario e importante el consentimiento expreso de la mujer, ni que intentar forzar una relaci¨®n sexual sin el permiso de la otra persona es un delito.
Informaci¨®n, intimidad y otros retos
El sex¨®logo Carlos de la Cruz apunta cinco retos pendientes en la vida sexual de las personas con discapacidad: ¡°El primero: les falta informaci¨®n. Y segundo, la sobreprotecci¨®n. Tienen que aprender a equivocarse y a tomar decisiones para su desarrollo personal. El tercero, que tienen menos desarrollo social, un c¨ªrculo de amigos m¨¢s peque?o, van del centro a casa y al rev¨¦s. El cuarto: tienen menos intimidad. Para crecer en lo sexual hay un espacio en el que deben aprender a estar solos. Y quinto: hay m¨¢s acceso a su cuerpo; les cuesta m¨¢s entender que su cuerpo les pertenece si hay m¨¢s personas cuando se asean, por ejemplo¡±. Y concluye: ¡°Ahora que sabemos los errores, es imperdonable no evitarlos¡±.
La juez Jennifer Mary Roberts ha entendido que mantener las restricciones supondr¨ªa un acto de discriminaci¨®n: ¡°La imposici¨®n de una carga concreta que un individuo con plenas capacidades no tiene por qu¨¦ soportar¡±. La juez atiende a las razones del hombre, ¡°quien ha dejado muy claro que desea desesperadamente encontrar una novia con la que mantener una relaci¨®n, se muestra ansioso por tener una pareja sexual y cree que las actuales restricciones son una intromisi¨®n injusta e ilegal en sus derechos a la privacidad y la vida familiar¡±.
Las autoridades locales han anunciado su intenci¨®n de recurrir la sentencia. ¡°Existe una interesante tensi¨®n en estos casos¡±, ha explicado al diario The Guardian Victoria Butler, abogada de los demandantes. La juez, sin embargo, estima que debe prevalecer a toda costa el derecho b¨¢sico a poder mantener relaciones sexuales. ¡°Es una expresi¨®n b¨¢sica de nuestra condici¨®n humana y de nuestra existencia como seres sexuales. Es parte esencial de nuestro ADN como seres humanos reproductivos¡±, escribi¨®.
El sex¨®logo Carlos de la Cruz insiste en el derecho a la sexualidad. ¡°La interacci¨®n con otras personas es una parte de ella, pero no toda. Tambi¨¦n est¨¢ el derecho a conocer el propio cuerpo¡±, apunta. ¡°No solo hay que permitirlo, sino facilitarlo¡±, sostiene. ¡°Las personas con discapacidad intelectual deben poder mostrar su consentimiento en las relaciones er¨®ticas. Para ello, antes deber¨ªan haber podido tomar otras, como elegir al lado de qui¨¦n se sientan en el autob¨²s, qu¨¦ champ¨² usan o c¨®mo se visten¡±, a?ade este doctor en Psicolog¨ªa y vicepresidente de la asociaci¨®n Sexualidad y Discapacidad.
¡°Hay que tratar de evitar la sobreprotecci¨®n, que genera vulnerabilidad. Y fijar l¨ªmites. Tienen que aprender a gestionar una negativa y la frustraci¨®n que genere¡±, se?ala. ¡°Que tomen tantas decisiones como sea posible y se les fijen tantos l¨ªmites como sean de sentido com¨²n¡±.
De la Cruz rompe con el mito de las personas con discapacidad intelectual con impulsos sexuales irrefrenables: ¡°No tienen m¨¢s que el resto. Otra cosa es que no hayamos puesto el esfuerzo en que aprendan a controlarlos. No creo que se masturben m¨¢s en un colegio especial que en un instituto. La diferencia es que en este ¨²ltimo se ver¨¢ menos porque lo har¨¢n en la intimidad. Pero las personas con discapacidad intelectual carecen de esos espacios¡±.
Pese a ello, se muestra optimista. ¡°El inter¨¦s se ha despertado. Queda mucho camino por recorrer, pero estamos rompiendo el tab¨². La cantidad de entidades, profesionales, familias y personas con discapacidad que est¨¢n reclamando apoyos y ayudas para educar y atender la sexualidad es much¨ªsimo mayor que hace 20 a?os¡±. Por ello anima a las familias a vencer ¡°el miedo al embarazo, que les paraliza¡±. ¡°Con chicos de padres m¨¢s j¨®venes, la cosa se suaviza un poco, pero hasta hace no mucho, al cumplir 18 ¨® 19 a?os, la mayor preocupaci¨®n era esterilizar a las chicas¡±, lamenta Miriam Blanco Somiedo, trabajadora social que coordina viviendas tuteladas de la ONG Astrona en Le¨®n. ¡°Y as¨ª no se resuelve el problema. Sin educaci¨®n, son m¨¢s susceptibles de sufrir abusos. Conozco chicas que no eran conscientes de que hab¨ªan sufrido un chantaje sexual porque les hab¨ªan dado un regalo a cambio. Esto solo se para con informaci¨®n¡±.
¡°Las familias lo viven con inseguridad y miedo y se centran en los riesgos¡±, apunta Enrique Galv¨¢n, presidente de Plena Inclusi¨®n, movimiento asociativo que agrupa a 900 entidades. Hace dos a?os fijaron un posicionamiento institucional reivindicando los derechos de las personas con discapacidad a tener una vida afectiva y sexual plena: ¡°Para ello necesitamos programas de apoyo. La revoluci¨®n sexual est¨¢ pendiente y para hacerla realidad tenemos que formarnos¡±.
¡°Para las familias es un tab¨²¡±
¡°Tengo un hermano con discapacidad intelectual que es homosexual y naci¨® en tiempos de Franco. Imag¨ªnate c¨®mo fue su infancia y adolescencia¡±. As¨ª resume Claudia la situaci¨®n. En su casa nunca se habl¨® de sexo. Mucho menos con su hermano, con una discapacidad del 36%. Ella, que pide nombre ficticio para no incomodarlo, ha ejercido un poco de madre de su hermano, siete a?os mayor.
Ahora ¨¦l tiene 58 y hace cuatro se atrevi¨® a decirles que es homosexual. ¡°Yo ya lo sab¨ªa, por c¨®mo miraba a otros hombres, por alguna revista que le vi alguna vez... pero a m¨ª no se atrevi¨® a dec¨ªrmelo. Se lo dijo a mi sobrina. Desde entonces ha pegado un cambio enorme, creo que se liber¨®¡±, explica. ¡°Para las familias, la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual era y sigue siendo un tab¨², mucho m¨¢s si hablamos de salir del armario¡±, cuenta al tel¨¦fono.
Ella intuye que su hermano, que vive en Le¨®n y trabaja como operario en una f¨¢brica, ha mantenido relaciones sexuales en alg¨²n momento, pero ocult¨¢ndolo. ¡°Mis padres ya fallecieron. Mi madre era m¨¢s abierta. Mi padre ni siquiera admit¨ªa que ten¨ªa un hijo con una discapacidad. En casa pod¨ªan bromear con que tuvi¨¦ramos pareja el resto de hermanos, pero excluy¨¦ndole a ¨¦l. Como si no existiera¡±.
Claudia no cree que el problema sea generacional: ¡°Si a las cr¨ªas adolescentes les sigue costando contar si se masturban o no, cu¨¢nto debe costarle a quien tiene discapacidad intelectual¡±. Dice que ahora s¨ª es capaz de hablar m¨¢s con su hermano del tema, pero que al principio no pod¨ªa. ¡°A veces, las propias familias tenemos la culpa de que ellos no se sientan c¨®modos, somos demasiado protectoras¡±, lamenta. Su hermano nunca le pregunt¨® nada que hiciera referencia al sexo. Lo que sabe lo aprendi¨® solo aunque en su casa no tuviera demasiada intimidad. Lo que m¨¢s feliz har¨ªa a Claudia es que encontrara pareja.
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