Qued¨¦monos con este horario ya para siempre
El cambio de hora europeo se une en Espa?a a unos h¨¢bitos perniciosos para la salud y la econom¨ªa
El cambio de hora que acometimos este domingo es el mejor. La sensaci¨®n de disfrutar de una hora m¨¢s de sue?o perdura durante unos d¨ªas (pocos) y hay luz natural cuando uno se levanta para ir al trabajo. Los expertos que analizan concienzudamente esta cuesti¨®n, como la Comisi¨®n Nacional para la Racionalizaci¨®n de los Horarios, proponen fijar este que aplicamos hasta marzo ya para todo el a?o. Quedarnos en Espa?a con la hora GMT+1, explican, se acerca mucho m¨¢s al horario que nos corresponde por nuestra situaci¨®n geogr¨¢fica y aprovecha mejor durante todo el a?o las horas de luz.
El cambio del domingo es, probablemente, uno de los ¨²ltimos que tengamos que hacer. La Uni¨®n Europea ha llegado a la conclusi¨®n de que apenas comporta beneficios para la econom¨ªa y, sin embargo, produce un impacto negativo en la salud. Trastocar los ritmos circadianos, como bien se comprueba tras un vuelo transoce¨¢nico, por ejemplo, conlleva problemas de insomnio e incluso trastornos digestivos.
Para los espa?oles, terminar con los cambios de horario resultar¨ªa especialmente beneficioso. La raz¨®n es que a ellos se a?aden unos h¨¢bitos perjudiciales para la econom¨ªa, la salud y la conciliaci¨®n entre la vida personal y la profesional. Nuestra singularidad, heredada de la etapa del desarrollismo franquista, consiste en comer y cenar m¨¢s copiosamente (no siempre) y m¨¢s tarde que el resto de los europeos. Almorzar a las tres de la tarde, aunque la sobremesa se extienda hasta el anochecer, y empezar a cenar a las diez sigue siendo relativamente habitual. Pasar m¨¢s horas en la oficina, lo que no implica trabajar m¨¢s, tampoco es extra?o en este pa¨ªs.
Tales costumbres someten al organismo a cambios constantes en su ritmo vital y a un cierto d¨¦ficit de descanso (el tard¨ªo prime time televisivo no ayuda), pues tampoco se mantienen igual de lunes a viernes que durante los fines de semana; especialmente entre los escolares. Todo ello se traduce, en definitiva, en un mayor absentismo laboral y escolar, en problemas de sue?o y una menor productividad, un problema end¨¦mico de nuestra econom¨ªa.
La sociedad espa?ola, y no solo su econom¨ªa, ha hecho un gran esfuerzo por converger con el resto de Europa. Ya no es tan raro poder reservar mesa en un restaurante a las 20.30 horas, misi¨®n casi imposible hace solo una d¨¦cada. Los horarios se han acortado porque ni los trabajadores ni las empresas quieren parar la actividad durante dos horas para comer. Los m¨¢s j¨®venes tampoco est¨¢n dispuestos a calentar la silla en la oficina perdi¨¦ndose tiempo de ocio y de disfrute de la familia.
No es f¨¢cil ni r¨¢pido modificar los h¨¢bitos sociales, pero Espa?a lo est¨¢ consiguiendo. La sociedad entera es la m¨¢s beneficiada y, dentro de ella, las mujeres. La ausencia de ayudas familiares las ha castigado sistem¨¢ticamente en un entorno empresarial que valoraba m¨¢s la cantidad de horas de trabajo que la calidad. Eso tambi¨¦n empieza a formar parte del pasado.
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