Las rentas m¨ªnimas no llegan a los nuevos pobres
Cae por tercer a?o consecutivo el porcentaje de poblaci¨®n en riesgo de pobreza que recibe esta prestaci¨®n. El a?o pasado, fueron el 7,6%, casi 20.000 hogares menos que en 2017
Disminuye por tercer a?o consecutivo el n¨²mero de hogares en riesgo de pobreza que reciben la renta m¨ªnima de inserci¨®n, la ¨²ltima red de protecci¨®n para quienes han agotado el resto de recursos. En 2018 se beneficiaron 100.000 personas menos que en 2017, es decir, casi 20.000 hogares menos, pese a que la tasa de riesgo de pobreza se mantuvo pr¨¢cticamente estable en este periodo ¡ªsolo cay¨® seis d¨¦cimas, del 19,7% al 19,1%¡ª, seg¨²n el informe que public¨® ayer martes el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. En 2015, el a?o en que se alcanz¨® el m¨¢ximo de beneficiarios, recib¨ªan esta renta 323.000 hogares. En 2018 fueron 293.000. "Desde hace tres a?os se reduce la cobertura, las cifras demuestran la incapacidad del sistema para atender las situaciones de la nueva pobreza", explica Gustavo Garc¨ªa, coordinador de Estudios de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, que ha realizado un an¨¢lisis de los datos oficiales. ¡°Y evidencian una escandalosa desigualdad entre territorios, con Pa¨ªs Vasco y Navarra a la cabeza y una diferencia enorme con el resto¡±.
Las comunidades aut¨®nomas regulan estas prestaciones, con sistemas diferentes en cada territorio. Incluso se denominan de manera diferente. En 2015, el 8,7% de las personas en riesgo de pobreza recib¨ªan una renta m¨ªnima de inserci¨®n, seg¨²n c¨¢lculos de esta asociaci¨®n. El a?o pasado fueron apenas el 7,6% de las personas que estaban en riesgo de pobreza ¡ªteniendo en cuenta el alquiler imputado, un indicador que permite comparar la realidad de las personas con distintas situaciones de tenencia de vivienda¡ª. Aqu¨ª se incluye a los hogares unipersonales que reciben una renta inferior a 10.371 euros al a?o; 21.779 para parejas con dos hijos. ¡°Tras la crisis cambia la tendencia, comienza a aumentar el empleo, pero m¨¢s precario. Aparece la nueva pobreza. La de gente que encuentra trabajos que no permiten pasar del umbral de la pobreza pero impiden acceder a una renta m¨ªnima¡±, apunta Garc¨ªa.
El a?o pasado fue la primera vez desde 2002, cuando el ministerio comenz¨® a elaborar su informe, en que el gasto ejecutado por las comunidades en el conjunto del pa¨ªs disminuy¨® con respecto al a?o anterior, al pasar de unos 1.545 millones de euros a unos 1.519 millones. Y tambi¨¦n fue el a?o de todo este periodo en que m¨¢s baj¨® el n¨²mero de titulares de la prestaci¨®n ¡ªuno por hogar¡ª, en casi 20.000 (m¨¢s de un 6%) y, por consiguiente, de beneficiarios ¡ªsi se tiene en cuenta a todos los miembros de la familia¡ª, al pasar de 779.000 en 2017 a 679.000 en 2018.
¡°Los sistemas no se han adaptado. Antes de la crisis estas rentas estaban pensadas en el marco de los servicios sociales, para atender la exclusi¨®n, que es una pobreza m¨¢s estructural. Pero ya no es la actual, que es m¨¢s normalizada, de trabajadores que por las deficiencias del mercado laboral no tienen garantizado un m¨ªnimo de supervivencia siquiera¡±, sostiene este experto. ¡°No est¨¢n pensadas para ellas, y adem¨¢s requieren de un proceso burocr¨¢tico largo, que les penaliza. Por ello es imprescindible una ley estatal de garant¨ªa de rentas, tiene que haber un debate sobre el modelo, la financiaci¨®n y el papel de las comunidades aut¨®nomas¡±.
Los datos arrojan diferencias ¡°extremas¡± entre comunidades. En Pa¨ªs Vasco y Navarra, dos tercios de la poblaci¨®n por debajo del umbral de la pobreza reciben esta prestaci¨®n (71,2% y 66,7%, respectivamente). A considerable distancia les sigue Asturias, donde la recibe el 33,5%. Ninguna otra comunidad llega al 20%. Nueve est¨¢n por debajo del 10%. En Castilla-La Mancha son solo el 1,6%. En Andaluc¨ªa, el 1,8%. Esta ¨²ltima fue la comunidad en la que m¨¢s decreci¨® el n¨²mero de personas que recibi¨® esta prestaci¨®n el a?o pasado. Fueron m¨¢s de 10.000 menos que el a?o anterior (casi un 40% menos de titulares de estas ayudas y un 60% menos de personas se beneficiaron), seg¨²n los datos del ministerio.
¡°En enero de 2018 entr¨® en vigor una medida que cambi¨® el salario social, que ten¨ªamos hasta entonces, por la renta m¨ªnima. Lo ¨²nico positivo es que el anterior atend¨ªa a las familias durante seis meses y ahora llega a un a?o¡±, explica Lola Contreras, miembro de la Asociaci¨®n Andaluza de Barrios Ignorados, con presencia en Ja¨¦n, Sevilla, C¨®rdoba, M¨¢laga y Granada. ¡°Estamos en zonas obreras, donde el paro, la precariedad y el empobrecimiento son muy altos. El decreto de renta m¨ªnima es una carrera humillante de obst¨¢culos para las familias¡±, se queja. Fuentes de la Consejer¨ªa de Igualdad y Pol¨ªticas Sociales y Conciliaci¨®n andaluza critican que el a?o pasado, con el anterior Gobierno, ¡°en 2018 se ejecutaran ¨²nicamente 56,9 millones de euros de los 198 presupuestados inicialmente¡±. Explican adem¨¢s que han reforzado los servicios sociales para agilizar la gesti¨®n de esta prestaci¨®n y que se est¨¢ realizando una evaluaci¨®n para plantear ¡°las modificaciones necesarias que hagan la prestaci¨®n m¨¢s accesible¡±.?
Clarisa, que vive en Madrid y prefiere usar un nombre falso, tambi¨¦n ve el sistema como una carrera de obst¨¢culos. En 2018 le suspendieron la prestaci¨®n. ¡°Me enviaron documentaci¨®n a mi antigua vivienda y no pude rellenar el papeleo a tiempo. Ten¨ªan mi nueva direcci¨®n y tardaron medio a?o en arreglar su error¡±, explica. Seis meses sin ingresar un euro. Ella, de 47 a?os, y su hijo, de nueve, sobrevivieron gracias al centro social del barrio. Ahora ha vuelto a cobrar unos 500 euros al mes. ¡°No tenemos Internet, ni calefacci¨®n¡±, lamenta. Asegura que lo que m¨¢s desea es trabajar. ¡°Fui limpiadora de hogar, pero me qued¨¦ sin empleo ni derecho a paro. Y ahora, si trabajo, pierdo la prestaci¨®n¡±, a?ade. Va ¡°de sitio en sitio¡± en busca de un empleo estable que le permita salir del sistema. ¡°Si sales y quieres volver a pedir la ayuda... te toca esperar meses. ?C¨®mo vives en ese tiempo?¡±.
Este sector de poblaci¨®n, que no est¨¢ en la marginaci¨®n pero s¨ª atraviesa grandes dificultades, forma parte de la nueva pobreza. ¡°M¨¢s all¨¢ de la precariedad, vemos que se reducen las transiciones para las personas m¨¢s vulnerables. Ya no pasan de un empleo al desempleo, a la protecci¨®n social y a la renta m¨ªnima. Sino que, al engancharse a trabajos precarios, que normalmente no dan derecho a una protecci¨®n, se quedan sin nada¡±, explica Luis Ayala, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la UNED. ¡°Adem¨¢s, los ¨²ltimos datos muestran que?el n¨²mero de hogares sin ning¨²n ingreso se va reduciendo cada vez a menor velocidad¡±, a?ade.
¡°Las comunidades hicieron un esfuerzo durante la crisis. La demanda super¨® espectacularmente la capacidad de los servicios sociales. Ahora, en esta etapa de recuperaci¨®n, se aprecia que el dise?o de los programas, en ocasiones muy r¨ªgidos, no se adec¨²a a la realidad. Muchos sistemas no se complementan bien con el empleo¡±, sostiene este experto. Pide mejoras. ¡°En el Pa¨ªs Vasco y Navarra, por ejemplo, han sabido adaptarse y complementan muy bien el trabajo con una renta m¨ªnima. No es solo cuesti¨®n de recursos, sino de modelo¡±, prosigue. ¡°Urge una reforma¡±.
El perfil de los perceptores
El a?o pasado, m¨¢s de 293.000 personas fueron titulares de una renta m¨ªnima, de las cuales cerca de 178.000 eran mujeres. La cuant¨ªa b¨¢sica media fue de 463,05 euros al mes, frente a los 449,08 euros de 2017. Pero, pese a esta peque?a subida, seg¨²n los c¨¢lculos de la Asociaci¨®n de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, estas prestaciones suponen de media apenas un 13,7% de la renta media por hogar en Espa?a.
Casi el 75% de los perceptores eran espa?oles y el grupo de edad mayoritario era el que est¨¢ entre los 35 y los 44 a?os, seguido de los 45 a los 54 a?os. Por grupos de riesgo, destacan los hogares monoparentales y las personas sin hogar o en exclusi¨®n social severa. En cuanto a los estudios de los perceptores, predominan los primarios, seguidos de la ESO o la garant¨ªa social.
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