Las mujeres sin hogar que se resisten a vivir en la calle
Los trabajadores del sector alertan de un repunte de las mujeres que carecen de una vivienda en condiciones adecuadas. Ellas est¨¢n m¨¢s expuestas a la violencia
Una hilera de taquillas preside la sala. En cada una de ellas, una vida. Los casilleros guardan bajo llave las ¨²nicas pertenencias de la veintena de mujeres que pasa la noche en los dormitorios contiguos. Llegan con su equipaje y sus penas a cuestas buscando refugio en este centro de emergencia gestionado por C¨¢ritas en el que pueden permanecer 21 d¨ªas alejadas del fr¨ªo. No tienen otro lugar donde dormir y en estas tres semanas tratar¨¢n de buscar una alternativa a la calle. Los trabajadores del sector alertan de un repunte de las mujeres sin hogar. Un fen¨®meno que no solo se ci?e a quienes duermen al raso, sino a quienes recurren a albergues o pisos municipales o de ONG. Tambi¨¦n a las personas que residen en infraviviendas y a las que vagan de casa en casa, acogidas por familiares o amigos. Situaciones invisibles.??
En Espa?a hay unas 33.000 personas sin hogar, seg¨²n el informe Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar 2015-2020. C¨¢ritas eleva la cifra a unas 40.000. Pero si algo genera consenso en el sector es la falta de datos y la dificultad para cuantificar una realidad escurridiza y con muchas aristas, la de la exclusi¨®n social m¨¢s severa que, en su punto m¨¢s extremo, aboca a quienes la padecen a dormir en la calle. Una situaci¨®n a¨²n m¨¢s hostil para las mujeres. Son minor¨ªa, sobre todo est¨¢n en albergues o pisos de la red de acogida. Son menos que los hombres ¡ªen torno al 14% del total, seg¨²n los expertos consultados¡ª y se resisten m¨¢s a acabar en la calle, agotan antes todos los mecanismos. Cuando se ven sin un lugar al que acudir, se encuentran m¨¢s deterioradas, tras haber perdido la red de apoyos, y m¨¢s expuestas a la violencia.
Ellas piden ayuda antes
Las mujeres sin hogar son menos que los hombres, pero las que acaban en la calle llegan peor. M¨¢s deterioradas. Coinciden los expertos consultados: ellas se resisten todo lo que pueden a acabar en la calle, agotan los recursos, las redes familiares y de amigos, y piden ayuda antes. Adem¨¢s, muchas, al tener hijos, se benefician antes de los sistemas de protecci¨®n.
¡°A la calle las mujeres llegan destruidas psicol¨®gicamente, o tambi¨¦n con problemas de salud mental o adicciones, o una autoestima por los suelos¡±, cuenta Esperanza Vera, de la asociaci¨®n Bokatas, que organiza rutas nocturnas en Madrid, Valencia y Zaragoza. Un bocata a cambio de conversaci¨®n.
¡°Los roles de g¨¦nero influyen. Seg¨²n esto, las mujeres tenemos m¨¢s capacidad de v¨ªnculo y el rol cuidador nos hace tener una red que nos da mayor soporte. A los hombres, sustentadores del hogar, les impide en mayor medida pedir ayuda, lo ven como un fracaso¡±, a?ade Maribel Ramos (Hogar S¨ª).
La realidad de Barcelona y de Madrid confirma que la situaci¨®n se agrava. En la capital, las mujeres fueron en 2017 el 14,5% del total de atendidos por el Samur Social en la calle. El a?o pasado fueron el 16,2%, una diferencia que tambi¨¦n se apreci¨® en los recursos de atenci¨®n municipales ¡ªun 20,73% en 2017 frente al 22,66% en 2018¡ª. En Barcelona, el incremento de las personas detectadas en la calle entre 2016 y 2018 ha sido mayor para las mujeres que para los hombres, seg¨²n datos del Ayuntamiento. Ellas pasaron de 199 a 329, un aumento del 65%. Ellos, de 1.475 a 2.123, un crecimiento del 44%.
Los expertos aluden a la precarizaci¨®n del mercado laboral, a la dificultad de acceder a una vivienda y a la mayor vulnerabilidad de los inmigrantes, que carecen de una red de apoyo a la que agarrarse. ¡°Mujeres que ahora se cuentan como personas sin hogar antes se encontraban en el grupo de gente que resid¨ªa en una vivienda insegura o inadecuada. Por ejemplo, okupas o trabajadoras internas. Cuando su situaci¨®n empeora, pasan a categor¨ªas m¨¢s severas de exclusi¨®n. Pero antes tambi¨¦n estaban ah¨ª¡±, explica Susana Hern¨¢ndez, responsable de obras de exclusi¨®n social de C¨¢ritas en Madrid. El jueves, esta ONG organiz¨® junto a entidades como Faciam, actos en 40 ciudades para visibilizar esta realidad.?
El centro Cedia Mujer abri¨® el pasado enero, para la campa?a del fr¨ªo. Pero ha seguido abierto porque hay demanda. Tres mujeres cuentan su historia en torno a una mesa. Son tres relatos y, a la vez, es el mismo. Una huida de su pa¨ªs, porque no dispensaban las medicinas que necesita para mantenerse con vida; porque deb¨ªa pagar dinero a las maras; porque la amenazaban. Proceden de Venezuela, Honduras y Colombia. Son Mar¨ªa Gabriela, 57 a?os; Neli Yadira, 37; Paula, 27. Publicista, enfermera, teleoperadora. Sin papeles, sin trabajo. Sin un techo en el que cobijarse.
Resulta dif¨ªcil trazar un itinerario hasta llegar a esta situaci¨®n, pero hay algunos patrones que coinciden, entre ellos, haber experimentado violencia en el hogar o en la pareja. ¡°Las mujeres sin hogar son m¨¢s vulnerables¡±, describe Dar¨ªo P¨¦rez, jefe del departamento del Samur Social. Casi el 15% de las mujeres que viven en la calle ha sufrido alguna agresi¨®n sexual y el 60% ha sido v¨ªctima de un delito de odio, frente al 44% de los hombres, seg¨²n el Observatorio Hatento, de la fundaci¨®n Hogar S¨ª.
Bel¨¦n, gallega de 48 a?os afincada en Madrid, tuvo que aguantar que el hombre que le alquil¨® una habitaci¨®n quisiera aprovecharse y tener una relaci¨®n con ella. ¡°Fue horrible¡±, recuerda. En junio, su madre la ech¨® de casa. Justo los meses en que dej¨® de percibir sus 500 euros de sueldo como operaria de limpieza en un colegio. Acab¨® durmiendo cuatro d¨ªas en la calle. ¡°Solo ten¨ªa ganas de llorar. ?Qu¨¦ hab¨ªa hecho yo?¡±, se pregunta. Ahora pagar¨¢ 200 de sus 500 euros de sueldo para sufragar una habitaci¨®n en un piso compartido.
No son abundantes los recursos para mujeres en una red dise?ada y pensada para una mayor¨ªa de hombres. ¡°Muchas veces carecen de intimidad o espacios para higiene¡±, cuenta Maribel Ramos, subdirectora general de la Fundaci¨®n Hogar S¨ª. Las necesidades durante la menstruaci¨®n, por ejemplo, no siempre se tienen en cuenta. Ramos reclama que el sistema se centre en la persona.
Coincide Albert Sales, coordinador del plan municipal para las personas sin hogar en Barcelona. ¡°Los recursos para ellas tienen que ser diferentes a los de los hombres, es lo que hemos intentado nosotros, con microapartamentos en los que las mujeres tienen prioridad para entrar. Y debe priorizarse el acceso a la vivienda¡±, a?ade. "Que la atenci¨®n deje de centrarse en la emergencia, en poner parches, y aporte soluciones".
Yolanda no tiene ni siquiera eso, un parche. Esta madrile?a de 73 a?os duerme desde hace 12 largos meses en la estaci¨®n de M¨¦ndez ?lvaro. Algo que hacen muchas mujeres en situaci¨®n de calle: prefieren estar rodeadas de gente, corroboran desde la asociaci¨®n Bokatas, que organiza rutas nocturnas en Madrid, Zaragoza y Valencia. Se mueren de miedo cuando est¨¢n solas. ¡°Esto es lo m¨¢s horroroso que puede pasarle a alguien¡±, dice Yolanda. No quiere contar c¨®mo lleg¨® a vivir en una estaci¨®n, ni a qu¨¦ se dedicaba antes. S¨ª que cobra una pensi¨®n porque le detectaron esquizofrenia ¡ª¡°ya estoy curada¡±, dice¡ª. Sus pertenencias ni siquiera ocupan una taquilla. Caben en un carrito que corona su esterilla. Su principal compa?¨ªa, la radio que ameniza sus noches. Est¨¢ sola.
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