¡°Los supermercados han impulsado el cambio a peor en el sistema alimentario¡±
Nazaret Castro investiga en el blog Carro de combate las implicaciones ambientales y sociales que generan los productos que consumimos
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de cada producto? Muchos de los alimentos que compramos viajan miles de kil¨®metros antes de llegar a nuestra mesa, lo que genera altos costes ambientales, mientras que monocultivos como la soja o la palma aceitera -presentes en muchos alimentos- perjudican a las econom¨ªas locales. Nazaret Castro fund¨® en 2012 Carro de combate, un blog en el que investiga -junto a Laura Villadiego, Brenda Ch¨¢vez y Aurora Moreno- las implicaciones socioambientales del consumo gracias a las aportaciones de los lectores. La cacere?a (Jaraiz de la Vera, 1980; 39 a?os) reside desde 2008 en Am¨¦rica Latina, primero en Brasil y luego en Argentina, y sus investigaciones han germinado en tres libros, Carro de combate (Clave Intelectual), La dictadura de los supermercados (Akal) y el reciente Los monocultivos que conquistaron el mundo (Foca).
Pregunta. ?Qu¨¦ hac¨¦is en Carro de combate?
Respuesta. El consumo es un acto pol¨ªtico, por eso la primera batalla es la de la informaci¨®n, nuestro prop¨®sito es dar mostrar c¨®mo es el modelo hegem¨®nico de consumo de manera que los ciudadanos puedan orientar sus compras de manera coherente con sus ideas. Hacemos informes sobre productos (alimentos, cosm¨¦ticos, textiles...) financiados con micromecenazgo. Cuando consumimos somos responsables de impactos que se producen en territorios muy lejanos: la industria alimentaria genera en torno a la mitad de las emisiones de efecto invernadero, si sumamos la deforestaci¨®n, el transporte, que muchas veces supone miles de kil¨®metros¡ Si consumimos con conciencia y de otra manera ser¨¢ un acto pol¨ªtico encaminado a cambiar el sistema.
P. ?Qu¨¦ papel juegan los grandes distribuidores?
R. Definen la forma en que consumimos y c¨®mo consumimos, porque son los grandes compradores y vendedores de la mayor¨ªa de productos, de alimentaci¨®n, cosm¨¦tica, higiene... Definen los precios, pero tambi¨¦n imponen otras condiciones, como el pago a 60 o 90 d¨ªas o devolver lo sobrante a los proveedores, lo que se lo pone muy dif¨ªcil a los peque?os productores. Adem¨¢s, la inercia lleva a los grandes distribuidores a acudir antes a las grandes empresas que a los campesinos o ganaderos locales. Esto cambia la l¨®gica de qu¨¦ consumimos y a qui¨¦n le compramos. Y se ve por ejemplo en c¨®mo desaparecen los mercados de abastos en las ciudades.
P. En La dictadura de los supermercados pone en duda la libertad de los consumidores.
R. El sistema capitalista est¨¢ basado en la idea de libertad y competencia. Pero en muchos sectores hay oligopolios o monopolios. No hay libertad real. El mito de la libertad es que llegas al supermercado para elegir un producto y hay 20 opciones, pero la gran mayor¨ªa de las marcas pertenecen a muy pocas empresas. Y muchos alimentos, los ultraprocesados, comparten los mismos ingredientes: grasas vegetales, az¨²car, edulcorantes y sal. La libertad es una mentira, porque est¨¢ en manos de pocas empresas que se rigen por las mismas estrategias y los mismos ingredientes.
P. Cuenta que el coste de producci¨®n es solo el 1% de lo que pagamos por el producto, ?por qu¨¦?
R. Porque a partir de los a?os setenta se produce una deslocalizaci¨®n de la producci¨®n generalizada por parte de grandes empresas del textil, de la electr¨®nica¡ As¨ª, los pa¨ªses centrales del capitalismo se quedaron con lo que aporta m¨¢s valor, el dise?o y la distribuci¨®n, mientras que la producci¨®n se traslad¨® a pa¨ªses empobrecidos, que adem¨¢s tienen que competir para ver qui¨¦n lo fabrica m¨¢s barato. Y tiene un efecto sobre la responsabilidad: cuando se desplom¨® el Rana Plaza en Bangladesh [donde murieron m¨¢s de 1.100 personas], que conten¨ªa f¨¢bricas textiles, las grandes empresas del textil como Inditex o H&M argumentaron que no pod¨ªan controlar lo que hacen sus miles de proveedores, ni de los bajos salarios que pagan.
P. ?Las grandes superficies crean puestos de trabajo?
R. Cada vez que se crea un centro comercial, el gran argumento es el de la creaci¨®n de empleo. Pero nunca se dice la otra cara: hay estudios que muestran que en 12 kil¨®metros a la redonda se pierden unos 276 empleos y desaparecen muchos peque?os comercios. Y hay que ver tambi¨¦n la calidad del empleo en uno y otro caso: en los supermercados suele ser peor.
P. ?C¨®mo nos afecta un supermercado en la vida diaria?
R. Los supermercados han impulsado el cambio a peor en el sistema alimentario. En Espa?a, en una generaci¨®n hemos cambiado la manera en que comemos, ahora tomamos menos frutas, verduras y productos frescos y m¨¢s alimentos procesados y ultraprocesados. Esto tiene que ver con que tenemos menos tiempo, pero tambi¨¦n con el hecho de que ya no solemos tener cerca un mercado, sino un supermercado, donde los productos ultraprocesados tienen siempre un lugar preeminente. Adem¨¢s, cambian los v¨ªnculos: cuando vas a una tiendecita conoces al tendero, que seguramente es tu vecino; si vas a un supermercado no sueles intercambiar palabras con el personal y hasta parece que molesta si pasan demasiado tiempo con un cliente.
P. Luego decidi¨® investigar sobre los monocultivos, ?por qu¨¦?
R. El az¨²car, la palma aceitera, la soja y el ma¨ªz son los cuatro casos principales del agronegocio: son materias flexibles, porque tienen gran variedad de usos (ultraprocesados, agrocombustibles, piensos para animales, cosm¨¦ticos¡), y representan un modelo en el que no ponemos la tierra a cultivar alimentos, sino a cultivar dinero, es decir, cultivos industriales que no necesariamente son para comer.
P. ?Qu¨¦ efectos tienen sobre el medio ambiente?
R. Tiene un gran impacto socioambiental: los agrot¨®xicos contaminan el agua, y eso afecta tanto a la poblaci¨®n local como al medio ambiente, y agotan la tierra en 20 o 25 a?os. Adem¨¢s, impulsan la p¨¦rdida de biodiversidad. En Asia, ?frica y Am¨¦rica Latina el monocultivo avanza muchas veces a trav¨¦s de incendios provocados para eliminar el bosque nativo; otras veces sustituye a superficies donde hab¨ªa diferentes cultivos que daban de comer a comunidades locales. Est¨¢n controlados por multinacionales desde las semillas a la distribuci¨®n, y acaban en mercados financieros que especulan con estas materias primas.
P. ?Qu¨¦ es el agronegocio?
R. Un giro neoliberal que arranca en los ochenta y consiste en que los mercados financieros toman el control de la agricultura mundial, con lo que los productos agr¨ªcolas est¨¢n expuestos a los mismos vaivenes que la bolsa. En los noventa llegan las semillas modificadas gen¨¦ticamente; Monsanto vende semillas transg¨¦nicas de soja como un paquete junto con el pesticida a base de glifosato, un veneno que arrasa con todo salvo con esa planta. En Espa?a no consumimos esa soja, pero s¨ª carne de animales alimentados por ella.
P. ?Hay un modelo de consumo alternativo?
R. Hay dos modelos, por un lado el agronegocio neoliberal y por la agricultura tradicional y sus nuevas formas, como la ecol¨®gica, que pretenden recuperar la soberan¨ªa alimentaria. Pero no hay igualdad de fuerzas: si en una gran extensi¨®n de tierra usan glifosato, da igual que al lado haya agricultura ecol¨®gica, porque el glifosato le va a llegar. Son dos modelos incompatibles, porque el agronegocio es invasivo. Hace falta organizarse colectivamente para exigir a los gobiernos que exijan a estas empresas cumplan m¨ªnimamente el respeto a los derechos humanos y la protecci¨®n del medio ambiente.
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