Escuela concertada: la derecha saca la artiller¨ªa
El supuesto debate educativo sobre los centros subvencionados es en realidad pol¨ªtico y econ¨®mico
La derecha espa?ola brinda sistem¨¢ticamente su apoyo a la escuela concertada, lo que es coherente con sus principios. Pero utiliza para ello una trampa argumental. Considera que a las familias espa?olas les asiste el derecho a elegir centro en cumplimiento de ¡°la libertad de ense?anza¡± que recoge la Constituci¨®n. Sin embargo, nuestra Ley Fundamental no contempla tal derecho y, adem¨¢s, algunas instituciones internacionales lo rechazan por sus efectos perniciosos en el sistema educativo.
Ha bastado, sin embargo, que la ministra de Educaci¨®n en funciones, Isabel Cela¨¢, advierta p¨²blicamente de que, en efecto, la Constituci¨®n no consagra el derecho a elegir centro para que la patronal de la ense?anza concertada, los obispos y las derechas hayan empezado a afilar sus cuchillos. El debate no es educativo. Leg¨ªtimamente, los dos primeros actores velan por sus intereses econ¨®micos; y las derechas, por su electorado conservador, siempre m¨¢s favorable a la iniciativa privada; y f¨¢cil ahora de soliviantar frente al posible Gobierno de coalici¨®n S¨¢nchez-Iglesias.
Esos tres actores no defienden en puridad la libertad de ense?anza, sino que se mantengan (y se aumenten) las subvenciones p¨²blicas a los colegios concertados, que reciben cada a?o del Estado 6.000 millones de euros. La mayor¨ªa son cat¨®licos. Por eso los obispos participan en este contencioso reforzando sus reivindicaciones al a?adir la obligaci¨®n constitucional de ofrecer la formaci¨®n religiosa y moral que las familias consideren apropiada. Y aqu¨ª los jerarcas de la Iglesia echan mano de otra trampa argumental, porque ese mandato no necesariamente ha de pasar por estudiar en un colegio religioso. Basta ¡ªcomo ocurre¡ª que haya profesores de religi¨®n en los centros.
La batalla acaba de empezar y promete dar mucho juego. El fantasma del miedo a perder ventajas adquiridas ya se ha sacado a pasear, aunque Cela¨¢ repita hasta la saciedad que no se va a perjudicar a la concertada. Pero ya da igual y, de paso, los propagandistas cat¨®licos, a los que el Partido Popular apoya con entusiasmo, aprovechan para bramar contra ¡°el adoctrinamiento ideol¨®gico de g¨¦nero¡±. No reparan en que la inmersi¨®n en un centro religioso propicia la evangelizaci¨®n y, por tanto, el adoctrinamiento.
Este, insisto, no es un debate educativo, sino meramente pol¨ªtico y econ¨®mico. Los centros concertados imponen condiciones. Son ellos los que en la pr¨¢ctica eligen a los alumnos y no al rev¨¦s (bien lo saben muchas familias necesitadas). La Uni¨®n Europea y la ONU no son favorables a un sistema que genera guetos. Los m¨¢s inadaptados, en Espa?a, solo pueden, por lo general, aspirar a la escuela totalmente p¨²blica.
El peso de nuestra concertada es muy superior al que supone en Francia, Suecia o Alemania, entre otros. Este ser¨ªa un debate sobre la ense?anza si se discutiera sobre, por ejemplo, la distinta calidad que ofrecen la p¨²blica y la semiprivada, pero no es el asunto que preocupa. Como tampoco parece quitar el sue?o a nuestros pol¨ªticos que el nivel de preparaci¨®n de los quincea?eros espa?oles est¨¦ por debajo de la media de otros pa¨ªses de la OCDE. Ahora esta organizaci¨®n sospecha que en el examen de comprensi¨®n lectora se han producido anomal¨ªas, lo que ojal¨¢ derive en que se desvelen por lo ocurrido y por la formaci¨®n de nuestros j¨®venes en vez de aprovechar la ocasi¨®n para tirarse los trastos ¡ªy los votos¡ª a la cabeza.
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