Una isla ¡®azul ONU¡¯ a las afueras de Madrid
A la espera de mandatarios, delegados, activistas y famosos, un paseo por la COP25 casi vac¨ªa
La ONU es azul. Y los 110.000 metros cuadrados de Ifema, el recinto ferial de Madrid donde se celebra la Cumbre del Clima, se han convertido en su franquicia: del gris cielo de la moqueta al a?il de las paredes de quita y pon, pasando por el celeste del logo de la COP25, todo rezuma ese no s¨¦ qu¨¦ del organismo internacional.
Desde el s¨¢bado, existe oficialmente esta isla azul ONU a las afueras de Madrid. ¡°Esto ya no es territorio espa?ol¡±, dijo la ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica, Teresa Ribera, en el discreto acto que escenific¨® el trasvase de poderes a Naciones Unidas. Sin fanfarrias ni una entrega de llaves del reino o algo (?una tiara, como las misses?), Ribera y su hom¨®nima chilena juntaron las manos en plan mosqueteras con la responsable de cambio clim¨¢tico de la ONU. Se hicieron la foto y listo. Ya estamos en territorio internacional. Fue el viaje espacio-tiempo m¨¢s soso del mundo.
¡°Ahora esto es como una embajada, nosotros solo somos los caseros¡±, dice Clemente Gonz¨¢lez Soler, presidente de Ifema. Si hay un robo, el ladr¨®n ser¨¢ detenido por los agentes de seguridad de Naciones Unidas (van, sorpresa, de azul claro). Como en las pel¨ªculas, lo sacar¨¢n de all¨ª para entreg¨¢rselo a la Polic¨ªa Nacional que vigila el per¨ªmetro vallado. Dentro tambi¨¦n habr¨¢ 450 vigilantes privados de Ifema, a los que la organizaci¨®n ha pedido que vayan de azul marino, ¡°con el uniforme elegante de domingos¡±, seg¨²n una simp¨¢tica Prosegur.
Paseando por las instalaciones a¨²n vac¨ªas hay salas con carteles de neolengua como ¡°Lab de resiliencia¡± o ¡°Hub de fomento de las capacidades¡±. El territorio ONU tiene su propio idioma, m¨¢s all¨¢ del ingl¨¦s. En una cumbre donde no habr¨¢ grandes anuncios, las palabras m¨¢s repetidas ser¨¢n ¡°implementar¡±, ¡°acelerar¡± y ¡°transversalizar la acci¨®n clim¨¢tica¡±. Se espera que en alg¨²n momento llegue Greta Thunberg a meter un poco de marcha a los titulares.
En el pabell¨®n de los pa¨ªses, las salas tienen una banderita en la puerta. Son las anodinas oficinas de algunos de los 197 ¡°parties¡±, en lenguaje ONU, que participan. Id¨¦ntica decoraci¨®n, mesas blancas, sillas negras, pizarras de rotulador¡ Solo en la de Nueva Zelanda divisamos una ruidosa nevera.
?Qui¨¦nes llenar¨¢n estos pabellones a partir del lunes? Forzado a contestar como si la cumbre fuese un instituto de adolescentes, ¡ªes decir, por estereotipos que reconocer¨ªas de solo un vistazo¡ª, Alexander Saier, jefe de prensa de Naciones Unidas, identifica cinco grupos entre los cerca de 30.000 acreditados. ¡°Un tercio son negociadores de los pa¨ªses, esos van todos igual, traje oscuro y corbata; las mujeres, algunas con vestido¡± (ellas representan el 38%). Luego est¨¢n los lobbistas,? pr¨¢cticamente indistinguibles de los funcionarios (no debe ser casualidad). Los "activistas medioambientales" forman un tercer grupo "m¨¢s relajado, con vaqueros, mochilas¡ M¨¢s coloristas¡±. Los pueblos ind¨ªgenas a?aden la nota multicultural. Y por ¨²ltimo, los periodistas (2.000 acreditados), para los que hay todo un pabell¨®n. ¡°Esos ya sabes c¨®mo son, siempre con el bloc apuntando¡±, dice Saier mirando divertido c¨®mo su frase se apunta efectivamente en un bloc. Al cabo de unos d¨ªas todos compartir¨¢n las mismas ojeras.
En el pabell¨®n de los negociadores, con 30 salas de reuniones, ya hay 3.500 agendadas. La cosa funciona as¨ª: sobre las ocho de la ma?ana los delegados repasan la agenda del d¨ªa, luego en el plenario se decide lo que se discutir¨¢. Los grupos (regionales o de intereses) de negociadores piden una sala y se re¨²nen. Y as¨ª, en bucle hasta el 13 de diciembre.
¡°Es como el d¨ªa de la marmota¡±, describe Saier. ¡°Lo peor es que en dos semanas no ves el cielo¡±. ¡°Reuni¨®n tras reuni¨®n, recorriendo pabellones con la maletita a rastras, es cansado, s¨ª, pero necesario¡±, admite Rizki Maulana, uno de los 40 negociadores de la delegaci¨®n de Indonesia. A pesar de sus 28 a?os, no es su primera COP. En la ¨²ltima hubo d¨ªas que arranc¨® a las ocho de la ma?ana y acab¨® a las dos de la madrugada. Est¨¢ viendo c¨®mo ha quedado el pabell¨®n de su pa¨ªs, en la zona estilo Fitur de la cumbre, donde se dan conferencias y reuniones m¨¢s relajadas. En el de Indonesia hay mucho bamb¨², sombrillas, cometas con forma de mariposa, plantas naturales. El de Turqu¨ªa tiene una mesa para 30; en el de Ruanda, diminuto, para ocho. Se nota la tem¨¢tica eco: cubos de reciclaje, fuentes de agua del grifo, 34 enchufes en el aparcamiento para coches el¨¦ctricos... En su estand, los pa¨ªses n¨®rdicos tiran de madera desnuda, el de Espa?a usa conglomerado, el de Francia mobiliario de cart¨®n. El de la ONU parece directamente un chill out ibicenco: pufs de paja, cortinajes blancos, l¨¢mparas bola¡
En un pasillo un grupo se hace fotos ante un cartel. De lejos, solo por la actitud, ya ves que son activistas. A ellos la palabra les parece ¡°demasiado agresiva¡±. ¡°Mi funci¨®n es facilitar la conversaci¨®n entre delegados, a veces hay enfados? ¡ªenfados diplom¨¢ticos, sin emoci¨®n¡ª, intentamos humanizar la discusi¨®n cuando las cosas se ponen feas¡±, dice Detmer Kremer, en cuya tarjeta de acceso como ¡°observador¡± se lee Friends World Committe for Consultation. ?Le hacen caso los de las corbatas? ¡°Yo creo que lo agradecer¨¢n¡¡±, dice. Valeriane Anne Bernard, de la Brahma Kumaris World Spiritual University, es una veterana con 11 COPs a la espalda intentando poner en la agenda problemas que no son espec¨ªficos de un solo pa¨ªs, como la inter religiosidad. ¡°A veces puedes tocar el coraz¨®n de alg¨²n delegado¡±, dice. Acostumbra a repartir papelitos con ¡°mensajes positivos¡± entre ellos (¡°?Algunos vienen a reclam¨¢rmelos!¡±). ¡°Los observadores no podemos hablar en las reuniones ni votar, pero levantamos la voz por millones de personas que no tienen una silla en la mesa¡±, dice Detmer Kremer.
A media tarde, los operarios siguen colocando cables y alfombras. Pero nadie duda de que el lunes todo estar¨¢ listo para recibir a medio centenar de jefes de Estado. La premura con la que se ha montado en tiempo r¨¦cord esta COP es ya una optimista met¨¢fora sobre la emergencia clim¨¢tica: aunque el tiempo apremie, se puede. En el exterior, dos veintea?eras buscan un rinc¨®n para fumar; son azafatas del evento y saben que echarse un pito no es muy sostenible. "El trabajo est¨¢ bien", dicen, aunque todav¨ªa no tienen muy claro lo que tienen que hacer. S¨ª saben que ser¨¢n dos semanas a nueve euros netos la hora. Los mandatarios empezar¨¢n a llegar el lunes a las 9.00. Para ellas, el lunes, y la COP, arranca a las 6.30.
Una coreograf¨ªa matem¨¢tica
¡°Sala 27¡± es el anodino nombre del coraz¨®n de la COP. All¨ª se encuentra la mesa redonda para los m¨¢s de cincuenta jefes de Estado ¨Cde Polonia a Fiyi¨C y altos cargos internacionales que se reunir¨¢n este lunes en Madrid. Cada puesto tiene un micro, una pantalla delante y una silla detr¨¢s para un asesor cercano al mandatario. ¡°La est¨¦tica resume el esp¨ªritu del multilateralismo: somos iguales y estamos juntos¡±, dice Alexander Saier, jefe de prensa de Naciones Unidas para el evento. ¡°Esto no es un club exclusivo como el G-20, aqu¨ª todo el mundo puede hablar, incluso los pa¨ªses m¨¢s peque?os¡±.
El lunes a las nueve de la ma?ana empezar¨¢n a llegar altos cargos con "una coreograf¨ªa matem¨¢tica", seg¨²n Saier. Cada tres minutos exactos, cortes de calles mediante, tiene que llegar un coche el¨¦ctrico. Los altos cargos ir¨¢n pasando a la sala VIP, a la que pueden acceder solo con tres personas de su elecci¨®n, esposas, seguridad privada, un fot¨®grafo... Cuentan los organizadores que del fot¨®grafo no suele prescindir ninguno. Esta sala VIP, donde se servir¨¢ un aperitivo de los hermanos Roca, est¨¢ rodeada de salitas para reuniones bilaterales. Las paredes son mamparas pl¨¢sticas y hay unos sof¨¢s chester de cuero envejecido que tratan desesperadamente de darles un aire ¨ªntimo. De la misma manera, al fondo, en los despachos del presidente del Gobierno de Espa?a y el secretario general de Naciones Unidas, unos cuadros contempor¨¢neos y unas l¨¢mparas muy vanguardistas intentan imprimir car¨¢cter a la esencia transitoria del recinto ferial.
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