Tengo a un ecologista en mi sof¨¢
Varias familias acogen en Madrid a los activistas que llegan a la cumbre de Madrid tras su cancelaci¨®n en Chile
36 ecologistas est¨¢n ahora varados en Martinica. El 2 de octubre, este grupo de Sail to the COP (Navegar a la COP), una comunidad que promueve los transportes alternativos al avi¨®n, se embarc¨® en el Regina Maris desde ?msterdam rumbo a Chile, donde inicialmente se iba a celebrar la cumbre clim¨¢tica. El cambio de sede a Madrid les pill¨® por sorpresa en la isla francesa, localizada en pleno oc¨¦ano Atl¨¢ntico, y no tuvieron m¨¢s remedio que seleccionar a sus sustitutos en Madrid, llegados de diferentes rincones de Europa. Pippi van Ommen y Lieke Brackel, holandesas de 23 y 24 a?os, est¨¢n entre la veintena de elegidos. Y se enteraron apenas una semana antes de que comenzara la gran conferencia clim¨¢tica. ¡°Era la primera vez que ven¨ªamos a la COP. No ten¨ªamos casa, ni sab¨ªamos c¨®mo llegar¨ªamos¡±, cuenta en¨¦rgica Van Ommen. Lo ¨²nico que ten¨ªan claro es que no utilizar¨ªan un avi¨®n para viajar a Madrid.
Estas j¨®venes, que est¨¢n cursando un m¨¢ster en gesti¨®n del agua, tardaron 24 horas en llegar a Espa?a en autob¨²s. Una colega que parti¨® de Polonia pas¨® m¨¢s de 36. La activista sueca Greta Thunberg se ha convertido en el rostro de la lucha clim¨¢tica. Pero no es la ¨²nica que busca alternativas sostenibles. Cada vez m¨¢s j¨®venes hacen lo posible por reducir su huella en el planeta.
Una vez resuelto el asunto del transporte, el siguiente problema log¨ªstico para las holandesas fue la estancia. Tiraron de agenda hasta que del boca a boca apareci¨® Olga Vallejo, una fot¨®grafa ma?a de 51 a?os que las ha acogido durante las dos semanas de la cumbre en su casa de Madrid.
A los miembros de Sail to the COP les uni¨® una misma pregunta: ¡®?A qui¨¦n se le ocurrir¨ªa llegar a una cumbre clim¨¢tica contaminando?¡¯. A Vallejo esta idea la cautiv¨®. Investig¨® sobre la organizaci¨®n y se decidi¨® r¨¢pido. ¡°Ten¨ªa una habitaci¨®n libre, ?por qu¨¦ no iba a dejarlas quedarse? Me gustar¨ªa que hicieran lo mismo con mis hijas¡±, cuenta desde su cocina. Acaba de prepararles berenjenas y pimientos al horno con patatas hervidas. ¡°Nos sentimos como en casa¡±, dicen las j¨®venes.
Mientras viajaban en autob¨²s a Madrid, las holandesas recibieron el aviso de que Lars van Dorsselaer y Talia Berriman, otros dos activistas, no ten¨ªan d¨®nde quedarse. Le preguntaron a Olga y su respuesta, casi instant¨¢nea, fue una foto de la familia de su hermana Patricia. ¡°Ellos pueden acogerles. ?No hay problema!¡±. Patricia Vallejo, de 43 a?os, tampoco tard¨® mucho en decidirse. Su experiencia de Erasmus en Alemania la hizo animarse. ¡°Es mi granito de arena por la hospitalidad que recib¨ª y por la causa ecologista de ellas¡±, comenta mientras pone la mesa a pocos minutos de que lleguen.
La agenda de las activistas apenas tiene huecos libres. Va de 8.00 a 20.00: encuentro con el director de la delegaci¨®n de B¨¦lgica, apoyo en las negociaciones, asistir al acto Fossil of the Day (en el que se elige el pa¨ªs que peor ha debatido durante la cumbre)... Y en medio, varios saltos a Martinica. La isla que est¨¢ a tan solo una videollamada de distancia. La aplicaci¨®n Zoom conecta ambos mundos a diario. Desde Madrid, los chicos les saludan con bufandas, abrigos y las acreditaciones colgando del pecho. Al otro lado de la pantalla, j¨®venes en ba?ador, el pelo mojado y los trajes de chaqueta en la maleta les ense?an todos los rincones del barco que tuvo que interrumpir su trayecto hasta Chile.
¡°Mirad, esta es nuestra cocina y aqu¨ª es donde descansamos. ?Se nos oye bien?¡±, saludan con las voces entrecortadas por la mala conexi¨®n. ¡°Ojal¨¢ estuviera yo bajo ese solecito¡±, dice un joven mientras se quita los zapatos y se acomoda en el suelo de una de las salas de Ifema, centro que acoge la cumbre.
Ambas delegaciones comparten sus experiencias y trabajan juntos, pese a la distancia. ¡°Cuando necesitamos ciertos datos y vemos que no llegamos, les mandamos las preguntas a los del barco y desde all¨¢ nos mandan las respuestas. Somos un equipo¡±, cuenta Van Ommen.
¡°Sabemos que los trenes y buses tambi¨¦n contaminan pero diez veces menos que la aviaci¨®n", a?ade esta joven. Su compa?era Brackel contin¨²a: ¡°El 5% de las emisiones totales al planeta vienen de los aviones. Entre todos podr¨ªamos reducirlo. Pero tambi¨¦n estamos aqu¨ª para reivindicar que las alternativas sean accesibles para todos. Ahora mismo son muy caras. Solo la gente con dinero puede permitirse la alternativa¡±. Ambas creen que es cuesti¨®n de tiempo que la gente se sume al movimiento.
A Brackel se le vuelve a atascar la llave en la cerradura de la casa de Olga. La anfitriona se r¨ªe desde la cocina y espera a que entren. ¡°?Qu¨¦ tal ha ido el d¨ªa? Estar¨¦is agotadas...¡±, pregunta. Su hermana Patricia las invita a cenar: ¡°A comer, que ya est¨¢ todo en la mesa¡±. As¨ª, los Vallejo se unen a esta particular cena en familia.
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