En la selva con la ¡®generaci¨®n Greta¡¯

El idioma no fue una barrera insalvable para que Elijah Mckenzie-Jackson, brit¨¢nico de 15 a?os, y Yakawilu Juruna, conocida como Anita, l¨ªder ind¨ªgena brasile?a de 18 a?os, se hicieran amigos. A lo largo de una semana, se les ha visto siempre juntos, hablando en el coraz¨®n de la mayor selva tropical del mundo, cada uno en su lengua (y con mucha m¨ªmica para hacerse entender) sobre sus diferentes realidades y sobre la lucha que les une para salvar el planeta.

Ambos han participado en el encuentro Amazon¨ªa Centro del Mundo, que reuni¨® en la zona de Terra do Meio a j¨®venes activistas de Brasil y Europa, a representantes de los ind¨ªgenas y los pueblos ribere?os que viven all¨ª y a cient¨ªficos. Los j¨®venes se sentaban a charlar sobre las piedras del r¨ªo Iriri, en el Estado de Par¨¢, o bajo los inmensos ¨¢rboles donde las cerca de 50 personas colgaban sus hamacas. ¡°Es importante unir a la gente de diferentes or¨ªgenes que est¨¢n luchando por el aire limpio y el agua pura. Creo que cuando existe una voluntad de conocerse e intercambiar realidades y conocimientos, acabamos por entendernos¡±, explica Anita.

M¨¢s informaci¨®n

Raoni Metuktire: ¡°Para vigilar la selva, hay que implicar a los pol¨ªticos¡±

Viaje a la Amazonia brasile?a arrasada por el fuego

Mckenzie-Jackson, impulsor en Reino Unido del movimiento Fridays for Future, creado por la sueca Greta Thunberg, lleg¨® con cierto temor pero ahora est¨¢ agradecido de haber venido. ¡°La gente de aqu¨ª lucha para seguir consiguiendo su comida de la naturaleza todos los d¨ªas y tan solo esa idea ya es diferente de c¨®mo vivimos en Europa¡­ Son ellos los que se est¨¢n jugando la vida para salvar el planeta. Occidente no est¨¢ haciendo lo suficiente¡±, cuenta el activista brit¨¢nico.

El encuentro sirvi¨® para que los j¨®venes europeos descubrieran uno de los mayores santuarios medioambientales del mundo, para que los ind¨ªgenas conocieran a los chavales que con sus huelgas escolares han colocado el medio ambiente en el centro de la agenda pol¨ªtica y para que todos ellos escucharan a cient¨ªficos que conocen al detalle el calibre de la emergencia en v¨ªsperas de la cumbre clim¨¢tica que comienza este lunes en Madrid. El escenario elegido fue la Amazonia brasile?a, donde la deforestaci¨®n del ¨²ltimo a?o ha sido la peor en una d¨¦cada. Y sufre una amenaza a?adida porque el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, antepone el desarrollo econ¨®mico a la preservaci¨®n ambiental.

Los conceptos cient¨ªficos le resultan lejanos a Anita y sus amigos. Para ella, proteger el medio ambiente es luchar por su propia supervivencia. Vive en la aldea Muratu, en las orillas del r¨ªo Xingu, a tan solo 10 kil¨®metros de la hidroel¨¦ctrica de Belo Monte, una de las mayores del mundo. Desde que empez¨® a ser construida, en 2011, ha da?ado el ecosistema local. Unas 30.000 personas fueron desalojadas por la central, que adem¨¢s contamin¨® r¨ªos y destruy¨® parte de la flora y la fauna.

¡°El r¨ªo de mi aldea est¨¢ muy triste. Casi todo es lodo, los peces murieron. Hace 18 a?os que me ba?o y bebo el agua de aquel r¨ªo, pero ahora parece que estamos siendo obligados a irnos de nuestro hogar. Ya no consigo abrir los ojos debajo del agua por toda la contaminaci¨®n que hay¡±, describe la joven, llorando. A los 12 a?os, empez¨® a organizar protestas contra Belo Monte y se convirti¨® en l¨ªder de la aldea, al lado de su padre. Hoy lucha para que otra gran empresa, la minera canadiense Belo Sun, no se instale en su territorio.

Anita llama la atenci¨®n de los extranjeros al repetir que la foresta es su madre y el r¨ªo es su padre. ¡°La gente de aqu¨ª habla de los ¨¢rboles como si estuvieran hablando de sus hijos. En Europa hemos perdido ese tipo de conexi¨®n con la naturaleza y ese amor por la Madre Tierra¡±, comenta Anuna de Wever, de 18 a?os, activista belga e impulsora del movimiento Youth for the Climate. Ella cruz¨® el Atl¨¢ntico en un barco a vela durante seis semanas con su hermana Jos¨¦phine, de 23 a?os, y la tambi¨¦n activista Ad¨¦la?de Charlier, de 18 a?os, para llegar a la Amazon¨ªa. El viaje lo pagan diferentes ONGs europeas.

Esa conexi¨®n con la naturaleza es algo que el joven Mit? Xipaya, de 18 a?os, lleva en su ADN. Se lo transmiti¨® su abuela, quien fuera paj¨¦ (l¨ªder espiritual) de su aldea. Mit? conoce todo el territorio del Xingu como la palma de su mano. Durante los viajes en barco, va ense?ando y explicando a los ¡°gringos¡± cada curva del r¨ªo, cada conjunto de piedras y ¨¢rboles. ?l ha creado este a?o la Organizaci¨®n de los J¨®venes Ind¨ªgenas del Xingu. ¡°Para nosotros, proteger el medio ambiente significa evitar el etnocidio de los ind¨ªgenas¡±, explica.

Los activistas europeos reconocen que lo que para ellos es un problema futuro, para los j¨®venes de la foresta es un riesgo del presente. Ese tipo de planteamiento ha hecho que Herlan Silva, ribeirinho de 22 a?os, bajara la guardia ante los extranjeros. ?l, que vive en una comunidad de 62 familias, desconfi¨® cuando supo que participar¨ªan en el encuentro. ¡°Antes de conocer a los chicos, pensaba que a muchos de los que vienen de fuera no les importa lo m¨¢s m¨ªnimo la naturaleza¡±, reconoce.

Herlan tambi¨¦n ha creado una organizaci¨®n de j¨®venes en su comunidad para reunirse con pol¨ªticos y ONGs que trabajan con pol¨ªtica ambiental. ¡°Dicen que los j¨®venes somos el futuro, yo quiero ser parte del presente. Sentimos el cambio clim¨¢tico en la piel. Antes, la gente que trabaja en el plant¨ªo, trabajaba hasta las 11.00, ahora, hay que empezar a las 5.00 y parar a las 9.00¡±.