Fernando Sim¨®n, el m¨¦dico que no se alarma ante el coronavirus
El doctor zaragozano lleva el tim¨®n de las emergencias sanitarias en el pa¨ªs. Cada d¨ªa da explicaciones a los medios sobre una epidemia imprevisible
Cada ma?ana, un m¨¦dico de voz roncamente aflautada, pelo alborotado y ojeras crecientes bajo unos ojos clar¨ªsimos se pone delante de una veintena de periodistas para responder todas sus preguntas sobre el coronavirus. Fernando Sim¨®n, un zaragozano de 57 a?os, est¨¢ al mando del Centro de Coordinaci¨®n de Alertas y Emergencias Sanitarias desde hace ocho. Es la voz oficial que pone orden cada d¨ªa en una epidemia imprevisible. Su tarea es asesorar para que los pol¨ªticos tomen decisiones, pero sus argumentos suenan demasiado convincentes como para que le lleven la contraria a la ligera.
?l no es pol¨ªtico. Se ve a la legua. No lleva discursos preparados ni utiliza frases hechas. Responde a todo lo que se pregunta sin rodeos. Con frecuencia afirma que en todos estos a?os nunca le han dado consignas de lo que tiene decir. A veces cuenta m¨¢s incluso de lo que deber¨ªa. Pero le cuesta dejar cuestiones en el aire o desatender a periodistas que tienen la mano levantada. Cada rueda de prensa ¡ªconcede una diaria desde hace semanas¡ª termina con las responsables de comunicaci¨®n del Ministerio de Sanidad intentando cerrar el turno de preguntas y con Sim¨®n respondiendo atropelladamente para no dejar ninguna sin contestar.
Una de esas ocasiones en las que revel¨® m¨¢s de lo que ten¨ªa previsto fue cuando anunci¨® que el brote de coronavirus de Madrid se produjo en el seno de una iglesia Evang¨¦lica, lo que le vali¨® la reprimenda del colectivo religioso por sentirse se?alado. Al d¨ªa siguiente pidi¨® perd¨®n. ¡°Uno no es de hierro, est¨¢ cansado y, ante las preguntas, a veces dice lo que no debe¡±, se excus¨®.
Es complicado encontrar a alguien que conozca a Fernando Sim¨®n y hable mal de ¨¦l. Muchos profesionales sanitarios han alabado su gesti¨®n de la crisis. Ya que hay coronavirus, al menos estamos en sus manos, han venido a decir sus colegas. Estar bajo los focos no es nuevo para ¨¦l. Ya fue quien dio la cara para explicar la crisis del ¨¦bola en 2014, cuando el miedo a una epidemia mortal sobrevol¨® Espa?a tras la repatriaci¨®n de Miguel Pajares, el primer espa?ol infectado. Poco despu¨¦s falleci¨®, lleg¨® el contagio de la enfermera Teresa Rodr¨ªguez, el sacrificio de su perro Excalibur, otra repatriaci¨®n, la cuarentena de 10 personas... Sim¨®n tambi¨¦n se pon¨ªa entonces casi a diario delante de las c¨¢maras. Es algo que no le pesa. Dice tener poco sentido del rid¨ªculo y no ponerse nervioso cuando habla de lo que sabe. No le gusta la palabra preocupaci¨®n. ¡°Analizo las situaciones y busco las medidas que se pueden tomar ante ellas¡±, ha resumido en m¨¢s de una ocasi¨®n.
Transmite sosiego. Tanto, que la mayor¨ªa de las cr¨ªticas que se le hacen sobre la gesti¨®n de la crisis es que quita demasiada importancia a sus consecuencias y, en opini¨®n de algunos, las medidas que recomienda son insuficientes. Estas voces rara vez provienen de expertos: la gran mayor¨ªa de epidemi¨®logos y vir¨®logos que consulta este peri¨®dico aseguran que son las adecuadas. Circulan memes y v¨ªdeos que caricaturizan su personalidad; con doblaje falso, en un escenario apocal¨ªptico le ve el lado bueno a que cuando muramos todos el virus ya no ser¨¢ motivo de preocupaci¨®n.
Quienes lo conocen en privado aseguran que es exactamente como se muestra ante los medios. ¡°Es muy agradable en el trato, muy trasparente y muy did¨¢ctico. Es humilde. Un tipo fant¨¢stico¡±, resume una persona que trabaja codo con codo con ¨¦l.
Su carrera es la que siguen los m¨¦dicos aventureros, los que no quieren quedarse en una consulta o un hospital. Hijo de un psiquiatra, estudi¨® en un colegio cristiano solamente de varones en su ciudad natal. Sigui¨® los pasos de su padre y se licenci¨® en Medicina en Zaragoza. Empez¨® haciendo sustituciones y urgencias domiciliarias, pero pronto se march¨® a ?frica. Ha estado en Burundi, Somalia, Tanzania, Togo y Mozambique, donde fue director del Centro de Investiga??o em Sa¨²de de Manhi?a, un proyecto puesto en marcha de la mano de la cooperaci¨®n espa?ola. All¨ª no encaj¨®, dur¨® menos de un a?o. Sigui¨® su periplo por Latinoam¨¦rica: Guatemala y Ecuador. Todos estos viajes le ocuparon la d¨¦cada de los noventa, con dos a?os en Londres para estudiar en la prestigiosa London School of Hygiene and Tropical Medicine. En 2001 se march¨® a Par¨ªs como epidemi¨®logo del Instituto de Vigilancia Sanitaria y en 2003, cuando era ministra Ana Pastor, le propusieron regresar a Espa?a para montar la Unidad de Alertas y Emergencias de la Red Nacional de Vigilancia. Lleg¨® con un Gobierno del Partido Popular, pero ha visto pasar desde sus cargos la alternancia pol¨ªtica de este pa¨ªs, a 12 ministros de derechas e izquierdas, sin que le muevan de la silla.
Cuando tiene tiempo libre, algo que no sucede desde que el coronavirus de Wuhan comenz¨® a ocupar las portadas de los diarios a mediados de enero, disfruta escuchando m¨²sica ¡ªun poco de todo, pero especialmente rock: Eric Clapton o Van Morrison¡ª; le gustan los deportes, tanto practicarlos ¡ªvela, escalada, baloncesto, windsurf¡ª como verlos, ya sea a sus tres hijos o a los equipos de Zaragoza, tanto de f¨²tbol como de baloncesto ¡ªeste ¨²ltimo, ¡°el mejor de Espa?a con diferencia¡±¡ª. El ¨²ltimo libro que ha le¨ªdo es Memorial del Convento, de Jos¨¦ Saramago. Ahora, dice, come y duerme poco, ¡°pero es lo que toca¡±.
Aunque no faltaron las cr¨ªticas por traer a Espa?a al virus del ¨¦bola con la repatriaci¨®n de dos religiosos, Sim¨®n sali¨® airoso de aquella crisis. Desde la evacuaci¨®n del primero, el 7 de agosto de 2014, hasta que la enfermera Teresa Rodr¨ªguez se cur¨® por completo, el 1 de noviembre de ese mismo a?o, pasaron casi tres meses. Murieron los dos misioneros y hubo un solo contagio en suelo espa?ol. La primera vez que Sim¨®n compareci¨® ante los medios por la crisis del coronavirus fue el 25 de enero, cuando anunci¨® los dos primeros casos sospechosos en Espa?a. Ha pasado un mes y medio. M¨¢s de 600 personas se han infectado y 17 han muerto. Y el final de la epidemia no se vislumbra. Sim¨®n se enfrenta probablemente ante su mayor reto desde que est¨¢ al mando de las emergencias sanitarias de Espa?a. Si sus colegas siguen hablando bien de ¨¦l cuando todo pase, ser¨¢ buena se?al.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.