Los que trabajan hoy en Espa?a: ¡°Hay menos que barrer¡±
Panaderos, quiosqueros, cuidadoras o reponedores se cruzan en las calles con vecinos con perros y algunos paseantes y deportistas que empiezan a ser multados
Las calles de las principales ciudades de Espa?a han amanecido este domingo des¨¦rticas, en la primera ma?ana tras el decreto de alarma aprobado por el Gobierno que restringe el uso de la v¨ªa y del espacio p¨²blico para combatir el contagio del coronavirus. Se ha visto principalmente a trabajadores de oficios excluidos del confinamiento: barrenderos, panaderos, farmac¨¦uticos, reponedores, taxistas, conductores de la EMT, quiosqueros, recepcionistas de hotel... Pero tal vez el colectivo m¨¢s numeroso ha sido el formado por hombres y mujeres paseando a sus perros. Al menos, a primera hora. Conforme ha avanzado la ma?ana, han ido apareciendo m¨¢s transe¨²ntes: algunos iban a comprar la prensa, el pan o la comida, y otros, los menos, aprovechaban para pasear, correr o pedalear. Estos han sido reconvenidos y en algunos casos multados para que volvieran a casa por agentes de la polic¨ªa nacional, local y auton¨®mica, un colectivo hoy movilizado como lo est¨¢ desde hace semanas el exhausto personal sanitario, recluido en centros y hospitales. Tambi¨¦n se han hecho notar por las calles algunos turistas despistados.
Carmen est¨¢ barriendo las aceras del centro de Valencia. ¡°Aqu¨ª no hay nadie, ni los borrachines habituales. Claro, han cerrado los bares desde el viernes por la noche y se nota mucho. Hay menos que barrer. Las papeleras tambi¨¦n est¨¢n casi vac¨ªas¡±, se?ala la profesional de la limpieza. Ya en la plaza del Ayuntamiento, un autob¨²s de la EMT espera en una parada. ¡°He tra¨ªdo a cuatro personas solo, parec¨ªa que tambi¨¦n iban a trabajar. Supongo que a partir de ahora se reducir¨¢n mucho las frecuencias, porque es absurdo que demos muchas vueltas si no hay apenas gente en las calles¡±, dice Roberto, el conductor.
Quien no para es Rafael, reponedor en Sevilla. A las 12 de la ma?ana lleva ya tres camiones de comida descargados para abastecer a una l¨ªnea de supermercados. Luego ir¨¢ a otro establecimiento. ¡°Ayer [por este s¨¢bado] nos avisaron de que ten¨ªamos que trabajar hoy y de que esto se va a repetir en estas dos semanas¡±, explica. ¡°Lo de trabajar en domingo solo nos pasa en Navidades y fiestas especiales cuando hay mucha demanda¡±, a?ade. Tampoco la panadera Elena deja de trabajar este domingo. Su clientela ha aumentado, pero todos entran de uno en uno y guardan la cola a distancia de metro y medio en la calle. ¡°Ha venido mucha m¨¢s gente esta ma?ana y ayer tambi¨¦n y he tenido que pedir mucho m¨¢s pan y otro tipo de productos de alimentaci¨®n como cerveza, yogures o refrescos¡±, explica.
¡°Hay que trabajar, si no, qu¨¦ m¨¢s hacemos. En toda la ma?ana he hecho un servicio, me he ganado seis euros. Ahora espero otro servicio¡±, dice Rogelio, repartidor de Glovo, mientras espera una entrega en una panader¨ªa del barrio barcelon¨¦s de Gr¨¤cia. El aspecto solitario que ofrec¨ªa esta ma?ana la siempre bulliciosa Rambla de Barcelona parec¨ªa el decorado de una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, al igual que las im¨¢genes de la populosa Gran V¨ªa de Madrid.
En la Gran V¨ªa de Hospitalet de Llobregat est¨¢ Manuel, barrendero. Deja la escoba apoyada en un banco de la calle y enciende un cigarrillo. Este tramo es frecuentado por corredores y ciclistas, pero este domingo han salido sobre todo personas para pasear a su perro y para dar una vuelta con el pretexto de comprar el pan. ¡°La Guardia Urbana est¨¢ parando a la gente para saber ad¨®nde va, pero es verdad que esto est¨¢ vac¨ªo¡±, explica. Manuel se queja de que, a diferencia de lo que ocurre en Barcelona, los barrenderos de L¡¯Hospitalet no llevan ning¨²n tipo de protecci¨®n frente al coronavirus. Ni mascarilla ni guantes. ¡°Nos tienen aqu¨ª tirados, y nosotros tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo. Ya veremos a partir de ma?ana qu¨¦ pasa¡±, explica.
Los quioscos tambi¨¦n han abierto. Joan Josep regenta uno completo detr¨¢s de la Lonja de Valencia. Dice que est¨¢ vendiendo m¨¢s peri¨®dicos de papel, en torno a un incremento del 20%. ¡°Hago menos devoluciones. Se nota que la gente quiere estar informada de la crisis¡±, destaca. Sin embargo, Pepe, que tiene otro quiosco en el barrio sevillano de La Macarena se?ala que la crisis del coronavirus no ha despertado el inter¨¦s: ¡°Al rev¨¦s, viene mucha menos gente¡±, comenta, mientras expresa su temor por trabajar frente al p¨²blico. Se va a plantear cerrar por la tarde ¡°por seguridad¡±, porque sus clientes ¡°son ma?aneros¡±.
Taxistas para los sanitarios
Fernando cuenta que acaba de dejar a unos holandeses en el aeropuerto de Valencia y ha recogido a una pareja que iba a Gran Canaria pero se ha quedado al anularse su vuelo. ¡°Tras el aplazamiento de las Fallas, ya notamos un descenso en un 50% del trabajo y ahora... A ver si es verdad que los taxis y las VTC vamos a trasportar a los profesionales sanitarios a las visitas domiciliarias y recuperamos algo", comenta. Frente al Consistorio, un par de florister¨ªas han abierto. ¡°?Pero yo estoy en la lista de los que no pueden abrir? Estoy esperando a que pase un polic¨ªa y me diga qu¨¦ hago¡±, comenta una de las due?as. Se ven turistas y paseantes por la ciudad, por el jard¨ªn del Turia, hasta el punto de que la polic¨ªa ha cerrado estos jardines y ha empezado a multar.
En la recepci¨®n del Hotel Palacio Reina Victoria de Valencia se respira tranquilidad. ¡°Solo tenemos ocupadas cuatro habitaciones de las 84 que tenemos, con turistas que vinieron para las Fallas. Hemos reducido las camareras de habitaci¨®n y otros servicios. Tenemos trabajo respondiendo a las cancelaciones y modificaciones de reservas. Al menos, la gran mayor¨ªa de clientes que ten¨ªa reserva para estas Fallas ha aceptado conservarla para el 2021¡±, explica ?mbar desde la recepci¨®n.
La cubana Yara, de 40 a?os, trabaja de empleada de hogar y cuidadora en Ourense. Tras la limpieza en una casa, asiste a una mujer de avanzada edad. Ahora, la cuarentena la ha descolocado. ¡°No s¨¦ en d¨®nde me voy a meter las horas muertas del mediod¨ªa entre un domicilio y el otro¡±, se pregunta ante la imposibilidad de ir a la cafeter¨ªa: el ¨²nico tiempo libre del que dispone cada d¨ªa para s¨ª misma. Su domicilio, donde vive con su marido, est¨¢ a unos 20 kil¨®metros de la ciudad. Desde el viernes, Yara sale sola a la calle a hacer algunas compras puntuales para la mujer a la que cuida. Su madre y sus hijos no dejan de llamarla desde Cuba. ¡°Est¨¢n muy preocupados por m¨ª pero no me planteo volver¡±, afirma esta mujer, casada con un espa?ol. La crisis del coronavirus la ha pillado casi con la nacionalidad espa?ola en las manos. ¡°Hice el examen, me sab¨ªa bien todas las preguntas y estoy esperando que me avisen¡±, afirma.
¡°?Ojal¨¢ pase esto pronto!¡±, dice un vigilante de seguridad del Metro de Bilbao que prefiere mantener el anonimato. Asume que es parte de su trabajo patrullar por un suburbano en el que apenas hay usuarios a la hora de comer de este domingo. Les han dado unos guantes de pl¨¢stico, pero ¨¦l querr¨ªa disponer de m¨¢s unidades para sentirse m¨¢s protegido. ¡°Vamos a tener unos servicios m¨ªnimos de m¨¢s o menos la mitad¡±, explica con una distancia prudencial hacia su interlocutor. ¡°No me hace mucha gracia estar trabajando, pero en casa se me caen las paredes encima¡±, indica con resignaci¨®n el empleado p¨²blico.
Con informaci¨®n de Jes¨²s Garc¨ªa, Cristina Huete, Juan Navarro, Cristina V¨¢zquez e Ignacio Zafra
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