Ni almas en el campo ni cobijo para los peregrinos
El cierre de los albergues sorprende a muchos caminantes a Santiago ajenos a las malas noticias
El temporal de lluvia helada ayuda al confinamiento en el disperso pueblo de Luou, a 10 kil¨®metros de Santiago. El campanario de la parroquia de Santa Mar¨ªa sigue dando las horas, y las medias, porque est¨¢ mecanizado, siempre con sus rigurosos dos minutos de retraso, pero la iglesia ayer est¨¢ cerrada. Los 15 ni?os no han tenido catequesis y a su alrededor todo parece muerto. Los dos bares, antes repletos a la salida de misa, han bajado la reja hasta nueva orden y aqu¨ª ni tan siquiera el estanco y la farmacia, que hace 15 d¨ªas agot¨® sus mascarillas y solo abre en domingo si le toca guardia, est¨¢n abiertos. Por poder, en Luou hoy no se puede gastar dinero m¨¢s que en la m¨¢quina expendedora de preservativos Durex, que sigue despachando cajas a tres euros en el exterior de la botica, y en A Despensa, la peque?a tienda de comestibles, que s¨ª abri¨®.
Un poco m¨¢s all¨¢, el motel Venus, antes muy frecuentado en fin de semana, permanece abierto y con el letrero de ¡°libre¡± encendido en la entrada de veh¨ªculos; sin embargo sus habitaciones est¨¢n todas vac¨ªas. ¡°Esta noche hubo clientes, pero ahora ya no hay nadie¡±, comenta una empleada del negocio hostelero, ¡°la gente sigue llamando, preguntando si puede venir, y yo les digo a todos que esto sigue abierto... no se sabe hasta cuando. Pero por responsabilidad les pido que no vengan, que la cuarentena no es salir de casa para irse a un motel¡±. El Venus, que se anuncia en la carretera nacional con un lema bastante sonado en la zona, ¡°el amor no existe, se hace¡±, llevaba ya d¨ªas, ¡°de orden del jefe¡±, desinfect¨¢ndolo ¡°todo¡±. ¡°Aqu¨ª eso siempre lo llevamos a rajatabla, las manillas, los pasamanos y todas las cosas. Desinfecci¨®n a tope porque nunca se sabe lo que puede tocar la gente. Pero ahora lo hacemos hasta con el dinero, y el personal se ducha aqu¨ª antes de marchar a su casa¡±, describe la trabajadora.
La orden de cierre de establecimientos no afecta a los moteles, pero s¨ª a los albergues de peregrinos, que en Galicia, solo entre los pertenecientes a la red p¨²blica, ya suman 70 instalaciones y 3.000 plazas para pernoctar. El decreto ha cogido por sorpresa a los caminantes a Compostela, menos pendientes de las noticias que el resto, y ha dejado tirados a numerosos peregrinos en todas las rutas jacobeas. Un brit¨¢nico llamaba ayer a la puerta de la catedral de Tui (Pontevedra, en la frontera portuguesa) pidiendo ayuda porque no sab¨ªa que en el pa¨ªs que acababa de dejar, Portugal, y en el que acababa de entrar, Espa?a, hab¨ªa sido decretada la alarma. Mientras la Federaci¨®n de Asociaciones de Amigos del Camino se ha volcado el fin de semana en recoger peregrinos para que vuelvan a casa, la capital de Galicia amanec¨ªa el domingo con muchos extranjeros que no sab¨ªan ad¨®nde acudir. Un peregrino belga y otro franc¨¦s ¡ªque no quieren aparecer citados con sus nombres¡ª cuentan que tuvieron que dormir en la calle porque no tienen dinero para un hotel. Pero estos j¨®venes no quieren marcharse a sus pa¨ªses: ¡°Tenemos que acabar nuestro Camino. Vamos a llegar a Fisterra aunque nadie nos d¨¦ techo¡±.
El s¨¢bado hac¨ªa sol y los vecinos de Luou a¨²n aprovecharon para segar sus cunetas con las desbrozadoras, con la idea de quemar los rastrojos m¨¢s adelante. En Galicia, desde el viernes, ya estaban cerrados todos los negocios salvo los de primera necesidad y hab¨ªa tiempo para estas tareas. Pero el s¨¢bado por la noche, la Xunta anunciaba que las quemas de rastrojos quedaban vetadas, para evitar el riesgo de un incendio forestal durante el confinamiento, y minutos antes el presidente Pedro S¨¢nchez confirmaba la prohibici¨®n de salir a la calle salvo por causa mayor. Xerardo Porto, vecino de Luou, no sabe si a partir de ahora<NO>le costar¨¢ ¡°una multa de 100 euros¡± cruzar la cancilla para cortar la maleza que en primavera se desmanda y ¡°ahoga las cunetas¡± cuando llueve.
A unos 200 metros de la casa de Xerardo, Rebeca Rom¨¢n hab¨ªa empezado en enero a impartir clases de equitaci¨®n en su nuevo centro ecuestre. Desde que se suspendieron las actividades deportivas, ya no pueden ir sus alumnos, y desde que hay orden de quedarse en casa, los due?os de los caballos que cuida no pueden visitarlos. El s¨¢bado, se despidieron. ¡°Les mandar¨¦ fotos a diario¡±, cuenta, ¡°pero los caballos se deprimen. Echan de menos a su gente, y adem¨¢s son atletas: necesitan hacer ejercicio, galopar y saltar¡±.
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