Las despedidas pendientes
Las familias no pueden acompa?ar a los enfermos, ni organizar los velatorios de las v¨ªctimas
¡°Para m¨ª queda pendiente. Toda la parte del velatorio, de que venga la gente y nos demos abrazos y besos, de ver una multitud despidi¨¦ndola¡ Ese tributo y despedida que ella se merece lo tengo pospuesto. Lo necesitamos. No concibo que haya sido as¨ª, que se haya ido y no la hayamos despedido¡¡±. Lo cuenta por tel¨¦fono, con un hilo de voz, Mari Paz Jim¨¦nez, vecina de Morata de Taju?a (Madrid). Cuando ten¨ªa tres a?os su madre falleci¨® debido a un c¨¢ncer de mama y se hizo cargo de ella su t¨ªa Honoria, conocida por todos como Nori. ¡°Fue una madre para m¨ª. Me cri¨®, me lo dio todo¡±. Hace una semana Nori muri¨® debido al coronavirus.
¡°La muerte estos d¨ªas es mucho m¨¢s dolorosa. La gente est¨¢ muriendo sola y no podemos despedirnos¡±, explica Jim¨¦nez. Su t¨ªa viv¨ªa desde hace unos a?os en la residencia para ancianos Virgen de la Antigua, en Morata de Taju?a. El pasado 8 de marzo uno de los residentes se infect¨® y muri¨®. A partir de ah¨ª, el brote. ¡°Las monjas y trabajadoras de la residencia se vieron desbordadas. No sab¨ªan lo que estaba pasando¡±, rememora Mari Paz. La residencia restringi¨® las visitas: solo se pod¨ªa hablar a trav¨¦s de una mampara. ¡°El d¨ªa 10 fue la ¨²ltima vez que la vi¡ Estaba bien, no ten¨ªa nada¡±, dice Mari Paz. Al d¨ªa siguiente, Nori cay¨® enferma.
¡°Al principio me dijeron que ten¨ªa fiebre. Pero a los dos d¨ªas mi prima me llam¨® y me dijo: ¡®Oye, que est¨¢ muy malita¡¯¡±, cuenta Mari Paz. Una situaci¨®n ya de por s¨ª dura se convierte en cruel cuando el desencadenante es el coronavirus. ¡°No se pod¨ªa entrar a verla. A m¨ª me dejaron despedirme de forma excepcional, con un traje protector. Pero la gente est¨¢ muriendo sola, sin apoyo, sin ver a un solo familiar¡±, explica Mari Paz con la voz rota de dolor.
Nori falleci¨® el d¨ªa 15. ¡°Una ambulancia la fue a recoger el d¨ªa anterior, la ingresaron y lo siguiente que vimos nosotros fue el ata¨²d¡±, dice Jim¨¦nez. ¡°Eso es muy duro¡±. La familia de Mari Paz no pudo velar a su t¨ªa. ¡°Lo ¨²nico que nos permitieron es hacer un entierro de unos minutos en el exterior y 10 personas que no pudimos ni tocarnos. Luego, todos a casa sin haberla visto siquiera¡±. Para ella, la despedida que su t¨ªa merece ha quedado pendiente. Y, con ella, tambi¨¦n el dolor.
¡°Los familiares est¨¢n desesperados¡±. Mar¨ªa es el nombre ficticio de una enfermera del hospital Doce de Octubre de Madrid. Trabaja en la planta previa a la UCI. Atiende a pacientes de coronavirus graves. ¡°Est¨¢n en una habitaci¨®n y no puede entrar nadie¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°As¨ª que los familiares se quedan en las salas de espera. No pueden hacer nada, ni entrar, pero necesitan estar ah¨ª¡±, cuenta Mar¨ªa. Cada d¨ªa, a la una de la tarde, un m¨¦dico sale y les explica la evoluci¨®n de su familiar. ¡°Si tuvi¨¦ramos EPI [equipo de protecci¨®n individual] suficientes, les dejar¨ªamos pasar, pero no tenemos¡±.
Cuenta Mar¨ªa que la tensi¨®n es enorme. ¡°Los familiares nos dan cosas para que les demos a los ingresados: libros, cartas, tel¨¦fonos¡ No poder verlos genera una ansiedad enorme. Atendemos constantes ataques de ansiedad y los pacientes ingresados tambi¨¦n tienen bajadas de ox¨ªgeno a menudo. Est¨¢n muy agobiados por la soledad¡±. Mar¨ªa explica que la incertidumbre es lo m¨¢s cruel: ¡°Cuando un paciente ingresa en esta planta la familia sabe que, o lo ven de vuelta en casa o ya ven directamente el ata¨²d. No hay proceso por el medio y eso lo convierte en algo muy duro¡±.
La abuela de Pablo Padilla falleci¨® el pasado d¨ªa 17. Viv¨ªa en una residencia de Soto del Real, en Madrid. Muri¨® sin poder despedirse de un solo familiar. Cuenta Padilla por tel¨¦fono sobre la v¨ªspera del fallecimiento: ¡°Nos llamaron para decir que estaba mal, como cansada y callada. Pero claro, no pudimos ir a verla. No pudimos hacer nada¡¡±. Al d¨ªa siguiente les comunicaron la muerte. ¡°Ya no es que muriese sola, sin poder despedirnos. Es que ni siquiera ahora puedo ir a ver a mi madre, que es la que de verdad est¨¢ afectada, a darle un abrazo. Y eso que vivimos a 900 metros. Cada uno est¨¢ pasando el duelo en su casa. Mi madre no puede darse un abrazo con sus hermanas¡±, cuenta Pablo.
Padilla y su familia tuvieron que esperar tres d¨ªas para que el tanatorio les diese cita para la incineraci¨®n. ¡°Est¨¢n desbordados¡±. Cuando tuvo lugar, la ceremonia fue breve y con 10 personas que no pudieron tocarse entre s¨ª. ¡°Todo muy fr¨ªo, ten¨ªamos que estar a dos metros unos de otros. Muy doloroso¡±. Como Jim¨¦nez, Padilla explica que han acordado que, cuando puedan, le har¨¢n a su abuela una despedida como se merece.
Explica un portavoz de Servicios Funerarios de Madrid que, seg¨²n instrucciones de Sanidad Mortuoria, est¨¢n prohibidos los velatorios a fallecidos por coronavirus. ¡°Las familias solo pueden celebrar un entierro o incineraci¨®n en el exterior y con un m¨¢ximo de 10 asistentes. Lo que pasa es que muchas familias est¨¢n en cuarentena y tenemos muchas cremaciones o entierros en los que no viene pr¨¢cticamente nadie¡±. Cuenta este portavoz que los crematorios han tenido que aumentar su plantilla, capacidad y horario. ¡°Se han multiplicado las ceremonias. A¨²n tenemos margen, pero no s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ el escenario en unos d¨ªas¡±.
Las im¨¢genes que llegan de Italia no invitan al optimismo. En la ciudad de B¨¦rgamo decenas de ata¨²des son trasladados por camiones militares para su incineraci¨®n. Im¨¢genes casi b¨¦licas. ¡°Todav¨ªa no estamos en ese punto¡±, recalca el portavoz.
Para paliar el dolor de las despedidas en aislamiento, Javier Barbero, concejal del Ayuntamiento de Madrid y miembro de la Sociedad Espa?ola de Cuidados Paliativos, ha puesto en marcha, de la mano del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid y de los Servicios Funerarios, una red de apoyo para dar acompa?amiento en el duelo a las familias afectadas por el coronavirus mediante el correo ayudaduelocopm@cop.es. ¡°En nuestra cultura uno siente que no ha cumplido si no est¨¢ con su familiar en las ¨²ltimas horas¡±, explica Javier. ¡°Sin acompa?amientos ni ritos es como si no hubiera pasado. Se produce una sensaci¨®n de irrealidad¡±. Por ello, m¨¢s de 60 psic¨®logos se han puesto de forma voluntaria al servicio de esta red, para atender a las familias que hoy sufren las p¨¦rdidas a distancia y en soledad. Las p¨¦rdidas extraordinariamente crueles que est¨¢ provocando el coronavirus.
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