Las campesinas centenarias que vivieron dos pestes
Despu¨¦s de una vida llena de dureza, Ana, 106 a?os, y Elisa, 104, se han curado de la covid-19
Ana Del Valle ten¨ªa apenas seis a?os cuando vio morir a su hermana mayor a causa de la gripe espa?ola, la gran pandemia del siglo XX que arras¨® con 40 millones de vidas entre 1918 y 1920. Su madre encontr¨® muerta a la ni?a en mitad del campo, desplomada por la fiebre junto a una encina, cuando transportaba la leche con la que se abastec¨ªan los cortijos diseminados por la serran¨ªa de Ronda. Elisa Velasco Gonz¨¢lez, all¨¢ por El Bierzo, casi era un beb¨¦ que gateaba por la casa de un maestro, su padre, cuando la peste del siglo XX campaba por el mundo. Hab¨ªa nacido en 1915. Ana tiene 106 a?os ¡ªcumplir¨¢ 107 en octubre¡ª y a Elisa le queda un mes para soplar las 105 velas. Son con toda probabilidad, las decanas entre las 92.335 personas ¡ªseg¨²n el ¨²ltimo dato ofrecido por el Gobierno este viernes¡ª que se han curado de la covid-19, la gran pandemia de este siglo.
Sus biograf¨ªas simbolizan tanto las penurias que atravesaron en Espa?a durante casi todo el siglo XX como la fortaleza de la generaci¨®n que tuvo que lidiar con ellas. De sol a sol, una en Andaluc¨ªa y la otra casi en Galicia, labraron el campo mientras criaban hijos. Se mantuvieron en pie, viudas y solas, y han superado los cien a?os de vida. El coronavirus las sorprendi¨® en la residencia, ya con una neblina intermitente en la memoria.
Ana estaba entre los 28 contagiados en el medi¨¢tico brote de coronavirus de la residencia Dolores Ib¨¢rruri de Alcal¨¢ del Valle, en C¨¢diz, que fueron trasladados a La L¨ªnea de la Concepci¨®n: ¡°La abuela acaba de superar el tercer test y ha vuelto a dar negativo¡±, explica su nuera, Paqui S¨¢nchez. ¡°Ya no tiene fiebre, come con cierta normalidad y ha empezado a dar unos pasos con la ayuda de su andador. Est¨¢ muy d¨¦bil, su estado de fragilidad nos lleva a querer ser muy prudentes, pero no tiene coronavirus, lo que tiene son muchos a?os¡±, admite Paqui. ¡°En los d¨ªas en los que estaba muy malita, nos llamaban hasta dos y tres veces. Nunca me cansar¨¦ de darles las gracias, han luchado por ella como si tuviera 18 a?os¡±, relata emocionada. ¡°Hemos intentado mandarle besos por videoconferencia, pero se excita mucho, est¨¢ nerviosa, tiene un peque?o grado de demencia y no entiende bien qu¨¦ est¨¢ pasando¡±, reconoce.
Elisa tampoco entend¨ªa como nadie se acercaba a abrazarla entre tanto aplauso al salir del ala de aislamiento de la residencia Los Rosales de Ponferrada (Le¨®n). Eso fue el martes pasado. Apoyada en su bast¨®n, probablemente sonre¨ªa porque ella es de mucho sonre¨ªr y buen conformar pero, en la confusi¨®n que la acecha a ratos, se asombraba de tanta euforia y ninguna caricia. As¨ª lo recuerda el gerente del centro privado con 130 residentes, Jorge Alberto N¨²?ez. Elisa enferm¨® a finales de marzo, junto a cerca de una veintena de residentes. ¡°De nuestros centros el ¨²nico que tiene positivos es este, y es por la gran cantidad de visitas. Estamos en el centro de Ponferrada¡±, dice; ¡°quisimos cerrarlas antes del confinamiento, pero no nos dejaron¡±. A Elisa la iban a ver sus bisnietos (tiene cinco), que han querido hacerla famosa, y sus nietos (cuatro), entre ellos Braulio ?lvarez, jefe de Medicina Intensiva del Hospital del Bierzo. ¡°La abuela ha tenido fiebre y poco m¨¢s¡±, se felicita, ¡°y solo toma una pastilla para la hipertensi¨®n¡±. Andarina como es, ya le fallan el o¨ªdo y la vista. ¡°Cuando llegamos, tarda un rato en situarse y reconocernos¡±. Ya pasea por el patio al sol, y volver¨¢ al gimnasio a hacer ¡°el caballo¡±. As¨ª le llama, dice el nieto, a levantar las rodillas para subir a un escabel.
Ana del Valle naci¨® el 20 de octubre de 1913 en el Cortijo El Queguijal, en Ronda, donde vivi¨® hasta casarse. Viuda desde hace 24 a?os, ha sido madre de cuatro hijos, abuela de cinco nietos y bisabuela en cuatro ocasiones. ¡°Es una mujer muy fuerte, de gran car¨¢cter, forjado a causa de una vida muy dura¡±, relata su nuera, que hasta el traslado de la abuela a la residencia en 2012, era su vecina en el edificio y la encargada de cuidarla. Paqui S¨¢nchez ha ido recogiendo, como depositaria de su memoria, el testimonio vital de Ana, la hija de los porqueros de El Quegijal. Trabaj¨® como jornalera en la recogida de garbanzos y otras siembras, fue la casera de otros cortijos, agricultora en propiedades ajenas, hasta que, gracias al producto ¡°de un esfuerzo sin l¨ªmite¡±, consigui¨® gestionar sus propias tierras cuando el matrimonio pudo permitirse comprar ¡°un terrenito¡± que a¨²n hoy sigue existiendo y que lleva el nombre de La Mimbre.
Elisa alumbr¨® a la madre de Braulio en plena Guerra Civil, en Vi?ales, una pedan¨ªa de 200 vecinos. Malos tiempos, cont¨® a los suyos, en los que hab¨ªa gente malvada que hac¨ªa mucho da?o. Ella y el abuelo Daniel, un hombre trabajador como pocos, cultivaron la huerta de El Bierzo y cuidaron del ganado. ¡°Pasaron mucha necesidad, claro¡±, cuenta el nieto. La abuela enviud¨® hace 30 a?os. Pero tan calladita y tranquila, siempre sigui¨® adelante. Sola en casa casi hasta ser centenaria. Quiz¨¢ nunca sepa, y para qu¨¦, que le toc¨® pasar otra peste.
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