Cuando el encierro se empieza a disipar
En Dub¨¢i, asociada al lujo, todav¨ªa hay desconfianza en los centros comerciales
De repente, comenz¨® a o¨ªrse el mar. En la bulliciosa Dub¨¢i, una ciudad enfocada al comercio, el turismo y la diversi¨®n, el par¨®n al que ha obligado la pandemia de la covid-19 ha tra¨ªdo un inusual silencio. Tanto, que a veces da miedo. ?A qui¨¦n se dirigen las pantallas gigantes que siguen lanzando anuncios publicitarios intercalados con mensajes que recomiendan quedarse en casa? Solo el ej¨¦rcito de repartidores que cruza la ciudad con comidas, medicinas, documentos y todo tipo de encargos confirma que la vida sigue detr¨¢s de los muros de rascacielos, villas palaciegas y barracones, que de todo hay en la Ciudad del Oro.
Hay momentos, en que no se ve un alma por la calle. Incluso ahora, cuando empieza a suavizarse este extra?o encierro compartido en medio mundo. Ya no hace falta solicitar un permiso online a la polic¨ªa para ir al super, a la farmacia o al hospital. Se permite salir de casa desde las seis de la ma?ana y hasta las diez de la noche. Con sentido com¨²n y con mascarilla. La consigna sigue siendo ¡°jalak fil beit¡± (qu¨¦date en casa).
En mi barrio, el imam de la mezquita de Al Rahim lo recuerda durante su pr¨¦dica. ¡°El profeta Mahoma ya reconoci¨® y predic¨® la importancia de prohibir los viajes y de la cuarentena en los lugares contaminados por una enfermedad para impedir su difusi¨®n¡±, asegura en ingl¨¦s para alcanzar mayor audiencia, habida cuenta que el 90% de la poblaci¨®n es extranjera.
Emiratos ?rabes Unidos, la federaci¨®n a la que pertenece Dub¨¢i, ha informado de 12,481 casos de covid-19 con 105 muertos, la tercera cifra m¨¢s alta entre las seis monarqu¨ªas del Golfo, que suman 58.000 diagnosticados. Las autoridades no dan cifras desglosadas por emiratos, pero Dub¨¢i, el m¨¢s poblado de los siete con 3,3 millones de habitantes (el pa¨ªs tiene 9,5 millones), es el ¨²nico que durante tres semanas ampli¨® a 24 horas el toque de queda nocturno que impera en el pa¨ªs. Adem¨¢s, cerr¨® dos barrios enteros, Al Ras y Naif, que tienen una gran poblaci¨®n inmigrante, en su mayor¨ªa procedente del subcontinente indio.
El confinamiento no lleg¨® de repente. Primero, se redujeron los horarios de los centros comerciales y restaurantes; luego se cerraron gimnasios, peluquer¨ªas y discotecas; a continuaci¨®n, se suspendieron los servicios religiosos en mezquitas, iglesias y templos. Todo con mucho tacto dado que aqu¨ª conviven personas de dos centenares de nacionalidades.
Nada de ¡°estado de alarma¡±, ni de ¡°toque de queda¡± o ¡°confinamiento¡±. Dub¨¢i, una ciudad que se proclama abierta y ha convertido en pol¨ªtica oficial la promoci¨®n de la felicidad de sus habitantes, ha establecido ¡°restricciones de movimiento¡± para llevar a cabo una ¡°campa?a nacional de desinfecci¨®n¡±. Y en efecto, varias noches he visto desde mi ventana como los veh¨ªculos de protecci¨®n civil fumigaban calzada y aceras con ah¨ªnco.
La desescalada ha coincidido, o se ha hecho coincidir, con el inicio de Ramad¨¢n. Las autoridades contaban sin duda con que el ayuno y las altas temperaturas mantuvieran la actividad social reducida durante las horas de luz. El primer d¨ªa tras el anuncio, la calle debajo de mi casa se llen¨® de ni?os y paseantes. Desde entonces, los 40? C que ya alcanza el term¨®metro durante la mayor parte de la jornada han desincentivado que se repitiera la escena; aunque he visto alg¨²n valiente (?loco?) que sale a correr a mediod¨ªa.
Tampoco al ponerse el sol, cuando suena el ca?onazo que marca el final del ayuno, se produce la algarab¨ªa que era habitual en estas fechas. Faltan los numerosos turistas saud¨ªes que ven¨ªan a pasar este mes de abstinencia en un ambiente menos austero; tambi¨¦n los rusos y otros europeos que, ajenos al calendario musulm¨¢n, disfrutaban de un verano adelantado antes de que el est¨ªo parezca el infierno. Faltan, sobre todo, las ganas de fiesta de las familias que tras la ruptura del ayuno se echaban a la calle para reunirse con amigos, compartir una pipa de agua o comprar un helado a los ni?os.
Ahora solo puede visitarse a familiares hasta segundo grado (y siempre que no sean personas de m¨¢s de 60 a?os u otros factores de riesgo) y en grupos limitados. Adem¨¢s, muchos han perdido el empleo o temen perderlo ante la incertidumbre econ¨®mica. Los primeros negocios autorizados a abrir, restaurantes, peluquer¨ªas y tiendas de ropa, apenas tienen clientes, lo que hace irrelevante la estricta limitaci¨®n de aforo.
La gente a¨²n desconf¨ªa. En los grandes centros comerciales, que son la ense?a de esta ciudad asociada al lujo y al exceso, hay quienes se apartan al cruzarse con otros clientes, otros miran con recelo a quien carraspea o estornuda. Las compras se hacen r¨¢pido. Las normas municipales limitan la estancia en el interior a tres horas. Tampoco hay mucha distracci¨®n. Cines, salas de juegos, acuarios, pistas de esqu¨ª o de patinaje y otros entretenimientos que atra¨ªan a los visitantes a esos templos del consumo, siguen cerrados.
El responsable del Turismo de Dub¨¢i ha expresado su deseo de que los viajeros puedan regresar a partir de julio. Pero pasar¨¢ tiempo antes de que la ciudad recupere los 16 millones de visitantes que tuvo en 2019. M¨¢s a¨²n con la Expo 2020 pospuesta hasta el a?o que viene. Sabremos que la pesadilla empieza a quedar atr¨¢s cuando vuelva a o¨ªrse el rugido de los Lamborghini, Ferrari y Mustang que constituye la banda sonora de las madrugadas del emirato.
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