La minuciosa labor de los rastreadores alemanes
Las oficinas locales de salud p¨²blica desempe?an un papel fundamental para romper las cadenas de contagio
Un peque?o grupo de soldados con cara de despistados escucha con atenci¨®n los detalles sobre un nuevo foco de contagios en una comunidad religiosa, en la oficina municipal de salud p¨²blica de Spandau, al oeste de Berl¨ªn. Vienen a reforzar a los m¨¢s de 100 rastreadores civiles que en los ¨²ltimos tres meses han perseguido con minuciosidad las infecciones de covid-19. La canciller alemana, Angela Merkel, insiste desde hace semanas en que romper la cadena de contagios es la ¨²nica forma de contener la enfermedad hasta que haya una vacuna. Y en esa lucha contra la propagaci¨®n, oficinas locales como la de Spandau han jugado un papel determinante en esta epidemia, que Alemania ha logrado controlar sin que su sistema de salud se haya desbordado. La descentralizaci¨®n de su sistema, m¨¢s all¨¢ de los l?nder, ha evidenciado que el conocimiento del terreno y la cercan¨ªa pueden ser herramientas muy ¨²tiles.
El camino no ha sido f¨¢cil y algunas de las m¨¢s de 400 oficinas locales de salud han hecho frente a la emergencia con grandes dosis de improvisaci¨®n e imaginaci¨®n. Cuando estall¨® la crisis, Spandau, un distrito en el que viven unas 240.000 personas, contaba con un equipo de ocho personas dedicadas a frenar la propagaci¨®n de brotes de salmonela, legionela o meningitis, entre otros. En el pico de la epidemia han llegado a sumar 124 trabajadores, que atienden al tel¨¦fono las consultas de los ciudadanos y han rastreado las 320 infecciones del municipio, trazando la red de contactos pasados de los infectados, haciendo pruebas diagn¨®sticas y ordenando cuarentenas.
En Spandau, reclutaron y formaron a empleados municipales que no pod¨ªan trabajar por la epidemia. Desde los dentistas que iban a las escuelas a ense?ar salud bucodental, pasando por los bibliotecarios. Todos se volcaron. ¡°Al principio est¨¢bamos desbordados. Despu¨¦s, vinieron de todos los departamentos. Tuvimos mucho apoyo del Gobierno local¡±, asegura en su despacho la doctora Gudrun Widders, directora de esta oficina municipal de salud p¨²blica, los Gesundheits?mter. El resultado es un puzle burocr¨¢tico que hace un trabajo muy efectivo.
Unos 30 empleados forman parte de la primera l¨ªnea del frente, los que atienden al tel¨¦fono a los vecinos que llaman preocupados porque han tenido el primer s¨ªntoma o han estado en contacto con alg¨²n positivo. A principios de marzo, los bibliotecarios recibieron formaci¨®n sobre c¨®mo responder a las preguntas que iban a recibir y a d¨®nde derivar cuando no supieran responder.
¡°S¨ª, ?todos viven en la misma casa? Espere, que le doy cita para el test¡±. La conversaci¨®n que se escucha desde este lado del tel¨¦fono se repite por parte de los investigadores sanitarios desde hace semanas en este centro. La profesional que contesta es parte del n¨²cleo duro del equipo, el que forman los supervisores de salud o controladores higi¨¦nicos, que cuentan con una formaci¨®n profesional de dos o tres a?os, dependiendo de la regi¨®n. Son una suerte de criminalistas biol¨®gicos que investigan epidemias. Ahora son cuatro equipos, que cada d¨ªa elaboran un listado de posibles infectados, les llaman y les dan cita para hacerse el test. Si el posible contagiado tiene coche y se encuentra bien, acude en persona. Si no, para que eviten el transporte p¨²blico, los empleados acuden a su domicilio. Cuando no contestan al tel¨¦fono, los empleados van en persona a su casa y si no est¨¢n, le dejan un aviso en el buz¨®n.
El tercer equipo es el que se encarga de hacer el seguimiento de los que est¨¢n en cuarentena. Cada dos d¨ªas les llaman para que se tomen la temperatura y rellenar un diario sanitario para ver si hay s¨ªntomas.
Un hombre que apenas habla alem¨¢n se acerca a la ventanilla de las oficinas de protecci¨®n de la infancia, unas manzanas m¨¢s all¨¢ de la oficina de salud, donde realizan los test. Viene con la cita que le han dado por tel¨¦fono los investigadores. Se baja la mascarilla, abre la boca y una especialista enfundada con un traje protector le hace la prueba a trav¨¦s de la ventana. ¡°Le llamaremos ma?ana o pasado con los resultados¡±. Al frente de la operaci¨®n, Wilhem Geilen explica que ahora hacen unos 10 test al d¨ªa con cita, adem¨¢s de las visitas a domicilio. Asegura que la situaci¨®n est¨¢ m¨¢s controlada, pero que al principio fue dif¨ªcil hacer acopio del material. ¡°Hubo que organizarlo todo muy r¨¢pido¡±.
Coincide Widders. ¡°Al principio, no pudimos dar con todo el mundo para que se sometieran a cuarentena¡±, dice la doctora, que recuerda, por ejemplo, el caso de un vecino que dio positivo y que ven¨ªa de esquiar en Austria, y hab¨ªa estado en un concierto, en una sauna y hab¨ªa visitado a su familia. En casos como ese, pon¨ªan anuncios para que la gente que hab¨ªa estado en esos lugares los llamaran. Pero poco a poco, los contagiados y las personas con las que hab¨ªan estado en contacto los 14 d¨ªas anteriores fueron cumpliendo sus cuarentenas y dejando de propagar el virus y las famosas cadenas de contagio se quebraron. ¡°No podemos descubrir todo, pero podemos descubrir mucho. En Spandau ha funcionado muy bien y ahora hay pocos pacientes, menos de 10 en el hospital, que nunca ha estado saturado¡±, asegura Widders.
En su oficina se encuentra una pieza fundamental del operativo. Se trata de un fax al que llegan los resultados de los laboratorios, tambi¨¦n de otras regiones, porque, seg¨²n explica la directora, enviarlo por correo electr¨®nico vulnerar¨ªa la protecci¨®n de datos. Esos faxes van directos al equipo de investigadores, que rellenan con datos su tabla de Excel.
En Alemania, la situaci¨®n de estos centros de salud p¨²blica locales var¨ªa mucho seg¨²n las zonas. En general, Widders asegura que los empleados de estas oficinas no est¨¢n bien pagados y a lo largo de los a?os se han ido reduciendo los recursos y el personal. Tambi¨¦n en este distrito perif¨¦rico, donde vive mucha gente con problemas socioecon¨®micos, que no puede permitirse vivir en el centro de Berl¨ªn.
Esta crisis ha supuesto un revulsivo. En el paquete de medidas de est¨ªmulo econ¨®mico que Berl¨ªn ha aprobado esta semana, figura una partida de 9.500 millones de euros para fortalecer el sistema de salud. De ellos, 4.000 millones de euros se destinar¨¢n a un pacto para los servicios de Salud P¨²blica, con el que se proporcionar¨¢ a las oficinas locales m¨¢s personal y mejor equipo t¨¦cnico, seg¨²n explica una portavoz del ministerio de Sanidad. El Gobierno federal anunci¨® hace semanas que el objetivo es que haya un equipo de al menos cinco personas por cada 20.000 habitantes. Una investigaci¨®n period¨ªstica publicada a mediados de mayo indicaba, sin embargo, que ese objetivo no se hab¨ªa cumplido en numerosos municipios. Merkel anunci¨® en abril que se crear¨ªan adem¨¢s 105 equipos m¨®viles que financiar¨¢ el Ministerio de Sanidad, con la idea de aliviar los cuellos de botella que se produzcan en las diferentes Administraciones locales. Los centros municipales que vean que no son capaces de hacer el seguimiento, tienen la obligaci¨®n de comunicarlo a las autoridades para poder encontrar una soluci¨®n. En el Instituto Robert Koch, el de referencia para casos de pandemias, se ha reforzado la unidad de 40 personas que sirve de contacto con los servicios municipales de salud p¨²blica.
De los soldados reci¨¦n llegados no se espera una gran contribuci¨®n, porque no pueden hacer test ni ordenar cuarentenas. Hoy les explican que entre los contagiados en el brote del pasado fin de semana hay ni?os y que cuando lleguen los resultados de los test se decidir¨¢ si cerrar el colegio o no. La coordinaci¨®n con un municipio colindante les ha permitido adem¨¢s saber que hay otros dos infectados de la misma comunidad religiosa, por lo que van a investigar a todos los miembros porque podr¨ªa haber m¨¢s.
A pesar de que el n¨²mero de casos activos contin¨²a descendiendo en Alemania y el incremento de nuevos contagios se ha estabilizado, proliferan los brotes localizados como este. La suma de contagiados de covid-19 en Alemania es de 182.370 y de muertos, 8.551, seg¨²n los datos del instituto Robert Koch. La relajaci¨®n de las restricciones y la actitud de algunos ciudadanos hace temer a numerosos expertos que pueda haber una segunda ola. ¡°Lo bueno es que ahora ya tenemos la estructura montada, la gente formada y la maquinaria engrasada¡±, se consuela Widders.
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