La contrarreloj del colegio as¨¦ptico
El retorno a las escuelas revoluciona centros como los navarros, los primeros en reabrir
Cuatro ni?os disfrutan del patio como si m¨¢s all¨¢ de las vallas del colegio el mundo no hubiese cambiado por completo. Corren, saltan al juego de la rayuela y r¨ªen con la mascarilla como ¨²nico signo de que el retorno al aula ser¨¢ m¨¢s extra?o que nunca. Lejos quedan aquellos septiembres cuando las principales preocupaciones de las familias eran forrar los libros sin que quedaran burbujas en la portada, remendar el ch¨¢ndal del a?o pasado para sortear un nuevo gasto y lidiar con los berrinches de chavales que no quieren regresar a la escuela.
El frenes¨ª intramuros del colegio p¨²blico Azpilaga?a de Pamplona evidencia una vuelta al cole inaudita. Toca implementar los protocolos sanitarios de la consejer¨ªa de Educaci¨®n de Navarra, preparar al detalle planes tanto preventivos como reactivos ante el dichoso coronavirus y adaptarlo todo, absolutamente todo, a un contexto de pandemia. Las clases comenzar¨¢n entre el 4 y el 7 de septiembre y los centros luchan contra reloj para evitar fallos. La estampa en esta escuela de las afueras de Pamplona, donde los campamentos municipales han retrasado la aplicaci¨®n de unos esquemas minuciosamente elaborados, muestra el contraste de montones de libros de Lengua y Matem¨¢ticas que cohabitan en el comedor con bidones de gel hidroalcoh¨®lico. Unos metros m¨¢s all¨¢, unos palos de madera para delimitar el patio: adi¨®s a esos recreos donde marabuntas infantiles desconectaban de la lecci¨®n entre bombardeos de balones de origen incierto.
La directora, Ana Rasc¨®n, suspira. Sabe que m¨¢s no pueden hacer para enfrentarse a ese enemigo invisible cuando recuperen la actividad el d¨ªa 7. Los esfuerzos se centran en pulir cada detalle: c¨®mo acceder¨¢n los alumnos al edificio, c¨®mo evitar que coincidan distintos grupos, c¨®mo reaccionar ante eventuales contagios, c¨®mo ense?arles a ni?os de cinco a?os que no pueden acercarse a sus amigos de la clase de al lado. ¡°El esfuerzo es enorme¡±, recalca. Los habituales cambios educativos anuales se quedan en minucias al compararlos con una era en la que hay que aislar a cada clase en ¡°aulas burbuja¡± para minimizar contactos. Rasc¨®n destaca que esta labor resulta crucial para que un alumnado que sufri¨® sobremanera el confinamiento de primavera regrese no solo a la vida educativa, sino a la social: ¡°Nos sorprende lo que sienten los ni?os, han estado mucho tiempo parados¡±. Es una inc¨®gnita, prosigue, c¨®mo se adaptar¨¢n: ¡°La interacci¨®n y la socializaci¨®n quedaron en un segundo plano¡±.
La dolorosa cuarentena sigue fresca en la memoria infantil. Josu y Adri¨¢n Lezaun y Ainhoa y Andoni Villanueva, de entre seis y 10 a?os, recuerdan con horror esas semanas de aislamiento. M¨¢s divisi¨®n muestran al hablar del retorno escolar: Josu tiene ganas porque ¡°eso de estar encerrados¡¡±; Ainhoa relaja la euforia: ¡°Bueno, no tantas¡±. Al menos podr¨¢n reencontrarse con sus amistades m¨¢s all¨¢ de las fr¨ªas pero agradecidas videoconferencias. Andoni admite que las cuatro primeras semanas fueron llevaderas, pero que despu¨¦s acab¨® pataleando por el suelo: ¡°Se me subi¨® la sonrisa cuando pudimos salir¡±. Adri¨¢n reniega: ¡°No me gusta nada el cole, lo peor es el comedor¡±. M¨¢s contento est¨¢ con su mascarilla con dibujos de perros, a la que ya se ha acostumbrado.
Conciliaci¨®n
Las madres les han inculcado, incluso hasta el agotamiento, aquello de respetar la distancia social, embadurnarse las manos de gel y cubrirse nariz y boca. Los menores han entendido ese largo etc¨¦tera, explican Olga Olloqui y Katy Gonz¨¢lez, tambi¨¦n integrantes de la asociaci¨®n de padres y madres del Azpilaga?a. La primera dice estar tranquila, con una seguridad de ¡°un 12 sobre 10¡±, pues agradece los esfuerzos del colegio y conf¨ªa en que todo ir¨¢ bien. ¡°Nadie se preocupa por la salud mental de los ni?os m¨¢s all¨¢ del bicho¡±, advierte, y es que su hijo Andoni lamentaba mirar por la ventana y ver a perros de paseo mientras ¨¦l quedaba recluido. Incluso se enfadaba con Pedro S¨¢nchez cuando anunciaba otra pr¨®rroga del estado de alarma. Gonz¨¢lez recuerda que esta circunstancia examinar¨¢ la capacidad de conciliar para las familias: ella ha pedido una excedencia para cuidar de sus hijos. Otras, plantea, tendr¨¢n m¨¢s problemas para encargarse de ellos ante contagios que los devuelvan a casa. Los abuelos, eterno recurso ante catarros o contingencias varias, quedan descartados.
El ¡°ya veremos¡± se convierte en un escenario constante para vaticinar la vida posterior al d¨ªa 7. Mar¨ªa Rodr¨ªguez, presidenta de la Asociaci¨®n de padres y madres Herrikoa, mayoritaria en Navarra, valora los protocolos y avisa de todo lo que est¨¢ en juego: ¡°Podemos tener una generaci¨®n de j¨®venes marcados por la pandemia¡±. ¡°Las familias no podemos volver a llevar el peso de la educaci¨®n¡±, apunta. Ana Rasc¨®n, que detalla de carrerilla hasta c¨®mo han repartido los ba?os para los 400 alumnos del centro, pide que los adultos desempe?en un rol activo en insistir en las recomendaciones sanitarias a los peque?os. La secretaria y maestra Cristina de Miguel resalta el papel del profesorado y bromea: ¡°?Cu¨¢ntas mascarillas se van a perder!¡±.
Quedan unos d¨ªas para que los ni?os regresen a esos pupitres y sillas verdes frente a la pizarra. Hasta entonces, disfrutar¨¢n de este inaudito verano de achuchones prohibidos. Un verano en el que han aprendido el significado de pandemia, cuarentena, convivientes o covid-19. Y una saturaci¨®n informativa que les ha anticipado malas noticias, como anuncia Andoni: ¡°Ayer vi en el peri¨®dico que han quitado el bal¨®n¡±. Ainhoa se consuela: ¡°Siempre podremos abrazar a las almohadas¡±.
Un reto para el profesorado
Los 11.445 profesores navarros, repartidos en 316 centros con casi 110.000 alumnos, encaran este curso con un nuevo rol: la vigilancia sanitaria. Cristina de Miguel cree que deber¨¢n concienciar con juegos. Ella optar¨¢ por las manualidades: pedir¨¢ a los ni?os que creen un sobre para guardar la mascarilla cuando deban retir¨¢rsela.
Navarra, asimismo, cuenta con unos 18.000 estudiantes entre la universidad p¨²blica y la privada. Las mascarillas ser¨¢n obligatorias en este entorno, donde destaca la presencia de j¨®venes de otras comunidades o pa¨ªses, hasta el 45%, clave de cara a la movilidad o posibles cierres de fronteras ante la expansi¨®n del virus.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
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