La violaci¨®n y asesinato de un ni?o enfrenta a Marruecos a la normalizaci¨®n de la pederastia
Intelectuales y asociaciones critican la pasividad y connivencia de una poblaci¨®n acostumbrada a los abusos de menores
El peque?o Adnane, de 11 a?os, desapareci¨® en T¨¢nger el lunes 7 de septiembre. Las redes sociales ayudaron a alertar a la sociedad y a extender su b¨²squeda. Las c¨¢maras de las tiendas lo grabaron en la calle junto a un hombre con gafas. Finalmente, su cad¨¢ver apareci¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s cerca de su casa. Hab¨ªa sido violado y asesinado el primer d¨ªa de su secuestro. El supuesto homicida era un trabajador de 24 a?os que habitaba a 20 metros de Adnane, nombre que en ¨¢rabe significa para¨ªso.
El caso ha provocado un aluvi¨®n de firmas que solicitan la aplicaci¨®n de la pena de muerte, vigente en Marruecos, aunque la ¨²ltima vez que se ejecut¨® fue en 1993. Varios intelectuales y asociaciones humanitarias se?alan, sin embargo, que el caso de Adnane no es m¨¢s que la punta de un iceberg. Que la sociedad est¨¢ acostumbrada a vivir con esta perversi¨®n atroz.
El escritor marroqu¨ª Abdel¨¢ Taia, nacido en 1973 en un barrio pobre de la ciudad de Sal¨¦, vecina de Rabat, fue en su d¨ªa el primer intelectual marroqu¨ª en salir del armario. Y ahora es el que m¨¢s claro denuncia la pasividad y connivencia de muchos compatriotas respecto a la pederastia. En varios medios marroqu¨ªes, Taia public¨® una tribuna donde se?ala:
¡°La verdad es algo insoportable para todos nosotros. Pasamos nuestro tiempo busc¨¢ndola y una vez que estamos delante de ella, tenemos miedo. Y, a menudo, la soluci¨®n m¨¢s obvia es apartar la mirada. Inventar otra mentira. Encontrar el chivo expiatorio. Y, en una solidaridad ficticia, lo linchan. Le hacemos llevar todos nuestros cr¨ªmenes y todas nuestras cobard¨ªas, todas las disfunciones del Estado y todas las hipocres¨ªas de la sociedad¡±.
Taia, residente en Par¨ªs, cuenta que ¨¦l mismo sufri¨® abusos cuando era peque?o. ¡°Casi todo el mundo pasaba por encima de m¨ª. El barrio (el mundo, el poder) hab¨ªa conseguido transformarme en una peque?a cosa sexual de la que todo el mundo pod¨ªa servirse. Impunemente. A la vista de todo el mundo. Durante a?os. (¡) Me pregunto c¨®mo es que no me han matado a m¨ª tambi¨¦n. Yo soy el peque?o Adnane. Todos somos el peque?o Adnane. Ca¨ªdos en un c¨ªrculo vicioso. Reproducimos sobre el otro el mal que nos han hecho. Es tan simple como eso¡±.
¡°Todos los marroqu¨ªes que yo conozco¡±, sostiene Taia, ¡°han sufrido agresiones sexuales cuando eran peque?os. (¡) Todo el mundo est¨¢ traumatizado en Marruecos. Y, desgraciadamente, cada d¨ªa hay decenas y decenas de peque?os Adnanes¡±.
Aziz Rhali, presidente de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH), asegura que esta organizaci¨®n recibe cada d¨ªa reclamaciones y quejas de padres por la desaparici¨®n y violaciones de sus hijos. Su colega en la asociaci¨®n, Khadija Ryadi insiste en que esta violencia sexual contra los ni?os se est¨¢ multiplicando. ¡°Es necesario emprender estudios serios para identificar las causas. Pero se sabe ya que hay agresores de ni?os que a su vez han sido v¨ªctimas de agresiones sexuales. Y no tuvieron nunca ning¨²n seguimiento psicol¨®gico ni acompa?amiento que pudiera ayudarles a salir sin demasiadas secuelas¡±.
¡°La justicia¡±, a?adi¨® Ryadi, ¡°tampoco protege a los ni?os, porque los pederastas son juzgados con penas irrisorias. Y algunos reinciden despu¨¦s de dejar la prisi¨®n. Cuando se trata de personalidades conocidas incluso consiguen abandonar el pa¨ªs¡±.
En la memoria colectiva de Marruecos no se ha borrado a¨²n el nombre del pederasta espa?ol Daniel Galv¨¢n, quien fue de forma err¨®nea indultado por el rey Mohamed VI en 2013, tras haber violado a 11 ni?os y haber sido condenado a 30 a?os. Aquel indulto provoc¨® manifestaciones en el pa¨ªs y el rey, de forma in¨¦dita, se vio obligado a revocarlo, pero Galv¨¢n se encontraba ya en Espa?a.
La fiscal¨ªa cont¨® en 2017 un total de 5.998 casos de violencia contra menores. Al a?o siguiente la cifra ascend¨ªa a 6.702. No obstante, la creencia m¨¢s extendida es que son pocos los casos de violaciones en Marruecos que terminan plasm¨¢ndose en denuncias judiciales.
Actuar frente a la impunidad
Cada pocos meses sale el caso de un pederasta que se libra de la c¨¢rcel en Marruecos. El ¨²ltimo de ellos ha sido un turista kuwait¨ª, acusado de abusar de una menor de 14 a?os. La prensa local se?al¨® que los padres de la ni?a retiraron la denuncia despu¨¦s de que el turista les diera la suma de 950.000 dirhams (88.000 euros). La AMDH insiste en que la fiscal¨ªa debe actuar de oficio en estos casos para que el agresor no salga impune.
El soci¨®logo Abdessamad Dialmy escribi¨® el 18 de septiembre una tribuna en el semanario Tel Quel donde explica que en Marruecos hay hombres que abusan de los ni?os porque las relaciones consentidas entre adultos, fuera del matrimonio, est¨¢n prohibidas. Los ni?os, seg¨²n esa tesis, presentan menos riesgos sociales, porque no tienen una virginidad que perder ni quedan embarazados.
¡°Cu¨¢n a menudo escuchamos que tal o cual hombre ¡®ama¡¯ a los ni?os, lo que implica que le gusta sodomizar a los ni?os¡±, escribe Dialmy. Lo decimos con una sonrisa de complicidad y comprensi¨®n. No hab¨ªa nada malo o serio en ello. El proverbio dice incluso que el ni?o solo aprende si pasa bajo el ¡®vientre¡¯ del maestro de la escuela cor¨¢nica y del maestro artesano. Agredir sexualmente a ni?os varones sigue siendo una v¨¢lvula de seguridad sexual m¨¢s o menos estandarizada".
Khadija Ryadi lamenta que el caso de Adnane no haya servido para poner el foco sobre las razones del aumento de la violencia sexual contra los menores, sino que ha girado en torno a la pena de muerte.
Doce d¨ªas despu¨¦s de la muerte de Adnane, fue encarcelado en T¨¢nger un imam acusado de ¡°atentar contra el pudor¡± de seis ni?as. Uno m¨¢s. Y el s¨¢bado 26 de septiembre apareci¨® en una monta?a de la provincia des¨¦rtica de Uarzazat el cad¨¢ver de Naima, una ni?a de cinco a?os que hab¨ªa desaparecido hace m¨¢s de un mes. La polic¨ªa investiga a¨²n las causas de esta muerte.
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