¡°Comenz¨® a pasarse a mi cuarto por las noches¡±
Miguel Hurtado, v¨ªctima de abusos, cuenta en primera persona la historia de pederastia en la Iglesia ¡°que nadie quiso escuchar¡±
Concha ten¨ªa raz¨®n. Me gust¨®. El monasterio de Montserrat, perdido en medio de la monta?a, es un lugar majestuoso e imponente. Sobre todo para m¨ª, que, con diecis¨¦is a?os, comenzaba a distanciarme de mis padres. El grupo scout estaba formado por adolescentes y j¨®venes.
(...) Los escoltes lleg¨¢bamos al monasterio el viernes por la noche o el s¨¢bado por la ma?ana en coche, en autob¨²s, en tren cremallera o en el a¨¦reo de Montserrat. El s¨¢bado hac¨ªamos actividades de ocio y formativas, adem¨¢s de preparar y distribuir las tareas para la eucarist¨ªa del d¨ªa siguiente, y el domingo colabor¨¢bamos en la celebraci¨®n de la misa. Despu¨¦s de comer, volv¨ªamos para casa. Se respiraba un ambiente de compa?erismo y respeto.
(...) Desde hac¨ªa cuatro d¨¦cadas, el grupo scout lo dirig¨ªa el monje Andreu Soler, el germ¨¤ Andreu. Hab¨ªa formado ya a varias generaciones de j¨®venes y era respetado tanto por los chavales como por sus padres. Aparentemente, era un adulto de confianza. Pero la verdad era otra.
Se gan¨® mi confianza al servirme de apoyo durante las crisis que estaba viviendo, tanto en mi familia como personalmente. Los problemas con la relaci¨®n entre mis padres, el conflicto que me generaba asumir mi realidad sexual, el complicado paso por el instituto... (...) Me mostraba a menudo claramente angustiado, as¨ª que el germ¨¤ Andreu se acerc¨® a m¨ª.
¡ªTe veo triste, Miguel. ?Te pasa algo? ?Tienes alg¨²n problema? Sabes que, si necesitas hablar, estoy aqu¨ª para escucharte.
Y empezamos a hablar. Al principio, de temas algo m¨¢s neutros, como mi familia o los estudios, y lo hac¨ªamos siempre en zonas comunes como el comedor, despu¨¦s de cenar. Pero, poco a poco, la relaci¨®n empez¨® a cambiar.
Comenz¨® a pasarse a mi cuarto por las noches y a hablarme de temas sexuales como la masturbaci¨®n. (...) Hasta que un d¨ªa cruz¨® una l¨ªnea que rompi¨® mi adolescencia, que me quebr¨® por dentro.
¡ªEsto mejor no lo toques demasiado, no es bueno para ti.
Eso dijo mientras met¨ªa su mano debajo del pijama y empezaba a manosear mis genitales.
(...) Ese d¨ªa mi vida dio un vuelco para siempre. Los abusos se prolongaron durante todo un a?o. Yo ten¨ªa solo diecis¨¦is a?os. Recuerdo la profunda confusi¨®n que me embarg¨®. (...) Montserrat era un lugar venerable, tierra sagrada para los catalanes. Estaban abusando de m¨ª a los pies de la Moreneta, la virgen patrona de Catalu?a. En teor¨ªa era un lugar seguro para ni?os y adolescentes.
(...) Todo aquel a?o, eterno, viv¨ª en dos realidades paralelas y contradictorias. Mientras los s¨¢bados por la noche el germ¨¤ Andreu abusaba de m¨ª, el domingo por la ma?ana, junto con el resto de mis compa?eros, ayudaba en la celebraci¨®n de la misa. Observaba la devoci¨®n de los fieles.
(...) Mis padres me hab¨ªan repetido en innumerables ocasiones el cl¨¢sico: ¡°Miguel, ni se te ocurra subirte en el coche de un extra?o¡±. (...) Pero ?qui¨¦n me hab¨ªa prevenido de los conocidos, de la gente de mi entorno de confianza: familiares, profesores, sacerdotes, monitores, amigos de la familia? Es el perfil de las personas que cometen la mayor parte de los abusos a menores.
(...) El germ¨¤ Andreu era el t¨ªpico pederasta con piel de cordero. Como hacen la mayor¨ªa de los abusadores, no me hab¨ªa agredido inmediatamente, nada m¨¢s conocerme. Los abusos fueron la culminaci¨®n de un largo proceso, planificado y ejecutado a sangre fr¨ªa durante meses, que ten¨ªa como objetivo identificar a v¨ªctimas vulnerables y vencer sus resistencias para, acto seguido, explotarlas sexualmente.
(...) Viv¨ª paralizado durante muchos meses, sin saber c¨®mo reaccionar, funcionando de forma autom¨¢tica. Continuaba asistiendo al instituto, quedando con mis amigos y yendo a Montserrat una vez al mes. No era capaz de asimilar lo que estaba pasando y negu¨¦ la realidad, por m¨¢s obvia que fuera. A fin de cuentas, si no hab¨ªa habido violencia ni me hab¨ªa violado, ?pod¨ªa considerarlo un abuso?
Quiz¨¢s estaba siendo malpensado. El germ¨¤ Andreu se preocupaba por m¨ª, le importaba, me escuchaba. A diferencia de mi padre, a ¨¦l le pod¨ªa contar cosas sabiendo que me prestar¨ªa atenci¨®n. ?Y si realmente solo quer¨ªa ayudarme? Porque ?cu¨¢l podr¨ªa ser la explicaci¨®n alternativa? (...) ?Que me estaba traicionando? (...) Y si romp¨ªa la relaci¨®n con ¨¦l, con mi padre sustituto, ?qu¨¦ alternativa ten¨ªa para encontrar algo de apoyo ante mis problemas?
?Retomar la relaci¨®n con mi verdadero padre? Esto ¨²ltimo no era una opci¨®n. As¨ª que reaccion¨¦ como solemos hacer los seres humanos, tanto los menores como los adultos: decid¨ª creerme una mentira reconfortante, enga?arme a m¨ª mismo.
'El Manual del silencio', de la editorial Planeta, se publica el pr¨®ximo martes 18 de febrero.
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