¡°La covid no entiende de festivos¡±: as¨ª fue la Nochevieja en residencias, hospitales y la Puerta del Sol
Ancianos de una residencia en Ja¨¦n y m¨¦dicos de urgencias de un hospital barcelon¨¦s cuentan c¨®mo vivieron una Nochevieja de calles vac¨ªas marcada por la pandemia
El 2020 termin¨® como fue: extra?o, con el mundo a medio gas y todos m¨¢s pendientes de la amenaza de una tercera ola de covid-19 que de celebrar el Fin de A?o. Las restricciones sociales impuestas por los Gobiernos auton¨®micos para contener la expansi¨®n de una curva epid¨¦mica en ascenso marcaron el ritmo de la ¨²ltima noche del a?o: reuniones sociales contenidas ¡ªde 10 participantes o menos, seg¨²n el territorio¡ª y un toque de queda poco despu¨¦s de la madrugada limitaron mucho la celebraci¨®n de una extra?a Nochevieja de pandemia.
Cena para los h¨¦roes: ¡°No poder salir es lo que m¨¢s cuesta¡±
¡°A ver si la pandemia esta se elimina o se frena, que ya estoy apuntado para vacunarme¡±. Esto es lo que pidi¨® al 2021 Andr¨¦s Garz¨®n, de 97 a?os, cuando se comi¨® las uvas: ¡°Me las com¨ª todas, pero no al ritmo de las campanadas. Fue despacio y les quit¨¦ los huesecillos porque estoy operado del est¨®mago¡±. Andr¨¦s lleva desde 2018 en la residencia Sebasti¨¢n Estepa Llaurens de Ja¨¦n y este a?o, como el resto de sus 48 compa?eros ¡ªque tienen entre 60 y 99 a?os¡ª ha debido adaptarse a los sucesivos cambios de rutina impuestos por la covid. ¡°El no poder salir es lo que m¨¢s me ha costado, el sol... Yo echaba la quiniela y compraba cualquier cosa en el s¨²per, sub¨ªa hasta la plaza de las Palmeras o la plaza de Abastos, me encontraba gente por all¨ª... Eso es lo que m¨¢s echo de menos¡±, apunta.
En la residencia Sebasti¨¢n Estepa Llaurens han tenido que acomodar la tradicional cena de Nochevieja a las exigencias impuestas por la pandemia. ¡°Com¨ªamos todos juntos con las mesas en forma de u y decoradas. Este a?o, el comedor se ha puesto por mesas donde se ha comido de manera individual o por parejas que comparten habitaci¨®n, para mantener los grupos burbuja¡±, explica su directora, Mar¨ªa Jos¨¦ C¨¢rdenas.
Solo cuatro de los 49 residentes han salido a pasar las fiestas fuera. Algunos, como Andr¨¦s, les han dicho a sus hijos que prefer¨ªan no salir por el riesgo que conlleva. ¡°Yo tengo all¨ª mi cama y mis cosas puestas, pero aqu¨ª lo tengo todo m¨¢s sencillo, y por eso me qued¨¦. Nos vacunaremos el 8 de enero [el pr¨®ximo viernes], y quieren evitar contagios¡±, cuenta Garz¨®n.
Pese a las dificultades, los ancianos a los que cuidan los 35 profesionales del centro disfrutaron de una noche especial, que termin¨® con la visita adelantada de los Reyes Magos. Tuvieron un men¨² especial con entrantes de langostinos, aceitunas, entremeses, patatas chips y canap¨¦s; ensaladilla de primer plato, seguida de carrillada estofada en salsa de chocolate.
Luisa Albacete, de 87 a?os, apenas prob¨® bocado, pero disfrut¨® mucho. ¡°Con las auxiliares lo pas¨¦ muy bien. Yo no me com¨ª las uvas, pero me qued¨¦ mientras los dem¨¢s lo hac¨ªan. Dieron las campanadas con una sart¨¦n o una cosa de esas, eso s¨ª fue divertido¡±, explica. Disfrazados, raspando la botella, los trabajadores arrancaron a los residentes unos villancicos que culminaron con las uvas a golpe de cacerola. ¡°Sobre las 10 porque muchos no aguantan hasta medianoche¡±, a?ade la directora.
Esta Nochevieja fue diferente para los ancianos, pero tambi¨¦n para los trabajadores del centro. ¡°Me invadi¨® mucha tristeza durante la cena y me acordaba especialmente de la gente que no ha llegado a poder disfrutar de este momento, pero en la cena tratamos de que nuestros abuelitos estuviesen felices y alegres, todo por ellos y que no notaran esta desesperaci¨®n que nos invade¡±, reconoce Fina C¨¢rdenas, de 46 a?os, y auxiliar del centro. Los sacrificios que han tenido que hacer este a?o los ancianos se los reconocieron esa noche. ¡°Despu¨¦s de todo lo que han pasado en sus vidas nos han demostrado a todos que son los verdaderos h¨¦roes de la pandemia¡±, concluye C¨¢rdenas.
Urgencias movidas: ¡°En el ¨¢rea covid no pararon de venir pacientes¡±
Ni en Nochevieja la pandemia ha dado tregua. Con las discotecas cerradas y el toque de queda que imped¨ªa trasnochar en la ¨²ltima noche del a?o, los sanitarios de las Urgencias del Hospital del Mar de Barcelona auguraban una jornada m¨¢s o menos tranquila para acabar el a?o. Pero 2020 sorprendi¨® hasta el final. ¡°Fue una guardia m¨¢s movida de lo que imaginamos. Durante la ma?ana, no par¨® el ¨¢rea covid y luego, por la tarde, se animaron tambi¨¦n las urgencias m¨¦dicas no covid¡±, explica Llu¨ªs Castillero, adjunto de urgencias.
A pie de playa y a tiro de piedra de las discotecas y bares de copas del frente mar¨ªtimo, las urgencias del Mar estaban acostumbradas a unas Nocheviejas con decenas de intoxicaciones por alcohol u otras sustancias, politraumatismos por ca¨ªdas y agresiones en la calle. La pandemia, sin embargo, ha retirado del tablero de juego casi por completo ese perfil de pacientes. ¡°Alguno hubo por la tarde, pero much¨ªsimo menos que lo t¨ªpico de Nochevieja¡±, se?ala Marta Crespo, jefa de guardia del hospital la noche del 31.
No hubo intoxicaciones, pero tampoco margen para el descanso. En la Nochevieja de 2019, hasta las nueve de la ma?ana del d¨ªa siguiente se atendieron 295 urgencias, 68 durante la madrugada. Este a?o, 243 pacientes fueron visitados en esa misma jornada, 48 desde que sonaron las campanadas. ¡°En el ¨¢rea covid, a lo largo de la ma?ana no dejaron de venir pacientes m¨¢s graves, que llegaban justos de ox¨ªgeno. Tambi¨¦n tuvimos, entre las urgencias leves, m¨¢s de 15 pacientes sospechosos o confirmados de covid que se encontraban mal¡±, se?ala Castillero. La curva epid¨¦mica est¨¢ en ascenso y las consultas hospitalarias vinculadas a esta enfermedad, tambi¨¦n. ¡°La covid no entiende de vacaciones ni festivos y los ingresos aumentan cada d¨ªa¡±, insiste Crespo.
Entre los no covid, la sintomatolog¨ªa de consulta era muy variable: ¡°Dolor tor¨¢cico en el que hab¨ªa que descartar un infarto, s¨ªntomas neurol¨®gicos en los que hab¨ªa que ver si hab¨ªa un ictus, pacientes mayores con insuficiencia card¨ªaca o afectaci¨®n pulmonar descompensada¡ Nos esper¨¢bamos una ma?ana movidita y que por la tarde fuese mucho menor, pero la gente segu¨ªa viniendo por cuestiones leves a las diez de la noche. Ven¨ªan por motivos tan variopintos como un malestar general¡±, apunta Castillero. La pandemia, opina el m¨¦dico, ha alterado la percepci¨®n del estado de salud: ¡°Ha hecho que la gente tenga m¨¢s miedo y venga antes a urgencias¡±.
A pesar del trasiego, muchos sanitarios de las Urgencias del Mar pudieron comer las uvas. No como antes, cuando 40 m¨¦dicos hac¨ªan coincidir el descanso para brindar juntos, pero s¨ª pudieron festejar, en grupos reducidos, la entrada al nuevo a?o. Aunque no todos. Algunos tuvieron que apurar las campanadas o dejarlas para luego, como los que atendieron al primer beb¨¦ del a?o en el hospital: un ni?o, el quinto hijo de una mujer de origen indio y residente desde hace una d¨¦cada en el barrio del Raval, que naci¨® a las 00.20.
El silencio de Sol: Trabajadores esenciales y apenas movimiento
Madrid ofreci¨®, a pocas horas de la Nochevieja, un viaje al pasado, a marzo y abril. Calles desiertas y un silencio solo roto por el ruido que llegaba desde algunas ventanas y el paso de algunos coches, en su mayor¨ªa taxis que circulaban libres.
Minutos antes de las 22.00, a la Puerta del Sol ya no se pod¨ªa acceder. La polic¨ªa terminaba el desalojo mientras que el cantante Nacho Cano y su equipo comenzaban los ensayos de su concierto, que tuvo lugar poco antes de las 00.00. Sonaba el ¡°marineros, soldados, solteros, casados¡¡± hasta la extenuaci¨®n en medio del silencio que gobernaba el lugar. Lloviznaba y hac¨ªa un fr¨ªo tremendo junto a la estampa de una Puerta del Sol en la que faltaba la multitud que todos los a?os se toma las uvas en vivo y en directo.
El concierto solo abarc¨® Un a?o m¨¢s, pero cuando termin¨®, los int¨¦rpretes corrieron a abrazarse como si hubieran dado un recital de dos horas frente a un auditorio a reventar.
Cinco minutos antes de la cuenta atr¨¢s, los pocos presentes, trabajadores todos, empezaban a juntarse. Los polic¨ªas posaban frente a la bandera proyectada contra el edificio del Consistorio, un m¨¦dico de Protecci¨®n Civil hac¨ªa una videollamada a casa y los vigilantes del metro sal¨ªan en tropel a la superficie para hacerse una foto todos juntos mientras preparaban las uvas que cada uno trajo de casa, envueltas en papel de aluminio. Como si Sol se hubiera reservado a los trabajadores esenciales del a?o.
Tras las campanadas y los fuegos artificiales, los pocos vecinos que se hab¨ªan acercado hasta los l¨ªmites del per¨ªmetro de seguridad comenzaban el regreso a casa. El centro de Madrid se convirti¨® en una procesi¨®n de grupos err¨¢ticos entre el estruendo de la pirotecnia que se escuchaba en toda la ciudad, solo acompa?ado por alguna sirena de polic¨ªa.
No hubo ambiente festivo y, unas calles m¨¢s all¨¢ de Sol, rein¨® un silencio que solo se rompi¨® cuando desde algunas ventanas abiertas llegaron los ruidos de fiestas que acababan de empezar y que pr¨¢cticamente terminaron unos instantes despu¨¦s.
Con informaci¨®n de Jessica Mouzo, Eva Saiz y Nacho Gallego.
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