La ¨¦tica de la cola y las infantas
Hay decisiones que, aunque sean legales, tienen un elevado coste, al menos reputacional
Cuando un bien es a la vez importante y escaso, se plantea el problema de c¨®mo debe distribuirse. Puede dejarse a las reglas del mercado, de manera que la ley de la oferta y la demanda permita a los m¨¢s fuertes o con m¨¢s poder llegar primero. O pueden establecerse mecanismos equitativos de reparto, que pueden ser por m¨¦ritos, por orden de llegada o por necesidad. Este ¨²ltimo es el criterio que se aplica en el plan de vacunaci¨®n contra la covid en Espa?a. Se rige por un orden de prioridad previamente establecido que da preferencia a las personas con mayor riesgo de muerte. Esta forma de priorizar garantiza al mismo tiempo la mayor equidad social y el mayor beneficio colectivo.
Pero la priorizaci¨®n siempre implica una demora y lo que se impone en este caso es la ¨¦tica de la cola: esperar pacientemente a que te toque el turno. Mantener el orden es de vital importancia, pues las vulneraciones y abusos act¨²an como un corrosivo de la confianza en el sistema establecido. Es lo que ha ocurrido en Espa?a cuando hemos sabido que el jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, alg¨²n obispo y algunos alcaldes y concejales se han vacunado cuando no les tocaba. Si nos molesta que alguien intente colarse en el cine o en la caja del supermercado, cuando lo ¨²nico que nos jugamos es un poco de tiempo, qu¨¦ no ser¨¢ cuando lo que hay en juego es un riesgo para la vida. La vacuna es adem¨¢s el pasaporte a la libertad de movimientos y de interacci¨®n social, por eso la espera se hace eterna y en esta situaci¨®n, la tolerancia ante los abusos es inversamente proporcional al cansancio y la angustia.
Todos los abusos conocidos han causado esc¨¢ndalo, pero el m¨¢s corrosivo ha sido saber que las infantas Elena y Cristina de Borb¨®n se hab¨ªan vacunado en Abu Dabi aprovechando una visita a su padre, el rey em¨¦rito. El alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, justific¨® a las infantas se?alando que la suya era ¡°una decisi¨®n personal¡± muy diferente del resto de casos, puesto que ellas no le han robado la vacuna a ning¨²n espa?ol. Cierto, pero se han saltado la cola prevali¨¦ndose de su posici¨®n. Hay decisiones que, aunque sean legales, tienen un elevado coste, al menos reputacional. En este caso, vacunarse pon¨ªa en evidencia que forma parte de los privilegios de ciertas posiciones poder viajar y comprar lo que muchos otros no pueden, aunque lo necesiten mucho m¨¢s.
Hubiera sido a¨²n peor que se hubieran vacunado en Espa?a, pero sigue siendo censurable porque afecta a lo que Michael J. Sandel, uno de los referentes de la filosof¨ªa pol¨ªtica, considera bienes que deben quedar fuera de los privilegios del poder. En su libro Lo que el dinero no puede comprar (Debate), Sandel constata que con el auge de las teor¨ªas neoliberales, la ¨¦tica del mercado se ha ido imponiendo cada vez m¨¢s a la ¨¦tica de la cola, y eso crea rechazo y desafecci¨®n. Cuando saltarse la cola afecta a bienes tan valiosos como la inmunidad contra un virus que mata, ese malestar puede resultar insoportable. As¨ª lo ha entendido el Congreso de los Diputados al aprobar, con un grado de apoyo muy poco habitual en estos tiempos de polarizaci¨®n, una comisi¨®n que vigilar¨¢ que se cumplan los criterios de vacunaci¨®n.
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