Cunhaporanga Tatuyo: de la Amazonia profunda al triunfo explosivo en Tik Tok sin salir de la selva
Una ind¨ªgena brasile?a de 22 a?os logra m¨¢s de seis millones de seguidores mostrando su vida cotidiana en la red
De la Amazonia profunda al triunfo explosivo en Tik Tok
A veces la globalizaci¨®n cuaja en fen¨®menos inimaginables hace poco como el inter¨¦s de los iran¨ªes en fotografiarse con los turistas occidentales para colgar la foto como un trofeo en Instagram, que los astronautas puedan tuitear una foto mientras est¨¢n en ¨®rbita o que la ¨²ltima sensaci¨®n brasile?a de TikTok viva en uno de los lugares m¨¢s remotos del pa¨ªs. Cunhaporanga Tatuyo es una ind¨ªgena que tiene 22 a?os y seis millones de seguidores en la red de v¨ªdeos cort¨ªsimos que hace furor entre adolescentes de todo el planeta. ?La f¨®rmula? Contar su vida cotidiana en una aldea de lo m¨¢s profundo de la Amazonia. Eso incluye insectos, pinturas en el rostro y colgantes de plumas adem¨¢s de conexi¨®n a Internet en la selva tropical y un tel¨¦fono m¨®vil.
Buena parte del atractivo de la joven es que combina la imagen que el mundo tiene de los ind¨ªgenas amaz¨®nicos con la cultura popular de los de su edad, vivan en Bagdad, Estocolmo, Pek¨ªn o la aldea de la comunidad ind¨ªgena Tatuyo. Con camiseta o falda de paja, a veces con elaborados dibujos en el rostro para protegerse de los esp¨ªritus, sus v¨ªdeos son b¨¢sicamente l¨²dicos. Alegra la escena con todo tipo filtros y hace que canta famosas baladas.
Tambi¨¦n proliferan en Brasil otros ind¨ªgenas, como Karibuxi o Alice Patax¨®, que han encontrado en redes sociales el ecosistema perfecto para defender su causa. Tienen decenas de miles de seguidores.
El v¨ªdeo subido por Cunhaporanga este jueves a TikTok arranca con una enorme cazuela repleta de insectos con aspecto de hormigas de un tama?o de asustar. Bichos vivos, en movimiento. Tras asarlos al fuego, un chaval sonr¨ªe a la c¨¢mara con uno sobre la lengua y varios m¨¢s en la palma de la mano. M¨¢s de 92.000 visitas ten¨ªa el viernes por la tarde. Tambi¨¦n triunfan los v¨ªdeos en los que, en el portugu¨¦s que debi¨® aprender en la escuela, ense?a palabras en su lengua.
La joven, llamada Maira Gomez Godinho, ha abierto una ventana a un mundo tan lejano como desconocido que despierta una enorme curiosidad. Tiene siete veces m¨¢s seguidores que la cifra oficial de los ind¨ªgenas brasile?os. Llegar hasta la choza de la tiktokera desde R¨ªo o S?o Paulo requiere tomar dos o tres aviones y navegar una hora aguas arriba del r¨ªo Negro desde S?o Gabriel da Cachoeira.
Cunhaporanga le ha contado al Washington Post, que la visit¨® en su aldea, que era una m¨¢s de los muchos millones de an¨®nimos y anodinos usuarios de TikTok hasta se grab¨® comiendo un alimento de diario entre los suyos, una larva. Viva, amarillenta, regordeta, del tama?o de un me?ique. Como replicar a escala global el efecto que causan en algunos for¨¢neos los chapulines, los mejillones o las angulas: repugnancia y curiosidad¡ pero, claro, supervitaminado, como todo en TikTok. Ah¨ª empez¨® a germinar el fen¨®meno. En el citado reportaje explica que, de la larva, se come solo el cuerpo, la cabeza no, y se acompa?a con un pu?ado de harina de mandioca. ?Ah! Dicen que sabe a coco.
Ning¨²n otro pa¨ªs est¨¢ tan enganchado a Internet como Brasil. Del presidente Bolsonaro al ¨²ltimo de los ciudadanos. El alcalde de R¨ªo, Eduardo Paes, tuiteaba recientemente una estad¨ªstica internacional de a OCDE que dec¨ªa que los brasile?os pasan una media 9,3 horas diarias en Internet, la mitad de ellas navegando por redes sociales.
Los ind¨ªgenas de Brasil llegaron hace tiempo a la conclusi¨®n de que es un lugar en el que tienen que estar, un espacio id¨®neo para dar la batalla. Esta semana la han dedicado a protestar en persona en Brasilia y tambi¨¦n en la galaxia que forman Facebook, Instagram, Twitter, TikTok y dem¨¢s, contra el intento de recortar el derecho a reclamar las tierras que habitaron sus antepasados. Entre los movilizados, Karibuxi (54.000 seguidores en Twitter), una ind¨ªgena activista de 27 a?os. ¡°La gente tiene una visi¨®n muy racista de los ind¨ªgenas, como si no pudi¨¦ramos usar tecnolog¨ªa¡±, dice en una entrevista telef¨®nica esta periodista que pertenece al pueblo Kariri de Alagoas; naci¨® y vive en S?o Paulo.
Internet en las aldeas remotas es crucial, por ejemplo, para dar la alarma a las autoridades ante las frecuentes invasiones en territorios realmente inmensos. Pero tambi¨¦n para echar las horas.
Karibuxi a?ade que es un instrumento clave para denunciar agresiones, para colocar sus urgencias en el debate p¨²blico, para buscar aliados o apoyo econ¨®mico, para recalcar que son muy diversos y, como no, para desmontar t¨®picos. Con mucha retranca, uno de ellos recordaba el jueves a un juez del Supremo que ¡°aqu¨ª hasta a ducharse lo aprendieron con los primitivos¡±.
Alice Patax¨® (92.000 seguidores en Instagram) hace hilos de Twitter para aclarar los conceptos m¨¢s b¨¢sicos. Uno, sobre las pinturas: no son decorativas, indican si alguien es soltero o casado, si est¨¢ de luto, en guerra o de fiesta. Dos, rechazan la palabra indio. Tres, ev¨ªtese tribu, prefieren aldea o etnia. Cuatro, ?Sab¨ªas que el primer caso de homofobia en Brasil fue contra un ind¨ªgena Tupinamb¨¢ en 1614?... todo eso y mucho m¨¢s.
El radical cambio de vida en las aldeas y el ¨¦xodo a las ciudades han da?ado la autosuficiencia que los ind¨ªgenas tuvieron durante miles de a?os en la Amazonia y otros ecosistemas. Todav¨ªa hay quienes viven de lo que pescan, cazan y recolectan entre las 300 etnias, incluidos los aislados, que de vez en cuando tienen alg¨²n contacto pero no quieren saber nada de for¨¢neos.
Muchos ind¨ªgenas tambi¨¦n se busca la vida vendiendo artesan¨ªa. Son piezas ¨²nicas, anuncia una ind¨ªgena en Instagram. Env¨ªan a todo el pa¨ªs y ¡ªcomo todo en Brasil¡ª se puede pagar a plazos. Como insiste Karibuxi, no viven anclados en el pasado.
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