Gary Baker: ¡°Que un hombre sienta que debe rendir cuentas si abusa de su poder es fundamental¡±
El investigador estadounidense Gary Barker, que lleva 30 a?os trabajando sobre masculinidades, participa esta semana en Sevilla en un encuentro sobre el lugar de los varones en el feminismo
Gary Barker (Bakersfield, California, 60 a?os) empez¨® a preguntarse muy joven qu¨¦ significa ser hombre. Este psic¨®logo, conferenciante e investigador ha asesorado a la ONU y al Banco Mundial sobre c¨®mo incluir a los hombres en el debate feminista y c¨®mo replantearse la masculinidad: qui¨¦n cuida, c¨®mo se desarrolla la violencia, por qu¨¦ no llega la paridad a las empresas. Esta semana participa en Sevilla en el encuentro europeo Agendas feministas sobre hombres y masculinidades. Dirige la ONG Promundo, centrada en ¡°masculinidades saludables e igualdad de g¨¦nero¡±. Barker prefiere hablar de ¡°aliados o c¨®mplices¡± en lugar de hombres feministas: ¡°As¨ª rompemos la idea de que cuando llegamos los hombres asumimos el liderazgo de todo¡±. El investigador respondi¨® por videoconferencia a las preguntas de EL PA?S el pasado viernes desde la Universidad de Coimbra, en Portugal, donde colabora como investigador.
Pregunta. ?C¨®mo es un hombre aliado o c¨®mplice del feminismo? ?Por qu¨¦ se interes¨® usted por estas cuestiones?
Respuesta. Es un hombre aliado pol¨ªticamente y en su vida diaria se toma en serio la igualdad tanto en casa como en los espacios laborales. Quiere alzar la voz contra la violencia hacia las mujeres y asume una postura personal y pol¨ªtica, tal como nos ense?an las feministas. En mi caso, hay mucha historia personal detr¨¢s. Mi padre es trabajador social, un campo muy feminizado, donde se conocen historias de ni?os en situaci¨®n de abandono y maltrato. En casa he vivido un modelo de masculinidades cuidadoras. De joven tambi¨¦n escuch¨¦ muchas historias de mujeres j¨®venes maltratadas por hombres, desde hostigamiento a violencia sexual. Me puse a pensar en esa situaci¨®n de inseguridad que sienten las mujeres muchas veces en su vida. Y viv¨ª un tiroteo en mi instituto cuando ten¨ªa 17 a?os. Gracias al movimiento feminista, encontr¨¦ un espacio para resolver las cuestiones de violencia. Quiero ser una voz contra esa violencia. Fue muy inspirador mi trabajo en Am¨¦rica Central, en Colombia, en Brasil. Y tambi¨¦n conocer a mujeres activistas que nos dicen: ¡®Os necesitamos como parte del movimiento, no en nuestros lugares, pero como parte de esa lucha¡¯.
P. ?Cu¨¢les son los objetivos de las jornadas que celebran en Sevilla?
R. Llamar la atenci¨®n sobre la violencia de hombres contra mujeres, que sigue siendo demasiada pese a los esfuerzos. Hay que mantener el foco y la conciencia. Tambi¨¦n mejorar c¨®mo pedimos a los hombres que cuestionen e intervengan cuando son testigos de esa violencia. En el tema del liderazgo pol¨ªtico, nos preocupa que no haya igualdad en los parlamentos ni en los centros de trabajo. Y no hay un solo pa¨ªs en el mundo que haya logrado la igualdad en el cuidado en casa.
P. ?Qu¨¦ puede ganar un hombre que se replantee su masculinidad?
R. Podemos ser m¨¢s honestos en unas relaciones m¨¢s igualitarias. La calidad de la vida ¨ªntima mejora, igual que las relaciones con los hijos y otras personas que cuidamos. Cuando el debate se enfoca en la seguridad e igualdad plena de las mujeres en los lugares p¨²blicos, nosotros tambi¨¦n nos beneficiamos porque hay menos violencia contra nosotros. El ambiente es m¨¢s colaborativo. El gran desaf¨ªo para m¨ª es romper esa idea de que si las mujeres ganan los hombres pierden. Es cierto que si hay un puesto de vicepresidente, por ejemplo, algunos hombres vamos a perder si las mujeres optan al puesto. Pero eso es competir en igual. Perderemos algunos privilegios, pero las ganancias son mayores.
P. ?Por qu¨¦ cree que es un tema que no interesa demasiado a los hombres?
R. Por un lado existen pol¨ªticas identitarias que nos ponen en ese mundo competitivo y en una idea de que estamos unos contra otros, de ah¨ª la asociaci¨®n de que si ellas ganan yo voy a perder. A la derecha le encanta ese discurso del miedo: perder ante los inmigrantes, ante el p¨²blico gay, ante las mujeres. Tenemos que ser creativos en c¨®mo presentamos a los hombres esas ganancias de la igualdad.
P. ?Usa su propia experiencia para explicar todo esto cuando est¨¢ con amigos o conocidos?
R. Claro. Yo no digo a mis amigos: ¡®Vamos al bar a hablar sobre igualdad de g¨¦nero¡¯. No es una conversaci¨®n que salga de esa manera. Pero si pregunto c¨®mo le va con la paternidad, si termin¨® hace poco una relaci¨®n, a qui¨¦n ama y qui¨¦n le ama... As¨ª la conversaci¨®n se vuelve honesta y puedo escuchar de forma emp¨¢tica. Ah¨ª podemos empezar una conversaci¨®n m¨¢s profunda para que se empiecen a cuestionar las desigualdades y los costes de las masculinidades tradicionales, como las relaciones que han perdido o hijos que se han alejado de ellos. Cuando los hombres logramos cuestionar los costes que las masculinidades tradicionales tienen para nosotros, muchos entran en proceso de cambio personal y otros empezamos a entrar en procesos de cambio pol¨ªtico.
P. ?Qu¨¦ es lo que m¨¢s le ha costado a usted de ese camino?
R. Ser emocionalmente honesto y empezar a cuidar y amar a las personas sin querer nada a cambio. Tengo la suerte de tener una compa?era paciente conmigo y generosa y una hija provocadora que me disculpa por mis errores como pap¨¢ y tambi¨¦n ve mis intenciones positivas y generosas con ella. Es fundamental esa honestidad de decir me equivoqu¨¦. A los hombres nos cuesta mucho admitir errores por esa presi¨®n de ser perfecto, viril, competidor.
P. ?Qu¨¦ cambios ha visto en las d¨¦cadas que lleva usted de investigaci¨®n y d¨®nde ve menos cambios?
R. La generaci¨®n m¨¢s joven, tal vez como resultado de los avances del movimiento LGTBI, est¨¢ haciendo un cuestionamiento fundamental de los papeles de g¨¦nero. Tambi¨¦n es destacable el impacto en algunos espacios laborales y pol¨ªticos donde no hay igualdad pero s¨ª mejora. En las instituciones en las que las mujeres ocupan el 30% de los puestos de liderazgo empieza a haber cambios culturales. Tambi¨¦n el efecto del movimiento MeToo: el hecho de que haya hombres que tengan miedo de ser denunciados es doloroso pero positivo. Que un hombre sienta que debe rendir cuentas si abusa de su poder es fundamental, eso se llama igualdad. Queda mucho por hacer, pero que muchos hombres crean que tienen que tener cuidado para no ser idiotas, es positivo. Lo veo como avance.
P. ?Y qu¨¦ es lo que ha avanzado menos?
R. Seguimos mirando el cuidado como una tarea femenina. Hay m¨¢s hombres que asumen su papel en la paternidad, trabajando directamente en el cuidado, pero las profesionales son sobre todo mujeres: las enfermeras, las cuidadoras en las guarder¨ªas y en casa a los ancianos. Y seguimos con una homofobia y transfobia fuertes.
P. ?C¨®mo ve el avance de la ultraderecha en Europa y Am¨¦rica en relaci¨®n con este asunto?
R. Hay proyectos pol¨ªticos y movimientos de algunas iglesias protestantes y cat¨®licas abiertamente contra nuestras ideas de masculinidades m¨¢s igualitarias. Hacen campa?as diciendo que queremos acabar con la familia, que somos pervertidos y queremos convertir a sus hijos en gente gay. Son buen¨ªsimos en construir sus mensajes. Nosotros necesitamos horas de conversaciones demasiado acad¨¦micas intentando convencer a las personas y ellos solo dicen: ¡®Dios creo diferentes a hombres y mujeres¡¯. Son mensajes mucho m¨¢s simples.
P. ?Y c¨®mo los contrarrestan?
R. Parte de la conversaci¨®n en el seminario de Sevilla es esa. No tenemos todav¨ªa buenas estrategias. Necesitamos unirnos m¨¢s con las feministas y los grupos LGTBI, construir mensajes con m¨¢s claridad. Yo dir¨ªa que convertir a la ultraderecha va a ser imposible, pero hay plataformas con posibilidad de di¨¢logo y de presentar masculinidades equitativas, no violentas, cuidadoras. Tenemos que salir de nuestros espacios aislados.
P. ?C¨®mo ve el futuro?
R. Si miro a mi hija y a su generaci¨®n, siento optimismo. Veo una fuerza feminista joven que incluye algunas voces de hombres tambi¨¦n. En las conversaciones que tiene la generaci¨®n de ella sobre la fluidez de los papeles de g¨¦nero veo una avance tremendo. Si pienso en las fuerzas conservadoras de la derecha y la ultraderecha siento pesimismo, pero apuesto por la fuerza juvenil feminista: van a ganar el mundo.
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