La vida despu¨¦s de Abigail
Los hermanos de una mujer asesinada en Terrassa viajan m¨¢s de 10.000 kil¨®metros para recoger a su sobrina de dos a?os, que estaba presente cuando su padre mat¨® a su madre y se suicid¨®
En la tarde de un viernes seminublado de octubre, dos operarios de la funeraria de Terrassa sellan desde una gr¨²a la l¨¢pida de Abigail, en la sexta fila de nichos del cementerio. Sus hermanos Ezequiel y Mat¨ªas no pierden ojo. Unas 30 personas les acompa?an en la despedida. Todos eran extra?os para ellos hasta hace apenas dos meses, ahora son casi familia. Gracias a ellos pueden estar aqu¨ª hoy, despidiendo a Abi, asesinada por su marido. La mat¨®, quem¨® su cuerpo en un descampado y despu¨¦s se suicid¨® delante de la hija de ambos, la peque?a E., que cumple dos a?os el mismo d¨ªa del entierro. T¨ªo Matu y t¨ªo Chiqui, como ella los llama, son sus parientes m¨¢s cercanos y han venido a buscarla. Los dos j¨®venes argentinos, de 28 y 26 a?os, han recorrido m¨¢s de 10.000 kil¨®metros desde Buenos Aires hasta esta ciudad al norte de Barcelona que albergar¨¢ para siempre los restos de la hermana muerta. Despu¨¦s de un asesinato machista no suele haber noticias, parece que todo termina. Para algunas personas, no ha hecho m¨¢s que empezar.
Antonella Abigail, a la que llamaron as¨ª por una telenovela, fue asesinada el 29 de julio de 2021 en su casa por su marido, Adri¨¢n, con el que viv¨ªa en Terrassa desde 2017. Se mudaron desde Buenos Aires porque ¨¦l encontr¨® un trabajo como t¨¦cnico de sistemas.
Los hermanos le hab¨ªan escrito aquel mismo d¨ªa al chat familiar. ¡°?No te parece raro que Abi no responda a los mensajes?¡±, le pregunt¨® Mat¨ªas a Ezequiel tras horas de silencio. Durante dos d¨ªas buscaron pistas por las redes sociales. En las stories de una de las conocidas de Abigail en Instagram, Ezequiel se top¨® con la noticia de un ¡°macabro hallazgo¡± en un descampado en Sant Vi?en, a 28 kil¨®metros de Terrassa. En un principio, la pas¨® de largo.
La ¨²ltima vez que los tres hermanos se vieron fue en otro entierro, el de su madre. En diciembre del 2020, Abigail viaj¨® a Buenos Aires con la peque?a E., que conoci¨® entonces en persona a sus t¨ªos, como recuerdan ambos sentados en la terraza de un hotel de Terrassa horas antes de enterrar a su hermana. Todo se torci¨®, aseguran, el 25 de marzo, cuando tuvo lugar un accidente con una taza de t¨¦.
Aquella jornada, mientras los tres hermanos conversaban por videollamada como acostumbraban a hacer cada semana, el cu?ado sali¨® de la cocina y dej¨® en la mesa una taza de agua caliente para un t¨¦. ¡°Fue a buscar algo y la nena se volc¨® el vaso de agua en la cabeza. Empezamos a o¨ªr sus llantos¡±, cuenta Mat¨ªas. Escucharon los insultos de Adri¨¢n: ¡°Sos una mala madre, no te puedo dejar sola con la nena, siempre est¨¢s con el m¨®vil¡±. La ni?a sufri¨® quemaduras de segundo grado en el brazo izquierdo y le tuvieron que hacer un injerto de piel. Pas¨® tres semanas en el hospital.
Abigail contact¨® entonces con una organizaci¨®n feminista, Punt Lila de Terrassa, y les pidi¨® ayuda despu¨¦s de que su marido intentara echarla de la casa. Una de sus integrantes, Mireia, que pide figurar sin apellido, cuenta que fueron hasta cuatro veces a los mossos entre el 12 y el 21 de abril para denunciar que hubo insultos, violencia econ¨®mica y hasta una agresi¨®n, pero los agentes no la creyeron: ¡°Dijeron que eso era una discusi¨®n de pareja, que volviera a casa¡±. Formalizaron entonces la denuncia ante la polic¨ªa local de Terrassa y hubo una vista, pero el juzgado rechaz¨® poner una orden de alejamiento. Ahora est¨¢ muerta.
Un pastor evang¨¦lico dirige el sepelio de Abigail. Es la religi¨®n que profesa la familia. Una foto en blanco y negro de ella sonriendo preside la sala. Ten¨ªa 30 a?os cuando fue asesinada. Ezequiel se dirige a los asistentes desde el atril: ¡°Estamos muy agradecidos con ustedes, cada uno nos ayud¨®. Nunca nos dejaron solos¡±. Mireia, que se sienta junto a los hermanos y un grupo de feministas de Terrassa, fue la primera persona con la que contactaron tras el asesinato, quien les confirm¨® lo que hab¨ªa pasado. Ellos aseguran que ninguna instituci¨®n les llam¨® oficialmente en esos primeros d¨ªas para informarles de que su hermana hab¨ªa sido asesinada. El primer p¨¦same oficial, el del Ayuntamiento de Terrassa, no les lleg¨® hasta septiembre, m¨¢s de un mes despu¨¦s.
Desde el primer momento, ambos estaban decididos a llevarse a la ni?a a Buenos Aires. Contactaron con el c¨®nsul, hicieron una decena de llamadas a Espa?a y recibieron otras tantas. Les localizaron desde el Fondo de Becas Soledad Cazorla para hu¨¦rfanos de la violencia machista, que se ofreci¨® a pagar los vuelos. Los hermanos calculan que les hubiera costado el equivalente al sueldo de 10 meses y aseguran que ni el Gobierno espa?ol ni el argentino quisieron pagarlo. Abrieron una colecta por internet para la repatriaci¨®n del cad¨¢ver de la hermana, pero acabaron descart¨¢ndola porque era demasiado cara y destinaron el dinero a los gastos de estancia en Espa?a. El Ayuntamiento de Terrassa pag¨® el hotel en el que permanecieron casi un mes y tambi¨¦n el nicho de Abigail despu¨¦s de que las feministas del Punt Lila lo pidieran en una reuni¨®n.
Pasaron nueve d¨ªas desde el asesinato hasta que Ezequiel y Mat¨ªas pudieron comunicarse con su sobrina, trasladada a una casa de acogida en mitad del campo, donde estaba aislada por covid acompa?ada de una educadora. La primera llamada dur¨® 15 minutos: ¡°Al principio estaba con la computadora y no quer¨ªa saber nada¡±, cuenta Ezequiel. Le cantaron y consiguieron enseguida que conectara con ellos. Ambos contuvieron la emoci¨®n.
Mientras preparaban el viaje a Espa?a, iniciaron los tr¨¢mites para ser los tutores de la peque?a. En Buenos Aires les visitaron trabajadoras sociales y abogadas, revisaron las partidas de nacimiento de los tres hermanos, les hicieron un informe psicol¨®gico e inspeccionaron la casa familiar, donde viven ambos, para ver si era apta para una menor. La peque?a ocupar¨¢ la habitaci¨®n de la abuela, que reformaron para ponerle un suelo blandito, una cuna y juguetes.
El 26 de septiembre, dos meses despu¨¦s del asesinato de su hermana, llegaron a Espa?a en el primer viaje en avi¨®n que han hecho en sus vidas. El d¨ªa 27, lunes, se encontraron por fin con la ni?a. La peque?a E. mir¨® a uno, luego al otro y puso cara de sorpresa. Pasaron juntos m¨¢s de una hora: ¡°La nena estaba ret¨ªmida, no quer¨ªa jugar con nosotros¡±, dice Mat¨ªas. Fuentes del caso explican que ese primer encuentro fue ¡°muy emocionante¡±. La ni?a primero se qued¨® sorprendida, pero enseguida se fue con ellos. Los profesionales que la han tratado destacan que se adapta con facilidad, no le cuesta trabajo socializar. En la segunda visita la dejaron salir con sus t¨ªos. La ni?a les tiraba besos, estaba muy contenta.
Durante su primera semana en Terrassa, las visitas a la ni?a fueron aumentando progresivamente hasta que pudieron pasar un d¨ªa entero juntos. Le cocinaron pollo y patatas fritas, de postre tom¨® gelatina y luego durmi¨® la siesta. Han descubierto que es una ni?a muy buena, pero no le gusta que le digan que no. ¡°Se parece mucho a mi hermana¡±, dice Mat¨ªas.
T¨ªo Chiqui y t¨ªo Matu se hicieron pronto con ella. Aprendieron a cambiar pa?ales y eligieron qu¨¦ canciones de cuna eran las mejores para dormirla. Pero lo que queda por delante no es f¨¢cil. Necesitar¨¢n ayuda psicol¨®gica para que la ni?a pueda llegar a entender alg¨²n d¨ªa la dimensi¨®n de lo que ocurri¨®. El equipo que la trat¨® considera que es una ventaja que la ni?a tenga solo dos a?os y sea ¡°tan resiliente¡± y sociable, seg¨²n fuentes del caso. ¡°Si la familia propicia una situaci¨®n lo m¨¢s normalizada posible, sin sobreprotegerla, su cerebro podr¨¢ situar esta experiencia en un lugar que no afecte al resto de su desarrollo¡±, a?aden.
Cuando la menor lleg¨® al centro de acogida ni siquiera balbuceaba. En apenas un par de d¨ªas recuper¨® el habla y empez¨® a compartir juegos con otra ni?a. Nunca pregunt¨® por sus padres a sus cuidadoras, pero s¨ª a sus t¨ªos. ¡°Una tarde, mientras la intent¨¢bamos dormir durante la siesta, empez¨® a decir: ?Mi pap¨¢? ?Mi mam¨¢?¡±, recuerda Ezequiel. ¡°Me puse a llorar¡±.
La psic¨®loga Yolanda Bern¨¢rdez, especializada en la atenci¨®n a v¨ªctimas de violencia machista, asegura que ¡°cuando una criatura es tan peque?a, lo que hay que responder es que sus pap¨¢s estuvieron con ella, pero ya no pueden estar. A medida que vaya creciendo es importante decirle la verdad acorde a su desarrollo evolutivo¡±, se?ala. ¡°No ser¨ªa saludable para la ni?a crecer con la idea de que el fallecimiento de sus padres fue equitativo porque con el tiempo conocer¨¢ la verdad. Es importante que vaya entendiendo ¡ªlo digo en gerundio porque es un proceso¡ª que a veces las personas que m¨¢s te quieren pueden hacerte da?o. Estoy convencida de que puede retomar su propia vida, pero no se debe poner presi¨®n en la reconciliaci¨®n de la ni?a con el padre o la familia paterna sin respetar los procesos de la criatura y para eso es fundamental un profesional con perspectiva de g¨¦nero. Para poder vivir tendr¨¢ que entender c¨®mo su padre se convirti¨® en ese asesino. Yo le preguntar¨ªa a la familia materna c¨®mo se sienten respecto al pap¨¢ asesino¡°.
Los dos hermanos aseguran que han perdonado a Adri¨¢n: ¡°No nos enfocamos en el odio, nuestro pensamiento est¨¢ con la nena. Amor por ¨¦l, no. Perd¨®n, s¨ª¡±. Ellos ser¨¢n los que gestionen la relaci¨®n de la menor con la familia paterna, que tambi¨¦n vive en Argentina.
Tres d¨ªas despu¨¦s del entierro parten hacia Buenos Aires. Como la ni?a acababa de cumplir dos a?os, hubo que comprarle un billete en el mismo mostrador. La compa?¨ªa a¨¦rea no se hizo cargo de que hab¨ªan retrasado el vuelo porque ten¨ªan que solucionar todos los tr¨¢mites para poder enterrar a la hermana asesinada y llevarse a su sobrina con ellos. Ya est¨¢n en casa, y la peque?a ocupa la habitaci¨®n de la abuela, con el suelo blandito y un mural de colores.
¡°Sabemos que va a estar bien con nosotros, amor no le va a faltar¡±, dice Mat¨ªas. En el futuro, la ven cantando y tocando alg¨²n instrumento, como ellos. Y hasta imaginan una respuesta a la gran pregunta: ¡°Cuando le pregunten por sus pap¨¢s, espero que responda: ¡®Ellos ya no est¨¢n, pero est¨¢n mis t¨ªos¡±.
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