Qu¨¦ salvaron de la furia del volc¨¢n palmeros que han perdido sus casas
La lava ya ha afectado a las viviendas de unos 2.000 vecinos de La Palma. Algunos solo tuvieron unos pocos minutos para elegir qu¨¦ llevarse de sus hogares
15 minutos para elegir qu¨¦ te llevas de tu hogar, al que no vas a volver jam¨¢s. Esta dificil¨ªsima decisi¨®n has de tomarla mientras el bramido de una monta?a de fuego entra por la ventana, por donde tambi¨¦n se siente el trasiego de los vecinos cargando sus veh¨ªculos. Y el reloj te mira, pregunt¨¢ndose por qu¨¦ est¨¢s parado frente a un armario sin mover un dedo.
Este es el tr¨¢gico escenario que han afrontado en torno a 2.000 palmeros en los ¨²ltimos 42 d¨ªas, el tiempo que ha pasado desde que comenz¨® la erupci¨®n volc¨¢nica en la isla. Muchos han tenido m¨¢s de un cuarto de hora para elegir, ya que han podido volver a sus viviendas varios d¨ªas para vaciarlas todo lo posible. Pero, igualmente, las autoridades permiten poco m¨¢s de 10 minutos por familia en cada una de esas visitas, lo que mantiene la tensi¨®n en cada retorno.
Es una cuenta atr¨¢s que oprime, que no deja pensar. Estos son los testimonios de algunos de esos vecinos de La Palma, cuyo millar de viviendas est¨¢ afectado por el magma y la ceniza. Todos tuvieron que decidir qu¨¦ era lo primero que deb¨ªan llevarse.
Lena Keller: un busto del rostro de su padre
La casa en la que viv¨ªa el padre de Lena Keller en La Laguna estaba llena de esculturas, ahora algunas descansan bajo toneladas de lava. Su familia ha podido salvar buena parte de esas figuras. La primera en la lista, la que Lena nunca habr¨ªa dejado atr¨¢s, es un busto del rostro de su progenitor, Hannes Vital Keller, cuando ten¨ªa 22 a?os, el hombre que habit¨® esa vivienda durante d¨¦cadas, que elabor¨® su abuelo (y bisabuelo de Lena), Laurent F. Keller. ¡°Un d¨ªa se rompi¨®, se le cay¨® al suelo. Yo fui capaz de arreglarlo, lo que le hizo muy feliz¡±, recuerda Lena.
Ahora esa escultura est¨¢ a buen recaudo, junto a otras muchas piezas de la colecci¨®n de Hannes, en casa de Lena. A la espalda de la vivienda hay un jard¨ªn id¨ªlico, poblado de plantas a¨¦reas, crasas, una buganvilla de varios metros y una autocaravana de los a?os 70. Al frente, una monta?a que escupe fuego. ¡°No se puede vivir m¨¢s cerca del volc¨¢n¡±, bromea esta artista de 38 a?os de ascendencia suiza, que vive en la frontera de los dominios del volc¨¢n con su marido, sus tres hijos y su madre. En el muro situado justo delante de su casa empieza la zona de exclusi¨®n, el terreno vedado por seguridad.
A diferencia de otros muchos habitantes de las localidades cercanas al volc¨¢n, Lena y su familia tuvieron tiempo para salvar parte del patrimonio de Hannes. La lava tard¨® un mes en alcanzar la vivienda, pero eso no ha evitado p¨¦rdidas irreparables. ¡°Esa es la casa en la que crec¨ª, en la que viv¨ª desde que ten¨ªa cuatro a?os, cuando mis padres se mudaron a esta isla. Atr¨¢s queda todo eso. Tambi¨¦n el laurel gigante que mi padre ten¨ªa en su casa. Era tan grande que ten¨ªa una casa de madera encima¡±. Hannes no ha presenciado el colapso de su vivienda o de su laurel, ya que muri¨® en agosto. ¡°Tengo ganas de poder explorar la colada, de estar sobre la casa de mi padre. Estar¨¦ varios metros encima de ella, pero podr¨¦ decir que he vuelto a estar ah¨ª, repasar d¨®nde estaba cada parte de la casa¡±.
Ana Delia Armas: un colgante y un llavero que le regalaron sus hijas
Hay un patr¨®n en las respuestas de Ana Delia Armas (45 a?os) cuando se le pregunta qu¨¦ objetos no lleg¨® a extraer de su casa antes de que la sepultara la lava y que le habr¨ªa gustado rescatar. ¡°Un mantel que mi hija hab¨ªa bordado, con dibujitos como un caldero, un huevo kinder o un tenedor, le llev¨® mucho trabajo; un colch¨®n que mi familia me regal¨® por mi cumplea?os porque el m¨ªo era viejo; el traje de la comuni¨®n de mis hijas, que antes fue m¨ªo y de mi hermana¡¡±. S¨ª ha salvado del fuego otros dos objetos de valor sentimental, regalos de sus hijas f¨¢ciles de transportar: un colgante azul y un llavero con la frase ¡°mam¨¢, estoy hecha de pedacitos de ti¡±.
La erupci¨®n sorprendi¨® a Ana Delia y su familia en plena comida familiar el 19 de septiembre. Eran nueve personas. ¡°Acab¨¢bamos de almorzar. Yo estaba haciendo caf¨¦ cuando not¨¦ que la losa del fregadero se movi¨®¡±. Cuando estaban tomando los caf¨¦s en el patio vieron c¨®mo revent¨® la tierra. ¡°Ten¨ªamos una mochilita con mudas de ropa para dos d¨ªas y las medicinas. Salimos con lo puesto. Siempre pensaba: ?pero para qu¨¦ voy a coger tanto, d¨®nde voy yo con toda esta ropa, si luego voy a tener que volver y colocarlo todo?¡±. Desde entonces Ana Delia, su marido y sus tres hijos viven en la casa del hombre de 94 a?os del que es cuidadora. ¡°Otros han tenido menos suerte. Est¨¢n en hoteles sin nada¡±.
El 12 de octubre la lava alcanz¨® la casa, situada en La Laguna. ¡°Me enter¨¦ cuando me llam¨® mi marido, por la ma?ana. ?l estaba en el almac¨¦n de pl¨¢tanos en el que trabaja. Me dijo: ya no tenemos casa¡±. Pese a todo, tiene claro que no abandonar¨¢n La Palma: ¡°No me quiero ir. He escuchado a muchos decir que si se quedan sin casa se largan. A m¨ª me dar¨ªa pena, soy palmera de siempre. No quiero dejar a mi gente, a mi isla¡±. ¡°Lo ¨²nico bueno que tiene esto¡±, contin¨²a Ana Delia, ¡°es que ves la solidaridad de las personas, ves a todo el mundo volcado¡±. Destaca el trato recibido por los voluntarios que reparten comida, ropa o menaje.
La entrevista con Ana Delia, en una c¨¦ntrica terraza de Los Llanos de Aridane, es interrumpida cinco veces en 50 minutos por amigas de la familia que se acercan a mostrarle afecto. Lloran, r¨ªen mientras lloran y, sobre todo, se abrazan. ¡°Esto es muy chico y casi todos los evacuados estamos en Los Llanos. Nos conocemos y ayudamos todos¡±, explica la hija peque?a de Ana Delia, Jeanette, la que le regal¨® el colgante.
Joanna Arreaza y Martin Hohwalter: las escrituras de la casa
Los cepillos de dientes, algo de ropa y las escrituras de la casa. Eso es todo lo que Martin Hohwalter, alem¨¢n de nacimiento y palmero desde 1994, cogi¨® de su vivienda en Todoque antes de marcharse para nunca volver. ¡°La Guardia Civil me dijo que ten¨ªa 15 minutos para salir de casa. Ya estaba nervioso por la erupci¨®n, que sonaba como un avi¨®n de cuatro turbinas, pero aquello me puso m¨¢s tenso todav¨ªa. Pensaba que era m¨¢s peligroso de lo que realmente era en ese momento, que ya habr¨ªa bombas de lava. No sab¨ªa d¨®nde estaban los papeles. Cuando los encontr¨¦ me fui a toda prisa¡±.
En noviembre pagar¨¢ la ¨²ltima cuota de la hipoteca de su vivienda, destruida en el tercer d¨ªa posterior a la erupci¨®n. ¡°Mi prima me mand¨® una foto de las noticias en Alemania de aquel d¨ªa. Justo se vio de cerca c¨®mo la lava llegaba a mi casa¡±, dice. Su mujer, Joanna Arreaza (48 a?os), es muy cr¨ªtica al ser preguntada por la respuesta de las instituciones, sobre todo en materia de prevenci¨®n: ¡°Estamos tristes y reprochamos que no se decretase la alerta naranja por el riesgo del volc¨¢n [nivel anterior a la alerta roja, el riesgo m¨¢s alto y que se decret¨® el d¨ªa de la erupci¨®n]. Al estar en alerta amarilla [desde el 14 de septiembre, cinco d¨ªas antes del comienzo de la crisis], no ten¨ªamos nada preparado¡±.
Cuando el volc¨¢n empez¨® a escupir magma, ella estaba en la tienda que tienen en el puerto de Tazacorte, Arte y Lava, donde venden pendientes y colgantes artesanos. ¡°No pude llevarme nada del taller en el que los elabor¨¢bamos¡±, dice apenado Martin, de 69 a?os y reci¨¦n jubilado. ¡°Ha sido especialmente complicado acudir a pedir asistencia, a por ropa o mantas. No es algo a lo que estemos acostumbrados, pero creo que hay que saber aceptar la ayuda¡±, a?ade Joanna.
Ahora viven de alquiler en la zona de Tijarafe (al norte de Los Llanos), tras pasar por otras cuatro casas entre profundas decepciones inmobiliarias: ¡°Han subido much¨ªsimo los precios. Vimos una vivienda que nos interesaba y al d¨ªa siguiente costaba 80.000 euros m¨¢s¡±. Martin tiene claro que no quiere volver al entorno a Todoque: ¡°Muchos terremotos, prefiero otra zona de la isla. Y veremos c¨®mo avanza el volc¨¢n, si hay o no turismo y nos permite mantener abierta la tienda. Si no, tendremos que irnos a otra isla o a la pen¨ªnsula¡±. Donde vaya, se plantea vivir en una casa de madera, ¡°m¨¢s barata en caso de perderla¡±.
Valent¨ªn Gonz¨¢lez: la sudadera de su hijo
Una de las mayores preocupaciones de Valent¨ªn Gonz¨¢lez al abandonar su casa por la amenaza del volc¨¢n era que su mujer y su hijo peque?o no pasaran fr¨ªo por la noche. ¡°Intent¨¦ coger toda la ropa de abrigo que alcanc¨¦, como esta sudadera de mi hijo. Mi mujer iba agarrando ropa poco a poco y yo le dec¨ªa todo para dentro¡±, explica. Lamenta especialmente haber perdido las fotos familiares: ¡°Fue lo m¨¢s importante que dejamos atr¨¢s. Fue por falta de tiempo, ni lo pensamos¡±. La primera noche tras la erupci¨®n descansaron en una furgoneta: ¡°No dorm¨ª ni 10 minutos. Ten¨ªamos miedo, estaba nervioso y miraba mucho al volc¨¢n. Cuando lo veo pienso: qu¨¦ maldad est¨¢s haciendo¡±, dice este constructor de 52 a?os.
Su casa, en Los Campitos, fue una de las primeras que quedaron destruidas, unas 22 horas despu¨¦s de que empezase la erupci¨®n. Despu¨¦s cayeron otras muchas propiedades que ten¨ªa en la zona: ¡°Dos bodegas, la oficina de la empresa, el taller con la maquinaria, fanegas de aguacates, un apartamento que ten¨ªa alquilado, la casa de mi hijo mayor y mi nuera, viviendas de otros familiares¡¡±.
Valent¨ªn dice estar m¨¢s preocupado por c¨®mo ser¨¢ la reconstrucci¨®n de la zona que por la cuant¨ªa de las indemnizaciones por sus propiedades perdidas. ¡°Lo que me den por lo que he perdido est¨¢ bien, pero lo importante es que nos dejen hacer, que se recupere la industria de La Palma, que nos permitan crear fincas y volver a sembrar cuando se apague la lava. As¨ª La Palma se levantar¨¢, como ya hemos hecho otras veces¡±. ¡°En una riada¡±, contin¨²a Valent¨ªn, ¡°la gente limpia las casas y sigue viviendo, y muere gente. Aqu¨ª no ha muerto nadie. Hemos perdido cosas materiales y del coraz¨®n, pero no vidas, ninguna, para lo grande que ha sido esto. Yo soy positivo. Si mis hijos quieren ir hacia adelante, tengo que seguir¡±.
Elena P¨¦rez Jer¨®nimo: una foto con sus cuatro hermanos
Los padres de Elena P¨¦rez Jer¨®nimo (51 a?os) viv¨ªan en La Laguna (La Palma), en una casa enorme. ¡°Estaba dividida en cinco mini casas. Quer¨ªan que cada uno de los cinco hermanos tuvi¨¦ramos una. Tambi¨¦n hab¨ªa estanques, flores, plataneras, naranjos, guayabos, mangos, papayas... Era nuestro patio de recreo¡±. Sin embargo, sus padres ve¨ªan la televisi¨®n en un cuarto peque?o, que en los ¨²ltimos a?os empez¨® a poblarse de m¨¢s y m¨¢s fotos familiares. ¡°Esta imagen de los cinco era una de ellas. Mi madre la sac¨® corriendo¡±.
Ella, sus hermanos y sus padres pudieron acceder varias veces a la vivienda tras la erupci¨®n para llevarse todo lo posible. ¡°El primer d¨ªa fue tremendamente doloroso, teniendo que pensar qu¨¦ te llevas y qu¨¦ no¡±. Aunque la lava cada vez estaba m¨¢s cerca, su madre se empe?¨® en seguir regando sus flores y su padre, las plataneras. ¡°Era lo que necesitaban hacer en ese momento¡±. Para Elena, lo que ha quedado atr¨¢s no son los objetos que no tuvieron tiempo de sacar, sino ¡°48 a?os de nuestra vida; se han perdido los ¡®cumplea?os feliz¡¯, las arias de mi hermano tenor ensayando, el embarazo de mi hermana, mis sobrinos corriendo¡±. La vivienda creci¨® a partir de una peque?a parcela que su padre, agricultor, hered¨® de su madre. ¡°No somos una familia pudiente, pero con mucho esfuerzo fueron comprando terrenos cercanos y, dejando de viajar y salir durante muchos a?os de su vida, consiguieron construir esa casa¡±.
El dolor que sufre Elena no le impide ayudar a sus vecinos. Es la coordinadora del equipo de trabajadoras sociales que est¨¢ atendiendo a los afectados por la erupci¨®n: ¡°Estoy al 250% en esa tarea, con disponibilidad de 24 horas. Cuando siento que algo me desborda lo lloro, lo pataleo y vuelvo a enfrentarme a ello. Creo que, en mi caso, no existe un lugar mejor en el que estar ahora mismo, ayudando a las personas del valle en el que me he criado con mi experiencia profesional y vital¡±.
Silvia Heckel: el reloj que hered¨® de su padre
Cuando el volc¨¢n sacudi¨® La Palma, Silvia Heckel (53 a?os) estaba en otra isla. ¡°Me hab¨ªa ido de vacaciones a Mallorca con una amiga. Cre¨ªamos que la erupci¨®n no iba a ser tan pronto. No se nos avis¨®¡±. El domingo 19 de septiembre, tras menos de un d¨ªa en las Islas Baleares, recibi¨® una llamada de su marido: ¡°Me cont¨® lo que estaba pasando y me pregunt¨® qu¨¦ quer¨ªa salvar, que era lo m¨¢s importante para m¨ª¡±. Silvia eligi¨® su bicicleta de monta?a, una afici¨®n que inspira la tienda que regenta en Los Llanos, y la joyer¨ªa familiar. ¡°Quiz¨¢ lo m¨¢s importante era este reloj que hered¨¦ de mi padre y que ¨¦l hered¨® del suyo¡±.
Esta alemana, residente en La Palma desde 2001, regres¨® a su isla a los pocos d¨ªas. ¡°Tuvimos una semana para sacar todo lo que pudimos, pero lleg¨® un momento en el que no quer¨ªa entrar m¨¢s en la casa por el dolor de verla cubierta de ceniza, como si hubiera una guerra. Me dol¨ªa el coraz¨®n. Adem¨¢s, no ten¨ªamos espacio para guardar casi nada y siempre te queda la esperanza de que volver¨¢s. Pero no. Me siento como si se hubiera muerto un amigo¡±. La casa, que estaba en Todoque, qued¨® sepultada por la lava el 26 de septiembre. ¡°Cuando salgo de trabajar, a¨²n pienso que tengo que tomar el antiguo camino a mi casa. Y me doy cuenta que no, que ya no vivo ah¨ª¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.