Miles de antivacunas protestan en Washington contra la obligatoriedad de inmunizarse
Un acto a los pies del Monumento a Lincoln re¨²ne a las caras m¨¢s conocidas del movimiento en EE UU para ¡°reclamar libertad¡±
Miles de personas han marchado esta ma?ana en Washington, con temperaturas en torno a los cero grados y en su mayor¨ªa sin mascarilla, hasta el monumento a Abraham Lincoln, para protestar por la obligatoriedad de vacunarse contra el coronavirus en Estados Unidos, pese a que todas las evidencias cient¨ªficas aconsejan inmunizarse y pese a que el parte de bajas a causa de la covid-19 suma ya aqu¨ª 860.000 muertos.
Llegaron de todas partes del pa¨ªs a una ciudad en la que en la que el 93% de la poblaci¨®n ha recibido al menos una dosis (y en torno al 70% cuenta con la pauta completa). Washington acaba de adoptar adem¨¢s un mandato de inmunizaci¨®n y ha impuesto la necesidad de presentar una prueba de vacunaci¨®n para ingresar en bares y restaurantes (lo que ha provocado que muchos se alojaran en hoteles del norte de la vecina Virginia, que no cuenta con esas restricciones). En el conjunto de Estados Unidos se calcula que uno de cada cinco adultos no est¨¢ vacunado.
Los organizadores, que convocaron la protesta por Facebook y otras redes sociales y recaudaron 200.000 d¨®lares para su celebraci¨®n, hab¨ªan calculado que asistir¨ªan unas 20.000 personas, y si bien ese c¨¢lculo ha resultado optimista, cabe interpretar la convocatoria de este domingo, sobre la que la polic¨ªa no ha ofrecido cifras de asistencia, como una demostraci¨®n de la creciente influencia del movimiento antivacunas en Estados Unidos, m¨¢s fortalecido que nunca en los dos a?os transcurridos desde el inicio de la pandemia, en parte, por las ¨²ltimas decisiones judiciales. El Tribunal Supremo tumb¨® el 13 de enero la obligatoriedad de vacunarse impuesta por la Administraci¨®n de Joe Biden para las empresas grandes, mientras que un juez federal de Texas bloque¨® el viernes la obligaci¨®n prevista para los trabajadores de la Administraci¨®n en ese Estado del Sur.
Los asistentes fueron llegando durante todo el fin de semana a la capital para una manifestaci¨®n convocada bajo el lema Defeat the Mandates (Derrotemos los mandatos). En vista de la convocatoria, las autoridades reforzaron la presencia policial en los alrededores de la Casa Blanca y el Capitolio. Algunos voluntarios explicaban a los que arribaban al punto del que parti¨® la marcha, a los pies del famoso obelisco en memoria de George Washington, que no se trataba de una protesta antivacunas sino contra la obligatoriedad de inocul¨¢rselas, y que adem¨¢s era apol¨ªtica. En la pr¨¢ctica, la muchedumbre, predominantemente blanca, portaba carteles con mensajes contra las vacunas. Los oradores, un verdadero qui¨¦n es qui¨¦n del movimiento, cargaba contra su efectividad y casi todos los manifestantes consultados por este diario se envanec¨ªan de no hab¨¦rselas puesto.
En las pancartas se pod¨ªan leer mensajes como estos: ¡°Mi cuerpo, mi elecci¨®n¡±, ¡°Aboga por la distancia social con quienes te obliguen a vacunarte¡±, ¡°Detengamos el holocausto de las vacunas¡±, ¡°Dame libertad o dame ¨®micron¡±, ¡°La coerci¨®n no es consentimiento¡± o ¡°Mis hijos no son conejillos de indias¡±. Mientras, los vendedores hac¨ªan caja con banderas que dec¨ªan Let¡¯s Go Brandon (Vamos Brandon), mensaje en clave que ha hecho fortuna para desear a Joe Biden que, literalmente, se joda. Y un pu?ado de asistentes luc¨ªa insignias del grupo de los Proud Boys, organizaci¨®n involucrada en el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Rap antivacunas
Empezando por su emplazamiento, con ecos de ocasiones hist¨®ricas como el discurso Tengo un sue?o, de Martin Luther King, cuya memoria ha sido invocada este domingo, la organizaci¨®n hab¨ªa preparado un aut¨¦ntico espect¨¢culo, con m¨²sica de rap antivacunas incluida. Presentaba el c¨®mico JP Sears, quien, con su caracter¨ªstica melena pelirroja, ha tomado el micr¨®fono para preguntar a un p¨²blico fervoroso: ¡°?Qu¨¦ clase de historia quer¨¦is contar a vuestros nietos: que fuisteis de los que lucharon por su libertad o de aquellos que agacharon la cabeza ante los mandatos?¡±. Sears, en una referencia al himno nacional, que son¨® durante el acto, a?adi¨®: ¡°Estados Unidos es la tierra de la libertad porque es el hogar de los valientes, y no porque sus ciudadanos cumplan con las normas que no son justas¡±.
Sears fue dando paso a un all-stars del movimiento antivacunas y que inclu¨ªa a Robert Malone, un cient¨ªfico que ha adquirido notoriedad internacional por difundir falsedades sobre los tratamientos contra el coronavirus; Richard Urso, m¨¦dico tejano que dijo hablar por 17.000 de sus compa?eros de profesi¨®n que han sido ¡°despedidos, censurados o borrados de la Wikipedia¡± por oponerse a ¡°la industria farmac¨¦utica, a los medios, a las autoridades sanitarias y a [Anthony] Fauci [cara visible de la gesti¨®n gubernamental de la pandemia]¡±; o Robert F. Kennedy, hijo de Bobby Kennedy y prominente antivacunas. ¡°Al menos en la Alemania de Hitler, pod¨ªas cruzar los Alpes rumbo Suiza o esconderte en el ¨¢tico como hizo Ana Frank¡±.
Tambi¨¦n subieron al estrado una docena de m¨¦dicos ataviados con batas blancas que defendieron conceptos como la ¡°autonom¨ªa en la toma de decisiones m¨¦dicas¡±, la ¡°inmunidad natural¡± y el ¡°tratamiento temprano¡±, y dijeron que hab¨ªa llegado ¡°la hora de recuperar el pa¨ªs¡±. Una de ellos, Mary Talley Bowden, cuyo hospital la ha supendido por difundir bulos, defendi¨® el uso del invermectin, un medicamento para caballos desaconsejado tajantemente por las autoridades sanitarias, para curar el virus. Tambi¨¦n se dio la palabra a personas que alegan haber sufrido los efectos secundarios de las vacunas. Luc¨ªan en el pecho el nombre de la medicina (Pfizer, Moderna, Janssen¡) que les fue administrada.
Entre el p¨²blico, Miriam Anderson, llegada de King George (Virginia) contaba a EL PA?S que ella era una de esas personas. Fue una creyente en las vacunas hasta que tuvo ¡°una terrible reacci¨®n adversa con la primera toma¡± y en el hospital en el que la trataron una enfermera le dijo que eso ¡°era mucho m¨¢s com¨²n de lo que la gente pensaba¡±. Algunos, como Tony y Maria, hab¨ªan venido tan lejos como desde Portland (¡°cinco horas de avi¨®n no son nada cuando est¨¢ en juego nuestra libertad¡±). Jeff Silverman hab¨ªa caminado desde Nueva York para recaudar fondos, mientras John Foster, de Black Island, una isla frente a Rhode Island, explicaba ataviado con una bufanda con la bandera de Estados Unidos, que su aversi¨®n a las vacunas no se limita a la de la covid: ¡°Todas son peligrosas, las ponen en circulaci¨®n sin realmente saber los efectos secundarios¡±. Un poco m¨¢s all¨¢, un hombre se acercaba a otro para preguntarle por qu¨¦ portaba una mascarilla. ¡°?Le suena Harvard?¡±, le ha soltado. ¡°Es, ?sabe usted?, una universidad importante. Pues all¨ª dicen que no es posible contagiarse en el exterior. ?Acaso se cree m¨¢s listo que esa gente?¡±.
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