La pandemia invisible de los ni?os
El virus apenas les afecta a nivel cl¨ªnico, pero sus consecuencias indirectas los golpean de lleno: aumentan los sentimientos de soledad y tristeza, crecen los hogares pobres y los trastornos de salud mental
Claudia sufr¨ªa crisis de ansiedad cuando comenz¨® a salir a la calle tras el confinamiento. Tiene 15 a?os y una depresi¨®n diagnosticada. Ya estaba mal antes de la pandemia, su padre falleci¨® apenas unos meses antes del estado de alarma. Pero el encierro en casa fue la puntilla que trastoc¨® sus horarios y la llev¨® a encerrarse a¨²n m¨¢s en s¨ª misma. ¡°Perd¨ª cualquier habilidad social que ten¨ªa¡±, recuerda ahora. No lograba escapar de las im¨¢genes apocal¨ªpticas que sal¨ªan por televisi¨®n. La cifra de fallecidos iba escalando diariamente. Se hablaba de luchar contra el virus en t¨¦rminos de guerra. Ha llovido mucho desde aquello. Se ha constatado que la afecci¨®n cl¨ªnica del virus en los ni?os es muy leve. La verdadera factura es otra.
Con los menores de 11 a?os liderando actualmente la incidencia acumulada del pa¨ªs y la sexta ola penetrando en las aulas, se ha apostado por la presencialidad. Pero la historia fue distinta hace ya cerca de dos a?os. De golpe, se interrumpieron las rutinas de los m¨¢s de ocho millones de ni?os y adolescentes, cambi¨® la forma de socializar, de ir a clase. En este tiempo se han multiplicado las dificultades econ¨®micas de los hogares y se han disparado los problemas de salud mental. A¨²n hoy es posible ver alg¨²n columpio infantil clausurado al aire libre. El rastro de la pandemia va m¨¢s all¨¢ de lo sanitario. ¡°Han sido uno de los colectivos m¨¢s afectados por las restricciones¡±, lamenta Ricardo Ibarra, director de Plataforma de Infancia, que agrupa a 74 organizaciones que velan por los derechos de los ni?os. ¡°Como adultos tenemos una visi¨®n nost¨¢lgica de nuestra propia infancia, muy idealizada, y quitamos valor a sus problemas. Hay ciertos estereotipos que se nos quedan en la mentalidad colectiva, como que los ni?os son de plastilina. Y no es as¨ª. Los ni?os sufren; hay ni?os que sufren mucho¡±, sostiene. ¡°Hace falta ponernos en su situaci¨®n, en su mirada¡±.
¡°Me da miedo contagiarme si salgo a la calle¡±
La covid-19 es la principal preocupaci¨®n para cuatro de cada 10 ni?os, seg¨²n el bar¨®metro de la infancia publicado por Unicef el a?o pasado, tras encuestar a m¨¢s de 8.600 menores de entre 11 y 18 a?os. En 2019, el primer puesto lo ocupaba la escuela y la formaci¨®n. En 2021, la econom¨ªa pas¨® de estar en la s¨¦ptima posici¨®n a ser la segunda: la crisis no es, ni mucho menos, ajena a los ni?os. Y la pandemia ha impactado en su bienestar emocional. La puntuaci¨®n media sobre satisfacci¨®n vital es de un siete sobre 10. Pero los menores que sienten bastante, mucha o much¨ªsima tristeza han subido 10 puntos (del 50,8% en 2019 al 61% en 2021); los que se sienten solos, ocho (del 31% al 39,4%).
Mart¨ªn tiene 10 a?os y va a quinto de primaria en el colegio p¨²blico Marqu¨¦s de Marcenado, en Madrid. Cuenta, sin echarle ning¨²n drama, que en los ¨²ltimos tiempos prefiere no salir mucho a la calle. ¡°Me da miedo por si me contagio¡±. Lo que m¨¢s le gusta es ¡°ver la tele y jugar¡±. Sobre todo, los superh¨¦roes, dice su madre, Patricia Juez, que tiene 46 a?os y trabaja en una fundaci¨®n sociocultural. Ella explica que lo ve m¨¢s triste a ra¨ªz de la pandemia, que durante el confinamiento convivieron los dos padres y los dos hijos con el abuelo materno, a quien le hab¨ªa dado un ictus y necesitaba cuidados. ¡°Recuerdo esa ¨¦poca con terror; hab¨ªa crispaci¨®n en casa¡±, afirma. Los ni?os estaban ¡°en un fin de semana eterno¡±, sin las rutinas estrictas del periodo de clases. En aquel momento, asegura Mart¨ªn, a quienes m¨¢s ech¨® de menos fue a sus amigos y a su familia. ¡°Sobre todo a sus abuelas¡±, a?ade su madre. ¡°Y ahora, poder abrazar bien a sus abuelos, porque en este tiempo los encuentros han sido siempre al aire libre, con precauciones¡±.
De aquellos d¨ªas, lo que m¨¢s recuerda Mart¨ªn es el aburrimiento. Igual que Hugo, que va al mismo colegio, pero a segundo de primaria. Ahora tiene ocho a?os y no se acuerda de c¨®mo era la vida antes del coronavirus. Su padre, Daniel Gil, relata c¨®mo fue el confinamiento: ¡°Justo el primer d¨ªa en que los ni?os se quedaron en casa, mi padre se puso malo, d¨ªas despu¨¦s lo ingresaron y a la semana falleci¨®. Los ni?os ve¨ªan las caras, las llamadas¡±, dice. Cuenta que Hugo, pasado el tiempo, de pronto le soltaba alguna pregunta. ¡°Y al abuelo, ?qu¨¦ le pas¨®?¡±. Daniel dice que en ese tiempo la paciencia en casa se acababa enseguida, que los ni?os demandaban atenci¨®n y que, como la madre y ¨¦l teletrabajaban, compaginarlo todo fue dif¨ªcil. ¡°El hermano peque?o de Hugo, que ten¨ªa dos a?os, dej¨® de hablar. Recuper¨® el habla tras los primeros d¨ªas en que sali¨® a la calle¡±. ?l, que tiene 43 a?os y est¨¢ empleado en una empresa de telecomunicaciones, se quitaba horas de sue?o para sacar todo adelante. Los ni?os est¨¢n mejor, dice, aunque las cosas han cambiado. ¡°Les cuesta m¨¢s que antes salir a la calle, van encantados cuando es a jugar o algo que les guste, pero si no todo es rechazo¡±.
En palabras de Quique Bassat, pediatra y epidemi¨®logo del Instituto Salud Global, ¡°el gran problema¡± de la covid en la infancia ¡°siempre han sido las consecuencias indirectas¡±. Desde junio de 2020, momento a partir del cual los diagn¨®sticos comenzaron a ser m¨¢s afinados (en la primera oleada hubo muchos casos sin detectar), el Instituto de Salud Carlos III ha notificado 720.000 positivos en menores de 10 a?os. Desde el inicio de la pandemia, han muerto 18 ni?os en esa franja de edad. En esta sexta ola, 51 ni?os han ingresado en la UCI, frente a 1.093 mayores de 70.
Cl¨ªnicamente, el virus les ha pasado de puntillas. Pero a nivel social la sacudida a¨²n no ha terminado de calibrarse. La Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa alertaba en junio en un comunicado de la situaci¨®n y reclamaba m¨¢s recursos asistenciales. ¡°Se duplican los casos de urgencias psiqui¨¢tricas infantiles, los trastornos de conducta alimentaria, que son cada vez m¨¢s graves, los casos de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos, depresi¨®n y las autolesiones e intentos de suicidio en adolescentes. Tambi¨¦n se ha incrementado la violencia sobre los menores, el maltrato y los abusos y se ha disparado el consumo de pantallas en ni?os y j¨®venes¡±, prosegu¨ªa la nota.
¡°Me encerraba en mi habitaci¨®n¡±
Gemma Espa?ol, psiquiatra infantojuvenil del hospital Vall d¡¯Hebron, de Barcelona, detalla que hay tres escenarios. El primero, ni?os que no sufr¨ªan ning¨²n trastorno mental y durante el estado de alarma presentaron un malestar importante, ¡°con exacerbaci¨®n de cierta sintomatolog¨ªa ansiosa, preocupaci¨®n, dificultades para dormir, sentimiento de desprotecci¨®n, hipocondr¨ªa, algo de tristeza¡±. Seg¨²n dice, ¡°un mecanismo reactivo y adaptativo a la situaci¨®n de pandemia¡±, por lo que la mayor¨ªa de ellos no ha recibido posteriormente ning¨²n diagn¨®stico. El segundo, formado por el grupo de quienes ten¨ªan ¡°cierta vulnerabilidad o predisposici¨®n gen¨¦tica a sufrir enfermedades mentales¡±, en los que ¡°la pandemia fue un desencadenante¡±. Y el tercero, el de quienes ya sufr¨ªan trastornos y que se descompensaron debido al nuevo contexto. ¡°Los menores se pueden adaptar a las situaciones, no debemos pensar que hemos hecho ni?os tristes y con miedo. Pero hay trastornos que se han exacerbado¡±, dice.
Claudia, la chica de 15 a?os que padece depresi¨®n, ha mejorado respecto a los peores momentos, pero los ¨²ltimos a?os han sido dur¨ªsimos. Vive con su madre en La Vega de San Mateo, de unos 7.600 habitantes, en Gran Canaria. ¡°Desde que empec¨¦ el instituto me sent¨ª agobiada y comenc¨¦ a tener s¨ªntomas de ansiedad¡±, relata. La p¨¦rdida de su padre, en octubre de 2019, fue un mazazo. ¡°Falt¨¦ much¨ªsimo al instituto, ni siquiera me comunicaba con mis compa?eros¡±, dice. ¡°Antes de la pandemia los m¨¦dicos me dec¨ªan que saliera, que ten¨ªa que socializar para poder mejorar. Pero con el confinamiento no pude. Al principio todo el mundo estaba feliz porque no hab¨ªa clase, pero a medida que avanzaba el tiempo m¨¢s me encerraba en mi habitaci¨®n, no sal¨ªa. No quer¨ªa hablar con mis amigas. Estaba durmiendo todo el rato, no hac¨ªa nada, a veces no com¨ªa¡±.
Antes de que irrumpiera el coronavirus, ya hab¨ªa ido a alg¨²n psic¨®logo. Pero despu¨¦s del tiempo en casa, la derivaron a salud mental. El sistema p¨²blico no funcion¨® en su caso. ¡°No tienen recursos, est¨¢n saturados, con citas demasiado espaciadas¡±, expone Claudia. Aunque en aquellos d¨ªas lleg¨® el diagn¨®stico. ¡°Yo ya lo sab¨ªa, me hab¨ªa estudiado y sab¨ªa que estaba mal. Cuando te lo dicen te sientes abrumada, feliz y triste al mismo tiempo porque por fin piensas que vas a recibir la atenci¨®n que necesitas. Piensas que eres muy joven para algo as¨ª, hay mucho desconocimiento, es un tab¨²¡±. Ahora ha encontrado a una psic¨®loga privada que la ayuda. Ella, tambi¨¦n en nombre de sus amigas que lo han pasado mal, pide un refuerzo de los recursos en salud mental, a nivel sanitario y en los centros educativos.
Un reciente informe de Save the Children concluye que los trastornos mentales afectan al 4% de los ni?os y adolescentes de entre cuatro y 14 a?os, frente al 1,1% en 2017, el ¨²ltimo a?o con datos comparables. ¡°La pandemia ha sido un momento delicad¨ªsimo y sabemos que ha generado much¨ªsimas situaciones de frustraci¨®n, indefensi¨®n, desesperaci¨®n. Esto de 2020 se sigue arrastrando como tendencia general en 2021, aunque a¨²n no tenemos los datos¡±, explica Diana D¨ªaz, psic¨®loga y directora del tel¨¦fono y chat de ayuda a los menores de la fundaci¨®n Anar. En 2020 atendieron m¨¢s de 412 casos de ideaci¨®n o intento de suicidio, un 145% m¨¢s que en 2019, y 205 de autolesiones, un incremento del 180%. En un a?o en el que los menores deb¨ªan estar m¨¢s protegidos que nunca, porque pasaron m¨¢s tiempo en su entorno familiar, los 1.601 casos de maltrato f¨ªsico supusieron un aumento del 21% respecto a 2019. Durante el confinamiento, una ni?a de tan solo 11 a?os les cont¨® que su padre la insultaba y que no paraba, pese a que ella se lo ped¨ªa. ¡°Me pega y me toca mis partes ¨ªntimas¡±, les dijo la cr¨ªa, que se sent¨ªa atrapada.
¡°Tuvimos que pedir ayuda para comer¡±
Las cosas han ido cuesta arriba en los hogares vulnerables. ¡°A¨²n no hab¨ªamos superado la crisis de 2008 y la pandemia agrava la situaci¨®n e incrementa las desigualdades¡±, resume Gustavo Su¨¢rez Pertierra, presidente de Unicef en Espa?a. El pa¨ªs ya part¨ªa de una mala posici¨®n. El 27,4% de los menores viv¨ªa en hogares bajo el umbral de la pobreza en 2020, un indicador calculado con la renta de 2019 que a¨²n no recoge, por tanto, el impacto de la pandemia. Esto quiere decir que 2,3 millones de ni?os est¨¢n en desventaja.
Pese a medidas protectoras como los ERTE o el ingreso m¨ªnimo vital, los expertos alertan de la situaci¨®n. Luis Ayala, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la UNED, apunta que en el tercer trimestre de 2021 el 2,8% de los menores viv¨ªan en hogares sin ning¨²n ingreso, frente al 1,5% en 2008. Carmela del Moral, responsable de pol¨ªticas de infancia de Save the Children, se?ala que ¡°el 15,9% de los menores vive en familias con dificultades para sufragar los gastos de la vivienda¡±.
Rosa emplea un nombre ficticio. Ella, profesora de autoescuela, divorciada y madre de dos mellizos de 14 a?os, pas¨® al ERTE con el confinamiento. ¡°Cobraba 400 euros que se iban directos a pagar la hipoteca¡±. Fin. No hab¨ªa dinero para m¨¢s. ¡°Tuvimos que pedir ayuda para comer. Mis hijos ten¨ªan comedor escolar y cada d¨ªa iba a buscar sus platos. La Iglesia me daba carros de comida¡±, rememora. ¡°Si yo he tenido que quitarme un poco de pan y tomarme un vaso de leche por la noche para d¨¢rselo a los ni?os, lo he hecho¡±, reconoce. ¡°Ellos al principio del confinamiento no se dieron mucha cuenta, estaban felices porque no hab¨ªa colegio. Mi hijo jugaba a la play, yo hac¨ªa bollos con la ni?a. Viendo la tele s¨ª que se asustaron, sobre todo pensando en mis padres y especialmente la ni?a, que es la que m¨¢s vueltas le da a todo¡±. Ella intent¨® hablarles en t¨¦rminos que pudieran entender. Su familia recibe ayuda del centro de Save the Children en Legan¨¦s (Comunidad de Madrid), sus hijos van a clases de refuerzo y la ni?a, al psic¨®logo. ¡°Ellos saben que desde que me divorci¨¦ no vamos nada bien, no se pueden hacer excesos, hay para comer y para lo justo¡±. Intent¨® que no notaran que atravesaban tan mal momento. ¡°Yo he llorado, pero he llorado en la esquina, para que no me vieran¡±.
¡°Va a durar mucho¡±
Queda otra gran pregunta: ?c¨®mo ha afectado la pandemia al aprendizaje? Las organizaciones de infancia valoran que Espa?a sea uno de los pa¨ªses donde m¨¢s se apost¨® por la presencialidad en la escuela, tras el par¨®n al inicio de la pandemia. Pero no hay un informe de diagn¨®stico a nivel estatal que revele el impacto en sus competencias. Fernando Trujillo, profesor de la Universidad de Granada que elabor¨® un estudio cualitativo encargado por la Comisi¨®n Europea, apunta que los indicadores de los que disponen sugieren que los m¨¢s peque?os, de educaci¨®n infantil y primaria, ¡°a¨²n tienen un largo recorrido por delante¡±, por lo que podr¨¢n recuperar lo perdido en este tiempo.
La ¡°complejidad¡± para Trujillo est¨¢ en secundaria y bachillerato. Especialmente a partir de tercero de la ESO, dado que las comunidades aut¨®nomas tuvieron opci¨®n de implantar para esas edades modelos h¨ªbridos, de ense?anza presencial y en remoto. ?l prefiere llamarle ¡°educaci¨®n digital de urgencia¡±. Y a?ade: ¡°Tener una plataforma online no es una educaci¨®n h¨ªbrida de calidad, sino que requiere planificaci¨®n y pensar si todos los chicos y chicas est¨¢n adecuadamente conectados. Hay un porcentaje aproximado en torno al 10% o 15% que no ten¨ªan los recursos ni sus familias tampoco ten¨ªan la competencia para asesorarles¡±, prosigue.
Mariano Fern¨¢ndez Enguita, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, habla del ¡°gran problema¡± que supone la brecha digital, pero no solo la entendida como la imposibilidad de tener un ordenador o un dispositivo. ¡°Hay una proporci¨®n residual de alumnos que no tienen ning¨²n acceso. Pero a ellos se suman quienes ten¨ªan un ordenador pero una l¨ªnea de baja calidad. Lo que era una cifra residual ya no lo es tanto. Tambi¨¦n es importante que los padres puedan acompa?ar a los chavales. Es la diferencia cultural que hab¨ªa antes en las familias, pero amplificada¡±, contin¨²a. En esta crisis han perdido los que part¨ªan con desventaja, o como dice este experto, ¡°los de siempre y como siempre¡±.
No cabe duda de que la pandemia afecta a la infancia. Impacta en su bienestar emocional, en su aprendizaje escolar. Y a los m¨¢s vulnerables los golpea doblemente. Pilar Guti¨¦rrez, la jefa de estudios del colegio al que asisten Mart¨ªn y Hugo, en Madrid, cuenta que los alumnos siguen siendo alegres y espont¨¢neos, pero algo menos. Lamenta que ¡°los ni?os hayan normalizado algo que no es normal¡±. Mart¨ªn tiene muy claro que esto va para largo. ¡°Queda demasiado tiempo. Va a durar mucho¡±.
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