M¨¢s de seis millones de espa?oles sufren pobreza alimentaria por falta de recursos
El 10,7% de la poblaci¨®n recibe ayuda de familiares, entidades o la Administraci¨®n para acceder a la comida
En Espa?a hay m¨¢s de seis millones de personas que sufren pobreza alimentaria. Un 13,3% de hogares no tienen una dieta adecuada, en cantidad y calidad, por falta de recursos. Es una de las conclusiones de un estudio de la Universidad de Barcelona (UB) financiado por la Fundaci¨®n Daniel y Nina Carasso, la primera aproximaci¨®n que se hace en Espa?a sobre ...
En Espa?a hay m¨¢s de seis millones de personas que sufren pobreza alimentaria. Un 13,3% de hogares no tienen una dieta adecuada, en cantidad y calidad, por falta de recursos. Es una de las conclusiones de un estudio de la Universidad de Barcelona (UB) financiado por la Fundaci¨®n Daniel y Nina Carasso, la primera aproximaci¨®n que se hace en Espa?a sobre inseguridad alimentaria utilizando la escala de Naciones Unidas. El estudio fue presentado este jueves en Madrid.
La investigadora principal del estudio, realizado a partir de 1.300 encuestas telef¨®nicas (a fijos y m¨®viles), es Ana Moragues-Faus, doctora en Econom¨ªa Agroalimentaria de la Facultad de Econom¨ªa y Empresa. El informe tambi¨¦n concluye que el 10,7% de la poblaci¨®n recibe ayuda para poder alimentarse (de familiares, administraciones ¡ªbecas comedor o tarjetas monedero¡ª o entidades sociales).
Moragues se?ala que el trabajo es un ¡°piloto¡± sobre un fen¨®meno del que en otros pa¨ªses hay datos. Su objetivo es aportarlos por primera vez y ¡°poner la inseguridad alimentaria y el problema del derecho a la alimentaci¨®n en la agenda p¨²blica espa?ola¡±. El informe, que obtuvo financiaci¨®n en una convocatoria de proyectos de investigaci¨®n de la Fundaci¨®n Daniel y Nina Carasso tras la covid, ¡°nace de ver que aqu¨ª la pobreza alimentaria se obviaba¡±.
El t¨ªtulo del informe es Alimentando un futuro sostenible. Estudio sobre la inseguridad alimentaria en hogares espa?oles antes y durante la covid-19. ¡°Durante la pandemia se habl¨® mucho de las colas del hambre, que son solo la punta del iceberg de lo que est¨¢n viviendo los hogares, tanto en calidad y como en cantidad de la alimentaci¨®n¡±, defiende.
Por la muestra del estudio, de tama?o reducido pero equilibrada por comunidades aut¨®nomas, los resultados tienen un error del 2,7% y no pueden analizarse por comunidades, ser¨ªa poco riguroso, reconoce Moragues, convencida de que ¡°es necesario hacer un an¨¢lisis m¨¢s grande¡±. Si se cruzan los niveles de inseguridad alimentaria con otras variables se produce una sobre representaci¨®n de rentas altas, alerta tambi¨¦n.
¡°El 13,3% de los hogares espa?oles supone toda la poblaci¨®n de la Comunidad Valenciana y Baleares juntas¡±, subraya Moragues. Hogares cuyos miembros no son capaces de acceder a alimentos variados, por ejemplo, lo que afecta a la calidad de su dieta. La autora a?ade que el 5,2% de los hogares (2,4 millones de personas) sufre inseguridad alimentaria moderada o grave, lo que supone que han tenido que reducir su ingesta de alimentos por falta de recursos. La inseguridad alimentaria grave, adem¨¢s, se ha duplicado desde que empez¨® la pandemia, pasando del 0,8% de hogares al 1,9%.
A partir de las preguntas de los encuestados, el informe tambi¨¦n muestra c¨®mo la pobreza alimentaria ha empeorado con la pandemia, ¡°pero la diferencia es peque?a, lo que demuestra que hay un problema estructural invisibilizado, m¨¢s all¨¢ de crisis coyunturales¡±. El n¨²mero de hogares que experimentan inseguridad alimentaria ha aumentado de un 11,9% a un 13,3% a ra¨ªz de la pandemia, un incremento de 656.418 personas.
Sobre el perfil de los hogares que sufren inseguridad alimentaria, responde a niveles de renta m¨¢s bajos (con dificultades para llegar a fin de mes, alg¨²n miembro en situaci¨®n laboral precaria). Pero esta relaci¨®n tambi¨¦n aparece ¡°en hogares con niveles socioecon¨®micos medios y medios-bajos¡±, alerta. Tambi¨¦n influye en estos niveles de pobreza alimentaria la presencia de alguna persona con enfermedad cr¨®nica, discapacidad o exceso de peso.
Sumado a estos factores, no consumir cinco raciones al d¨ªa de fruta o verdura por falta de recursos; o no ingerir carne, pescado o un equivalente cada dos d¨ªas ¡°se relaciona claramente con experimentar diferentes niveles de inseguridad alimentaria¡±. ¡°La restricci¨®n de uso del equipamiento para cocinar o almacenar alimentos es tambi¨¦n un dato que destaca de manera significativa en estos hogares¡±, apunta. Con la muestra de esta primera aproximaci¨®n ¡°no salieron datos significativos sobre hogares con ni?os¡±, aclara la investigadora.
La doctora, que ha regresado a Espa?a recientemente tras pasar varios a?os en el Reino Unido, insta a las autoridades ¡°a que garanticen el derecho a la alimentaci¨®n y cumplan el Objetivo de Desarrollo Sostenible n¨²mero 2: hambre cero¡±. Antes, ¡°es necesario incluir la medici¨®n de los niveles de inseguridad alimentaria en estad¨ªsticas de alcance nacional para monitorizar el estado del derecho a la alimentaci¨®n sostenible, promoviendo soluciones¡±. Con datos, se podr¨¢n dise?ar soluciones m¨¢s efectivas, concluye el texto.
La FAO, la organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n, recuerda el estudio, ¡°define la inseguridad alimentaria como la falta de acceso regular a la cantidad necesaria de alimentos inocuos y nutritivos capaces de asegurar el crecimiento y desarrollo normal de las personas, para que estas puedan llevar una vida activa y saludable¡±. Para medirla utiliza la Escala de Experiencia de la Inseguridad Alimentaria (FIES en sus siglas en ingl¨¦s), que se basa en ocho preguntas que muestran desde la incertidumbre sobre la capacidad de obtener alimentos, hasta el hecho de no consumirlos durante un d¨ªa o m¨¢s. ¡°La FIES es una medici¨®n basada en la experiencia para determinar la gravedad de la inseguridad alimentaria, que se apoya en las respuestas directas de las personas a preguntas sobre su acceso a alimentos adecuados¡±, apunta el estudio sobre el reconocimiento que la FAO ha hecho de la escala de medici¨®n.
Ana Moragues recuerda que el informe anual de la FAO, basado en encuestas telef¨®nicas para aplicar la FIES, ¡°se?ala que, entre 2017 y 2019, en Espa?a existen cuatro millones de personas que sufren inseguridad alimentaria moderada o leve¡±. La diferencia con los seis millones de los que habla el estudio de la UB se debe a que es m¨¢s actual, incluye la inseguridad alimentaria grave y el informe de la FAO solo inclu¨ªa mayores de edad, apunta Moragues.
En Espa?a, el INE recoge en la Encuesta de Condiciones de Vida un indicador de consumo de carnes o similares como uno de los ocho elementos a medir para cuantificar cuando una persona se encuentra en situaci¨®n de privaci¨®n material severa. Los ¨²ltimos datos muestran que un 3,8% de la poblaci¨®n en 2019 y un 5,4% en 2020 no se pudieron permitir el consumo de carne, pollo, pescado o el equivalente para los vegetarianos al menos cada dos d¨ªas. Por ¨²ltimo, cita el cuestionario Foessa (vinculado a Caritas), que incluye seis preguntas espec¨ªficas sobre alimentaci¨®n, en su ¨²ltimo ejercicio revela que el 2,6% de la poblaci¨®n espa?ola est¨¢ pasando hambre o la ha pasado frecuentemente en los ¨²ltimos a?os y que el 8,3% no puede permitirse una dieta adecuada. Estos ¨²ltimos datos no se basan en la escala FIES y son dif¨ªciles de comparar con los del estudio, aclara el texto.
Las entidades celebran que la inseguridad alimentaria tenga un primer estudio
Tras la presentación del estudio en Madrid este jueves, los participantes en una mesa redonda coincidieron en celebrar que el trabajo pone sobre la mesa el problema de la inseguridad alimentaria en España. Lidia García, del Observatorio del Derecho a la Alimentación, valoró que los datos son "el primer paso para reconocer que España tiene un problema con la inseguridad alimentaria” y pidió medidas “para garantizar el derecho a la alimentación”. “Los alimentos son un bien común, no solo un bien con el que ganar dinero: está vinculado con la comunidad, la cultura, la transferencia de conocimientos entre generaciones, culturas y territorios”, defendió.
Víctor Rodríguez, de Caritas Diocesana de Madrid, explicó que muchos de los usuarios de la entidad piden comida porque, aunque disponen de recursos, priman pagar la vivienda antes que comprar alimentación. “En España no está garantizado el derecho a la alimentación”, coincidió y se refirió, sobre todo, a menores de familias migrantes. En un ejercicio de autocrítica, Rodríguez puso en cuestión el sistema de entrega de alimentos basado en productos secos o envasados, por las limitaciones que tiene en variedad y falta de fresco. “Hay que hacer cambios para sustituir la entrega por facilitar la compra, tarjetas bancarias solidarias”. Por una cuestión de autonomía y de variedad en la dieta, argumentó.
Ana Bella Estévez, de la Red de Mujeres Supervivientes (en su caso al maltrato) explicó que, gracias a las entidades, al salir de una casa de acogida consiguió comer, aunque certificó: "Me harté de comer macarrones y natillas". Estévez celebró que con el tiempo, y al trabajar "el empoderamiento de las mujeres, generando cambios de víctima a agente de cambio", tras la covid vieron la necesidad de "trabajar empoderamiento alimentario". "Nunca lo habíamos visto hasta la pandemia, mujeres que vendían los muebles porque no tenían para comer. Hemos de aprender también a cuidar y amar lo que comemos", defendió.