Qu¨¦ es la cultura de la violaci¨®n de la que habla Irene Montero
El concepto, acu?ado en los a?os setenta, agrupa las creencias, estereotipos y conductas que alimentan la idea de que las mujeres, y por lo tanto sus cuerpos, son propiedad del hombre
La sesi¨®n de control al Gobierno de este mi¨¦rcoles en el Congreso se ha vuelta bronca cuando el PP y Vox han interpelado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, por la ley del solo s¨ª es s¨ª. La han acusado de ejercer ¡°violencia institucional¡± a cuenta de la norma y de las rebajas de penas y excarcelaciones de agresores sexuales tras la entrada en vigor de esa legislaci¨®n. Montero ha relatado ...
La sesi¨®n de control al Gobierno de este mi¨¦rcoles en el Congreso se ha vuelta bronca cuando el PP y Vox han interpelado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, por la ley del solo s¨ª es s¨ª. La han acusado de ejercer ¡°violencia institucional¡± a cuenta de la norma y de las rebajas de penas y excarcelaciones de agresores sexuales tras la entrada en vigor de esa legislaci¨®n. Montero ha relatado m¨¢s de una docena de avances que ser¨¢n posibles gracias a esta ley, desde los centros de crisis 24 horas para v¨ªctimas de violencia sexual hasta la recogida de muestras y su preservaci¨®n para cuando esas v¨ªctimas decidan denunciar, si lo hacen. Pero ha dicho algo m¨¢s que ha levantado a la bancada de la derecha y la extrema derecha.
¡°?Qu¨¦ hacen ustedes? Una campa?a en Galicia que dice ¡®no deber¨ªa pasar, pero pasa¡¯; ¡®vigila tu copa al salir¡¯, en Madrid... Responsabilizar a las v¨ªctimas de agresiones. Promueven la cultura de la violaci¨®n¡±, ha contestado Montero al bloque de la derecha. Estas palabras han provocado una enorme indignaci¨®n entre los diputados populares. La presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, ha pedido a la titular de Igualdad ¡°contenci¨®n en las expresiones¡± para no enturbiar la ¡°convivencia ni dentro ni fuera de la C¨¢mara¡±.
Pero, ?qu¨¦ es la cultura de la violaci¨®n? Es un concepto que fue acu?ado en la d¨¦cada de 1970 por las feministas de la segunda ola en Estados Unidos para visibilizar la prevalencia de la violencia sexual contra las mujeres, la normalizaci¨®n social que exist¨ªa en torno a ella, y trataba de explicar c¨®mo exist¨ªan creencias, estereotipos y conductas que generaban y alimentaban la idea de que las mujeres y, por lo tanto, sus cuerpos, eran propiedad del hombre. Seg¨²n las expertas que la han analizado a lo largo de las d¨¦cadas, la cultura de la violaci¨®n est¨¢ constituida por todas aquellas creencias, pensamientos, actitudes y acciones basadas en estereotipos de g¨¦nero ¡ªcomo culpar a las v¨ªctimas, relacionarlo con c¨®mo visten o qu¨¦ hacen o banalizar cuestiones como el acoso¡ª, y alimentadas a su vez por la publicidad, el cine, la m¨²sica, la pornograf¨ªa, la cultura, la educaci¨®n o la ausencia de ella, o los discursos machistas. La ONU, para describir este concepto, utiliza frases como ¡°las mujeres dicen ¡®no¡¯ cuando quieren decir ¡®s¨ª¡¯¡±, ¡°iba vestida como una puta. Lo estaba pidiendo¡±, ¡°?por qu¨¦ no se fue de all¨ª?¡±, ¡°con los hombres ya se sabe¡± o ¡°estaba borracha¡±.
A algunas de esas ideas se refer¨ªa este mi¨¦rcoles la ministra de Igualdad cuando nombraba la campa?a del 25-N, D¨ªa Internacional contra la Violencia Machista, de la Xunta de Galicia. El pasado mi¨¦rcoles, el Gobierno gallego colg¨® en su cuenta oficial de Twitter uno de los carteles de la campa?a para el 25-N de este a?o. Una mujer joven corriendo en top y mallas cortas al atardecer. ¡°Se pone unas mallas deportivas. Va a correr por la noche. ?Qu¨¦ pasa ahora? No deber¨ªa pasar, pero pasa¡±.
Hab¨ªa m¨¢s carteles. Uno en el que aparec¨ªa una mujer joven con un m¨®vil en la mano. ¡°Le env¨ªan una foto ¨ªntima. ?l est¨¢ con sus amigos. ?Qu¨¦ pasa ahora? No deber¨ªa pasar, pero pasa¡±. Uno m¨¢s en el que se ve¨ªa a una mujer joven en la barra de un pub. ¡°Una discoteca. Una copa desatendida. ?Qu¨¦ pasa ahora? No deber¨ªa pasar, pero pasa¡±. Y una ¨²ltima: una mujer joven sola en una calle de noche. ¡°Una joven camina sola de noche. Lleva las llaves en la mano. ?Qu¨¦ pasa ahora? No deber¨ªa pasar, pero pasa¡±.
Varias expertas, consultadas por este diario, analizaron c¨®mo y por qu¨¦ fallaba la campa?a. Entre otros argumentos, explicaron por qu¨¦ estaba mal enfocada, poniendo la responsabilidad sobre las v¨ªctimas. Adem¨¢s, alud¨ªa a una violencia sexual que es muy poco frecuente ¡ªel desconocido que aborda a una mujer por la calle, de noche, y sola¡ª, puesto que la mayor¨ªa de agresores sexuales son hombres conocidos y no asaltantes en medio de la noche detr¨¢s de un arbusto; ¡°fijaba estereotipos como que si eres buena chica, no te va a ocurrir nada¡±, recordaba Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la Violencia de G¨¦nero; y hac¨ªa ¡°desaparecer¡± a los responsables directos de las agresiones, los agresores, seg¨²n apuntaba Bego?a Leyra, directora de la Unidad de G¨¦nero de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Antropolog¨ªa.
El caso de La Manada
En Espa?a, el concepto de cultura de la violaci¨®n asom¨® a ra¨ªz del caso de La Manada, la violaci¨®n grupal de una mujer de 18 a?os por cinco hombres durante los sanfermines de 2016. Y se fue extendiendo mientras duraba el proceso judicial. En 2018, con las primeras sentencias, las de la Audiencia Provincial de Navarra, que calificaron como abuso y no como violaci¨®n aquel delito ¡ªel Tribunal Supremo dict¨® un a?o m¨¢s tarde que fue una violaci¨®n m¨²ltiple y no un abuso sexual¡ª, la abogada especializada en violencia de g¨¦nero Amparo D¨ªaz escribi¨® en este diario que ¡°la cultura de la violaci¨®n, del porno y la prostituci¨®n, ha llegado a niveles muy crueles y, adem¨¢s, se extiende como la p¨®lvora a trav¨¦s de internet¡±.
Recordaba que los ¡°ni?os est¨¢n viendo porno cruel en internet, donde las mujeres son penetradas en grupo como si fueran objetos con m¨²ltiples agujeros, y lo ¨²nico que importa es la fuerza y prepotencia masculina. Se difunden adem¨¢s v¨ªdeos que simulan violaciones, obvi¨¢ndose el sufrimiento de la mujer¡±. Y afirmaba: ¡°La cultura de la violaci¨®n, del porno y de la prostituci¨®n deshumaniza a las mujeres. Se nos despoja de nuestros deseos, de nuestros sentimientos, de nuestros derechos¡±. Una idea que puso sobre la mesa en 1975 la periodista Susan Brownmiller.
La feminista y escritora estadounidense escribi¨® Contra nuestra voluntad: hombres, mujeres y violaci¨®n, uno de los libros que en aquel momento cambiaron la perspectiva social sobre la violaci¨®n, que ella defini¨® como ¡°un proceso consciente de intimidaci¨®n por el cual todos los hombres mantienen a todas las mujeres en un estado de miedo¡±.
Aquel texto fue uno de los primeros que plante¨® la violaci¨®n como un acto de poder y no pasional, como una herramienta de control sobre las mujeres, y ahond¨® en c¨®mo de la violaci¨®n, hasta aquel momento, hab¨ªan hablado y la hab¨ªan definido los hombres, manteni¨¦ndola como un medio para perpetuar el dominio masculino. Aquel a?o, Brownmiller fue nombrada una de las mujeres del a?o por la revista Time y el ensayo entr¨® a formar parte de uno de los 100 libros m¨¢s importantes del siglo XX en el ranking de la Biblioteca P¨²blica de Nueva York.
Violencia contra las mujeres
En la revisi¨®n de ese libro que Alexandra Rutherford, profesora de psicolog¨ªa en la Universidad de York, hizo en 2011, con la perspectiva de casi 40 a?os transcurridos, record¨® c¨®mo entonces estaba extendida una falta general de conocimiento sobre la prevalencia y la naturaleza de la violencia contra la mujer. ¡°La violencia sexual, o la amenaza de la misma, ha sido un presente en la vida de las mujeres a lo largo de la historia. [¡] A pesar de la innegable realidad vivencial de la violencia sexual en la vida de las mujeres, la violencia sexual como realidad p¨²blica, y subconsiguientemente como un tema viable para las ciencias sociales y la investigaci¨®n, no surgi¨® hasta este momento¡±. La d¨¦cada de los setenta, cuando la violaci¨®n fue pasando de una cuesti¨®n privada y personal a una pol¨ªtica y p¨²blica que intentaba contrarrestar los clich¨¦s que exist¨ªan en torno a este delito sexual.
¡°Las mujeres en realidad disfrutan siendo violadas¡±, ¡°solo las chicas malas son violadas¡±, ¡°las mujeres lo piden [ser violadas] visti¨¦ndose provocativamente¡±, ¡°cualquiera que luche lo suficiente puede resistirse a una violaci¨®n¡±, ¡°las mujeres poco atractivas no pueden ser violadas¡±, ¡°los violadores son locos hambrientos de sexo¡±. Esos son algunos de los ejemplos que Rutherford nombraba en aquella revisi¨®n hace m¨¢s de una d¨¦cada; y que a¨²n est¨¢n vigentes en la sociedad actual.
La cultura de la violaci¨®n es, seg¨²n la ONU, ¡°omnipresente¡±. ¡°Est¨¢ grabada en nuestra forma de pensar, de hablar y de movernos por el mundo. Y aunque los contextos pueden diferir, la cultura de la violaci¨®n siempre est¨¢ arraigada en un conjunto de creencias, poder y control patriarcales¡±, y ponerle nombre ¡°es el primer paso para desterrarla¡±.