El modelo del porno se impone en el sexo entre adolescentes
Un estudio alerta de que un 25% chavales ha visto porno antes de los 13 a?os
Cuatro minutos. Siete pulsaciones sobre la pantalla de un m¨®vil. Un rostro desconocido. Una ubicaci¨®n¡ Y sexo. A Julia le ha costado exactamente 256 segundos concertar una cita con un chico para ¡°enrollarse hasta el final¡± esa misma noche. No se han visto jam¨¢s y no saben nada el uno del otro. Solo han cruzado seis frases:
¡ªHola, ?d¨®nde vives? Yo soy de Madrid.
¡ªYo tambi¨¦n, ?quedamos esta noche?
¡ªVale, a las 21.00 por el Parque del Oeste, ?te parece?
¡ªOk.
¡ª?Rollo hasta el final?
¡ªOk.
Julia no se llama Julia, pero tiene 16 a?os y no quiere que aparezca su nombre. El chico con el que ha quedado es moreno, lleva un tup¨¦ engominado y una camiseta de una marca surfera. Tiene los ojos claros y las cejas gruesas pero delineadas. Eso es todo lo que ha visto Julia y eso es todo lo que sabe de ¨¦l, sin embargo, en unas horas han quedado para mantener relaciones sexuales. Lo ha hecho a trav¨¦s de Azar, una app de viodellamadas gratuitas que conecta aleatoriamente con otras personas que est¨¦n conectadas en ese momento y que ya acumula m¨¢s de 100 millones de descargas. ¡°As¨ª no es tan dif¨ªcil, ya sabes a lo que vas¡ Te ves con ¨¦l, m¨¢s o menos sabes enseguida si quieres o no enrollarte y si ves que s¨ª pues tiras, y si no, pues te vas y ya est¨¢¡±, resume Julia.
ENCUESTA SOBRE H?BITOS PORNOGR?FICOS
En % de encuestados
Fuente: ¡°Nueva pornograf¨ªa y cambios en las relaciones interpersonales¡±, Octaedro. EL PA?S
Eso que para Julia es ¡°f¨¢cil¡± es una translaci¨®n a la realidad de la pornograf¨ªa a la que est¨¢n habituados los adolescentes, seg¨²n explica Llu¨ªs Ballester profesor titular de M¨¦todos de Investigaci¨®n en Educaci¨®n de la Universidad de las Islas Baleares y coautor junto a Carmen Orte del estudio Nueva pornograf¨ªa y cambios en las relaciones interpersonales, elaborado por la Red J¨®venes e Inclusi¨®n y la Universitat de las Illes Balears con entrevistas a 2.500 personas, chicos y chicas de 16 y 29 a?os de siete comunidades aut¨®nomas.
¡°Pornograf¨ªa gratuita, de f¨¢cil acceso, con una alta calidad de imagen, ilimitada en cantidad y variedad, an¨®nima, con much¨ªsima interactividad y cada vez m¨¢s violenta¡±, apunta Ballester. Ellos, con un 87%, consumen m¨¢s que ellas, aunque en los ¨²ltimos cinco a?os ha aumentado un 20% las visualizaciones de las chicas. La edad media a la que se inician est¨¢ en los 14 a?os para los varones y 16 para las j¨®venes y la edad m¨¢s temprana se adelanta ya a los ocho a?os. ¡°Uno de cada cuatro chavales ya ha visto estos contenidos antes de los 13. Estos datos, que son muy preocupantes, confirman lo que percib¨ªamos: la pornograf¨ªa est¨¢ cambiando las relaciones de los adolescentes y los m¨®viles e Internet est¨¢n claramente relacionados con estos cambios. Incluso aunque no lo busques, te lo encuentras¡±.
?HAS RECIBIDO EDUCACI?N AFECTIVO-SEXUAL?
En % de encuestados
Seg¨²n los resultados del estudio, la "b¨²squeda activa" de estos contenidos es m¨¢s frecuente en los hombres, el 33,1% busca pornograf¨ªa y el 62,4% se deja ayudar por los amigos¡ª. En el caso de las mujeres, el 34,7% confiesa que la encuentra sin querer y el 17,4% la localiza de forma activa. Chicos y chicas que conocen el sexo a trav¨¦s del consumo voraz de v¨ªdeos de pocos segundos, im¨¢genes en las que no hay comunicaci¨®n, afectividad o intimidad y que usan para masturbarse (el 43,9%), por curiosidad (el 40%) y para aprender (el 25,4%), seg¨²n las conclusiones del estudio.
?EN QU? DISPOSITIVOS O DE QU? MANERA MIRAS PORNOGRAF?A?
En % de encuestados. Respuesta m¨²ltiple
Fuente: ¡°Nueva pornograf¨ªa y cambios en las relaciones interpersonales¡±, Octaedro. EL PA?S
A Javier, la ausencia de conversaciones en el porno le parece absolutamente normal: ¡°?Para qu¨¦? Est¨¢n follando, no necesitan hablar¡±. Este chaval de casi 15 a?os ve porno por las noches, cada noche, dice que se ha acostumbrado y ya no puede ¡°masturbarse sin v¨ªdeos¡±. Todav¨ªa no ha tenido sexo con otra persona y se lo imagina como lo ve: ¡°Molar¨ªa todo poder hacer algunas de las cosas. Lo del sexo anal, o lo del semen por ah¨ª en el cuello¡ Cosas¡±. Se le enciende la cara cuando habla, le da ¡°verg¨¹enza¡± contarlo, pero est¨¢ seguro de que no le dar¨ªa hacerlo. Si se le pregunta por sexo con varias personas la cosa cambia: ¡°Yo de eso paso. Verlo s¨ª, pero hacerlo no¡±.
Javier ha sido en alg¨²n momento una de las millones de visitas que tienen actualmente estos contenidos. De hecho, Ballester cuenta que uno de los m¨¢s vistos en la actualidad es una violaci¨®n muy agresiva en grupo. ¡°No olvidemos el aumento de las manadas en Espa?a, ahora mismo hay 101 manadas judicializadas, 350 hombres que han cogido por esto¡±. Cree que esto responde a una "banalizaci¨®n de la violencia sexual". Nayara Malnero, psic¨®loga y sex¨®loga con m¨¢s de 12 a?os de experiencia en educaci¨®n sexual en institutos, arguye que "al no existir una educaci¨®n sexual real ni en los colegios ni en casa, este es el modelo que siguen, y este es el precio que tenemos que pagar padres y educadores por no estar haciendo nuestra labor".
Casi un 70% de los entrevistados dice que ha recibido una educaci¨®n afectivo-sexual insatisfactoria y para resolver sus dudas acuden en un 72,8% de los casos a los amigos y en el 69,1% a Internet; los padres y profesores solo son una opci¨®n para el 27,5%. "La ¨²nica soluci¨®n es visibilizar el sexo, ofrecer una educaci¨®n relacional, no solo por los riesgos que corren, sino para que tengan unos valores y una base que les permita enfrentarse a las exigencias y abusos que se pueden encontrar", puntualiza Malnero.
?Qu¨¦ hacer?
Carlos Ros¨®n, de la Red de J¨®venes e Inclusi¨®n, cree que combatir esto es como "derribar un portaaviones con flechas". "Hacen falta muchos cambios, el principal es abrir el debate social y seguir investigando". Para Ros¨®n, hay varias formas: implicar a toda la sociedad en el proceso (desde los servicios de salud, a la escuela y las familias), desarrollar programas de competencia familiar, tratar la pornograf¨ªa en el hogar desde una perspectiva cr¨ªtica y sin censura, reformar los programas de educaci¨®n afectivo-sexual para integrar las nuevas tecnolog¨ªas y ampliarlo a edades m¨¢s tempranas e incorporar en la escuela la ense?anza de una sexualidad libre y libre de estereotipos de g¨¦nero.
"Visibilizar esto, sentarnos, lograr propuestas. Hay que estimular el esp¨ªritu cr¨ªtico de los ni?os, consumir esto es como consumir una determinada ideolog¨ªa y es una que les dice que las mujeres son objetos sexuales, que est¨¢n para satisfacer sus deseos y no hay ni atisbo de relaci¨®n igualitaria, que es lo que da sentido a la sexualidad, lo que la hace plena", zanja.
Roberto Sanz, psic¨®logo de la Fundaci¨®n Sexpol, a?ade adem¨¢s que estos contenidos ¡°refuerzan unos modelos y actitudes machistas que ya est¨¢n presentes en la sociedad, las exacerban en el plano sexual y, como todas las ficciones, el porno genera ciertas fantas¨ªas que en este caso pueden tener que ver con relaciones de poder, agresivas¡±. Es lo que le ocurre a Javier, que ya no consigue excitarse sin ver porno y reconoce que cada vez necesita m¨¢s. "Creo que hasta mi m¨®vil est¨¢ acostumbrado, yo le digo 'Siri, porno' y ya sabe lo que tiene que hacer", bromea el adolescente, que ¨²ltimamente se ha aficionado al "bdsm suave", un modelo de sadomasoquismo que ha de ser consensuado, pero que en el porno suele responder a un alto grado de violencia.
Esto, explica Sanz, no es ninguna broma. Puede llevar a los j¨®venes a ¡°aprender a excitarse con situaciones de poder¡±. Pero luego, sigue, ¡°llega la realidad y genera problemas¡±. Por un lado, ¡°el choque brutal cuando de repente se dan cuenta de que sus novias no tienen por qu¨¦ ser insaciables ni ellos son Roco Sifredi¡±. Por otro, el machismo que se reproduce en esta clase de sexo. Seg¨²n Teresa Vaquero, sex¨®loga y psic¨®loga, son modos de relaci¨®n que no tienen nada que ver con los valores de la pareja, la sexualidad y el autocuidado: ¡°Son modelos de sumisi¨®n donde no hay intimidad ni confianza ni cari?o ni respeto ni comunicaci¨®n. Y si eso es lo ¨²nico que he aprendido, relaciones muy genitales y brutas, eso es lo que har¨¦ o intentar¨¦ hacer con mi pareja¡±. Lo repite en varias ocasiones: ¡°Entender el sexo as¨ª es peligroso¡±.
Nuevos riesgos
No usar preservativo, practicar sexo en grupo, acudir a citas con desconocidos en lugares aislados, mantener relaciones con diversas parejas sin ning¨²n tipo de protecci¨®n... Situaciones de riesgo que, seg¨²n el estudio Nueva pornograf¨ªa y cambios en las relaciones interpersonales, est¨¢n aumentando entre los j¨®venes.
Llu¨ªs Ballester, coautor del estudio, da la cifra: "La mitad reconocen haber realizado m¨¢s estas pr¨¢cticas despu¨¦s de ver porno". Y eso, ampl¨ªa, "no es lo peor". Los datos revelan que consumir este contenido audiovisual puede derivar en consumir prostituci¨®n. "Un 46,7% de los hombres encuestados aseguraron que hab¨ªan recibido anuncios de ofertas sexuales y un 4,5% dijeron que hab¨ªan tenido encuentros o estaban dispuestos a pagar por ellos", explica.
"Trasladado a la poblaci¨®n total", dice, significa que alrededor de 300.000 hombres entre 16 y 29 a?os han tenido contactos sexuales a trav¨¦s de anuncios sexuales. "Y hay muchos que no contestan a eso, casi el 25%, lo que significa que esto podr¨ªa estar mucho m¨¢s extendido". Algo que, seg¨²n dice, no le extra?ar¨ªa: "El portal de porno Pornhub es el ¨²nico que publica informes de su actividad, y solo ese site tiene tres millones de visitas a la hora y mueve a diario ocho veces m¨¢s volumen de datos que Facebook". P¨¢ginas que, seg¨²n la investigaci¨®n, cada vez tienen m¨¢s contenido de naturaleza "especialmente vejatoria y violenta". Las gresiones f¨ªsicas y verbales a mujeres son una constante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.