Las trampas del discurso sobre la vejez
La demograf¨ªa no es la ¨²nica variable a tener en cuenta a la hora de valorar la viabilidad del sistema de pensiones. De lo que m¨¢s depende en realidad es de la capacidad de la econom¨ªa para generar riqueza, impuestos y salarios
Las batallas pol¨ªticas no se ganan o se pierden el d¨ªa que se vota una ley en el Congreso de los Diputados. Se ganan o se pierden mucho antes, cuando se instaura el marco mental que encuadra el debate sobre la cuesti¨®n. El discurso p¨²blico sobre el envejecimiento es un ejemplo claro de c¨®mo esos marcos calan en el dise?o de las pol¨ªticas p¨²blicas. Aunque nos asuste, poder envejecer es lo que todos deseamos. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa la ciencia consiga retrasar o parar el reloj biol¨®gico, pero mientras tanto, hacernos mayores es lo mejor que nos puede ocurrir. Si eso es as¨ª, ?c¨®mo es posible que la mayor conquista de la humanidad se presente d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n como una cat¨¢strofe? Que en apenas un siglo hayamos doblado la esperanza de vida es el avance que cristaliza muchos otros progresos. Hemos pasado de apenas 43 a?os a comienzos del siglo XX a m¨¢s de 83. Pero el envejecimiento de la poblaci¨®n raramente se contempla como un ¨¦xito. Al contrario, se presenta como una carga para la econom¨ªa y un lastre para el futuro.
Es cierto que cada vez hay m¨¢s personas mayores y eso implica m¨¢s gasto en dependencia, en sanidad y tambi¨¦n en pensiones. Cuando se aprob¨® la Seguridad Social, la esperanza de vida media al jubilarse era de apenas de cinco a?os. Ahora es de 21,6. Pero la mayor parte de la vida ganada es vida con salud y capacidad. Y en todo caso, la demograf¨ªa no es la ¨²nica variable a tener en cuenta a la hora de valorar la viabilidad del sistema de pensiones. De lo que m¨¢s depende en realidad es de la capacidad de la econom¨ªa para generar riqueza, impuestos y salarios.
El marco mental del envejecimiento como cat¨¢strofe cobr¨® fuerza coincidiendo con el lanzamiento de los planes privados de pensiones. A?os despu¨¦s, nadie los considera realmente una alternativa. Pero el discurso p¨²blico sigue poniendo el acento en el envejecimiento mientras ignora otros factores tan importantes, como la p¨¦rdida de peso relativo de los salarios en el PIB, la desregulaci¨®n y externalizaci¨®n de la producci¨®n, con la generalizaci¨®n de falsos aut¨®nomos que cotizan por la m¨ªnima, la econom¨ªa sumergida o un sistema tributario lleno de agujeros. Se habla mucho de la ca¨ªda del n¨²mero de cotizantes por cada pensionista, pero muy poco de que con salarios de mil euros, pocas pensiones se pueden pagar.
Relacionada con este marco mental est¨¢ tambi¨¦n la met¨¢fora del invierno demogr¨¢fico, una expresi¨®n acu?ada por el te¨®logo de la universidad cat¨®lica de Lovaina Michael Schooyans, que alimenta el miedo a la decadencia. En nuestro caso, si la pir¨¢mide de edad se invierte es porque concurren dos factores: la mayor esperanza de vida y la menor tasa de fecundidad, 1,23 hijos por mujer. Y no es que las mujeres no quieran tener hijos. De hecho, en las encuestas dicen que tienen menos de los que querr¨ªan. Si el debate se centra en el envejecimiento, la consecuencia l¨®gica ser¨¢ cuestionar el sistema de pensiones, pero si se considera tambi¨¦n la crisis de fecundidad, entonces habr¨¢ que hablar de pol¨ªticas de apoyo a la maternidad. Pero de eso se habla mucho menos.
Y a¨²n hay otra derivada perversa de ese marco mental: el enfrentamiento intergeneracional. Eso es lo que se promueve cuando se dice, por ejemplo, que no es justo que un jubilado cobre m¨¢s de 2.000 euros cuando muchos j¨®venes no llegan a 1.000 trabajando. El problema, obviamente, no es que los mayores reciban aquello a lo que tienen derecho. El problema es que los salarios de los j¨®venes se han hundido, y no ha sido precisamente porque los jubilados cobren sus pensiones. Si lo que se impone es el marco mental de que hay demasiados viejos para tan pocos j¨®venes, y que no hay quien pague tantas pensiones, la soluci¨®n estar¨¢ cantada: recortar y recortar. La semana que viene se votar¨¢ en el Congreso de los Diputados una nueva reforma de la Seguridad Social. A diferencia de la anterior, esta vez no se busca la viabilidad del sistema por la v¨ªa de recortar las pensiones, sino por la de aumentar los ingresos. Ha costado sobreponerse al marco mental de la cat¨¢strofe, pero en este caso se ha demostrado que otro enfoque es posible.
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